Variación Conductual de Guardias Penitenciarios en simulacros de Crisis Violentas: Revisión Experimental de la Influencia de Etiquetas Sociales
Jacobo Herrera Rodríguez, Alejandra de los Angeles Díaz Barrera, Luz Adriana Elizabeth Katz Ledezma y Francisco Javier Pedroza Cabrera
Universidad de Guanajuato / Colombia
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Jacobo Herrera Rodríguez. División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guanajuato campus León, León 37670, Guanajuato, México.
Alejandra de los Angeles Díaz Barrera. División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guanajuato campus León, León 37670, Guanajuato, México.
Luz Adriana Elizabeth Katz Ledezma. División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guanajuato campus León, León 37672, Guanajuato, México.
Francisco Javier Pedroza Cabrera. Departamento de Psicología, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Aguascalientes 20100, Aguascalientes, México.
Recibido: 16 de Agosto de 2016
Aprobado: 09 de Diciembre de 2016
Referencia Recomendada: Herrera-Rodríguez, J., Díaz-Barrera, A. A., Katz-Ledezma, L. A. E., & Pedroza-Cabrera, F. J. (2016). Variación conductual de guardias penitenciarios en simulacros de crisis violentas: Revisión experimental de la influencia de etiquetas sociales. Revista de Psicología GEPU, 7 (2), 70-90.
Resumen: Se presentan resultados de un estudio experimental realizado con guardias penitenciarios. El objetivo de trabajo fue identificar las variaciones en los estilos de interacción social que se presentaban en los participantes del experimento al modificar en contingencias experimentales el tipo de interno con el que los guardias trabajaban en una situación de crisis violenta. El experimento se compuso de seis episodios en donde seis guardias penitenciarios –uno por cada episodio-- desempeñaron la actuación de tres diferentes perfiles de interno penitenciario, que se repitieron dos veces cada uno. Los datos fueron recolectados por medio de observación directa y registro conductual basado en un código de observación con 18 categorías conductuales, el procedimiento se apoyó en el paquete informático Lince Coder. Como resultados se obtuvieron patrones de intervención anti-motín (PIAM) y patrones de simulación conductual (PSC), también se identificaron variaciones en los estilos de interacción social tanto de los guardias como de los actores del experimento en aspectos como la morfología conductual y las frecuencias de ocurrencia conductual, las cuales pueden ser atribuibles a los cambios de tipo de interno penitenciario y etiquetas sociales que se manejaron experimentalmente.
Palabras Clave: Estilos de Interacción Social, Guardias penitenciarios, Etiquetas sociales, Observación, Análisis experimental.
Abstract: This paper presents results of an experimental study of prison guards. It aims to identify variations in the styles of social interaction of guards presented in the experiment participants when modifying, through experimental contingencies, the type of prisoner they had to guard in a situation of violent crisis. The experiment consisted of six episodes where six prison guards –one per episode--acting as three different profiles of prisoner, each performance was repeated twice. Data was collected through direct observation and behavioral register based in a behavioral observation code made of 18 behavioral categories. The behavioral register procedure was supported by the software Lince Coder. As a result, the study obtained patterns of anti-riot intervention (PARI) and patterns of behavioral simulation (PBS). The work also identified variations in the styles of social interaction among guards, highlighting aspects such as behavioral morphology and frequencies of behavioral occurrence that may be attributable to changes in types of the simulated prisoners that the guards had to worked with and the social labels that were used during the experiment.
Keywords: Social interaction styles, Penitentiary guards, Social labels, Observation, Experimental analysis.
* Corresponding author: Jacobo Herrera Rodríguez, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Blvd. Puente del Milenio 1001 fracción del predio San Carlos, León, Guanajuato, 91190, México. Tel: +52 (477) 267 49 00, ext. 4872. E-mail: herrerajacob@yahoo.com.mx
INTRODUCCIÓN
Desde el siglo anterior la experimentación se posicionó como una herramienta útil para el estudio de las conductas y procesos de interacción social. Así, el estado del arte muestra la forma en que se han estudiado experimentalmente fenómenos y procesos como el papel del condicionamiento en las reacciones emocionales (Watson & Rayner, 1920), la conformidad y pérdida de independencia a partir de la presión social (Ash, 1956), la obediencia acompañada de pérdida de empatía (Milgram, 1963), la génesis de la conducta autoritaria y tiránica (Haney, Banks & Zimbardo, 1973), el papel del aprendizaje social en la agresión (Bandura, 1973) así como el papel de la frustración en la emisión de conductas de agresión (Dollar et al., 1939; Berkowitz, 1962, 1989) por mencionar algunos.
En este siglo, el trabajo experimental ha continuado su desarrollo abordando tópicos como el análisis de los efectos de la autoridad y el poder en la obediencia de niños escolares (Rangel y Ribes, 2009), la evaluación de intervenciones clínicas para tratar el consumo de alcohol en adolescentes (Martínez et al., 2010) y el rol de la influencia social en la conducta de ingesta alimentaria (Vacio, 2011) entre muchos otros.
Así mismo existen en el ámbito académico trabajos que han establecido pautas técnicas y metodológicas para el análisis experimental dentro de la psicología (e.g. Skinner, 1977; Colman, 1982; Santoyo y López, 1990; Camerer, 2003). Lo anterior ha posibilitado hoy en día el trabajo experimental diversificado, con diseños que han aumentado el control sobre las variables de trabajo y donde las temáticas abordadas pertenecen a las distintas especialidades y áreas de la psicología así como al trabajo interdisciplinario.
En el presente documento se exponen los resultados de un análisis experimental donde el objetivo fue identificar las variaciones en los estilos de interacción social que se presentaban en grupos de guardias penitenciarios al variar en la contingencia experimental el tipo de interno con el que los participantes trabajaban en una situación antimotín experimentalmente simulada.
El trabajo desarrollado tomó como variable independiente al papel que las etiquetas sociales tienen sobre la conducta de cuadrillas de intervención penitenciaria antimotín así como de aquellos participantes que simularon el rol de interno penitenciario. Al respecto en este trabajo se consideró el concepto de etiquetas sociales de Goffman (1963) quien desde una visión socio-criminológica se refirió al etiquetado social (o estigma) como aquella nomenclatura que incrementa las probabilidades de ocurrencia conductual de una persona A sobre otra persona B, basado en los prejuicios, definiciones y generalidades que en el campo contingencial -lo social en este caso- existen sobre la persona B.
En este sentido el trabajo aquí expuesto buscó identificar con la observación directa y el registro conductual, cambios en los patrones comportamentales que pudieran ser relacionados con el efecto de las etiquetas sociales en contingencias experimentalmente generadas.
De igual manera este documento pretende contribuir al acervo de investigación experimental que existe en la interdisciplinariedad establecida entre ciencias como la psicología, la criminología y el penitenciarismo, donde existen contribuciones que se han consolidado como clásicos en el contexto académico como las de Haney, Banks y Zimbardo (1973) y Wilson y Kelling (1982).
La experimentación en la criminología y medios penitenciarios
Dentro del ámbito de la criminología y los medios penitenciarios el trabajo experimental ha dejado también algunos resultados. En 1969 Phillip Zimbardo condujo un experimento consistente en dejar sin resguardo un par de autos en buenas condiciones, uno de ellos estaría en la zona criminógena del Bronx en Nueva York y otro más en una zona considerada tranquila de Palo Alto California; el auto del Bronx fue desvalijado a las pocas horas mientras el otro auto se mantuvo intacto después de una semana, sin embargo cuando a éste le fue rota una ventana los robos vinieron casi con la misma velocidad que en el auto del Bronx (Zimbardo, 2006), lo cual llevó a concluir que la vulnerabilidad estimula la génesis delictiva, discutiendo el argumento de que el delito solo ocurre en zonas proclives para ello. El experimento de Zimbardo inspiró años más tarde la consolidación de una teoría llamada “teoría de las ventanas rotas” desarrollada por Wilson y Kelling (1982).
Un experimento más fue el diseñado por Rosenhan (1973), quien en una primera fase de trabajo solicitó a un grupo de voluntarios experimentales que simularan tener condiciones psicóticas ante personal de hospitales de psiquiatría, notando que prácticamente dicha simulación no fue detectada, por lo que en una segunda fase el investigador advirtió y pidió a los profesionales médicos que detectaran a los simuladores, elevando considerablemente el éxito en el descubrimiento de los falsos pacientes; en este estudio Rosenhan atribuyo que las etiquetas sociales juegan un papel en los conceptos juicios que los demás desarrollan sobre una persona determinada.
En lo que respecta a la experimentación penitenciaria es pertinente citar el trabajo de Haney, Banks y Zimbardo (1973) quienes en una prisión artificialmente diseñada pusieron a interactuar a dos grupos de estudiantes que fungían los roles de guardias y prisioneros respectivamente. Como resultados después de seis días de observación se pudo ver que los guardias desarrollaron patrones intensos de conducta autoritaria y sádica, mientras los prisioneros asumieron un patrón conductual menos significativo que osciló entre la rebeldía y la sumisión, ello sin que en ninguno de los casos hubiera un libreto de por medio.
En España, Barquín y Luna (2007) realizaron un experimento en el que se evaluaron los efectos de la ingesta moderada de alcohol en conductores de vehículos, encontrando entre otras cosas que el sexo y los tiempos transcurridos entre la ingesta-eliminación influyen en los indicadores de impregnación que se reportan.
Asimismo Brook y Kosson (2013) realizaron un experimento donde compararon las reacciones de empatía de personas comunes y las contrastaron con las de sujetos identificados con rasgos psicopáticos, encontrando que entre más nítidos eran los rasgos psicopáticos más inexacta es la determinación de la emoción que otras personas tienen.
En el contexto mexicano existen antecedentes de trabajo experimental con poblaciones penitenciarias reales. En uno de ellos García (2006) en el Centro Federal de Readaptación Social de Occidente, hizo un análisis de los componentes de la autoridad y la formación de sistemas de poder en las interacciones de internos penitenciarios, donde encontró que la rigurosidad de las figuras de autoridad daba mejor administración del poder y menos recurrencia de los supervisados a la transgresión de normas. En otro análisis experimental, Herrera et al., (2012) establecieron tres contingencias que facilitaban intercambios sociales, en ellas participaron 8 internos penales que estaban catalogados por la institución penitenciaria como de baja, mediana y alta funcionalidad, el estudio evidenció que los internos de cada grupo funcional asumieron un estilo de interacción social diferente no obstante que interactuaron bajo las mismas condiciones. Es pertinente citar el trabajo de Domínguez (1982) como precursor donde desde un enfoque de conductismo-ecológico se empleó la observación directa del comportamiento para estudiar la conducta de internos penitenciarios encontrando que éstos mitigan sus situaciones adversas a través del desarrollo de habilidades, propias e institucionales reguladas por criterios de ajuste social.
Por otra parte algunos autores (Bandura y Ribes, 1975; Miller, 2007) refieren que los diseños experimentales y cuasi experimentales tienen aparte de la utilidad investigativa la posibilidad de ser empleados para evaluar los efectos y resultados de las estrategias anti criminalidad.
Las etiquetas sociales y la conducta humana
Partiendo de una posición sociológica conocida como Sociología de la Desviación, la teoría del etiquetamiento social o labeling approach refiere que en un número importante de ocasiones las conductas socialmente no deseadas corresponden con la contingencia donde una mayoría social califica o etiqueta negativamente los comportamientos de las minorías, ya que se desvían de las normas culturales estandarizadas de la mayoría (Tannenbaum, 1938; Goffman, 1963; Melossi, 1992).
La teoría del etiquetamiento refiere que grupos minoritarios como los discapacitados, los enfermos mentales, los criminales, los pandilleros, entre otros, son consistentemente etiquetados, lo que implica que se les atribuyan capacidades y comportamientos que no tienen en sus repertorios o bien que también están presentes en otros grupos pero que no se reconocen en éstos; En ese sentido Tannenbaum (1938) afirmó que muchos jóvenes acusados de conductas criminales y rotulados como “malos” en realidad llegaban a ser “malos” porque la sociedad les predefinía como tales imposibilitando otras maneras de percibirlos.
Por otra parte Becker (1963) refiere que otra forma en que el etiquetamiento se presenta es cuando personas de un grupo étnico o racial tienen que ajustarse a criterios legales de la convivencia social diseñados por personas externas a esos grupos pero que ostentan el poder y la hegemonía. Se ha señalado que las etiquetas sociales funcionan como base para estereotipos que son inherentes a la cultura y que se asumen por los miembros de la misma, incluyendo a los propios sujetos que soportan estas etiquetas (Saéz, Meléndez y Rico, 1994).
En el ámbito de la criminología, algunos autores como Baratta (2001) han afirmado que la sociedad en el afán de tener control de la criminalidad termina por crearla, ya que la exigencia a los vehículos que se establecen como controladores sociales, les provoca que no solo identifiquen las conductas criminales sino que además las configuran en los otros.
Para Fernández, Morales y Revellon (2005) el etiquetamiento es considerado un elemento de identificación que eleva a la persona de todo aquel que lo rodea haciéndolo visible pero al mismo tiempo invisible. Esto conlleva un autoetiquetamiento, debido a que el etiquetado recoge la imagen de sí mismo que los demás ven y empieza a comportarse de acuerdo con el papel que le ha sido asignado, En este proceso se espera que el comportamiento del etiquetado sea coherente con la definición que la audiencia social ha dado de él.
Finalmente es pertinente mencionar que a pesar de que la teoría del etiquetamiento proviene de una perspectiva cualitativa, los efectos del etiquetamiento se pueden operacionalizar para posibilitar su trabajo experimental, definiéndose como el incremento de la probabilidad de emisión de ciertas conductas a partir de los conceptos que se tienen de otras personas con las que se interactúa socialmente.
MÉTODO
Participantes
Participaron en este estudio un total 48 guardias penitenciarios los cuales 42 formaron 6 cuadrillas anti-motín, todas conformadas por 7 guardias. Asimismo otros 6 elementos colaboraron en el estudio representando el rol de internos penales en situación de crisis.
Con respecto a los guardias penitenciarios de las cuadrillas antimotín se registró una media de edad de 34.9 años, así como una media de 9.6 años de instrucción escolar; laboralmente el grupo completo rebasó los 4 años de experiencia en su empleo. En cuanto a jerarquías laborales 12 de los guardias tenían grados de mando intermedio (subcomandante o comandante de grupo) y fueron incluidos dos en cada cuadrilla, mientras los 30 restantes ocupaban plazas de oficiales de seguridad y custodia penitenciaria.
Los 6 guardias que fungieron como internos penales registraron una media de edad de 33.7 años, así como una media de 9.5 años de instrucción escolar; laboralmente los seis rebasaban los 4 años de experiencia en su empleo. En cuanto a jerarquía laboral todos los guardias que actuaron roles de internos tenían el grado de oficial.
Ninguno de los participantes del presente estudio tenía experiencia previa en tareas experimentales o trabajos similares. Posterior al estudio, los participantes fueron evaluados médicamente sin que se reportaran lesiones o daños por atender; así mismo todos ellos siguieron los procesos de evaluaciones psicológicas ordinarias que les exige la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, donde no se encontraron secuelas o alteraciones atribuibles al experimento.
Materiales y aparatos
Como medio recolector de datos en este estudio se empleó un experimento de diseño propio consistente en la exposición de cuadrillas antimotín de guardias penitenciarios a situaciones de control y afrontamiento de un guardia penitenciario que para fines experimentales simulaba la conducta de un interno penitenciario en situación de crisis violenta. El diseño experimental planteado fue un diseño de grupo único con posibilidad de comparaciones intragrupo, donde se contempló que aleatoriamente cada cuadrilla intervendría con un interno de perfil criminal diferente siendo las opciones las tres siguientes: a) delincuente organizado, b) pandillero y c) paciente psiquiátrico en episodio psicótico. Cada tipo de interno constituyó la variable independiente que se manejó experimentalmente. De igual forma para los participantes que simularon el papel de internos, su representación fue asignada a través de un sorteo.
Durante el experimento las interacciones ocurridas entre los internos simulados y las cuadrillas antimotín fueron videograbadas en formato mini DVD desde seis ángulos diferentes con audio-registro, para lo cual se ocuparon seis cámaras digitales de alta resolución.
El estudio además empleó un catálogo de observación con 18 categorías conductuales con definiciones operacionales mutuamente excluyentes (ver tabla 1), las cuales estaban distribuidas en las siguientes 5 dimensiones: a) agresión verbal, b) agresión física, c) expresión verbal no agresora, d) variación en el equipamiento y e) temporalidad, las cuatro primeras registrables por evento y la última por estado.
Por otra parte como herramienta de apoyo observacional se utilizó el paquete informático de acceso libre Lince Coder (Gabin et al., 2012). Originalmente Lince Coder es un programa informático diseñado originalmente para coadyuvar en el registro conductual de deportistas, sin embargo tiene las prestaciones adecuadas para apoyar el registro conductual en otras áreas de trabajo, ya que dentro de este programa se puede desde construir y validar un código observacional hasta registrar y contabilizar eventos comportamentales, obteniendo diversos indicadores cuantitativos de las conductas y las temporalidades de éstas. Para este trabajo Lince Coder se usó para capturar dentro de su interfaz el catálogo de observación y los materiales videográficos recabados para a partir de ello realizar el registro de lasco0nductas que se presentaron durante la actividad experimental.
Se empleó también para hacer un análisis secuencial de las conductas registradas el paquete informático Etholog (Ottoni, 2000). (Ver tabla 1 en PDF)
Procedimiento
En este estudio se trabajó siguiendo las cuatro siguientes fases:
1) Diseño experimental y video-registro de las contingencias antimotín.- en esta fase se configuró una práctica antimotín consistente en afrontar una situación de crisis violenta de un supuesto interno penitenciario. Para fines experimentales se desarrolló seis veces la situación con cuadrillas diferentes y simuladores de internos diferentes que como ya se mencionó fueron representados por oficiales de custodia que se ofrecieron para ese papel. Los roles de internos fueron los siguientes: a) pandillero, b) paciente psiquiátrico y c) delincuente organizado, lo cual implicó que cada rol se llevó a cabo en dos ocasiones. Para fines de control experimental las contingencias 1 y 2 correspondieron a la representación de una contingencia de crisis ante un pandillero, las contingencias 3 y 4 al afrontamiento en crisis de un paciente psiquiátrico y las contingencias 5 y 6 al afrontamiento de un simulador de delincuente organizado.
2) Diseño y Validación del catálogo de observación.- En esta fase se realizaron observaciones libres de los eventos conductuales videograbados y enseguida se conformó y validó el catálogo de observación obteniendo el índice kappa de Cohen con resultados de .89 como media en la validación intra-observadores y de .77 en la validación entre-observadores. Es pertinente mencionar que el índice kappa de Cohen se emplea en este tipo de casos para evaluar la concordancia que se presenta entre observadores de un mismo fenómeno, lo cual dota de consistencia y confiablidad al proceso de registro conductual.
3) Registro conductual.- En esta fase se registraron los eventos conductuales suscitados, tanto los que correspondían a conductas presentadas por los elementos de las cuadrillas de intervención antimotín como las que correspondían a las conductas de quienes fungieron como internos para posibilitar la apreciación de la interacción entre ambos. Realizaron el registro tres observadores que fueron previamente entrenados siguiendo por medio de lectura asignada las recomendaciones técnicas propuestas por Martin y Bateson (2007), las cuales hacen énfasis en distinguir las conductas de otros elementos presentes en el contexto de trabajo además de señalar la importancia que tiene la disminución de sesgos en el proceso de registro observacional. Así mismo los tres observadores realizaron ensayos de piloteo observacional que sirvieron para familiarizarse con la tarea a ejecutar, el catálogo de observación y los paquetes informáticos utilizados. Como se mencionó se validaron el catálogo de observación y el procedimiento de registro conductual obteniendo el índice Kappa de Cohen. El registro correspondió a 880 segundos de material videográfico (14.66 minutos).
4) Procesamiento de datos.- Las conductas registradas fueron procesadas para obtener indicadores cuantitativos como frecuencias de ocurrencia (ver tablas 2 y 3), porcentuales de distribución de conductas y análisis secuencial de las conductas.
Resultados
En el estudio se observaron y registraron un total de 275 conductas compatibles con definiciones del catálogo de registro de las dimensiones registrables por evento agresión verbal, agresión física, expresión verbal no agresora y variación en el equipamiento, las 275 conductas se obtuvieron de la sumatoria de los registros de ocurrencia conductual de los simuladores de internos, los registros de ocurrencia conductual de las cuadrillas antimotín y los registros de ocurrencia conductual de uso equipamiento. Mientras la dimensión de temporalidad, se registró en modo por estado obteniendo la duración de segmentos conductuales en las vertientes de tiempo de duración total de la intervención, tiempo de duración del contacto físico y tiempo de latencia entre emisiones conductuales.
Asimismo y para ver en que subgrupo se produjeron más conductas, se obtuvieron indicadores de distribución porcentual de ocurrencias conductuales considerando las categorías del catálogo de registro consideradas por evento. En ese sentido los hallazgos muestran que las contingencias 3 y 4 correspondientes a representaciones de pacientes psiquiátricos tuvieron una distribución porcentual del .24 del total de las conductas emitidas registradas por evento, las contingencias 5 y 6 correspondientes a la representación de delincuentes organizados también tuvieron una distribución porcentual del .24 del total de las conductas emitidas registradas por evento, mientras que las contingencias 1 y 2 que correspondieron a representaciones de pandilleros obtuvieron un .22. El resto de la distribución recayó en las emisiones conductuales registrables por evento hechas por los guardias de las cuadrillas antimotín quienes obtuvieron un .30.
En lo que respecta a las contingencias que más emisiones conductuales registrables por evento tuvieron, se encontró que la contingencia 3 correspondiente a la simulación de un paciente psiquiátrico, y la contingencia 5 correspondiente a la simulación de un delincuente organizado obtuvieron porcentuales de .15 y de .13 respectivamente.
Referente a la dimensión del catálogo conductual que más conductas registrables por evento presentó, se encontró que las emisiones verbales no agresoras arrojaron .41 de las emisiones totales, mientras tanto la dimensión de agresión verbal arrojó .36 y la dimensión de agresión física arrojó .22 en términos porcentuales.
Ahora bien realizando un análisis de emisiones conductuales registrables por evento más la inclusión de la categoría registrable por estado “uso de equipo por parte del simulador de interno”, se identificaron los siguientes patrones conductuales de interacción en situaciones antimotín: a) Patrón de Simulación Conductual (PSC) donde se registraron las conductas de quienes representaron el rol de internos en fase de crisis (ver tabla 2), y b) Patrón de intervención anti-motín (PIAM) donde se registraron las conductas de los guardias penitenciarios (ver tabla 3). Como un registro paralelo se contabilizó el uso de equipamiento por parte de los participantes en el estudio (ver tabla 4).
El PSC se obtuvo contabilizando las conductas registradas en cada contingencia y distribuyendo porcentualmente la suma de ocurrencias de cada categoría conductual en relación con el total de conductas presentadas en la contingencia. Así se encontró que en las contingencias 1 y 2 donde se simularon pandilleros el .50 de las conductas correspondieron a la categoría insulto de interno a guardia, seguido de un .14 para la conducta de solicitud de interno a guardia, golpes .083, empujar .083, amenazas .055, lanzar proyectiles .055 y las categorías sarcasmo, golpe con objeto, y uso de equipo por parte del simulador de interno tuvieron .027 cada una. En las contingencias 3 y 4 donde se simularon pacientes psiquiátricos la conducta que más se presentó fue la de solicitud de interno a guardia ocupando un porcentual de .34, le siguió la categoría insulto de interno a guardia con un .20, enseguida las puntuaciones fueron para conducta verbal delirante con .17, empujar con .11, sarcasmo y amenaza con .066 cada una y finalmente golpes y uso de equipo por parte del simulador de interno con .022 cada una.
Por su parte en las contingencias 5 y 6 donde se simularon delincuentes organizados la conducta más consistentemente presentada fue la de amenazas con un .31, le siguió solicitud de interno a guardia con .20, insulto de interno a guardia con .20, sarcasmo con .13, golpes con .044, empujar con .044, mientras las conductas de mordedura, lanzar proyectiles y uso de equipo por parte del simulador de interno obtuvieron .022 cada una de ellas.
Asimismo cuando las cuadrillas antimotín enfrentaron a la simulación de un pandillero los porcentuales de ocurrencia conductual considerados dentro del PIAM en categorías registrables por evento fueron los siguientes: Solicitud de guardia a interno .78, empujar .13, y sujeción .086.
Cuando la contingencia implicó que la cuadrilla enfrentara a un paciente psiquiátrico se encontraron los siguientes porcentuales de ocurrencia conductual: Solicitud de guardia a interno .63, empujar .26, y sujeción con .10.
Y cuando las cuadrillas se enfrentaron a la simulación de un delincuente organizado los porcentuales de ocurrencia conductual en categorías registrables por evento fueron los siguientes: Solicitud de guardia a interno .50, empujar .35 y sujeción .14. Como puede verse independientemente de la contingencia a que se enfrentara existió una predominancia notable en las cuadrillas antimotín de emisiones de la conducta de solicitud de guardia a interno, así como un repertorio limitado a la emisión de tres conductas del total del catálogo usado para observar y analizar este trabajo. (Ver tabla 2 Y 3 en PDF)
En lo que se refiere al equipamiento de los guardias cada uno de los siete elementos de las cuadrillas disponía de un equipo de protección compuesto por 8 piezas que eran casco, peto anti-puntillas, musleras, espinilleras, rodilleras, corazas de brazo, guantes y escudo acrílico. El registro en este tópico consistió en observar y contabilizar los implementos faltantes, por lo que se consideró que los datos de este proceso se distinguieran del PSC y del PIAM. (Ver tabla 4 en PDF)
Se pudo detectar que las cuadrillas no utilizaron sus equipos de protección de manera uniforme, siendo los guantes el implemento que más ausencias contabilizó ya que de los 42 guardias únicamente 6 usaron ese equipo, por su parte el segundo implemento menos utilizado fue el casco el cual fue usado por 26 de los 42, en una tercera posición se ubicó el escudo apareciendo en 30 ocasiones. Por su parte los petos, las rodilleras, las corazas de brazo y las espinilleras fueron los implementos más utilizados con frecuencias de 35, 35, 36 y 36 respectivamente. Es importante referir que ningún implemento del equipamiento tuvo frecuencia igual a 42 equivalente al 100%.
Lo que respecta a las conductas registradas por estado, el análisis arrojó lo siguiente: Los registros del promedio de tiempo total de intervención mostraron que en las contingencias 1 y 2 se registró un promedio de duración de 137.58 segundos, en las contingencias 3 y 4 se registró un promedio de duración de 154.55 segundos y en las contingencias 5 y 6 se registró un promedio de 146.58.
El registro del tiempo de duración del contacto físico dio los siguientes resultados: En la contingencia 1 el contacto físico duró 78.9 segundos, en la contingencia 2 la duración del contacto físico fue de 126.83 segundos, la contingencia 3 arrojó un resultado de 125.35, la contingencia 4 tuvo 92.58 segundos de duración del contacto físico, la contingencia 5 87.01 segundos y la contingencia 6 arrojó una duración de 131.20 segundos del contacto físico.
Por su parte se registró un tiempo de latencia de 6.93 segundos en la contingencia 1, de 7.01 en la contingencia 2, de 5.89 en la contingencia 3, de 9.77 para la contingencia 4, de 5.32 para la contingencia 5 y de 6.99 para la contingencia 6.
Finalmente a partir de los datos de ocurrencia se efectuó un análisis secuencial, el cual se hizo con apoyo del paquete informático Etholog (Ottoni, 2000) encontrando algunos patrones de sucesión secuencial entre las categorías del catálogo empleado (ver figura 1) los cuales se expresan en Índice de Probabilidad de Ocurrencia (IPO) que identifica la probabilidad porcentual de sucesión de una conducta para con otra conducta previa. En ese aspecto fue notable que en las contingencias 1 y 2, los patrones de sucesión conductual más recurrentes fueron la conducta de insulto de interno a guardia sucedida por una emisión más de esa misma conducta con un IPO de .58 y en un tercer momento seguida del patrón amenaza-amenaza con un IPO de .40 en la primera contingencia. La conducta de los guardias mostró un patrón secuencial en el que la solicitud de guardia a interno se seguía por otra emisión de la misma conducta con un IPO de.64, después ocurría una solicitud de interno a guardia con un IPO de .45 dentro de la primera contingencia. En la contingencia dos el insulto de interno a guardia tuvo un IPO de .72 para ser sucedido por otro insulto de interno a guardia.
En las contingencias tres y cuatro los patrones de sucesión conductual más recurrentes fueron la conducta de insulto de interno a guardia sucedida por la conducta verbal delirante con un IPO de .36 y enseguida de la conducta de empujar con IPO de .28 en la contingencia tres. La contingencia cuatro mostró dos patrones de sucesión conductual consistentes, uno de ellos entre la conducta de ofrecimiento de guardia a interno que se seguía de amenaza con un IPO de .36 y otro en el que la conducta de empujar se sucedía de otra conducta de empujar con un IPO de .35.
Por último las contingencias cinco y seis mostraron dos patrones de sucesión conductual consistentes en cada caso; la contingencia cinco tuvo la conducta de amenaza seguida por amenaza con un IPO de .56 y en un tercer momento por el ofrecimiento de guardia a interno con un IPO de .30; asimismo el sarcasmo fue seguido por otro sarcasmo con un IPO de .58. La contingencia seis presentó una sucesión entre el insulto de interno a guardia seguido de insulto de interno a guardia con un IPO de .49 y enseguida en un tercer momento el insulto de interno a guardia se siguió de sarcasmo con un IPO de .36. (Ver gráfico en PDF)
Discusión
Uno de los puntos iniciales de este trabajo consistió en plantear la posibilidad de trasladar un concepto como las etiquetas sociales, tradicionalmente abordado desde metodologías cualitativas, hacia una operacionalización que posibilitara el trabajo desde un enfoque cuantitativo. Lo anterior se cumplió gracias a la configuración de una definición operacional en donde se consideró a las etiquetas sociales como elementos contingenciales que aumentan las posibilidades de una morfología de respuesta conductual de un sujeto A hacia un sujeto B.
Por otra parte y de acuerdo con los resultados obtenidos se aprecia como las personas actúan con sus interlocutores influenciados por conceptos o etiquetas preestablecidos, tal y como lo informan algunos trabajos encontrados en el estado del arte (Tannenbaum, 1938; Goffman, 1963; Melossi, 1992), esto se evidenció en el trabajo al ver como en cada tipo de simulación de interno diferente se registraron tendencias por elegir determinados comportamientos predominando los insultos de internos a guardia en los simuladores de pandilleros, la solicitud de interno a guardia en el caso de los simuladores de pacientes psiquiátricos y la amenaza en el caso de los simuladores de delincuentes organizados. Llama la atención que la conducta de insulto de interno a guardia en las tres simulaciones llevadas a cabo ocupó siempre la primera o segunda posición en cuanto a su ocurrencia.
En el campo experimental, existe concordancia con los hallazgos de Haney, Banks y Zimbardo (1973) en lo que respecta a que una asignación de roles pareciera prescribir de cierta manera los comportamientos a ejercer por las personas a quienes se asignan determinados roles sociales.
Así mismo se coincide con Rosenhan (1973) en el sentido de que la simulación de ciertos roles o cuadros clínicos genera respuestas en quienes interactúan con los simuladores cuando estos últimos tienen conocimiento de los cuadros o roles que se representan, tal y como ocurrió en el experimento aquí presentado, quedando para un posterior trabajo la verificación de lo que ocurriría en condiciones similares pero sin que las cuadrillas antimotín conocieran la información de las personas con quienes intervendrían.
Resulta importante reflexionar lo postulado en la literatura (Saéz, Meléndez y Rico, 1994; Baratta,2001; Fernández, Morales y Revellon, 2005) en el sentido de que la sociedad contribuye en la creación y sostenimiento de atribuciones a ciertos individuos o grupos para que éstos sean considerados criminales o al menos con cierto nivel de riesgo; en ese sentido este trabajo mostró que un concepto o etiqueta si se relacionó con los modos de actuar de cuadrillas de intervención antimotín. En el mismo punto se puede al menos considerar lo escrito por Becker (1963) en relación a que los grupos con hegemonía y poder crean juicios sobre el actuar de otros grupos cuyo posicionamiento social es menos influyente.
Es pertinente considerar lo propuesto por Bandura y Ribes (1975) y Miller (2007) respecto de que la experimentación en temas ligados a la criminalidad puede contribuir a la obtención de conocimiento útil en el campo preventivo, en lo que ello se relaciona con este trabajo sería con el ya referido hecho de que el personal de guardia y custodia penitenciaria se comporta de alguna forma en relación con etiquetas o conceptos atribuidos a las personas con las que intervienen.
Así mismo este trabajo permitió identificar que a pesar de que los grupos de guardias penitenciarios trabajan bajo el supuesto seguimiento de protocolos y tácticas desarrolladas en entrenamientos, sus procesos conductuales en la intervención no logran estandarizarse tal como lo demostró la irregularidad en el equipamiento.
En lo que respecta al apoyo tecnológico dentro de este trabajo se puede constar que herramientas de paquetería informática libre como el Lince Coder (Gabin et al., 2012) y el Etholog (Ottoni, 2000) son lo suficientemente solventes para involucrarlas en trabajos de análisis conductual, además de poseer un alto costo-beneficio dada su fácil operación y adquisición.
Es importante señalar que los hallazgos de este trabajo pueden recibir cuestionamiento por haber variado las cuadrillas antimotín y los simuladores de interno en cada contingencia, sin embargo ello obedeció a que el tipo de conductas a ejecutar son de alta demanda física lo que hace difícil su repetición en un lapso corto, aunque en un futuro se pudiera proponer replicar el trabajo con una calendarización que permitiera no variar los participantes acotando estas posibles críticas.
Finalmente este trabajo contribuye al acervo de trabajo experimental y que desde la tradición conductista se ha llevado a cabo con poblaciones penitenciarias en México (Domínguez, 1982; García, 2006; Herrera et al., 2012) posibilitando la continuidad de esta línea de trabajo y el desarrollo de nuevos proyectos.
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