PROTOTIPOS DE APEGO ENTRE MADRES E HIJOS Y SU INCIDENCIA EN LA ADAPTACIÓN ESCOLAR
Magaly del Carmen Pacheco Marimon & Sandra Milena Jimenez Correa
Corporación Universitaria Minuto de Dios & Universidad de Antioquia / Colombia
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Magaly del Carmen Pacheco Marimon; Socióloga de la Universidad Autónoma latinoamericana. Magister en ciencias sociales y humanas de La Universidad de Antioquia, Master en ciencias de la educación de Paris XII Val Marne. Docente Corporación Universitaria Minuto de Dios y Docente Universidad de Antioquia. Tel: 3104906100, Correo eletronico: magaly.pacheco@uniminuto.edu.co
Sandra Milena Jimenez Correa; Psicóloga de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, Tel: 311 7656668. Correo electrónico: sandrajc80@gmail.com
Recibido: 8 de Julio de 2020
Aprobado: 30 de Diciembre de 2020
Referencia Recomendada: Pacheco-Marimon, M., & Jimenez-Correa, S. (2020). Prototipos de apego entre madres e hijos y su incidencia en la adaptación escolar. Revista de Psicología GEPU, 11 (2), 55- 72.
Resumen: El presente artículo de investigación tiene como objetivo analizar la incidencia de los vínculos afectivos en los procesos de adaptación de bebés (6 a 36 meses de edad) a un centro infantil de Apartadó. La investigación tiene un enfoque cuantitativo correlacional, se utilizó la observación no participante y la encuesta. Como instrumentos de medición se utilizaron el cuestionario resumido del Camir-R, el test en “situación extraña” de Ainsworth referente a la adaptación de niños y la ficha de observación diseñada por el centro infantil. Para la muestra se contó con 24 díadas conformadas por madres entre los 27 y 46 años de edad y sus 24 hijos respectivos entre los 6 y 36 meses de edad. Se concluye que el tipo de apego desarrollado por los niños influye significativamente en el proceso de adaptación. A su vez, el apego de la madre también resulta ser determinante para la adaptación del menor a los entornos de socialización en ambientes escolares.
Palabras clave: Desarrollo afectivo, adaptación escolar, vínculo familiar, familia, apego.
Abstract: The present research article aims at determining the incidence of affective bonds in adaptation processes of babies (6 to 36 months of age) to a childcare center in Apartadó, Colombia. The research has a correlational quantitative approach; non-participant observation and surveys were applied. The measurement instruments were the Camir-R summarized questionnaire, Ainsworth’s test in "strange situations” referring to children’s adaptation, and the observation format designed by the children's center. The sample was composed by 24 dyads of mothers aged between 27 and 46 and their 24 children between 6 and 36 months of age. It is concluded that the type of attachment developed by children significantly influences adaptation processes. In turn, the mother’s attachment is also important for the minor's adaptation to socialization contexts in school environments.
Key Words: Affective development, student adaptation, family bond, family, emotional attachment.
Introducción
El modo en el que los padres se relacionan con y tratan a sus hijos durante la primera infancia determina las pautas de apego que este desarrolle, por lo tanto, es importante que dicho vínculo afectivo sea lo más positivo posible. Un vínculo positivo se caracteriza por la sensibilidad de los padres frente a las necesidades del hijo, la posibilidad que tenga el menor de acceder a lo que requiera a tiempo y la capacidad de los padres de responder a sus demandas. Los padres sensibles, disponibles y accesibles tendrán un niño con apego seguro.
Una herramienta para ayudar a este vínculo positivo es el conocimiento. Por esta misma razón, conocer y estar informado al respecto debería ser una prioridad para los educadores, padres de familia y la sociedad en general.
Otro elemento valioso para la investigación es el tipo de vínculo que se establece en los niños de una región particular, como los es la Región de Urabá que ha estado sometida durante muchos años a factores sociales negativos como la violencia, el desplazamiento forzado, y otros generadores de estrés para la vida familiar.
Muchas veces los padres y aún los educadores desconocen cómo hacer una intervención adecuada para estimular un apego positivo. Entonces ¿cómo puede un padre de familia enseñar a su hijo a tener un vínculo de apego seguro cuando probablemente él mismo no lo tuvo?, ¿de qué forma es posible fomentar el apego seguro de manera acertada en los hijos?, ¿cómo incide el apego en el proceso de adaptación en niños de 6 a 36 meses en el ambiente escolar? Dado que uno de los principales problemas es el desconocimiento del tipo de vínculo afectivo que se genera en el entorno, es importante conocer las características básicas del apego entre madre e hijos, de tal forma que permita una observación más objetiva que contribuya a cimentar bases teóricas.
En el Municipio de Apartadó, Antioquia no existen reportes de observaciones sistemáticas sobre el tipo de apego desarrollado por la población objeto de esta investigación ni sobre su relación con la adaptación de los niños al proceso educativo. Tampoco hay literatura acerca de cómo se relaciona esto con la vinculación afectiva con la madre o el cuidador principal y cómo estimular una adaptación apropiada. La investigación se centró en los niños que asisten al Centro Infantil Castillo de Sueños dado a la familiaridad que se tiene con los padres y niños de este lugar, la cual facilita el acceso a información privada y privilegiada de las relaciones estudiadas.
La relación de apego
En el desarrollo de la personalidad intervienen múltiples factores, entre ellos las relaciones familiares, el proceso de socialización, el entorno inmediato, los acontecimientos vitales; sin duda las relaciones que se establecen entre el cuidador principal y el infante tornan en el vínculo afectivo o apego. Estos lazos afectivos vinculantes perduran con el tiempo y otorgan sensaciones de seguridad, confianza y afecto cuando el apego es positivo, por el contrario, si la persona siente temores, zozobra e inseguridad permanente se puede afirmar que su vínculo es negativo. En concordancia con Bowlby (1954) se ratifica que el desarrollo de la personalidad constituye un proceso evolutivo en el cual influye el ambiente que lo rodea y las relaciones afectivas con el cuidador directo. En tal sentido, el disfrute del calor, intimidad y trato continuo con la madre es necesario para la salud mental del niño, genera lazos que proporcionan a los dos satisfacción y goce.
Las relaciones de apego son una necesidad humana universal para la formación de vínculos afectivos y tornan en una precondición del desarrollo normal en cualquier ser humano. Su ausencia explica la ansiedad y el miedo que experimenta un niño cuando se separa de su figura de apego. En la década de 1980 Bowlby retomó los aportes de su teoría y extendió su conceptualización al terreno del duelo por la pérdida de un ser querido y las posibilidades de afrontarla en los niños según el tipo de apego que habían desarrollado con sus padres, concluyó que había una sensación de presencia continua de la persona fallecida después de su muerte en muchas personas sanas (Sagarna, 2006).
La teoría del apego de Bowlby (1958) se ratifica en diversas investigaciones en las que se evalúa a infantes en circunstancias adversas y afectivas con respecto a su desarrollo psicológico, la capacidad del niño o adulto para enfrentar la ansiedad o el miedo ante la ausencia se determina mediante el vínculo que tenga con la figura de afecto, no solo en referencia a la accesibilidad física a esta, sino a su capacidad de dar una respuesta apropiada, continua y oportuna de protección y consuelo. Asimismo, Bowly menciona que cuando el niño siente la amenaza de pérdida de su figura de apego, le genera ansiedad y ocasiona sentimientos de tristeza, rabia e ira. El mantenimiento de los vínculos de apego se considera una fuente de seguridad que permiten al sujeto tolerar esos sentimientos. El apego se observa con claridad en la preocupación intensa que los niños pequeños muestran tener con respecto a la localización exacta de sus figuras de apego cuando se encuentran en entornos extraños o poco familiares.
Las anteriores observaciones permitieron clasificar la reacción de los niños en varias etapas: 1) etapa inicial de protesta, caracterizada por una marcada preocupación sobre la ubicación de la figura de apego, esta se expresa con llamadas esperanzadas y llanto. Después de varios días, los niños que continuaban separados, atravesaban una fase de desesperación, aparentemente todavía preocupados por el progenitor perdido, mostraban llanto débil y paulatinamente más desesperanza; 2) etapa de desapego, con el transcurrir del tiempo los niños tornaban apáticos y retiraban todo interés aparente por el entorno. Posteriormente, comenzaban a fijarse en el entorno inmediato, incluyendo a los extraños. Los niños que llegaban a este estado, ignoraban y evitaban activamente a la figura de apego primaria en el momento de un eventual reencuentro, algunos parecían no poder recordarla (Vernengo, 2005).
Otro investigador que aporta a la teoría del apego es Hofer (1995), lo referencia (Fonagy, 1999a) quien explica que las expresiones de apego del infante se ven influenciadas por las conductas de apego del adulto, como tocar, sostener y calmar. Estas respuestas refuerzan la conducta de apego del niño hacia ese adulto, es así que la activación de conductas de apego depende de la evaluación que hace el infante de un conjunto de señales del entorno que dan como resultado la experiencia subjetiva de seguridad o inseguridad; la seguridad es el objetivo del sistema de apego que es un regulador de la experiencia emocional y por ende el núcleo de trastornos mentales y tareas terapéuticas (Fonagy, 1999b).
De acuerdo con Bowlby, el apego como sistema de control es un mecanismo que adapta la conducta a la consecución de fines determinados por las necesidades del momento. Así las cosas, el deseo del niño de proximidad o contacto con la figura de apego no es constante, sino que depende de factores endógenos y exógenos como miedo del niño o situaciones potencialmente peligrosas. Si el niño se siente amenazado, buscará la seguridad que le brinda la proximidad de su figura de apego, si no, se dedicará a explorar el ambiente. Bowlby concluye que la creación de un vínculo fuerte y fundamental con la figura materna regula las necesidades básicas como la protección por parte de personas específicas (Bowlby, 1958).
Ninguno de nosotros nace con la capacidad de regular nuestras reacciones emocionales. El sistema regulador diádico entre el niño y sus cuidadores, en el cual el cuidador principal entiende y responde a todo momento las señales del menor, permite regular los estados emocionales y constituye una forma de contención externa que le permite al niño experimentar la sensación de angustia el menor tiempo posible; se afianzan así los lazos afectivos y de seguridad con esa persona en particular. El infante aprende que la activación neurovegetativa en presencia del cuidador no dará lugar a una desorganización que vaya más allá de sus capacidades de afrontar la situación (Fonagy, 1999a).
Las experiencias pasadas con el cuidador se incorporan en su sistema representacional, que Bowlby denominó "modelos internos activos". De ahí que el apego es un sistema regulador bio-social homeostático abierto (Fonagy, 1999b).
En el modelo operativo cualquiera construye características claves aceptables o inaceptables a los ojos de sus figuras de apego y forja bases sólidas para las conceptualizaciones psicoterapéuticas de la autoestima y los auto esquemas en general. Sobre la base de estos modelos se pronostican los accesos y la receptividad para con las figuras de apego.
A partir de esas experiencias tempranas con los cuidadores y la naturaleza del vínculo, se establecen esquemas saludables responsables del grado de adaptabilidad al mundo que tiene el sujeto y a sus posibilidades de establecer relaciones afectivas y duraderas. Posteriormente, sobre esa misma base, se interpreta las reacciones de los otros, la amigabilidad o no del mundo circundante y la capacidad para interactuar con los demás. Aspectos como la privación emocional, la percepción de que le puedan abandonar con facilidad, la tendencia o propensión al daño y a la enfermedad, la falta de límites, la inhibición afectiva, entre otros, son el resultado del tipo de apego establecido con los padres y cuidadores, adicionalmente es la base conceptual de los trastornos de la personalidad (Rodríguez Vilchez, 2009).
Se considera que la manera de afrontar las dificultades que se presenten será distinta si la vida se enfrenta con una estrategia resistente o evitativa. Los resistentes tendrán dificultades internas y los evitativos dificultades externas. El niño resistente inhibe la exploración y tiene dificultades para regular el afecto, por lo que será más propenso a respuestas de miedo y a percibirse como más débil e indefenso. Esto puede generar problemas de ansiedad y depresión. El menor evitativo inhibe la vinculación emocional y fomenta un auto concepto exagerado que lleva al sujeto a centrarse en la satisfacción de sus necesidades con escaso interés por las de los demás, desarrolla así problemas de conducta como la explotación y la agresión. Los patrones desorganizado y controlador son los que más se asocian con la agresividad y con los problemas de conducta. Hay pruebas de que este tipo de apego en la infancia está relacionado con la presencia de tendencias disociativas. En general, es un importante factor de riesgo psicopatológico (Tejero Martín, 2003).
Mary Ainsworth encabezó la segunda fase de sus observaciones de la interacción entre madre e hijo en hogares de Uganda y Maryland (Ainsworth, 1967). Desarrolló el test denominado de “situación extraña”, un diseño experimental para mostrar la universalidad del apego, aun cuando identificó diferencias particulares. En su estudio se usaban las respuestas del niño frente a separaciones breves de uno de los padres; Ainsworth logró clasificar el apego a los padres como seguro, inseguro o evitativo, resistente o ambivalente.
Ainsworth encontró que el apego seguro era predecible a través de la sensibilidad de la madre a las señales del niño y la comunicación en el hogar, mientras que las formas de apego inseguro o evitativo, y el ambivalente o resistente se relacionaron respectivamente con rechazo materno y falta de predicción.
Clasificación del apego
La forma de apego seguro se determina por las circunstancias en las que un menor puede recurrir a sus padres en busca de apoyo y cuidado de modo accesible frente a circunstancias adversas. En este caso los individuos tienen la posibilidad de usar a sus figuras de apego como una base de seguridad cuando experimentan ansiedad y resulta de tener figuras de apego receptivas a las necesidades del menor y que estén disponibles para responder a sus necesidades y ayudar si se presenta algún problema. En el aspecto interpersonal, las personas que desarrollan apego seguro tienden a ser más cálidas y estables, experimentar relaciones íntimas satisfactorias, ser más positivas, integradas socialmente y presentar perspectivas coherentes sobre sí mismas. El apego seguro favorece la exploración del entorno, el desarrollo del juego, el contacto con los pares y las actividades sociales, así como el no necesitar proximidad continua. Ante una situación extraña estos niños exploran rápidamente en presencia del cuidador, muestran ansiedad ante un extraño y lo evitan, se angustian cuando el cuidador se va, buscan contacto cuando este vuelve, para poder calmarse y seguir con la exploración (Ainsworth, 1967).
En el caso del tipo de apego ambivalente, según Ainsworth (1967) el individuo se siente inseguro por la ambigüedad del vínculo que tiene con su progenitor, que ocasionalmente es accesible y colaborador, en otros momentos es distante y rechazador. Los sentimientos y la amenaza de abandono favorecen este tipo de relaciones y generan una fuerte ansiedad e irritación en quien la padece, obstaculiza su posibilidad de explorar el entorno. En este caso los menores experimentan un nivel alto de angustia cuando se les separa de su figura de apego, presentan una mezcla de comportamientos con expresiones de enojo y resistencia, a consecuencia de la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores. Es importante resaltar que no es necesario que los infantes afronten situaciones reales de abandono o no disponibilidad de la base segura que constituyen sus padres para que se presente el apego ansioso. Algunas veces los padres o cuidadores están presentes, pero utilizan amenazas de abandono como estrategia reguladora de la conducta del niño, lo cual genera la misma angustia y patrón de comportamiento que los casos en los que los padres no están disponibles o no constituyen efectivamente una base segura para sus hijos. Según Ainsworth, estos menores no tienen mayores expectativas de tener acceso y respuesta por parte de sus figuras paternas, por lo cual sub-regulan su afecto e incrementan la expresión de malestar en un intento por aumentar la respuesta de sus cuidadores. Este tipo de apego se asocia con un patrón de cuidado insensible e inconsistente, aunque a veces pueda haber muestras de sensibilidad en función del estado de ánimo de la madre. Ante la situación extraña limitan su exploración y juego, resultan altamente perturbados por la separación, presentan gran dificultad para reponerse (lloran o molestan) y la ansiedad y la rabia persisten durante bastante tiempo.
El tipo de apego evitativo se caracteriza por la desconfianza del individuo ante la posibilidad de obtener cuidado y apoyo de otras personas, ya que espera ser relegado. Esto puede generar dificultades en el desarrollo de la personalidad cuya causa son los constantes rechazos de la madre hacia el menor en situaciones de necesidad y por ende su desvalimiento. Han sufrido experiencias negativas que no se han calmado o pudo haber sido sobre estimulado por conductas parentales intrusivas e intensas, y poco contacto físico de los cuidadores con su hijo. La expectativa del menor es que la interacción con la madre resulte adversa y/o decepcionante. Estos niños regulan su afecto y evitan situaciones perturbadoras.
Ante la situación extraña responden con menos ansiedad ante la separación, puede que no busquen al cuidador cuando regresa y no prefieren al cuidador frente a un extraño. Los individuos que desarrollan este tipo de apego experimentan aparente desinterés por la presencia de sus figuras durante períodos de ansiedad y miedo. Durante las observaciones, los autores llegaron a la conclusión de que estos niños experimentan poca confianza y desarrollan inseguridad frente a los demás, miedo a la intimidad y prefieren mantenerse distanciados de los otros.
Main (Riveros, 2013) propone un tipo de apego desorganizado o desorientado el cual se ha identificado en niños cuyo cuidador causa temor. Parece guardar relación con algunas experiencias traumáticas de apego experimentadas por la madre durante su infancia o en su etapa adulta que aún no ha resuelto. Main relaciona los temores no resueltos de los padres que se transmiten a sus hijo mediante conductas que atemorizan. Se presenta una desatención severa y/o abuso sexual o físico. Lo típico en este tipo de apego es la falta de estrategias organizativas para afrontar el estrés. Estos niños responden a una situación extraña con conductas raras como movimientos incompletos y sin dirección, lentitud de movimiento o movimientos asimétricos y a destiempo, se nota incomodidad, dan golpes con las manos y su deseo de escapar de la situación se hace evidente. Está asociado a madres con trastornos mentales graves o crónicos, y con la presencia de factores psicopatológicas de gran severidad cuando estos niños llegan a adultos (Riveros, 2013).
En la investigación de Fonagy (1999c) sobre apegos patológicos y acción terapéutica se explica la importancia del apego como base de la determinación del auto concepto y de la internalización de la imagen del cuidador, a quien el menor considera central. En el caso de algunos infantes maltratados, ese otro no será un otro neutral sino un torturador. Una vez internalizada esta representación, cuando el individuo está solo se siente inseguro y vulnerable por la proximidad de una presencia torturadora y destructiva de la cual no puede escapar.
En relación con el desarrollo del apego, el vínculo madre-hijo comienza durante la gestación gracias a las representaciones que construye durante esta etapa. Dichas representaciones que se ven ancladas desde la infancia constituyen la base de la transmisión transgeneracional de los vínculos de apego (Oliva, 2014). La madre se esfuerza por tener conductas y actitudes que promuevan el bienestar del hijo, se basa en la creencia de que los estados mentales y emocionales de la madre se transmiten al feto (Grimalt y Heresi, 2012).
Otra experta como Ara (2012) propuso una nueva categoría a parte de las de Ainsworth mencionadas previamente. Ara involucró la teoría del apego desorientado o desorganizado, el cual ocurre cuando las figuras de apego no pueden satisfacer de forma adecuada las necesidades del menor, esto conlleva a que se convierta en víctima del abuso y de la violencia perpetradas por las figuras de apego, el resultado es un vínculo inadecuado debido a la incompetencia parental.
Teoría de la adaptación
Torrealba (2012) se basa en los conceptos básicos del proceso de adaptación desarrollados por Piaget y los denominó de la siguiente forma: a) esquema corresponde a la estructura a través de la cual el individuo adapta y organiza los estímulos del ambiente; b) asimilación, es el proceso cognoscitivo por medio del cual el individuo integra nuevos estímulos dentro de los esquemas existentes o patrones de conducta, lo cual le permite adaptarse y ampliar sus esquemas; c) acomodación, supone la generación de nuevos esquemas, en los cuales se asimila el estímulo; d) equilibrio, es el balance entre la asimilación y la acomodación, mediante estas dos estructuras, el individuo es capaz de reorganizar cognitivamente el aprendizaje en cada etapa del desarrollo, estos dos mecanismos son invariantes y actúan unidos.
Dentro de la misma temática, Torrealba (2012) prosigue al señalar la importancia de la familia en el proceso de adaptación del menor:
En la familia el niño encuentra la satisfacción de las necesidades básicas, adquiriendo así sus primeras conductas sociales y es en el preescolar donde los niños y niñas adquieren experiencias, siendo el ambiente natural y socio-cultural el que facilita la adaptación al medio. (p. 17)
Por tal motivo, el ambiente familiar en medio del cual interactúan los niños debe estar acondicionado, esto se convierte en la estrategia principal para facilitar el proceso de adaptación emocional y social durante la edad preescolar. Es importante resaltar la influencia de los padres en la formación de los infantes, el primero en resaltar dicho papel fue Freud (1906):
Los padres son los principales responsables de todos los problemas psicológicos del niño y la niña; las huellas de las primeras experiencias de la vida son de vital importancia ya que son las que determinan e influyen en el desarrollo de la personalidad y la conducta del individuo. (citado en Torrealba, 2012, p. 18)
En cambio, la teoría sociocultural de Vygotsky enfatiza en la participación proactiva de los menores con el ambiente que los rodea, por lo cual el desarrollo cognoscitivo se entiende como el resultado de un proceso colaborativo. Regader (s.f.) ratifica lo anterior al afirmar que Vygotsky (s.f.) manifiesta que los niños desarrollan su aprendizaje mediante la interacción social, por medio de la cual adquieren habilidades cognoscitivas producto de su estilo de vida. Toda actividad que se realiza de forma compartida permite a los niños interiorizar las estructuras del pensamiento y apropiarse de ellas. El papel de los adultos y de los compañeros se convierte en el apoyo más importante para el aprendizaje del menor, de tal forma que pueda interiorizar las estructuras conductuales y cognoscitivas que la actividad le exige. Esta orientación resulta más efectiva para ofrecer una ayuda a los pequeños que crucen la zona de desarrollo proximal (zdp), se podría entender “como la brecha entre lo que ya son capaces de hacer y lo que todavía no pueden conseguir por sí solos” (Regader, s.f.). No obstante, los niños que se encuentran en esta zona pueden realizar con éxito las tareas asignadas con la orientación adecuada.
Por otra parte, Álvarez Carneros (s.f.) relaciona la teoría ecológica de los sistemas propuesta por Urie Bronfenbrenner (1987), esta consiste en un enfoque ambiental que permite entender la influencia que tienen los sistemas en el desarrollo del sujeto. Dicha teoría puede aplicarse en varias ciencias puesto que parte de la premisa de que el desarrollo humano se da en la interacción entre la genética y el contexto. Para ello propone cuatro sistemas asociados al contexto y su influencia en el desarrollo cognitivo del sujeto: 1) Microsistema, es el nivel más inmediato o cercano en el que se desarrolla el individuo, como familia, padres y la escuela; 2) Mesosistema, se refiere a la interrelación de dos o más entornos de participación activa del individuo. Se puede interpretar como la vinculación entre la familia y la escuela o entre la familia y los amigos; 3) Exosistema, se refiere a contextos más amplios que no consideran al individuo como sujeto activo, pero cuyas decisiones influyen en él, como el trabajo de los padres, entre otros; y por último, 4) Macrosistema, hace referencia a las condiciones socioculturales que determinan cada cultura en la cual se desarrolla el individuo, está se encuentra determinada por sus valores, reglas y exigencias. Sin embargo, es importante recalcar que esta teoría presenta críticas debido a que no presta atención a los factores del desarrollo biológico y cognitivo de los individuos (Álvarez Carneros, s.f.).
El desarrollo de un apego inseguro o evitativo afecta y disminuye los recursos de afrontamiento frente a situaciones adversas, mientras que el desarrollo de un apego afectivo adecuado le otorga al individuo la confianza para ser independiente y la seguridad para interactuar con el ambiente en el que vive de una forma más efectiva.
De acuerdo con la psicóloga María Piedad Gil, desde el punto de vista de la psicopatología, la influencia que ejerce la tipología del apego que se estructura con los padres y cuidadores es clara sobre procesos fundamentales para el desarrollo de la personalidad, así lo expresa:
[…] como son la autovaloración, el auto-respeto, el auto-concepto y la manera en que el niño aprende a leer el entorno a partir de la mirada de los padres, realizando así una interpretación del mundo no sólo [sic] a partir de esas primeras experiencias de apego, sino también de la lectura que los padres y cuidadores hacen del niño, del mundo y del entorno social en el que se mueven. (comunicación personal, septiembre 15 del 2016)
Algunos autores afirman que los apegos disfuncionales son la base de los trastornos de personalidad, son esquemas mal-adaptativos de apego que orientan la relación traumática del sujeto con él mismo, con los otros y con el mundo. Ese vínculo primigenio carga de significado las experiencias que el niño tiene y estructura esquemas que posteriormente se sostienen y expresan a través de ideas irracionales y distorsiones cognitivas, las cuales mantienen los trastornos y propician significados particulares en sus vivencias y relaciones con los demás.
Desde el punto de vista terapéutico estas conceptualizaciones son de gran valor. Ya desde los años 70 se retomaron los supuestos personales o esquemas cognitivos que orientan la percepción de los individuos, dan estructura a las experiencias y orientan el otorgamiento de significados, se determinan así las emociones y el despliegue conductual dentro de la estructura personal.
Como puede verse, la investigación en el ámbito del apego reviste una gran importancia para la psicología educativa, asimismo para el campo de la clínica, en tanto que explica de manera simple la manera en la que el niño estructura su concepto personal y el mundo que lo rodea, y genera esquemas que se solidifican con el tiempo. Mientras más desadaptados estén, probablemente se mostrarán más resistentes al cambio, lo cual requiere de atención terapéutica; los resultados de la investigación confirman que esta problemática no cede con la simple experiencia puesto que el individuo no parece ser capaz de atribuir el significado correcto y tiende más bien a distorsionar para “ajustar” la realidad al contenido de sus esquemas mal adaptativos.
Método
La investigación se desarrolló bajo un enfoque cuantitativo, tipo correlacional. Se utilizaron la encuesta y la observación. En todo el proceso estadístico se aplicó el software statistica que posibilitó conocer la influencia del apego de la madre en el desarrollo del vínculo y su incidencia en el proceso de adaptación escolar. La investigación no fue experimental puesto que no se manipularon las variables y solo se observaron las características sin ningún tipo de control o manipulación por parte de las investigadoras.
Población, muestra y técnica
Esta investigación se realizó con una muestra de 24 madres en edades que oscilan entre 27 y 46 años, y sus hijos respectivos, de los 6 a 36 meses de edad del Centro Infantil Castillo de Sueños, del municipio de Apartadó. En la muestra participaron voluntariamente 24 diadas de madres e hijos. Las técnicas de recolección de información empleadas fueron la observación y la encuesta. La observación se realizó durante la jornada pedagógica de los menores, con ella se logró obtener información acerca de los comportamientos y procesos de adaptación de los niños, así como su forma de manifestar el apego y la separación.
Instrumentos
Se utilizó el cuestionario de Camir-R que ha demostrado validez y confiabilidad, consiste en 32 preguntas que ya se adaptaron al español, inglés e italiano, su tiempo aproximado de aplicación es de 20 minutos, se le emplea en diferentes contextos, principalmente en la psicología clínica y educativa. El participante debe distribuir sus respuestas en una escala tipo Likert de 5 puntos (1= Totalmente en desacuerdo hasta 5= Totalmente de acuerdo). Esta distribución sirve para calcular 7 factores de apego que expresan diferentes características de las representaciones de apego (Balluerka, Lacasa, Gorostiaga, Muela, y Pierrehumbert, 2011). El cuestionario se aplicó a las madres de los niños con el fin de medir el tipo de apego que desarrolló cada una. La ficha de observación la utilizaron las docentes del Centro Infantil para describir los procesos de vinculación del niño desde el primer día de clase.
Para clasificar el tipo de apego de los niños se utilizó la observación propuesta por Ainsworth (1969), conocida como situación extraña (se), es una prueba basada en la observación que se aplica a niños de 6 a 36 meses de edad. Este instrumento está dividido en 8 momentos, y se emplea para evaluar la reacción del niño en presencia de su madre, así como su comportamiento en presencia de extraños y sin la presencia de sus figuras de apego. La (se) permite identificar el tipo de apego del niño, el cual se clasifica como seguro, evitativo, o ansioso.
Resultados
En la figura 1 es posible evidenciar que el 59 % (14) de los niños participantes pertenecen al nivel de caminadores, el 12 % (3) son gateadores y el 29 % (7) son párvulos. En el grupo de caminadores y párvulos más niños presentaron dificultad para adaptarse. En el grupo de los gateadores solamente hay 3 niños y cada uno presentó un nivel de adaptación diferente. Entre los caminadores la fácil adaptación fue el segundo tipo de adaptación, mientras que en párvulos los otros tipos de adaptación tuvieron la misma cantidad de niños. No se encontró dependencia significativa entre la adaptación y el nivel escolar del niño (Pearson Chi-square= 0.32 df= 4 p= 0.99).
Véase la gráfica #1 en el PDF
Como se observa en la figura 2, el 59 % (14) de la población participante pertenece al género femenino y 41 % (10) al masculino. Las niñas presentaron resultados altos en la categoría de difícil adaptación al comparar con los niños, sin embargo, estadísticamente no se encontró dependencia significativa entre el género y la adaptación del menor (Pearson Chi-square= 0.9 df= 2 p= 0.6).
Véase la gráfica #2 en el PDF
La figura 3 ilustra que los niños que presentan un tipo de apego ambivalente tuvieron dificultad en el proceso de adaptación, mientras que los niños con apego seguro se adaptaron con facilidad al medio. Del mismo modo, los niños con apego evitativo mostraron, en menor medida, facilidad para adaptarse, sin embargo, estadísticamente no se encontró dependencia significativa entre el apego desarrollado por el niño y la adaptación (Pearson Chi-square= 0.7 df= 4 p= 0.1).
Véase la gráfica #3 en el PDF
Con respecto a la edad de la madre y el tipo de apego desarrollado por el menor, estadísticamente no se encuentra una relación significativa entre ambas (Pearson Chi-square= 4.679487; df= 6; p= 0.58553). En la figura 4 se evidencia que a mayor edad de la madre hay mayor probabilidad de desarrollar un apego seguro y menos posibilidades de generar apegos evitativos y ambivalentes en los menores.
Véase la gráfica #4 en el PDF
En torno a la relación de apego tanto en la madre como en el hijo, se encontró que el tipo de apego que desarrolla el menor tiene una fuerte relación con el tipo de apego que presenta su madre, esto indica que las variables inciden una en la otra de manera recíproca (Pearson Chi-square= 0.12 df= 6 p= 0.04). La figura 5 ratifica que los hijos que presentan una forma de apego seguro provienen de madres que también presentan apego seguro. Las madres con apego ambivalente tienen hijos con apego ambivalente o evitativo. Paradójicamente, las madres con apego desorganizado tienen hijos con apego ambivalente y seguro mientras que las madres con apego evitativo presentan hijos con apego ambivalente y evitativo.
Véase la gráfica #5 en el PDF
Se obtuvo la siguiente información sobre el proceso de adaptación de los 24 menores del Centro Infantil Castillo de Sueños que hicieron parte de la muestra: el 42 % (10) tuvo una adaptación difícil, el 33 % (8) evidencia fácil adaptación y el 25 % (6) registra mediana adaptación (figura 6)
Véase la gráfica #6 en el PDF
La figura 7 complementa lo anterior e ilustra que entre las 24 madres participantes en el 46 % (11) predomina el tipo de apego ambivalente, en el 33.3 % (8) predomina el apego desorganizado. En cuanto al apego evitativo, el 8.3 % (2) de las madres presenta esta tipología, el 12.5 % (3) manifiestan apego seguro.
Véase la gráfica #7 en el PDF
Discusión
Con la presente investigación se buscaba demostrar la importancia que tiene el tipo de apego de la madre en el desarrollo del vínculo de apego de sus hijos de los 6 a 36 meses de edad, y su incidencia en los procesos de adaptación en el Centro Infantil Castillo de Sueños del municipio de Apartadó. Después de las observaciones realizadas, se concluye que generalmente los padres y/o cuidadores del menor no tienen plena conciencia de la importancia del vínculo del apego y su trascendencia en el desarrollo emocional y de la personalidad del menor.
Se logró evidenciar que los niños que presentan un tipo de apego evitativo o ambivalente tienen mayor dificultad en los procesos de adaptación al centro infantil en comparación con aquellos menores que desarrollaron un apego seguro; se podría afirmar que existe correlación entre el tipo de apego del niño y su proceso de adaptación.
Asimismo, se demostró que cuando el menor se enfrenta por primera vez a nuevas situaciones, experiencias y entornos desconocidos, puede presentar episodios de ansiedad, los cuales se reflejan con llanto, pataletas, dificultades para explorar el contexto, entre otras. Existe una relación significativa entre el tipo de apego desarrollado por el menor y su capacidad de adaptación, esto significa que es importante generar un apego seguro en pro de garantizar un desarrollo emocional adecuado.
La investigación también buscaba identificar el tipo de apego predominante en la madre y la manera en la que influye en el vínculo con su hijo. En 11 madres predominó el apego ambivalente y solo 3 presentan apego seguro. Sin embargo, es importante aclarar que según el Camir-R, todo sujeto posee un tipo de apego dominante y no obstante puede presentar características de otras tipologías de apego.
Finalmente, aunque los resultados demostraron fuerte incidencia entre el tipo de apego de la madre y aquel desarrollado por su hijo, sería interesante aplicar el instrumento en una población numerosa, en un contexto en el cual se evalúe a madres más jóvenes con bajo nivel educativo, bajos ingresos económicos, diferentes tipologías de familia, entre otros, para así poder identificar tipologías de apegos y su incidencia en los procesos de adaptación en ambientes escolares con poblaciones vulnerables.
Consideraciones finales
De acuerdo con los resultados, se formulan las siguientes recomendaciones:
• Brindar información suficiente y oportuna a los padres acerca de la importancia de fomentar y mantener un vínculo de apego adecuado, de igual forma es necesario capacitar a las docentes sobre esta temática, lo cual facilitará el proceso de adaptación del menor a los nuevos ambientes que deba enfrentar e un futuro.
• Implementar una guía didáctica para docentes con estrategias y actividades direccionadas a mejorar procesos adaptativos en nuevos espacios de socialización.
• Se les recomienda a los padres de familia permitir que sus hijos interactúen con libertad en nuevos espacios de socialización desde los primeros años de vida con el propósito de que adquieran seguridad y confianza para facilitar así el proceso de adaptación para cuando ingrese al centro infantil.
• Las docentes deben fortalecer el diálogo con los padres, informar oportunamente sobre cambios, avances y problemas que observen o detecten para que modo se pueda realizar un trabajo conjunto que favorezca la adaptación de los menores al ámbito educativo.
• Utilizar un instrumento para medir el apego de los niños que no sea tan subjetivo para minimizar la posibilidad de errores en la interpretación.
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