REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  Descubriendo las raíces de la neuropsicología latinoamericana: las culturas precolombinas y el cerebro

Descubriendo las raíces de la neuropsicología latinoamericana: las culturas precolombinas y el cerebro 
  
 
  
 
 

Diego Alejandro López González & Marlon Muñoz Méndez

   

 

Universidad del Valle / Colombia  


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Diego Alejandro López González. Psicólogo, Universidad del Valle, Cali-Colombia. Correo electrónico: dialogo02@gmail.com

 

Marlon Muñoz Méndez. Psicólogo, Universidad del Valle, Cali-Colombia. Correo electrónico: muoz89@gmail.com



Recibido:
25 de Julio de 2016 
Aprobado: 27 de Noviembre de 2016



Referencia recomendada: López, D., & Muñoz, M. (2016). Descubriendo las raíces de la neuropsicología latinoamericana: las culturas precolombinas y el cerebro. Revista de Psicología GEPU, 8 (1), 100- 105.

Resumen:
El relato histórico de la neuropsicología se ha centrado en los descubrimientos científicos de la civilización europea y ha ubicado sus antecedentes en la cultura occidental. Sin embargo, en Latinoamérica, las sociedades prehispánicas también construyeron un conocimiento de los problemas del comportamiento humano, partiendo de su propia forma de experimentación: La trepanación. Tal conocimiento científico, por demás incipiente, da cuenta del descubrimiento de la necesaria relación entre el comportamiento humano y el cerebro, por parte de las mencionadas sociedades, mereciendo así un reconocimiento como antecedente histórico de la ciencia en general, y la disciplina Neuropsicológica en particular. 

Palabras Clave: Neuropsicología, Historia, Trepanación, Latinoamérica.

Introducción

La historia de la neuropsicología es uno de los campos del conocimiento que nos ha enseñado que el hombre siempre ha estado interesado por conocer cuál es la esencia de la vida humana, es decir, por saber de dónde provienen la racionalidad, las emociones, las acciones, el comportamiento, etc. Si bien es cierto que la historia de la neuropsicología nos remite en primer lugar, a las experiencias y discusiones de los antiguos griegos como Aristóteles, Platón, Hipócrates, Galeno y que su punto de inicio como ciencia se lo atribuyen a Paul Broca con su trabajo sobre la localización del lenguaje, es importante decir, que en las últimas décadas se han descubierto prácticas humanas anteriores a las realizadas por los griegos, donde se documenta el interés de los hombres por conocer su “esencia”. 

En este sentido, se ha hallado que el interés por el cerebro data desde hace 7000 años o más (Illing, 2002). Los hallazgos de cráneos con orificios alrededor de las diferentes culturas prehistóricas y el hallazgo del papiro de Smith, que contiene un registro de los antiguos egipcios sobre una serie de diagnósticos, tratamiento y pronósticos sobre personas que sufrieron traumas y heridas en la cabeza (Illing, 2002), hacen pensar que el cerebro siempre fue tema de curiosidad en el desarrollo de la humanidad. Teniendo en cuenta lo anterior, una de las practicas iniciales que ejercían aquellas culturas que no se habían involucrado con el pensamiento occidental, era la de realizar la trepanación craneal, cuya acción se ejerció, en gran escala, dentro de los grupos humanos que conformaron la América prehispánica, especialmente por la cultura Inca. En este sentido, este documento tratará de rescatar ese conocimiento, que no siempre es tenido en cuenta en muchas de las narraciones históricas de las ciencias que existen hoy en día, y que en este caso le atañe a la Neuropsicología.  

 
Contexto socio-histórico de las trepanaciones en Latinoamérica

A pesar de que las comunidades prehispánicas no desarrollaron modelos o tesis explicativas que se consideren como los indicios del nacimiento de una ciencia; podemos manifestar que sí se generó un conocimiento, muy incipiente, sobre la relación del cerebro y el comportamiento dentro de estas culturas humanas. Tales conocimientos se han desdibujado a lo largo del relato histórico occidental, lo que implica abordar este problema desde el punto de vista socio-histórico. De esta manera, en el desarrollo de este documento se tratará de aterrizar la discusión a partir de estas preguntas que enunciaremos a continuación: ¿Cuál fue la relación que existió entre la práctica de la trepanación y el cerebro? ¿A qué se debe tal hecho? ¿Será que las culturas prehispánicas concebían algún tipo de relación entre el comportamiento y el cerebro?

Para dar respuesta a los anteriores interrogantes, podemos comenzar indicando que la palabra trepanación se refiere a la retirada de secciones de hueso del cráneo mediante un instrumento llamado trépano, cuya etimología es derivada del griego “trypanon” que quiere decir “perforador” (Carod y Vázquez, 2004). De esta manera podemos caracterizar a la trepanación como una cirugía de tipo craneal, que ha sido utilizada por diferentes culturas alrededor del mundo, pero primordialmente durante las eras mesolítica y neolítica. Se han encontrado cráneos en Europa, Asía, África y América con características que dan cuenta de una posible trepanación realizada por las poblaciones que habitaban estos continentes en los periodos mencionados. En América se han encontrado este tipo de hallazgos en diferentes lugares; por ejemplo, en México (antiguamente habitado por los Aztecas), América central (habitado por los mayas) y en Suramérica, especialmente los países que comprenden el eje andino (Chile, Perú Colombia, Bolivia, Argentina, Venezuela). Éstos últimos, fueron los países que, en tiempos pasados, conformaron el imperio inca, donde la trepanación tuvo su máximo desarrollo y apogeo (Carod y Vázquez, 2004); no obstante, la mayoría de descubrimientos de cráneos trepanados se acentúan en Perú y Bolivia.

Cosmovisión de la trepanación y sus fines terapéuticos

Durante el siglo XIX, se realizaron los primeros estudios científicos sobre la trepanación en Latinoamérica con el estadounidense Efraín George Squier en 1885, cuando éste encuentra un cráneo trepanado cerca de la ciudad del Cuzco - Perú. Squier lo muestra en la academia de medicina de Nueva York, luego es enviado a Francia y es examinado por Nelaton y Paul Broca (Alvarado, 2004). Partiendo del examen realizado, Broca publicó un trabajo acerca de este cráneo en la sociedad antropológica de parís, el cual denominó “Crane Peruvien” (Cruz Campos, 1998). Allí, Broca concluyó que la trepanación fue intencional y que el paciente sobrevivió entre una o dos semanas (Carod y Vázquez, 2004).

Las hipótesis que se han generado alrededor de las causas que aducían los incas para realizar la trepanación corresponden a fines terapéuticos, pues ésta era realizada sobre sujetos que habían sufrido alguna clase de trauma craneoencefálico producido por las guerras entre pueblos precolombinos y a personas con problemas epilépticos, dolores de cabeza o, posiblemente, lo que ahora conocemos como enfermedades “mentales” . Sin embargo, en este punto hay que destacar que estas prácticas estaban significadas con creencias religiosas, puesto que la creencia de la trepanación se relacionaba con realizar una especie de abertura en el cráneo con el fin de que “los espíritus malignos” salieran de aquellas personas sufrientes de dolores localizados en la cabeza. (Carod y Vázquez, 2004; Alvarado, 2004; Gómez y Briceño, 2007). 

Pero, para comprender con mayor profundidad la cosmogonía de la trepanación y de la enfermedad mental de las sociedades prehispánicas, se han desarrollado estudios que indican la concepción de los Incas sobre los síntomas de la epilepsia. Las traducciones del quechua al español han mostrado que la semiología de la epilepsia comprendida en nuestra era, tiene cierta similitud con la compresión de los incas acerca de la enfermedad: “sonko-nanay” (mal del corazón-epilepsia), “tutayachicuy” (oscurecimiento, anochece la conciencia), “patatay” (temblor), “nahuin-ampin”  (oscurecimiento de la vista), “chapchicuy” (convulsión) y  “upayacurim”  (atontamiento) (Cruz-Campos, 1998). Según Sal y Rosas (citado por Cruz-Campos, 1998), la epilepsia era concebida por los incas como una enfermedad del corazón (Sonko Nanay). Para estos autores, sonko (corazón) era el centro de lo físico y lo mental dentro de la comunidad Inca, y “nanay” podría traducirse como “enfermedad”. 

Los antiguos incas atribuían los orígenes del Sonko Nanay a dos situaciones con un carácter mágico: la primera era por una angustia o un sufrimiento de larga duración que enojaba a los dioses, quienes castigaban a la persona que no cesaba su angustia, con el abatimiento de su ser a través de “la enfermedad del corazón”. La segunda, conocida como aya huayra (aya: cadáver. huayra: viento) consistía en que los dioses castigaban a una persona quien pisara un “entierro sagrado” (huaca). Con la llegada del “viento cadáver” que derriba a sonko (corazón), provocaba la pérdida de consciencia e iniciaba las convulsiones a la persona castigada (Cruz-Campos, 1998).

Como vemos, estas referencias a la epilepsia se originan desde una cosmovisión religiosa, sin embargo, es posible hacerse la siguiente pregunta: ¿Por qué realizaban las trepanaciones para la epilepsia si era una enfermedad del corazón? Lastres (citado por Cruz-Campos, 1998), afirma que, aunque sus costumbres y prácticas estaban basadas sobre representaciones religiosas, también los incas acudían a la racionalidad y al conocimiento empírico para realizar las prácticas quirúrgicas de curación. Este autor afirma que los incas eran muy observadores y que posiblemente habían descubierto que las fracturas conminutivas craneales traían consigo síntomas convulsivos típicos de la epilepsia, los cuales eran atribuidos a “demonios” que se asentaban en esas zonas fracturadas. Habiéndose dado cuenta de esto, los precolombinos procedían a efectuar la trepanación. Según Lastre (citado por Cruz-Campos), la mayoría de las fracturas que se observan en los cráneos trepanados se sitúan en los lóbulos frontales y frontoparietales, dando cuenta de esa racionalización.

Como lo dice Alvarado (2004), la principal razón por la cual los precolombinos realizaban trepanaciones era con fines terapéuticos, pues así creyeran que la parte frontal del cerebro era el refugio de malos espíritus, sabían que la alteración de esta zona cerebral produciría cambios importantes en el comportamiento.  Teniendo en cuenta las razones esbozadas anteriormente, de por qué los incas realizaban las prácticas trepanatorias, podemos decir que ellos concebían que existía una relación importante entre el encéfalo y el comportamiento de las personas, pues así como algunos trepanados fallecieron por haberles cometido una cirugía que comprometía estructuras del sistema nervioso que protegen al cerebro, las personas que realizaban estas cirugías tuvieron que haberse dado cuenta de esto y haber comenzado a diseñar una técnica que evitara esta contrariedad, posibilitando la sobrevivencia de la persona intervenida.

 Lo que no sabemos es cuál es la noción que tuvieron estas culturas con respecto al cerebro. Solamente podemos decir que el cerebro fue asociado con dolores y traumas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, si bien la relación con el cerebro no es explícita, creemos que estas prácticas darían cuenta de un interés por este órgano, lo que supondría que la relación entre las trepanaciones y el cerebro son de tipo casual, en el sentido de que son por factores mórbidos lo que hacen llevar a tales prácticas.

La importancia de considerar la trepanación como legado inicial de la neuropsicología latinoamericana 

Luego de que Francisco Pizarro llegara a la capital del Cuzco a usurpar el trono al emperador Atahualpa (Galeano, 1970), y posteriormente se diera el intercambio cultural, la trepanación fue abolida en las regiones que anteriormente la practicaban, aunque, desde nuestro punto de vista, esta práctica ha evolucionado en la actualidad con la neurocirugía. Sin embargo, pensamos que este legado no solo lo atañe a esta disciplina, sino a todo ese conjunto de ciencias que están enmarcadas en el estudio del cerebro: las neurociencias.

A pesar de todos estos descubrimientos referidos de las prácticas precolombinas sobre el sistema nervioso y, específicamente, dirigidas a la alteración del cerebro con el fin de producir cambios en el comportamiento, no se encuentran muchas referencias del tema en los libros y en las publicaciones que tratan de hacer un recorrido histórico de las ciencias relacionadas con la investigación del cerebro, especialmente, de la neuropsicología. Pueden encontrarse artículos en los que se pretende hablar de la historia de esta disciplina científica, pero ni siquiera son tenidos en cuenta los aportes generados previamente a los siglos XIX y XX (como el de Rufo-Campos, 2006). También es posible hallar publicaciones, en su mayoría libros de Neuropsicología General (Rains, D., 2004 Principios de Neuropsicología Humana. México D.F.: McGraw Hill), en los cuales se hace referencia al mencionado papiro egipcio que contenía unos casos clínicos que datan de varios siglos antes de la era cristiana, tomando esto como antecedente de la neuropsicología, pero se hace una descripción muy vaga acerca de su significado y luego se da un salto tremendamente grande hasta su nacimiento científico en el siglo XIX.

Teniendo en cuenta lo anterior, Luria (1979), nos dice que:
 
“La neuropsicología, nueva rama de la neurología y de la psicología, nació gracias a los éxitos de la neurocirugía y a la necesidad, surgida a resultas de estos éxitos de un diagnostico lo más preciso posible de las lesiones locales del cerebro”.

De esta manera, nosotros afirmaríamos que, por el hecho de tener la neurocirugía sus raíces en las trepanaciones y la neuropsicología tener su origen a partir de los aportes de la neurocirugía; esta última también haría parte de ese legado que dejó la trepanación. Por lo tanto, creemos que estas prácticas deberían ser tenidas en cuenta como aporte histórico del desarrollo de la neuropsicología.
 
Conclusión

Si bien es cierto que los incas y, en general, las poblaciones precolombinas tenían un universo simbólico arraigado en su cultura y en el pensamiento mágico que los caracterizaba, pensamos que las practicas realizadas por ellos y el conocimiento que surgió en su época pueden ser destacados en los libros, en los artículos, en cualquier escrito que se quiera referir al desarrollo histórico del conocimiento científico del cerebro como sus antecedentes. Destacándolos, no juzgando ni desdeñando la importancia de estos aportes ancestrales ya que se trata de rescatar unas raíces en el cual casi siempre - y no solo en al ámbito científico - son desechadas o son excluidas por considerarse retrógrados e incipientes.

Referencias 

Alvarado R. (2004). Trepanaciones Precolombinas. Revista archivos Bolivianos de la medicina.  10 (1 – 2): 23 – 25. 

Carod-Artal, F.J. & Vázquez-Cabrera, C.B. (2004). Paleopatología neurológica en las culturas precolombinas de la costa y el altiplano andino (I): Deformaciones craneales intencionales. Revista de Neurología, 38 (8): 791-797.

Carod-Artal, F.J. & Vázquez-Cabrera, C.B. (2004). Paleopatología neurológica en las culturas precolombinas de la costa y el altiplano andino (II): Historia de las trepanaciones craneales. Revista de Neurología, 38 (9): 886-894. 

Cruz-Campos, G. (1998). Concepción y evolución histórica de la epilepsia en el Perú precolombino y del Virreinato.  Revista de Neurología, 27 (159): 862-866. 

Galeano, E. (1970) Las venas abiertas de América Latina. Bogotá. Editorial Círculo de Lectores

Gómez-González, J. & Briceño-Iragorry, L. (2007). Trepanaciones históricas y prehistóricas en Venezuela. Gaceta Médica Caracas, 115(4):292-296. 

Illing, R. (2002). De la trepanación a la teoría de la Neurona. Revista investigación y ciencia – mente y Cerebro. (1): 82 – 89

Luria, A. (1979). El Cerebro Humano y los procesos psíquicos. Barcelona.Editorial Fontanella. 

Rains, G. D. (2004). Principios de Neuropsicología Humana. México D.F.: McGraw Hill.

Rufo-Campos, M. (2006). La neuropsicología: historia, conceptos básicos y aplicaciones. Revista de Neurología; 43 (Supl. 1): 57-58. 

 

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