REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  Lo analizable del síntoma y rectificación subjetiva

Lo analizable del síntoma y rectificación subjetiva
  
 
 
  
 
 

Esteban Ruiz Moreno

 

  

Universidad de Nariño / Colombia  


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Esteban Ruiz Moreno, Psicoanalista, Foro de Psicoanálisis del Campo Lacaniano de Pasto – IF. Doctorando en Psicología, Universidad de Baja California (México). Magíster en Docencia Universitaria y Psicólogo, Universidad de Nariño. Profesor tiempo completo, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Programa de Psicología, Universidad Mariana; Miembro del grupo de investigación Desarrollo Humano y Social del Programa de Psicología, Profesor investigador, Maestría en Pedagogía; Miembro del grupo de investigación INDAGAR de la Maestría en Pedagogía. Correo electrónico: jesruiz@umariana.edu.co



Recibido:
26 de Julio de 2016 
Aprobado: 26 de Noviembre de 2016


Referencia recomendada: Ruiz, E. (2016). Lo analizable del síntoma y rectificación subjetiva. Revista de Psicología GEPU, 8 (1), 106- 113

Resumen: El síntoma se define como uno de los operadores fundamentales de la clínica psicoanalítica, en tanto que se sitúa como una toma de posición subjetiva y que remite, de forma irreductible, a ser lo que no se puede dominar, es decir, cualquier solución que se le imponga desde la volición, lo demuestra la clínica, (autoayuda, consejos, imperativos, etc.) termina fracasando rotundamente. El síntoma, como formación del inconsciente, denota un procedimiento de construcción, de ciframiento que constituye un orden donde aparentemente reina el sin sentido, la imposibilidad de comprensión. Decir que el síntoma es lo analizable, equivale a tomar en cuenta dos referencias fundamentales: a) por un lado, presenta una demanda inicial de curación en las entrevistas preliminares, que en ningún caso debe confundirse con el síntoma analítico y b) por otra parte, para el sujeto el síntoma implica inevitablemente la dimensión del acto, lo que plantea una dimensión ética ineludible en el campo de la clínica psicoanalítica. Por otra parte, la rectificación subjetiva remite al campo de posición que tiene el sujeto en relación con su propia participación en el síntoma, una participación que, al inicio de un análisis, en el momento de las entrevistas preliminares, frecuentemente no suele evidenciarse. El cambio de posición del sujeto con respecto a su propia participación en el síntoma (rectificación subjetiva) se demuestra por la asociación libre como condición de ruptura de la coherencia supuesta del yo.

Palabras Clave: Síntoma, Lo Analizable, Rectificación subjetiva, Sujeto.

Abstract: The symptom is defined as one of the fundamental operators of the psychoanalytic clinic, while it stands as a taking subjective position and forwards, so irreducible, to be what can´t to dominate, that is to say, any solution imposed from volition, evidenced by the clinic, (self-help, advices, imperatives, etc.) ends up failing miserably. The symptom, as formation of the unconscious, denotes a procedure of construction, of ciphering that constitutes an order where the apparently rules meaningless, the impossibility of understanding. To say that the symptom is the analyzable, is equivalent to take into account two fundamental references: a) on the one hand, presents an initial demand for healing in the preliminary interviews, which in no way must confused with the analytical symptom and b) on the other hand, for the subject the symptom inevitably involves the dimension of the act, which raises an inescapable ethical dimension in the field of psychoanalytic clinic. Moreover, subjective rectification refers to field of position having that have subject in relation with their own participation in the symptom, a participation that at the beginning of an analysis, at the time of the preliminary interviews, often isn´t evident. The change of position of the subject with respect to their own participation in the symptom (subjective rectification) is shown by free association as a condition of rupture of the alleged coherence of the self.

Keywords: Symptom, The Analyzable, Subjective Rectification, Subject.

Introducción

El síntoma se constituye como una referencia fundamental en el marco de la clínica psicoanalítica. Lutereau (2013) define su importancia de la siguiente manera: “La noción de síntoma se encuentra en el corazón de la clínica psicoanalítica” (p. 5), aseveración que permite definir al síntoma como un elemento específico y propio de la clínica analítica, en tanto que no se lo aborda como una referencia objetiva, una referencia al índice, referencia de la aparición de la enfermedad; dicho de otro modo, como un problema que deba resolverse (Lutereau, 2013) o como una cuestión que deba eliminarse.

El síntoma, concebido de esta forma, se define como una experiencia en la vida del sujeto marcada por dos dimensiones: “a) por un lado, implica una toma de posición del sujeto respecto del padecimiento; b) por otro, ese padecimiento tiene un carácter de ser irreductible frente a las soluciones cotidianas que se le puedan imponer (consejos de los amigos, familiares, psicólogos, etc.) (Lutereau, s. f., p. 6). De este modo, el síntoma conserva una insistencia propia de lo real, en tanto que puede definirse como “lo que retorna siempre al mismo lugar” (Lacan, 2010a, p. 174) y denota esa modalidad de inflexibilidad ante los intentos de solución que propone el sujeto, es decir, pone en juego una dimensión de rebeldía frente a los intentos de normalización, dominio o curación.

No obstante lo anterior, puede interrogarse cuál sería una definición del síntoma en la conceptualización de Sigmund Freud, teniendo en cuenta uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis como es el inconsciente. De este modo, puede rastrearse desde la Interpretación de los sueños (Freud, 1991a; 1991b), la idea de que el síntoma se constituye en una de las formaciones del inconsciente, junto con otro tipo manifestaciones, como son: el sueño mismo, el lapsus, la relación del chiste con la aparición de un efecto desmedido, como la risa.

Posteriormente, el término las formaciones del inconsciente será formalizado por Lacan (1993; 1998; 2010b; 2014) en las primeras etapas de su enseñanza y retomado a partir de la lógica del significante, en la cual el significante, que ha sido reprimido por su contenido intolerable para el sujeto, retorna de manera desfigurada, para burlar el ejercicio de la represión (Freud, 1995a, 1995b). En consecuencia, el retorno del significante desfigurado se constituye en la formación del inconsciente que aparece en la experiencia consciente y produce una variedad de efectos en la vida de cada sujeto.

En cuanto a las formaciones del inconsciente, Freud (1991c) utiliza el término alemán bildung para conceptualizar la formación de los síntomas, lo cual implica dos dimensiones del síntoma como formación del inconsciente: En primera instancia, el término bildung permite evocar el trabajo de elaboración al cual han sido sometidas las representaciones que producen síntomas; dicho de otro modo, el inconsciente realiza un proceso de incansable de ciframiento (Maya, 2003), lo cual permite situar la desfiguración en el proceso retórico del desplazamiento o metonimia, en la enseñanza de Lacan (1998). Colette Soler (2010) utiliza la expresión “máquina de producir sentido” para designar la función del inconsciente simbólico y el trabajo de desfiguración hace que el sujeto sea incapaz de reconocerse en su propio síntoma (Freud, 1991c, p. 333 - 334).

Por otra parte, el término bildung hace referencia a una construcción, a una organización de las partes que, en un principio, pueden parecer disparatadas y sin conexión unas con otras. Se reconoce la importancia de la asociación libre como un elemento esclarecedor de este aparente caos de elementos. En este sentido, Lacan (2003a) aporta la organización de los ejes diacrónico y sincrónico en toda formación del inconsciente: el eje diacrónico haría referencia al tiempo de sucesión de los elementos en supuesto desorden y el eje sincrónico remitiría a la relación existente entre las partes.

De este modo, puede observarse que el término bildung implica el procedimiento analítico por medio del cual el síntoma, así como las diversas formaciones del inconsciente, adquiere un efecto contrario al que desde el sentido común y el yo suele atribuírsele: “no tiene sentido, no puede entenderse, ¿por qué me pasa a mí?, voy a solucionar esta dificultad, debo poner de mi parte, yo puedo superarlo”. Por el contrario, el análisis del síntoma o que el síntoma sea analizable destaca esta dimensión de construcción, de ciframiento y de orden entre los diversos elementos que lo componen. Esta cuestión es capital en cuanto a la envoltura formal del síntoma (Lacan, 2003b) y a la atribución que el sujeto termina haciendo de su propio síntoma o, en otros términos, la rectificación subjetiva que se tratará más adelante.

Hasta este punto se han destacado algunos elementos que tienen en común las diversas formaciones del inconsciente. Sin embargo, puede plantearse la siguiente pregunta: ¿todas las formaciones del inconsciente son equiparables? O, por el contrario, ¿qué diferencia al síntoma de las otras formaciones del inconsciente?

Para diferenciar al síntoma de las diferentes formaciones del inconsciente, es preciso recordar un fragmento del escrito de Lacan (2003c), La significación del falo: “En la estructuración dinámica de los síntomas en el sentido analítico del término, queremos decir de lo que es analizable en las neurosis, las perversiones y las psicosis” (Lacan, 2003c, p. 665). La anterior aseveración permite aislar una característica del síntoma: es lo analizable (Lutereau, s. f.), pero, ¿acaso las demás formaciones del inconsciente no son analizables también? En este contexto, lo analizable no correspondería a lo susceptible de la libre asociación del paciente, sino a otra cosa. El término lo analizable implica dos presupuestos:

a) Si el síntoma es lo analizable, es necesario delimitar que éste se presenta en la demanda formulada en las primeras entrevistas y que se encuentra relacionado con una queja determinada. Por lo tanto, no es el mismo síntoma que se convierte en analizable, vale decir, en el síntoma denominado analítico (Boxaca y Lutereau, 2012). La dimensión de demanda, que se formula por parte de quien va al analista en las entrevistas preliminares, implica necesariamente observar que invoca un pedido de curación, de eliminación del síntoma y el malestar que acarrea. Así, lo analizable del síntoma es que demanda una curación urgente y, como puede entreverse, esta característica no suele presentarse tan imperiosamente en otras formaciones del inconsciente.

b) El síntoma, al ser lo analizable, se vincula inexorablemente con una dimensión que implica el acto en el campo del sujeto, lo cual lleva a la dimensión ética planteada por Lacan (1967; 1997), en la ética del psicoanálisis. Freud (1991c) definía: “Los síntomas – nos ocupamos aquí, desde luego, de síntomas psíquicos (o psicógenos) y de enfermedades psíquicas – son actos perjudiciales o, al menos, inútiles para la vida en su conjunto; a menudo la persona se queja de que los realiza contra su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento para ella” (p. 326). En este punto, Freud (1991c) demuestra claramente la dimensión de acto que contiene el síntoma para el sujeto que lo padece, es decir, la cuestión del acto viene a demostrar que “no por eso deja de haber una participación del ser íntimo de quien sufre en aquello que lo empobrece” (Lutereau, 2013, p. 1).

Lo anterior permite esclarecer la posición del que viene por primera vez a ser escuchado, en tanto que la queja se encuentra desconectada, desarticulada de su posición con respecto del síntoma que dice experimentar, con respecto del sufrimiento que enuncia.

¿Qué momento específico producido en la clínica psicoanalítica permite articular el síntoma con la posición del sujeto? Lombardi (2009) define La rectificación subjetiva de la siguiente forma: “Lacan designa como rectificación subjetiva ese viraje en el que el sujeto cambia de perspectiva sobre algo real y concreto de su síntoma: su participación en el mismo”. Esta definición demuestra de qué forma se emparentan síntoma y rectificación subjetiva: si bien el síntoma puede definirse como ese malestar satisfactorio que siempre vuelve al mismo lugar y en el cual el sujeto no logra reconocerse, la rectificación subjetiva implica el cambio de posición del sujeto con respecto a ese no – reconocimiento en el síntoma, para terminar, reconociendo su participación en el mismo. El caso Dora (Freud, 1995c) es paradigmático sobre este asunto.

Como un pequeño aparte, es necesario tener en cuenta que el término rectificación subjetiva ha sido utilizado en un sinnúmero de situaciones que llegan al abuso y la pérdida de referencias, sin tener en cuenta que posiblemente Lacan (2003d) usó una sola vez dicha expresión en La dirección de la cura y los principios de su poder (Lombardi, 2009).

¿En la clínica analítica es imperativo que se produzca esta operación en el sujeto? ¿Es el analista quien debe buscar incesantemente dicha rectificación? En el marco de la clínica existe lo que podría designarse como el empuje a la rectificación subjetiva o, por lo menos, se identifican las buenas intenciones de producir la rectificación subjetiva, ya sea por el bien del paciente o por el bien del tratamiento, como si fuese un objetivo que debe cumplirse a toda cosa. En este sentido, el dispositivo del control de casos permite reducir los efectos del forzamiento que puede darse en las sesiones analíticas, forzamiento en cuanto al ofrecimiento de interpretaciones en un tiempo en el cual no se encuentre instalada la transferencia, que exista una búsqueda imperiosa por la producción de nuevo material inconsciente o efectuar maniobras forzosas con el fin de gestar nuevas asociaciones en el discurso del analizante.

Una conclusión anticipada puede darse en este punto, como asevera Lombardi (2009), en un análisis no sirve de nada apuntarle al paciente que está participando en su propio síntoma o decirle: ¡hacete cargo! Freud (1995c) tuvo la posibilidad de comprobar esta cuestión en las coordenadas del caso Dora, en tanto que una interpretación que mostraba al paciente qué era lo que le estaba pasando, llevó a instaurar las resistencias más fuertes de los pacientes para reconocer su participación en los síntomas que los aquejan; dicho de otro modo, un análisis no se constituye a partir de una técnica confrontativa como suele esgrimirse en los ámbitos académicos, no se trata de llevar al sujeto a lo no–conocido de sí, a la imposibilidad de reconocimiento que lo aqueja.

La rectificación subjetiva no es una rectificación forzosa (Lombardi, 2009), esto implica que es el sujeto mismo quien va descubriendo la cuota de participación que tiene en lo que le causa malestar, la condición necesaria es que exista un tiempo para que pueda llegar a este descubrimiento, es decir, el analista no puede forzar la maniobra por los supuestos resultados esperados de un análisis, ya sean terapéuticos o de una búsqueda, siempre supuesta, de la verdad. ¿Qué es el silencio en un análisis sino la posibilidad de permitir el tiempo necesario para que se produzca la rectificación subjetiva? Si en el ejercicio de la práctica psicoanalítica se presentan pacientes que no dan su brazo a torcer; si las interpretaciones fulgurantes que ofrece el analista no producen ningún efecto; si alguna interpretación produce el conocido efecto de resistencia a partir del dicho: “no, no es eso”, entonces es necesario “permitir ese tiempo que el analizante necesita para descubrir cosas por su propia cuenta” (Lombardi, 2009). Cualquier analista, sobre todo al principio de su práctica analítica, ha caído en la cuestión, siempre imaginaria, de realizar intervenciones precipitadas, necesariamente forzadas y que no encuentran eficacia en tanto interpretación liberadora (Lombardi, 2009).

Otro aspecto que debe resaltarse en cuanto a la rectificación subjetiva es el de una posible asunción de la responsabilidad de forma anticipada por parte del sujeto. En el inicio de un análisis un paciente puede llegar diciendo: “lo que pasa es por mi culpa”, o “yo soy el responsable de lo que me está pasando”, puesto que las modalidades del dicho son infinitas, el dicho no se cierra en este punto. No obstante, para el analista es necesario tomar con calma este tipo de aseveraciones proferidas por el yo de quien viene a un análisis, puesto que en ellas se puede evidenciar algo específico: estar “al servicio del autocastigo y (…) martirizar al otro” (Lombardi, 2009). Decir, en el marco de las entrevistas preliminares, “yo soy culpable” o “yo soy responsable de esto o aquello” no se constituye en una rectificación subjetiva en cuanto tal, sino en la misma posición de queja que se ha descrito en líneas anteriores, pero ahora sobre sí mismo. De la misma forma, cuando alguien se presenta dentro de las posibles referencias al objeto, es decir, como alguien que se hace golpear, cagar, morder, chupar, sufrir, etc., no se constituye, en el inicio de un análisis, a la cuestión del tú eres eso que se encontraría al final de un psicoanálisis.

En los casos descritos anteriormente, no hay relación con la rectificación subjetiva, incluso, podría decirse que, en algunas situaciones, puede denotar una posición primaria del sujeto con relación al cinismo: “sí, es mi culpa, ¿y qué?”. Lo anterior permite situar el decir dentro un hecho de toma de posición subjetiva más que lo que se busca identificar al nivel literal del dicho; dicho de otro modo, lo que importa en el análisis busca ubicar las coordenadas del sujeto en relación con el decir, qué está diciendo más allá de lo que está diciendo efectivamente (Lacan, 2012). Más allá de las referencias a los dichos que produce un analizante, el decir remite a la posición que asume el sujeto de lo que dice, la expresión de Lacan (2012), en el Atolondradicho, lo ejemplifica de manera suficiente: “Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que oye” (p. 473).

Estas reflexiones llevan a desconfiar de las responsabilizaciones ultrarápidas en un análisis, ellas pueden definir la posición en la cual se produce un “refuerzo moral del yo” (Lombardi, 2009). Es ampliamente conocido que el yo se mueve en las coordenadas del pienso, luego existo cartesiano (Descartes, 1992), muy por el contrario, lo que implica un psicoanálisis es la producción de algo que rompa la coherencia supuesta del yo, asociaciones libres que den cuenta de la existencia del inconsciente, de su apertura y cierre como pulsación temporal, movimiento descrito por Lacan (1995) en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. En un análisis no se trata de un yo que piense y luego exista, de alguien que al hablar calcule sus palabras y las modulaciones de las expresiones que emite, sino que se produzca una rectificación subjetiva que dé cuenta de algo completamente contrario: soy, donde no pienso o pienso, donde no soy (Lacan, 1967; Maya, 2011). Este procedimiento testimonia, de forma evidente, la aparición de la asociación libre indispensable en un análisis para romper la coherencia del yo y que el sujeto pueda entregarse en su síntoma (Lombardi, 2009).

Referencias

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Soler, C. (2010) La repetición en la transferencia. Manuscrito no publicado.

 


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