La violencia está presente de manera permanente en las historias de los sujetos que asisten a consulta, y sus efectos en ocasiones son significativos y determinantes en sus vidas. El siguiente trabajo explora y desarrolla elementos en relación con la manera como los eventos de violencia en una historia de vida han dejado huella en la constitución de la identidad. Se trabaja sobre una historia de vida, la de una mujer de 46 años que asiste a diez sesiones de entrevistas en el servicio de psicología de consulta externa del hospital Santa Clara, y en ellas deja entrever cómo la violencia que ella describe forja la construcción de su identidad. Este trabajo hace parte de una investigación denominada violencia –familia- salud mental, desarrollada por Hospital Santa Clara E.S.E III nivel y la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud.
Consideraciones acerca del concepto de violencia
Sobre el concepto de violencia existen numerosas definiciones, de manera que se abordarán algunos conceptos referentes a la investigación que se desarrollarán en el marco conceptual. Álvarez (2013), por ejemplo, indica que “Definir violencia resultaría discutir ante un término cuya exploración se ha vuelto tan compleja que solo se puede analizar dependiendo ante el concepto donde este se origine”. Partiendo de esta idea, abordaremos el término desde una perspectiva de salud, una perspectiva psicológica y finalmente psicoanalítica para entender como desde estos campos se entiende la violencia. Para, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2012) describe la Violencia como: “El uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte”. Por otra parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2002) la define como: “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo, que cause o lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo”.
Desde esta misma línea, se puede mencionar que-- la violencia-- podría considerarse-- “como aquello que se le hace a una cosa para sacarla de su estado, modo o situación natural, mediante el uso de la fuerza; (…). Desde la teoría vincular, la violencia apunta a anular la singularidad del otro, sus límites y autonomía.” (Gonzáles y Delucca 2011, p.171).
Ahora bien, el sustantivo violencia proviene del verbo “violentar”, que es definido como “forzar a una persona o cosa”. Siguiendo este sentido, el término “acción violenta” está mejor descrito por el diccionario: “se relaciona con las acciones que una persona es obligada a hacer “contra su voluntad”. En ese orden de ideas, una persona sería “violentada” cuando se la somete a una acción sin su acuerdo” (Crespo, 2004); y de igual manera esta autora menciona que la violencia es “sinónimo de agresión” y le atribuye tres significados relacionados entre sí: “Forzar o violar”, “Hacer uso de la fuerza y/o del ejercicio del poder para producir daño” e “Intento de anular la autonomía y la voluntad de otro”.
Ahora, La psicología plantea definiciones en las cuales el concepto de violencia va encaminado con el de la agresión, y que suponen una no diferenciación entre estos dos conceptos. Por ello, la violencia resulta siendo un término ambiguo que una vez más sería susceptible de la interpretación del momento y del sujeto que la vive. Algunas investigaciones desde esta área se atreven a dar su propia conceptualización de violencia, definiéndola como “una fuerza motivadora, un impulso consciente e inconsciente dirigido a procurar daño o destruir algún objeto animado o inanimado” (Álvarez, Ruiz, y Egea, 2003).
Hasta acá hemos evidenciado que tanto para la salud como la interpretacion propia de la psicologia, la violencia racae en un uso de poder, que si bien intenta hacer daño, tambien pretende ejercer un control sobre otro, pretende eliminar la jerarquia del otro con el fin de obtener un beneficio.
La violencia, vista desde una teoría psicoanalítica
se identifica como una problemática narcisista. La violencia emerge ante la sensación de amenaza o pérdida identitaria y constituye una forma de recuperar el dominio sobre algo que se ha tenido la sensación de perder. La amenaza narcisista está en relación a la pérdida de la diferenciación entre el deseo, el objeto y el yo. (Gonzáles y Delucca 2011, p.170)
Para (Bassols, 2012) tomando ideas de Melanie Klein, señala que la violencia nace con el individuo, nace de la necesidad de ser aceptado por una madre que lo agrede a la vez que lo ama, “cuando a un niño se le priva de las necesidades emocionales y físicas, este no las sentirá como la ausencia de un algo, si no por el contrario, las presenciara como un objeto malo que le podrá causar dolor y daño.”
Finalmente para Freud citado por este mismo autor (Bassols, 2012), menciona que “la violencia es un estado del odio que va relacionado con las frustraciones provenientes del mundo exterior, con los estímulos de desagrado que el yo recibe y que le incitan a intentar agredir y destruir los objetos que son fuente de las situaciones de malestar” (…) la violencia es la relativa independencia que el hombre tiene de sus pulsiones y deseos destructivos, estas pulsiones al no ser satisfechas en tanto a un otro puede convertirse en perversiones sadomasoquistas.
Para el psicoanálisis, la violencia aparece en el momento del nacimiento, con la simple adquisición de una serie de atribuciones, el hecho de ponernos un nombre, una religión, unas costumbres en las cuales se ejerce una violencia, si bien la violencia recae cuando la madre priva del objeto de deseo al menor, este la evidenciara como objeto malo, bien se ha citado anteriormente; más adelante cuando el sujeto no puede suplir la necesidad de violentar y es él quien será violentado, ejercerá una fuerza sadomasoquista que intentara de alguna manera suplir esa necesidad y demanda de violentar. Este acto sadomasoquismo como se evidenciara más adelante en el caso, podrá ser ejercido no necesariamente en el acto de la agresión, de fuerza, si no de daño, consumo, agresión verbal, y los actos sexuales (Serán los actos sexuales los que imperaran la necesidad placer y de gozo que trae consigo la violencia; mediante la sexualidad se puede entablar una relación entre el deseo del sadismo, del masoquismo, la cual suplirá esa necesidad de narcisista de ser reconocido dentro de su imaginario, (Martino, 2008) la cual mediante la sociedad forjara una identidad.
Consideraciones acerca del concepto de identidad
Durante el desarrollo de este capítulo veremos cómo los autores citados a continuación hablaran de la identidad como la construcción de un todo ligado a experiencias propias, pero que será la sociedad quien le dará finalmente el valor de identidad. El concepto de identidad tiene diversidad de significados y construcciones. Desde un punto de partida, identidad podría ser “una unidad e invariabilidad de un ser dentro de una realidad” (DORSCH, 1994).
Para responder a la identidad, se debe responder el ¿Quién soy yo? Y ¿Quién soy ante la sociedad? A pesar de que la identidad originalmente es propia, pues somos nosotros quienes pensamos, juzgamos, creamos, es la sociedad la que nos dará el propio reconocimiento, citando palabras de (Galende, 2004) (…) “Curiosamente la identidad es vivenciada como propia y singular de cada individuo pero es siempre social, solo se sostiene en su reconocimiento por otro”
Para otros autores, en cambio, “la identidad es un carácter o un conjunto de características que determinan una persona, un grupo o una categoría cualquiera. Estos signos permanentes y coherentes refuerzan la pertenencia a una entidad idéntica a sí misma; favoreciendo precisamente, la diferenciación” (Salas, 2011)
Galimberti, por su parte, afirma que “la identidad nace de una construcción de la memoria que abarcará todo el espacio continuo vivido por el hombre, la identidad pasará por etapas del desarrollo en los cuales se evidenciarán las relaciones con los pares, las cuales darán lugar a crisis identificación”. (Galimberti, 2002), complementando dicha idea (Anaya, 2010) agrega que a lo largo de las etapas del desarrollo en el cual la identidad se forja, existirán los problemas de identificación o problemas identitarios las cuales son las incertidumbres ante objetivos propuestos durante cada momento de la vida, como por ejemplo la elección de pareja, comportamientos, orientación sexual, valores morales. La identidad para esta misma autora la define como una ubicación ante el mundo, el lugar donde nos definimos como seres. Mientras Velasco sostiene que:
La identidad no es más que un conjunto articulado de rasgos específicos de un individuo o de un grupo (Sexo, género, edad, altura, peso, creencia, empleo, etc.) La identidad se constituye en un sistema de símbolos y de valores que permite afrontar diferentes situaciones cotidianas. Esto explica que frente a tal situación, un individuo, con sus valores y su modo de pensar, de sentir y de actuar reaccionará probablemente de una manera definida. Para esto se cuenta con un repertorio de formas de pensar, de sentir y de actuar que, en un momento dado, se pueden combinar. (Velasco, 2002)
La identidad tiende a considerarse como un fenómeno subjetivo, dirían ciertos autores, de elaboración personal, que se irán construyendo simbólicamente en interacción constante con los demás. La identidad también se entrelaza a un sentido de pertenencia de distintos grupos socio- culturales con los que consideramos que compartimos características en común (…) La identidad va de la mano con valores, creencias, rasgos característicos del grupo o los grupos de pertenencia, que también resultan definitorios de la propia personalidad. (Fundación Secretariado Gitano, 2010).
Hay quienes creen que existen dos clases de identidad, la consiente e inconsciente, autores como el ya citado (Galimberti, 2002) describen y amplían dichos conceptos, y definen a la identidad consiente como la reflexión que hace los sujetos sobre su estado actual y la diferencia que tiene su ser respecto a los demás, mientras que la identidad inconsciente es la no identificación entre el objeto y el yo interno es decir, desconoce su proceder su actual, su deseo latente.
Por otra parte, Lagarte (1990) sostiene que “La identidad no es más que el deseo que tiene un sujeto por ser alguien, de ser reconocido ante otro como sujeto pensante; la identidad propia del ser humano suele nutrirse de la adscripción a grupos definidos que congrega o separa a los sujetos en la afinidad y en la diferencia”. Pero ¿y quién construye ese deseo? La identidad en sí es una “elaboración inteligente del sujeto que, a lo largo de su existencia, irá modelando y quizá cambiando, gracias a la exposición que mantenga con la sociedad, la cultura, el lenguaje y los discursos que dotan de sentido a una identidad en particular”. (Gardillo, 2007).
Por lo tanto la identidad es algo socialmente aprendido, es un constructo que aunque aparenta ser innato, propio de cada sujeto, resulta ser la apropiación de sistemas de creencias, valores y morales de la sociedad, las cuales a medida del tiempo van cambiando, y se van acoplando a las necesidades que tiene el sujeto para ser aceptado en un grupo. La identidad ira de la mano con las huellas mnémicas, pues serán estas últimas la que enmarcaran el pensamiento y harán surgir un ideal el cual el sujeto estará dado para encajar en un grupo social.
Acerca del concepto huella
La huella es una percepción del aparato psíquico, es una ilusión del precepto, son estímulos que se obtienen de un objeto que por medio de cargas de catexicas pasan a ser una representación, las representaciones entonces pasan a ser una idea, una palabra, que estarán constantes a lo largo de la vida, (Stefano, 2013) Estas ideas saldrán a flote cuando en la viva representación del recuerdo, cuando el ser humano las necesite. Es como diría este autor “cuando se piensa en una cosa ahí mismo se piensa en la significancia de este” Cuando se piensa o se vive en un momento aparece una representación la cual puede ser el fundamento del síntoma.
Huella es una connotación que hace referencia al recuerdo que deja algo dentro del ser humano, y en este sentido se podría definir huella como memoria. Fue Freud quien introdujo el término “Huellas mnémicas” haciendo referencia no a la imagen de una cosa, sino a su trascripción en el aparato neuronal, donde los engramas (Alteraciones en el sistema nervioso central que dan lugar a la construcción de memoria, personalidad etc.) son depositados en diferentes sistemas y en relación con otras huellas vinculadas entre sí por simultaneidad, casualidad y sucesión cronológica (Galimberti, 2002).
Las huellas mnémicas enmarcarán entonces la identidad del sujeto según la severidad con la que este pueda interpretar y acceder a cada uno de los recuerdos vividos y experimentados. La huella es un concepto que describe la forma esencial del síntoma. La huella es lo que permanece constante, y resiste a las sobreimpresiones que encima de ellas se hagan, podemos en primera instancia referirla a la monotonía repetitiva con la cual el síntoma se pone en circulación (…) La huella mnémica, como la forma en que se inscriben los acontecimientos de un sujeto va a privilegiar determinados sucesos sobre otros. Así, hablará en sus estudios sobre la histeria de que hay representaciones altamente catetizadas, que por su valor traumático resisten al olvido, o que en su defecto permanecen aisladas de la memoria, pero que mantienen su lozana eficacia mortificando al sujeto. (Zapata, 1999)
Acerca de Historia de vida
La historia de vida es un método científico de eje cualitativo encaminado a generar versiones históricas a partir del relato de una experiencia propia (…) es una serie de registros motivados de la exposición, trayectoria y formas de pensar a una persona, obteniendo el relato de vida como producto final. La historia de vida comprende tanto el relato como otros documentos (informes médicos, informes jurídicos, test psicológicos, testimonios de personas allegadas, fotografías, objetos personales) que sean aportados por las personas durante el proceso de entrevista (Barreto, 1999).
La historia de vida, aunque requiere ser un método exhaustivo en cuanto a que pretende abordar todo un espacio de tiempo determinado, nunca cumple tal objetivo, por lo tanto se centrará en momentos claves y esenciales de la vida del sujeto “narrante”, que le dará un valor; este valor será la significancia que cada sujeto le dé a cada experiencia contada (Moreno, 2012).
"La historia de vida además debe verse como el compilado de resultados de las diversas redes que se relacionan en ella, día a día, en lo que los grupos humanos entran, salen, se vinculan, se dispersan por las diversas necesidades”, (Mallimaci F., 2006). Por lo tanto, comprender la historia de vida nos permite descubrir lo cotidiano, las prácticas ejercidas, las prácticas abandonadas, la historia desde un abajo, desde un arriba, desde un punto de vista del narrador, desde un punto de vista del lector.
1. Presentación de caso.
A continuación, se muestran fragmentos de caso de una mujer de 46 años que asiste a consulta por psicología. Durante el Raport, la paciente menciona vivir en la localidad Uribe Uribe, con su pareja sentimental, un hombre con el cual convive desde hace ya varios años. Actualmente labora como obrera en una fábrica de marmolería. La paciente menciona tener nueve hermanos por parte del padre y una hermana por parte de la madre, la hermana falleció hace varios años a causa de un cáncer en el cuello uterino.
16/02/2016 Primera Sesión
Durante las primeras sesiones menciona: “Yo solo vengo por las drogas”
Durante el proceso se aborda su historia familiar: “Mi papá nunca vivió con nosotras, porque él tenía dos esposas, él solo llegaba en las tardes de 4:30 a 5:30 dejaba lo del diario y se iba, nunca convivió con nosotras, el tiempo con él era muy limitado”. Además, expresa durante esta sesión conflictos de violencia que ella vivenció durante su infancia, y menciona a la madre como eje principal de esta problemática.
“Mi mamá fue buena mamá hasta los 11 años, mi papá le ayudó, luego ella tomo otro rumbo, bebía, consumía (.), antes de los 11 años mi mamá era una persona disciplinada, no podíamos regar jugo en la mesa sino nos pegaba, era muy aseada, a los 7 años ya sabíamos lavar (…), más grande ella era más despectiva, utilizaba palabras gruesas, soeces, al principio era boba, luego gurres, muertas de hambre y así”. “Luego ella nos pegaba puños, patadas, una vez la cogí de las manos, y ella me cogió del pelo y pues bueno”. “Eso era violencia para mí, la señora tenía sus situaciones, tenía relaciones con sus amigas, yo tenía 10 años, la descubrió una prima, y mi prima me contó, ella se besaba con sus amigas”. “También vi a mi mamá con un muchacho, yo salía del baño y la vi a ella, yo tenía 4 años, eso sí me pareció horrible”.
“A mí lo que me afectó fue el trato de ella, a los 12 años perdí el respeto al ver a mi mamá con otras mujeres, yo la quería muchísimo pero ya pasó, yo vi que ella tenía sus faltas, robar, mujeres, tomar, yo a ella no le merezco respeto, ya a los 12 años ella me pegaba mucho, a los 9 años ella me pegó muy duro pero no lloré, me sostuve; la última vez que me pegó me cogió el cuello con el pie, pensé que me iba a matar”.
“Ella nos pegaba con correa, ya más grandecitas fue con las manos, puños y patadas”. “Considero que eso empezó a afectar mi identidad, en ese tiempo todo lo que vi [en] mi mamá me parecía horrible, empezando que yo desde niña veía a los amigos besándose, eso me parecía asqueroso, más adelante ver a mi mamá con otra pareja me parecía escabroso, ahora ver a una mujer con otra mujer me parecía peor, y ahora más adulta comprendí que eso es normal pero eso afectó mi yo”.
“Desafortunadamente yo vi a mi mamá como un marimacho, cuando grande nos gritaba, si uno tenía un problema ella decía ‘de malas, orinen paradas’, a raíz de eso pues yo siempre quise tener lo propio, lo mío; yo a ella le propuse comprar una casa pero me contestó horrible, ella era muy envidiosa, entonces luego yo compré un apartamento, a la primera persona que se lo mostré fue a mi mamá, ella me dijo ‘ush qué horrible’ y bueno luego yo perdí el apartamento”. “Pienso que no sé, yo creo que desafortunadamente lo que pasa actualmente es que no tengo hábitos de mamá, siento que falta algo en mí.”
22/02/2016 Segunda Sesión
Durante la segunda sesión la paciente expresa haber nacido con una identidad moralista la cual fue cambiando mediante los juzgamientos propios y de los demás, y se evidencia cómo esta moral no le ha permitido construir una identidad propia.
“Uno sale al mundo y digamos en el hecho [de] que he sido bastante moralista, lancé mis dados, juzgué, no le pedía respeto a mi mamá y ni a mis parejas, he vivido muy pendeja.” “Yo he tenido mucho sentido de la honradez, mi mamá vivía más que yo y finalmente yo resulté perdiendo, uno sale al mundo y la realidad es otra, perdí por ser moralista, por hacer las cosas bien.” “Uno piensa que el mundo es igual y uno se estrella, fui demasiado tonta, a la final el papá de mi hija con el problema que él tenía de consumo yo lo sacaba de ahí, él me robaba y yo seguía ahí y perdí las cosas que conseguía incluso perdí mi dignidad.” “Yo siempre seguía ahí y empecé a consumir, empecé a degenerarme, perdí mi dignidad, me casé con un indigente, resulté en el mismo fango.” “Con mi esposo actual pasa igual, él no ha cambiado, hay bastante violencia, me golpeó a los dos días después del matrimonio, me rompió el labio, fui al médico cirujano, luego supe que él tenía otras cosas.” “Pero tengo miedo de que el día de mañana este señor se me vaya…. No soy mamá, no soy hija, no tengo profesión, no soy nada”
1/03/2016 Tercera Sesión
En esta tercera sesión la paciente expresa los deseos de tener una figura paterna y materna, y ante su ausencia se nota cómo la droga ha intentado ponerse en esa posición.
“Realmente yo he buscado ese otro, yo tuve un novio, una estabilización emocional con él, yo cuando vivía sola no me sentía sola, no notaba la ausencia de nadie, el afecto era de él” “Nosotros terminamos porque no se quiso casar conmigo, y al año me casé con el papá de mi hija” “Llego a esta hora y mi ánimo no es el mismo, de repente me refugio en otras cosas, como las drogas, no sé.” “Me parecía muy doloroso, yo amaba a mi mamá y a mi papá, la forma de ser de mi mamá, ella era muy despectiva, en ocasiones me ofendía en untono fuerte, ella un día me dijo que gracias a mí tenía estrías, me dijo un día que ojalá mi hijo saliera cuadripléjico.”
“Mi condición de mujer sí se me afectó porque no encontraba esa parte femenina, ese feeling, nunca hubo diálogo, una conversación decente era a la defensiva, ella era muy agresiva, entonces empezaba a echar las cosas en cara… La verdad es que extraño el afecto de mi madre”.
8/03/ 2016 Cuarta Sesión
En esta sesión se evidencia cómo la crisis de identidad está marcada por la violencia intrafamiliar y dos eventos traumáticos que dejan huella en su personalidad.
“Yo compré un apartamento y me responsabilicé de mi esposo, casa e hija hasta el 2005; y ahí perdí mi dignidad y con ello mi identidad. Tuve dificultades con mi mamá, y aparte del consumo del 2005 empecé a fracasar, mi capital disminuyó”
“Ya con mi hija, yo era muy dedicada con la niña, la llevaba bien, yo casi no tenía tiempo con ella por eso la dejaba a cargo de doña Candelaria, ella la consentía por todo y pues así pasó durante mucho tiempo, ya después entré al ejército por parte del Sena, pero luego tenía que salir a las 5 a.m., entonces yo le dejaba la niña a doña Candelaria, solo iba los fines de semana”.
“Luego mi hija me decía:- mamá ¿ya se va?-, eso para mí era mortal, no le gustaba estar conmigo, yo no soporto eso, yo renuncié a mi trabajo porque no quería perderla, pero yo ya fracasé, perdí todo”.
“Digamos que cuando uno tiene dinero uno se consiente y ahora que no tengo dinero, sin dinero mi nivel ahora se reduce a un bareto, soy una cretina por verme mal, sabiendo que yo sé que eso me pasa si consumo.” “No sé qué tipo de personalidad soy, quizás una amargada"
“Cuando compré el apartamento no quería que nadie supiera, no trataba de llamar la atención, traté de pasar desapercibida y mi mamá le contó a todos y sentí que ella me traicionó”
“Mis mentores eran mis enemigos, mi mamá y mi hermana, mi papá me decía que qué quería pero yo decía que nada, me daba pena yo creo que eso fue algo curioso, porque cuando era muy niña yo deposité una cosa grande yo le conté a mi papá, y luego le dije a mi mamá y ella me dijo que si no me daba pena, y desde ese día no le cuento nada a nadie, ni siquiera a mis padres, eso me afectó mucho.”
“Un fin de semana en el campo, me les perdí, por allá mi papá apareció en una loma y yo fui ahí y él me dijo quédese ahí, y yo me quede ahí y eso me frenó.”
"Cuando fumé la primera vez mi padre me demostró que yo podía hablar con él, yo pensé que todo iba a cambiar pero hay cosas que uno no puede decir.”
“Esas cosas hacen que tenga temor, -las heces, el ¿no le da pena? y el ¡quédese ahí!-, eso fue como lo que me puso una barrera mental, luego todo me dio pena.”
“Yo sí tuve una característica, estando muy niña en una finca con mi tía, llegó un señor con sombrero y yo estaba chorreando, yo empecé a gatear para que el señor no me viera así.”
“El papá de mi hija me decía que yo nunca exijo nada, por eso la gente me violenta.”
“Yo me conformo, yo no lo exigía, nunca he tenido ese carácter, el no reconocimiento ante los demás me ha afectado, hay personas que sí colocan sus límites y les va bien, yo soy débil.”
“Soy una persona débil, muy débil, trato de pasar como desapercibida, me escondo, yo prefiero estar atrasito. Eso me ha afectado más bien… tengo un problema de personalidad tratar de ocultarme a las demás personas, dejo que las cosas pasen, hago caso omiso, no pues, es una situación de personalidad es por eso que no sé quién soy.”
30/03/2016 Quinta Sesión
En esta sesión la paciente recalca dos eventos traumáticos y las huellas que han dejado en ella, y la problemática que enmarca a partir de eso su identidad. En esta parte se exponen cómo el sujeto se reconoce a sí misma a partir de una experiencia sexual, la paciente se da cuenta de que la mayoría de conflictos, crisis identitarias, van a mejorar a partir de los sucesos aquí relatados, en esta parte la paciente pone en duda su identidad sexual y además deja entrever cómo esta confrontación de identidad le permite sentirse como mujer.
“Una vez pequeña fui a un almacén y vi una máquina de Pin ball, me enamoré de esa máquina, quería tenerla y mi papá no me la compró, esa fue una de las mayores frustraciones, luego lo del paseo cuando me perdí y mi papá me dijo que me quedara quieta, ese día algo en mi pasó, yo quiero hacer cosas, pero me gana el desconocimiento, el temor”.
“Sí, mi mamá me sesgó, ella rompió muchos límites con mi papá y yo, la vez que fui al baño y le mostré a mi papá ella me regañó y sesgó en todo en mí, rompió ese lazo de intimidad con mi papá y ahí tengo el sesgo de que no puedo tener intimidades, sentir esa parte de cariño me afectó.”
“De muy pequeña me acuerdo que cuando me pegaban a las paredes para caminar mi mamá me ponía la toalla y me llevaba a la cama.”
“Ahora, la falta educativa de mis padres influyeron mucho, sobre todo el de mi madre, cuando niña solía tener memoria fotogénica , me acordaba de todo en el colegio, siempre fui la primera en todo, yo era una dura en división, tenía capacidades de memoria muy buena.”
“El bajo nivel educativo influyó mucho, eso marcó mi identidad, creo que el estudio da personalidad.”
“Pareciera que mi confort era el dinero, cuando tenía dinero no tenía hambre y no me faltaba nada, era muy segura, no me faltaba nada, no existía Dios y un momento después llegaron las responsabilidades: bebé, deudas, la hipoteca, madre soltera, y empecé a tener temores, mi personalidad estaba basada en la parte económica, aunque yo he tenido límites.” “Yo trato de llenarme con algo y me pregunto qué me produce en la casa ese carácter, ese carácter de dominio, la falta de personalidad hace que conozca partes erróneas, que piensen cosas mal.”
“No estoy abajo porque tengo libros que me ayudan a estar bien, esos libros dicen que mi problemática es falta de afecto, cariño, que mi mamá me consintiera, estoy buscando eso, eso va que en la parte afectiva, parte materna y paterna que hicieron falta, voy a hablar con él a ver si puedo encontrar algo.”
“Con el papá de mi hija, el dolor, el segundo a segundo, el llanto, ya he dejado dolores, cosas atrás, ahora de por sí descubrí que soy una ¡mujer!, que tengo una sexualidad que ha sido rescatada poquito a poquito, he sido muy mojigata a través de las experiencias con mi esposo”.
“Tuve una experiencia sexual hace dos meses y continúa, con esa experiencia sexual algo me pasó y no podía creer que podía encontrar una solución a malos problemas”.
“Una vez fui al médico y en el consultorio del doctor viví una experiencia sexual íntima, me estaba haciendo estiramientos, él estaba lejos pero yo permití que se acercara y me hablara al oído, él me pregunta: ‘¿cómo está?’ y digamos que yo permití el contacto, traté de asumir una posición sexual madura, paz, tranquilidad, pues en el momento al final sentí dolor en la columna, me estiré hacia atrás entonces pues me acerqué al escritorio y pues ahí viene la cuestión y que tales”.
“Me trae una satisfacción ciertas cosas, compro libros y eso me gusta, salía y rumbeaba y ah! eso es como un clímax, cuando yo salía todos los fines de semana sentía que me hacía falta algo y digamos que cuando me hace falta algo pensaba en ir hablar con Dios, pero allá la misma vaina, que uno ora por el vecino que tales, pero puta nada se compara con esa forma de reconocerse como un ser sexual genital pensante, yo salía como un putas, ¡qué rico!, yo llegue tensionada al consultorio pero no era lo mismo yo salía con el ejercicio y pues nada, ya en la segunda cita pasó eso.”
"Tiempo después con un chico hicimos una amistad bella, intercambiamos teléfonos, de vez en cuando me escribía, yo no le contestaba hasta que un día nos vimos y ese día me hizo la invitación a la cama y eso fue después del doctor y descubrí esa personalidad genital y pude mostrarme como más ligera.”
“Todo esto como que me realiza, me oxigena, esa parte sexual tener contacto sexual y social… tuve una experiencia de niña, de que mi hermana me besó mis partes púbicas, ¡nunca imaginé eso!, fue rico pero no tenía conocimiento, Después de que mi hermana me hizo eso, me dijo que le hiciera lo mismo, pero se lo hice y ¡wakala!, le di besos fue horrible, un día cogió el hábito y me besa, literalmente nos besábamos”
“Un día con una mujer tuve una experiencia, la toqué y me excité y ahí tuve mi primera bisexualidad y pues yo tuve un clímax pensando en ella. Yo en esa época anduve como prostituta de traquetos, no aguanté esa vida, no aguantaba ser arepera.”
“Otra vez con otra mujer, ella me besó y se enamoró de mí, pero en una ocasión una chica se sentó encima mío y eso fue increíble, pero estaba sintiendo algo, una sensación en esa parte, conocí la bisexualidad y yo en ocasiones me trababa y me iba de rumba y quería besar mujeres y yo llegué a pensar que me gustaban las mujeres y pensé que iba a ser lesbiana, todo esto fue en el trabajo como prostituta.”
“Yo considero eso como agresión, una vez llegué a llorar al baño, yo estaba debiendo las cuotas del apartamento y la forma en que lo hacía, eso era auto agredirme y miraba y me decía ¡ush!, tenía mucho dolor, fue doloroso, yo era una niña.”
“Acepto que tuve una inclinación lésbica, en un tiempo, yo me soñé teniendo sexo con mujeres y en los sueños yo tengo muy buenas sensaciones y prácticamente mi vida sexual es así”
“Un día me leyeron mi carta astral y decía que yo tenía una marcada forma hacia la masculinidad, pensé que eso era por mi mamá, ella como es lesbiana, que prácticamente podía ser lesbiana pero pues, no sé, yo le contaba a la señora que me leyó la carta, yo le comenté lo de mi mami y los sueños, pero más sin embargo me dijo que no era lesbiana, pero mis experiencias podían influir”.
“Ahorita que estoy probando todo se me ha subido la libido y poder tratar de buscar una satisfacción.”
“Yo me pregunto por qué soy así, ahora que soy madura veo las cosas diferentes, con el papá de mi hija nunca tuve deseos por alguien más, yo peleo con Dios, le digo que por qué me hizo así, porque no soy una santurrona, a veces quisiera ser puta, hasta que no me di muchos golpes no me di cuenta, no me separé”.
“Con él (el padre de mi hija) yo no veía problemas de consumir pero duré todo el tiempo con ese hombre, mi vida sexual fue lo mismo, nunca me he interesado por la vida sexual, nunca me he interesado por la vida sexual genital, como puede haber gente que se caliente fácil, yo no nací arrecha, después que tuve la experiencia del doctor, vi mil cosas, nunca me di cuenta de que eso fuera tan rico”
“Sí, me siento identificada con mi mamá, yo me encontré con una hermana y ella me dijo que tratara de hacer las paces con mi mamá ‘porque usted no ha sido una buena madre’ y pues he visto que prácticamente, pues dejó huella.”
Análisis
La paciente durante las sesiones, relata venir de una familia monoparental en donde la ausencia paterna más adelante la hace tener dificultades en su vida personal, social y familiar, mientras que por otro lado, la figura materna la ve como una imagen de autoridad, de arrogancia, de miedo, de desconfianza, la cual le genera un daño no solo físico si no también psicológico haciéndose cuestionar cuál es el rol que juega la mamá en ella.
A raíz de estos conflictos presentados en casa, en la cual la agresión física, psicológica permean la relación materna, la paciente deja ver que esta relación es de sometimiento o dominio, ella más adelante empieza a generar una serie de síntomas que van a desencadenar un desconocimiento de la identidad como mujer, como persona.
Los conflictos que se relatan al principio con la madre generan en ella el desprendimiento del objeto de deseo que se proyecta inicialmente la consultante, como bien lo diría Melani Klein citado por (Massera, 1997), durante la infancia el menor pasa por objetos transicionales de deseos en los que busca protección, buscan saciar una necesidad, la madre pasa ser el objeto bueno, que se mantiene durante toda su niñez, cuando este objeto cambia, o es ausentado, en este caso la protección de la madre desaparece, ve al objeto como un objeto malo, perverso y todo acto que este haga en contra de ella podrá ser considerado como agresión o violencia.
Esto genera en la paciente miedo angustia, lo cual desencadenara en una respuesta agresiva contra el objeto, intentara sobreponerse, lo igualara y lo desafiara, como bien diría Whaley (2001) ante un ataque de violencia familiar, la persona agredida se igualara y desafiara las leyes impuestas, si no existe una victoria, existiría una culpa producida por intentar hacer daño, por interrumpir ante el deseo del otro, esta culpa desencadenara en síntomas que darán lugar al fracaso y miedos que construirán la identidad del sujeto.
Los síntomas aparecerán más adelante y van a estar acompañados de una serie de traumas, los cuales enfatiza en buena parte de la intervención, menciona una serie de imágenes, actos, que de muy pequeña tiene presente, una de estas ha sido cuando mostro las heces a su madre de lo cual obtuvo una desaprobación y una frase que la marca más adelante “No le da pena”. Esto para Melanie Klein (Massera, 1997), puede ser visto en las primeras etapas del desarrollo en la cual el infante intenta atacar a la madre, esto lo logra mediante sus heces; esto tendría un doble fin, apoderarse del objeto del deseo o destruirlo, al no obtener la aprobación deseada mediante la presencia de las heces, la paciente se autodestruye se siente mal, siente como si algo en ella fuese destruido, y de hecho se destruye algo, algo llamado vinculo materno, (Escartín, 2010) citando a Freud ,señala que las heces representan ese lazo existente entre madre e hijo, al renunciar a las heces, se renuncia a un objeto con el fin de complacer a la madre. Pero cuando no se complace a la madre, cuando es la madre quien rechaza ese acto de amor del hijo genera un trauma, que puede ser considerado como violencia el cual estará presente en la paciente, durante buena parte de su vida.
Seguidamente menciona otro momento que le genera trauma, malestar, angustia, un momento el cual es acompañado con un “Quédese ahí”, esta serie imágenes acompañadas de agresiones verbales y físicas por parte de la madre hacen generar momentos en el cuales la paciente no puede llevar una vida como ella la planea, las vivencias experimentadas durante la infancia le generan cierto malestar durante su vida adulta, este malestar se convertirá en las dudadas respecto su identidad, que mediante esta serie de actos, que además vienen ligados más adelante de experiencias sexuales , en las que la paciente relata un acto con su hermana cuando la beso en su genitales, y posterior a eso cuando vio a su mamá con otras mujeres, le hacen generar dudas respecto a su identidad sexual, esto desencadenara en más violencia, fracaso, ira, y prejuicios morales que le hace pensar a la paciente que es una buena para nada, inútil, desdichada, y que su comportamiento lésbico es producto de las representaciones obtenidas respecto hacia la madre. Esta serie de palabras y actos hacen construir al yo de la paciente, esto hace cuestionar su manera de verse ante sí misma “No sé quién soy, no soy mujer, no soy madre, no soy hija, no soy nada”, lo que hará cuestionar su identidad.
La paciente ahora intenta proyectarse e identificarse con alguien más, intenta saber quién es ante el mundo, como bien se mencionó durante el marco teórico, los autores mencionados sostiene que la identidad es una construcción social lo cual se ira ajustando a medida que las condiciones culturales así lo requieran. La identidad de esta mujer va a estar medida por sus parejas, en tanto busca que ellos logren identificarla como una persona y a su vez ella logre ver en estas la ausencia de la figura paterna y materna. Con las parejas intentara buscar una figura de seguridad, de tranquilidad que tanto le hace falta, al verse rechazada por el hombre que le pudo suplir ese vacío, decide involucrarse con cualquier clase de personas, y serán estas nuevas personas las que de nuevo le generan un trauma, la agresión física acompañada de una serie de reglas impuestas desde la infancia le impiden a la paciente a lograr alcanzar lo que piensa, por miedo, o el desespero de no saber qué hacer cuando tome esta decisión.(Miedo al Abandono) o ansiedad al fracaso bien lo dice Melani Klein, que al no lograrlo quedara sujeta a lo que sus parejas digan, mencionen, difamen sobre ella.
Más adelante con las construcciones del yo que ira forjando , la paciente pasa a presentar una serie de dificultades que la limitan a desarrollarse como persona, con las huellas que señala la paciente: “quédese ahí y no le da pena” la paciente ve con dificultad la manera de avanzar, de poder reconocerse como persona ante una sociedad, menciona que prefiere quedarse “atrasito, ser desapercibida esto hara que sus deseos se vean una vez mas limitados y no pueda suplir con las exigencias que se plantea.
Al no poder desarrollar los deseos que ella se plantea, al no suplir esa necesidad de ser alguien, al no encontrar una figura que pueda suplir la ausencia de padre y madre la paciente se auto agrede en repetidas ocasiones y no son las palabras que esta vez estarán persistentes en el discurso de la paciente si no en el consumo, si bien como lo cita Freud, al retener una serie de pulsiones, al no poder descargar toda esa violencia reprimida contra un objeto, es recurrente que esta violencia se vuelque en contra de sí mismo generando la autoagresión, el sadomasoquismo. La paciente ve por sí misma como el consumo se convierte en una agresión para ella ante las repetidas frustraciones, el síntoma pasa a ser consumo, el trauma el no poder desarrollarse como mujer, y las huellas los recuerdos de “estancamiento” emocional así como las experiencias sexuales.
Finalmente pasa algo en la paciente que le cambia su manera de pensar, su yo quien en muchas ocasiones reprime sus pulsiones sexuales impuestas por una norma, ve como puede ser esto (El sexo) una saciedad a las dificultades que ella presenta, el sexo, el reconocerse como “un ser genital pensante” hace que la paciente deje de cohibirse de toda norma existente expuesta por ella misma, esto sin antes, una vez más humillarse como mujer, cuestionando si todo esto que hace es bueno para ella, su inconsciente, intenta suprimir el deseo, el gozo, el placer es aquí donde la paciente puede aplicar toda autoagresión existente para mantener controlado sus pulsiones, que finalmente ira cediendo poco a poco, hasta que toda la violencia que se tiene reprimida va a ser canalizada hacia un otro, contra un objeto que esta vez ya no será maltratante, de igual manera le permite reconocer su rol en el mundo, le permite reconocerse como un ser genital que necesita de estimulaciones, de rompimiento de barreras de normas que su yo se ha puesto para poder ser considerado como alguien.
Reflexión
Podemos mencionar como el termino de violencia varia, no está en un suceso especifico, es cambiante según cada nuevo relato, si bien como se menciona previo al caso, el termino de violencia estará sujeto a la interpretación de cada persona por lo tanto puede pasar desapercibida en muchas ocasiones. Durante el relato vemos como la violencia construye la identidad de la paciente, como deja huellas, las huellas como imágenes simbólicas, impiden desarrollar a un sujeto, es ese pensamiento que no le permite avanzar dentro de su proceder, que generar en traumas y síntomas que desencadenaran en un malestar.
La violencia produce identidad, identidad que se ira trasformando según las nuevas formas de violencia vividas que se convertirán más adelante en huellas que marcaran sucesos específicos, la violencia suprime el gozo, el deseo de ser alguien, de reconocerse, sin violencia no existiría identidad, la violencia es la que nos da ese lugar en la sociedad, es la que nos permite saber quiénes somos en el mundo, no necesariamente tiene que ser física, existen un sinfín de maneras de ejércelas, en el caso se evidencian y recalcan algunas de ellas, la identidad se va cambiando paralelamente con la violencia, la violencia deja huellas en la medida en que nos causen malestar, nos imposibilite avanzar más allá de lo que creemos.
En este caso se presentó la forma en la cual violencia se manifiesta y construye una identidad, una identidad que no es aceptada por el miedo que puede acarrear la misma, la paciente busca en repetidas ocasiones buscar esa identidad, ser aceptada socialmente, fracasa, recae, cuestiona sus pensamientos, ideales, moralidades, reprime lo que es malo, hasta el punto que le genera malestar, y le causa más daño que gozo. Cuando realmente logra dejarse de inhibir, cuando consigue aceptarse a sí misma, es cuando logra que saber cuál es su posicionamiento en esta sociedad.
Es importante como psicólogos, reconocer cada tipo de violencia, se debe escuchar al paciente, entenderlo y buscar que su propia verdad su propia realidad. El discurso no debe estar empañado por la realidad que quiera ver el psicólogo, el discurso debe ser libre para que este pueda generar en el paciente la comprensión y solución del mismo.
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