REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  Apoyo Psicosocial para la Promoción de Habilidades para la Vida. Una Experiencia de Intervención desde el Rol del Psicólogo Social en el Contexto Educativo

Apoyo Psicosocial para la Promoción de Habilidades para la Vida. Una Experiencia de Intervención desde el Rol del Psicólogo Social en el Contexto Educativo 
 
  
 
  
 
 
 
 

 Argeli Arango Vásquez

 

   

Universidad del Valle / Colombia  


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Argeli Arango Vásquez. Psicóloga, maestrando en Psicología Social de la Universidad del Valle. Editora Revista de Psicología GEPU y Coordinadora de la Línea de Investigación Praxis y transformación psicosocial del GEPU.  Correo electrónico: argeli.arango@correounivalle.edu.co Universidad del Valle / Colombia.

 

Recibido:
19 de Febrero de 2015  

Aprobado: 13 de Junio de 2015
 
Referencia Recomendada: Arango, A. (2015). Apoyo psicosocial para la promoción de habilidades para la vida. Una experiencia de intervención desde el rol del psicólogo social en el contexto educativo. Revista de Psicología GEPU, 6 (1), 137-142.

Resumen: El presente artículo hace referencia una reflexión sobre el rol del psicólogo social en un contexto de práctica profesional en Institución Educativa, la cual se deriva de una experiencia de intervención orientada hacia el desarrollo de Habilidades Para la Vida (HPV) en la construcción de Proyectos de Vida con niños y niñas de una escuela rural en el municipio de Florida (Valle), proyecto llevado a cabo desde un abordaje psicosocial donde se empleó una metodología participativa con diferentes técnicas, entre ellas: Cine-foros, Análisis de Contenido Literario, Narratividad (escritura de cuentos) y Juegos de Rol. Técnicas que tuvieron la característica esencial de promover la participación activa de los niños y niñas, y favorecer un espacio simbólico para el desarrollo de las HPV en los estudiantes de grados tercero, cuarto y quinto de primaria.  La intervención estuvo dirigida no solo a estudiantes sino también a padres de familia y docentes.  Entre los resultados, se destaca que la intervención logró promover  en los niños una mayor reflexión sobre sí mismos, que les permitió realizar una autoevaluación y clarificación sobre sus valores éticos y socio-culturales que les permite pensar su vida a largo plazo, no solo en cuanto al planteamiento de metas laborales o profesionales, sino también en cuanto a sí mismos como sujetos con una identidad propia.
 
Palabras Claves: Habilidades para la Vida, Competencias Psicosociales, Autoconocimiento, Identidad, Proyecto de Vida.

Reflexión sobre el Rol del Psicólogo Social en la Institución Educativa
 
La psicología provee una mirada particular sobre el sujeto intentando lograr una comprensión sobre sus modos de organización psicológica, que se ve manifestado en sus actitudes, comportamientos, motivaciones, afecto, entre otras.  Sin embargo, esta comprensión no tiene solo como función realizar una evaluación y/o diagnóstico para nombrar o etiquetar una situación particular vivida por el sujeto. La finalidad de la comprensión psicológica hacia determinados procesos psicológicos individuales o grupales es permitir que el sujeto pueda ser partícipe y logre transformar las situaciones que afectan su desarrollo y esfera relacional (consigo mismo y con los otros), dándole un sentido a sus experiencias, integrando estas a su historia personal de vida y retomando su camino a partir de lo que ha construido como sujeto.
  
La psicología social nos permite comprender a este sujeto no sólo desde su individualidad sino en la relación con su contexto, alejándonos un poco de la mirada psicopatoligizante que provee algunas maneras de hacer psicología, donde lo principal es nombrar aquello que es visto en el sujeto como perturbación o alteración de lo que se espera como desarrollo “normal” o “conducta apropiada”.  Para la psicología social lo importante no es solo comprender al sujeto considerando solo su individualidad en función de nombrar su malestar, sino que más bien abarca las prácticas sociales de este, considerándolo en sus relaciones con el mundo, en la construcción de significados sociales y en los procesos de intersubjetividad.
  
La psicología social centra su mirada sobre las interacciones del sujeto y el contexto en el que este se rodea. En este sentido, Torregosa & Jiménez (como se citó en Ovejero 1996) suponen que: “La noción de interacción invita a mirar el comportamiento humano como algo distinto al mero resultado de resortes neurofisiológicos o a la mecánica ejecución de las prescripciones normativas de roles institucionalizados (…) es un elemento constitutivo de la subjetividad individual y colectiva” (p. 64).
  
Es por esto, que la institución educativa desde la psicología social, es considerada como un contexto relacional donde se articula un proceso educativo a la par de un proceso social, que incluye percepciones, motivaciones, actitudes, conductas y sobre todo interacciones entre los miembros de la comunidad educativa.  Para la psicología social: “la educación se lleva a cabo en un medio social organizado y principalmente a través de procesos interpersonales” (Johnson como se citó en Ovejero 1996, p. 33).  
 
La educación desde este enfoque, es comprendida como un fenómeno psicosocial, puesto que abarca varias esferas del sujeto: “Desde la posición central del juego, pasando por las complejidades del desarrollo de la autonomía del alumno, hasta la naturaleza social de los mismos conocimientos que se enseñan y se aprenden, la experiencia social del niño aparece como fundamental” (Rogers y Kutnick como se citó en Ovejero 1996, p. 34).
  
Es en este punto, donde cobra importancia el papel fundamental de una disciplina que integra los aspectos psicosociales con los aspectos y entornos educativos, en este sentido,  la psicología social de la educación, como campo de acción de la psicología, propone: “el estudio de la interacción y sus productos sociales en el contexto de situaciones y problemas educacionales” (Chartes y Gage como se citó en Ovejero 1996, p. 35). De ahí la importancia de ocupar un lugar como psicólogo social dentro de la educación, diferente del rol tradicional del psicólogo educativo, quien ejerce funciones como atender los problemas de aprendizaje de los estudiantes y la adaptación al medio escolar.  Para Bany  y Johnson (como se citó en Ovejero 1996), esta diferencia, fundamentalmente, hace referencia a que en la psicología de la educación o psicología educativa la tendencia dominante ha sido examinar a los individuos con una escasa consideración a los factores de la estructura social de la escuela que les afecta.  Sin desconocer su importancia, la función del psicólogo social se diferencia de este, en la medida en que sus intervenciones están más encaminadas hacia la prevención de dificultades escolares, que van más allá del aspecto cognitivo y abarcan asuntos de prevención y/o promoción de la salud mental, el entrenamiento en habilidades para la vida, herramientas para el manejo de relaciones interpersonales, resolución de conflictos, convivencia, entre otros. 
 
Sin embargo, es importante resaltar que el rol del psicólogo social educativo, aun no se encuentra claramente reconocido por  las instituciones educativas, lo cual refleja la poca apropiación que tienen algunos practicantes de psicología (y psicólogos), quienes de acuerdo a una formación principalmente centrada en el individuo desde  la constitución de su subjetividad, se enfrentan como algunos autores mencionan, a una serie de oposiciones  y separaciones que afectan la práctica profesional del psicólogo.  Según Sánchez (2002): “El psicólogo se ve enfrentado a algunas separaciones que han sido propias de la disciplina, entre ellas, por un lado, la separación y oposición entre el ser individual y el ser social del hombre, dando lugar a ópticas unilaterales y parceladoras; por otro lado, lo psicológico y lo social-cultural, practicando con frecuencia un reduccionismo psicologista” (p. 23).
  
Estas situaciones, según el autor  obligan al profesional a escudarse y refugiarse muchas veces en roles tradicionales que se le asignan y que generalmente se centran alrededor de unas cuantas técnicas (entrevistas, test, etc.), ya sea en el campo clínico, educativo o laboral. 
 
Este caso se ve claramente ilustrado con los psicólogos en contextos educativos, pues estos con frecuencia se limitan a hacer orientación profesional, consejería, aplican test, atienden “casos” (los llamados problemas de aprendizaje y los “niños problema”), realizan charlas y conferencias (sobre educación sexual, sobre la adolescencia, etc.),  dictan los cursos de comportamiento y salud o asumen las cátedras de religión o filosofía, cuando las condiciones lo exigen (Sánchez, 2002).
  
Acerca del rol que ejercen los psicólogos sociales en las escuelas, es importante resaltar que este implica ante todo una práctica institucional, es decir una práctica social, puesto que dentro de las instituciones existen unas condiciones sociales determinadas y en el juego de relaciones de poder, que para Sánchez (2002) a cada uno se le da un lugar y las formas de responder a estos roles asignados son diferentes.  En las instituciones escolares, cada uno tiene su lugar, maestro, alumno, psicólogo; a su ingreso a la institución una de las mayores dificultades es la de acomodarse a esas imágenes que allí circulan, lo que significa responder a unas expectativas dadas sin dejar de lado las propias 
  
Precisamente una de las expectativas que tienen algunas instituciones de los psicólogos, es la práctica de atención de casos individuales (remitidos generalmente  por el coordinador, rector y/o el docente director de grupo) sin preguntarse cómo llegan a ser tales, lleva al psicólogo a reducir su actividad a legalizar y confirmar una rotulación que ha hecho la institución escolar (Sánchez, 2002).  Esto ocasiona que el psicólogo generalmente se centre en la atención a estos casos particulares, que resultan ser un buen numero,  limitándose únicamente a la valoración de ese niño en particular, sin detenerse en el análisis de las condiciones y conflictos que subyacen la demanda institucional,  quedando intacto el aparato educativo y centrando el problema exclusivamente en el niño y en algunos casos, en su familia.
 
Esta autora plantea, que si bien no se deben  desconocer los factores psicológicos individuales que intervienen en estos casos, reducir la situación del educando a la consideración solamente de estos factores, es caer en una posición psicologista. Es por esto, que el psicólogo en lugar de someterse simplemente a las demandas, debe ser consciente de ellas y con el conocimiento de la dinámica social, participar activamente en la definición de su propio rol.  También es importante tener en cuenta las condiciones sociales de la práctica educativa y del proceso de constitución y desarrollo de los distintos saberes, tener en cuenta el papel que juega el entorno social y el marco institucional en las alteraciones del desarrollo individual o en la dificultades en los procesos de aprendizaje y/o socialización (Sánchez, 2002).
 
El psicólogo social en la escuela ejerce un papel fundamental en el proceso educativo de los estudiantes y en la formación a docentes y padres de familia, es por esto la importancia de seguir contando con psicólogos y practicantes de psicología social en las escuelas y contextos educativos, para que contribuyan a promover un desarrollo integral en los estudiantes y a consolidar el rol del psicólogo social dentro de estos contextos.

Conclusiones
 
Este proyecto de intervención elaborado y ejecutado desde el área de la psicología social dentro de una institución educativa, permitió la posibilidad de pensarse nuevas formas de entender la educación en su sentido más amplio, como contexto relacional primordial para los niños y niñas, como diría Torres (como se citó en Ovejero, 1996): “La escuela es un agente primario y el más importante junto con la familia, de socialización. Donde además se pueden realizar intervenciones dirigidas a tres grupos poblacionales distintos: estudiantes, padres de familia y docentes, logrando así tener una mayor repercusión sobre las temáticas abordadas, algo que no se lograría fácilmente si se trabajará únicamente a nivel individual” (p. 43).  
 
La educación en este sentido, deberá ser empleada para promover el bienestar psicosocial total del estudiante, lo que por ejemplo autores como Ovejero (1996) proponen la implementación en las escuelas de programas de entrenamiento en habilidades sociales.  Por lo cual, es importante generar mayores espacios informativos y formativos en temáticas relacionadas con la competencias psicosociales dirigidas tanto a docentes como a padres de familia.  En los niños y niñas, por su parte, se deben favorecer espacios de creación, donde ellos tengan la posibilidad de construir por si mismos historias, reflexiones, personajes, etc.  Donde las propuestas surjan de ellos mismos y se pongan en juego aspectos relacionados con las habilidades para la vida.
 
Finalmente,  a raíz de esta intervención se destacó la necesidad de darle una continuidad al proyecto de práctica desde el área de psicología social, trabajando en otras temáticas relacionadas con el desarrollo de competencias psicosociales, articuladas al programa de Emprendimiento que manejaba la institución educativa.
Referencias 
 
Sánchez, Y. (1995). La educación y la psicología: una relación problemática. Análisis crítico del rol del psicólogo en la educación. En  Castro, M. C., Domínguez, M.A. &. Sánchez, Y. (Ed.), Psicología, educación y comunidad. (pp. 14-34). Colombia: Almudena Editores.
 
Mangrulkar, L., Whitman, C. y Posner, M. (2001). Enfoque de habilidades para la vida para un desarrollo saludable de niños y adolescentes. Washington: Organización Panamericana de la Salud. 
 
Organización Mundial de la Salud (2004). Promoción de la Salud Mental: Informe Compendiado. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
 
Ovejero, A. (1996). Psicología social de la educación. En Alvaro J.L., Garrido, A. & Torregrosa, J.R. (Ed.), Psicología social aplicada. España: McGraw-Hil.
 
 
 

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