REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  El fin de las estructuras. Hacia una metafísica no determinista de la totipotencialidad del Yo
El fin de las estructuras. Hacia una metafísica no determinista de la titopotencialidad del Yo   
 
 
        
 

Carlos Minotta Valencia  

 

    

 

Universidad  de Antioquia / Colombia   

 


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Carlos Minotta Valencia. Aspirante a Magister en Psicoterapia (UPB). Correo electrónico: psiquikam@hotmail.com; carlos.minotta@udea.edu.co


Recibido:
 3 de Enero de 2018
Aprobado: 16 de Diciembre de 2018

Referencia Recomendada: Minotta, C. (2018). El fin de las estructuras. Hacia una metafísica no determinista de la Totipotencialidad del Yo. Revista de Psicología GEPU, 9 (2), 167-205.
 
Resumen: El presente texto, primeramente, integra distintas perspectivas teóricas interpersonales y de la comunicación, englobándolas en un marco de lectura relacional e intersubjetivo para entender cómo emerge el yo y porqué se perturba. Constructos como la ‘personalidad’, ‘conciencia’ y ‘sí-mismo’, son definidos en términos de proceso, más no de estructuras, toda vez que oscilan sus conformaciones según el movimiento de múltiples fuerzas interdependientes unas de otras. Seguidamente, traduce tales aportaciones en el planteamiento de un enfoque psicoterapéutico, orientado al autoanálisis fenomenológico, cuya meta sea la reorganización del campo perceptual en pos de la síntesis de nuevas significaciones. Pero el texto no se detiene allí, finalmente propone una metafísica de la insustancialidad, no determinista, para explicar la ontogénesis, y expresión de la totipotencialidad  del yo, colapsada aparentemente en las formas emergentes, transitorias y discontinuas que adopta el yo, en contacto con otros yoes.
 
Palabras clave: Sí mismo; yo; desarrollo potencial; intersubjetividad; contacto interpersonal.
 
Abstract: The present text first, integrates different interpersonal and communication theoretical perspectives, encompassing them in a relational and intersubjective reading frame to understand how the self emerges and why it is disturbed. Constructs such as 'personality', 'conscience' and 'itself' are defined in terms of process, not structures, since their conformations oscillate according to the movement of multiple interdependent forces. He then translates these contributions into the approach of a psychotherapeutic approach, oriented towards phenomenological self-analysis, whose goal is the reorganization of the perceptual field in pursuit of the synthesis of new meanings. But the text does not stop there, finally proposes a metaphysics of insubstantiality, not deterministic, to explain the ontogenesis, and expression of the totipotentiality of the ego, apparently collapsed in the emergent, transitory and discontinuous forms that the ego adopts, in contact with other selves.

Keywords: Self; I; potential development; intersubjectivity; interpersonal contact.

Introducción a la dimensión psicosocial de un psiquismo creador
 
La integración entre lo individual y lo social plantea serios interrogantes; ¿de qué manera confluyen? ¿Posee el componente social una mayor relevancia que lo individual?, ¿está la actividad humana supeditada y regida por una macro estructura social? ¿Cuáles son los límites que demarcan la dimensión psicosocial, o todo lo es? 

Una mirada individualista, asume por convicción que la conciencia individual, crea a su voluntad el medio social, y por tanto considera que es en la vida interna y privada de cada individuo en donde se comprenderá no solo el porqué del comportamiento humano, sino también las razones ultimas de la configuración de sus sociedades y formas de vida. El ambiente social pasa entonces, a tener un segundo lugar en la explicación del comportamiento humano.

Una postura diametralmente opuesta, afirmaría que son las condiciones del medio las que dan forma a la actividad mental, es el ambiente el que da lugar a determinadas condiciones de posibilidad para la organización del pensamiento y la conducta de un individuo particular y de los que viven en su mismo entorno, de suerte que su comportamiento es solo un reflejo de la conformación de la organización social en la cual habita, sus motivaciones, percepciones del mundo le pre-existían    

Lo cierto es que aquellos íntimos contenidos mentales como pensamientos, sentimientos, temores, están de una u otra manera referidos a nuestra vida con los otros. Las personas se influyen una a otras al interactuar entre sí. 

En efecto, existe lo que podría nombrarse una: Universalidad de la Afectación. Todo afecta a todo lo demás, incluidas aquellas variables sobre cuales no se tienen control. Los eventos se conectan en un sin número de "casualidades", cuantas cosas afortunadas no se dieron por casualidad, y cuantas veces no ha ocurrido la capitalización oportuna de un valor a partir de un simple hecho, sin tener ninguna relación con él.    

Asumir una postura no individualista en el estudio de la mente, implica reconocer que las personas se afectan unas a otras. El mundo interior permeado por las circunstancias del ambiente, se halla en considerable medida determinado por las condiciones sociales y culturales de un contexto particular, de ahí surge el hecho de que, la vida afectiva, emocional y de los pensamientos tome contenido en un espacio intermedio de relación recíproca entre el yo  y los otros. Las acciones de las personas no escapan a este hecho, -las personas se afectan unas a otras-. Es en tal espacio intersubjetivo y bidireccional donde se generan y desenvuelven procesos de atribución de significados interminables.

La cognición, es decir, el conjunto de percepciones y significados aunados a los mismos, se haya social, y culturalmente situado, de suerte que, incluso, las expresiones más íntimas y secretas de la personalidad, asumidas como propias, son conglomerados de ideas, y conceptos emocionales que otras personas también comparten. Esto hace posible, el establecimiento de acuerdos y de puntos comunes de referencia a partir de los cuales dotar de sentido, y comunicar, los propios pensamientos, haciéndolos entendibles a otros, además de posibilitar la formación de marcos representacionales conjuntos de experiencias. Dicho esto, es el significado de las vivencias, socialmente construidas, las que determinan la actitud, y actuación frente a ellas. Planteamiento que comprende puntos de vista con Vittorio F., (2001).

Sin duda alguna, la génesis y desarrollo de las funciones cognitivas, adquisición de conocimientos, está en asociación con las relaciones que establece el organismo con el orden social (Vigotsky, 1977), como sistema en interacción continua que da soporte a la emergencia de la consciencia, en un principio fusionada del ambiente y contacto con otros, cuyo incesante flujo de signos, asimilados, en procesos de diferenciación posterior da lugar a una particular formación de objeto y de su constancia en medio de un complejo difuso de experiencias que asimiladas por el yo, vienen a conformar el cuerpo de este, no necesariamente de modo consciente, de suerte que funciones superiores como la atención, percepción y memoria, se anidan, desde el principio del avance psíquico, en sustratos fuera del manejo consciente. La dimensión social al soportar la cimiente del desarrollo de las funciones superiores, es también el medio donde estas se ejercitan, cumpliendo el contexto una función moduladora de desarrollo de la actividad del pensamiento que posteriormente pareciera haber adquirido un cualidad autónoma y diferenciada con su medio. No obstante, preservando de alguna manera dicho nexo conectivo con otros significativos (Vigotsky, 2012).

¿Qué implicaciones se deriva de esta hipótesis?

Una de ellas, escriba en que el centro de la consciencia en la cual se consolida la identidad personal (el concepto que una persona tiene sobre sí misma), al igual que sus aspiraciones, metas, y motivaciones más profundas, pueden estar regidos por patrones culturales o roles socialmente establecidos que dominan las constelaciones de pensamientos subyacentes a las actuaciones, y comportamiento. 

En este punto, el actor no se diferencia del personaje que interpreta a la vista de otros personajes, es decir, la persona del actor -el núcleo de su individualidad, aquello que lo define- se fusiona con un papel o rol interpretativo inmerso y vinculado en una trama teatral, de hecho, la persona es impulsada e incluso forzada a representarla y recrearla. No forzada en el sentido restrictivo ni coercitivo de este término, sino incitada, por así decirlo, motivada. 

El actor no se percata que está actuando o personificando ideas, objetivos, y anhelos ajenos, tomados de su contexto social y cultural, antes, por el contrario, los asume a motu proprio como impulsos vitales y existenciales. La metáfora del teatro para representar como el ‘yo’ recrea una versión de sí mismo antes los otros, ha sido particular e ingeniosamente desarrollada por tanto por Moreno (1961) como por Goffman (2009).

Se define entonces, la dimensión psicosocial, como el espacio intersubjetivo compartido por los miembros de un mismo grupo social, en donde se desarrolla el mundo de los sentidos, se abre la posibilidad de dotar al mundo de significación y cobra vida la experiencia subjetiva. Lo psicosocial son las complejas meta-representaciones y afectos compartidos con los otros. 

En concordancia con lo anterior, es posible afirmar que lo psíquico no atañe única y exclusivamente al mundo personal y privado de cada individuo, la vida psíquica no está en algún lugar en lo profundo del interior del ser humano encerrada en una caja hermética de difícil acceso, es más bien algo próximo a la experiencia e interdependiente de esta, y al ser las experiencias y el mundo exterior siempre cambiantes, el psiquismo también lo es, de ahí la apuesta, por creer que el cambio es posible.

El objetivo de permear la conciencia no se asienta sobre una concepción estructural del cambio, toda vez que dicha noción supone la variación de unos entes fijos y estáticos en el psiquismo, esto es darle a las creencias y prácticas un poder inexorable que supera todo intento de romper con ellas. Cabría preguntarse sobre qué bases o pisos sólidos descansa el sentido, o la representación. 

Las maneras de ver, percibir y representar el mundo, son en últimas; narrativas, que no poseen una magnitud medible tal como lo son la cantidad o el peso. Por tanto ¿sobre qué se organizarían de manera invariable? el psiquismo es así, por sobre todo, una representación abstracta de una realidad humana que no es nunca aprehensible ni agotable.

La apuesta del presente texto está orientada a la apertura de posibilidades inexploradas en la persona en su relación con otros, ésta no estaría determinada y atada a un pasado irremediable, la mente es creadora de nuevas formas de ver y percibir el mundo, ya que continuamente está recreando y reinventando su realidad, el pasado es un meta-relato, y en cuanto tal, cobra importancia desde una dimensión narrativa, y las narrativas son siempre susceptibles de transformación.  

Deformación del yo por contacto

El sí mismo se haya en construcción en el espacio interactivo de realidades compartidas. Cuando la percepción del otro atrapa al yo, el centro de apoyo de la propia realidad se desplaza y la mirada del afuera toma posición dentro de la persona a quién toma por objeto; esta siente la mirada de los demás como si fuese algo propio. De este modo; una ficción, una historia inventada, se transforma en la propia ficción, de modo que el sujeto se percibe a sí mismo como lo percibe un otro. Dicho en otras palabras, una percepción ajena (alterna) al yo, suplanta la percepción propia que la persona tiene de sí. 

De este modo, el conjunto de representaciones, la manera de ver, el lugar y la clasificación que las personas se asignan unas a otras, llega a ser cierto para la persona que toman por objeto (hacia la que van dirigidas). Se otorga a dicha percepción; el sello de una realidad dura, tangible, e incuestionable. Ha nacido así; una Fijación Representacional del Sí mismo, Se dice entonces, que el sí mismo, está atrapado al verse con los ojos de Otro, y al creer en esa realidad, la percepción la hace real.

El ‘yo’ como función más que estructura, se haya establecido en base a las relaciones con los otros. En la interacción, los parnert, transmiten juicios y valoraciones sobre cómo es la persona y del dictamen de dicho examen, la clasifican en algún lugar de posición dentro una escala o jerarquía social, la persona incorpora tales juicios y se ve a través de ellos, como si fuesen lentes propios. 

Igualmente, los juicios y valoraciones que el organismo realiza, se hayan mediatizados por configuraciones de significados globales o compartidas. En efecto, se tiende a imitar el juicio, y con ello, la limitación de la perspectiva trae aparejado la generalización. Las personas tienden a juzgar y valorar las cosas de la misma forma en que otras personas valoran y juzgan esas mismas cosas. El juicio propio así; dícese entonces; está sujeto. Quizás por la economía del costo de la verificación propia, en términos de tiempo y recursos.

La imaginación, o la proyección a futuro de los imaginarios posibles, están anclados a la lucha involuntaria de oponerse e ir en contravía frente a las críticas dirigidas directo al yo, a un estigma, a los juicios descalificantes y despreciativos, pero a su vez, la persona lleva a cuestas consigo; los objetos contra los cuales se revela, siendo estos, irónicamente, y en últimas; los garantes. Para cualquiera que sea, demostrar a los otros, que no se es de determinada forma, sino de otra, requiere hacer uso de una verdad que necesita ser demostrada y aceptada por ellos; los otros. El yo no es entonces; nunca libre. Siempre está sujeto. 

Tales objetos, y para más precisión; sus imprentas a modo de sombras, acrecentadas en la oscuridad de la fatalidad de un futuro aciago; acorralan y apabullan al yo, en el último rincón en el que aun aúlla; la última llama de esperanza. La aprehensión de la inminencia o predestinación inexorable hacia un destino funesto, merma fuerza a la voluntad. Lo cual podría contrarrestarse, mediante fijación de la atención selecta, a saber, devolviendo la atención flotante a las capacidades, talentos, fortalezas y al arsenal de recursos a disposición del yo.

La personalidad, lejos de ser una masa sólida, aislada y sin necesidad de contacto para encontrar su expresión, es el punto de conjugación de múltiples percepciones, aunada a una gestalt, totalidad integrada. Las percepciones de los otros, dirigidas hacia el yo, no son asumidas como lo que realmente son; apreciaciones. La persona les asigna valores de “verdad” no cuestionada.

La autoconciencia se identifica haciéndose una con tales juicios y no se separa de ellos. El contacto, ratifica por distintos mecanismos, la creencia de que se es de determinada forma –no cambiante- y no de otra. Se internalizan también los modos de actuación, la forma de actuar y dramatizar la crítica, el sometido simula a su opresor, dividiéndose en dos.

Visto así entonces, puede sostenerse que el yo, tal como intuitivamente lo percibimos, no es sustantivo real, solido, descansado bajo una base permanente de inmutabilidad sin dependencia con hechos y fenómenos siempre cambiantes, por cuanto sus componentes no son estables, y al ser un objeto más de la conciencia, ligado a un significante tras otro, en una cadena sin fin que no logra atraparlo, ha de considerarse al yo, no solamente inestable sino irreal (Varela, Thompson, & Rosch, 2005). 

El contacto interpersonal, mediado o no por lazos de afiliación, puede tanto inhibir como ampliar las potencialidades realizativas del yo. De darse este último caso, el yo crece, toda vez que se agranda el mundo de posibilidades de lo que la persona puede ser y hacer. Ver la posibilidad en el otro, implica permear la zona de interacción, con mayor elicitación de conductas precipitadoras de conductas análogas o en correspondencia con el crecimiento. Por ejemplo. 

El maestro que “ve” en el estudiante, talento, capacidad y posibilidades, en comparación con otros estudiantes en quienes no ve las mismas “dotes”, pondrá en juego distintos tipos de conductas tanto verbales como no verbales, a saber, para con el primero habrá más tiempo de escucha, corrección en pos de un mejoramiento, la mirada, los gestos, y demás elementos paralingüísticos que denoten aprobación, serán mayormente emitidos, sean o no consientes para el maestro. 

Los juicios a modo de crítica y desvalorizaciones, son el material de arreglo del equiparamiento psíquico, las calificaciones buenas o malas, se traducen en un yo bueno o malo, el tinte o sentido discriminante que acompaña a un juicio es a la par con la emoción, transmitido al yo. Este representa y a su vez siente, las bases discursivas; -de objetivación, oposición, aprobación, confrontación y aceptación- ancladas a ellas. 

Valga precisar; no existe, en las clasificaciones sociales y su estratificación, un punto de apoyo atemporal, no situado, e inmutable, que demuestre ser cierto cuando es sometido a una indagación mayéutica, su carácter dependiente de significaciones igualmente dependientes de otras significaciones, hace a todos los sistemas de clasificación y ordenamiento social, -en todas las formas de culturas humanas-; vacíos, en cuanto a poseer una esencia y por ello, fundamentalmente arbitrarios. El desconocimiento de ello, alimenta la fuerza y eficacia de la falsedad de una valoración enmascarada, simulando ser real. 

En estados de dominación, es posible apreciar lo expuesto en líneas anteriores. El dominador necesita de la participación del dominado, para que la dominación tenga efecto. Si el dominador no hace de sus significados, una significación compartida con el dominado; la opresión propiamente dicha no tiene efecto. El dominado ha de pensar lo que piensa el dominador, creer lo que él creé, ver el mundo bajo el lente del dominador, si esta condición no se cumple; la dominación no opera, y pierde su fuerza.  

El ‘yo’ sometido es la construcción de un personaje inmerso en una novela, cuyo guion es escrito por otros. El efecto mágico, radica en que el dominador, ha llegado a creer en la propia novela que ha escrito. Poniendo en el lugar de director a «la naturaleza», a las «leyes físicas» a «condiciones atemporales perennes», legitimando con ello, su historia, no como algo inventado o creado por él, sino como una fuerza absoluta que impulsa el orden y devenir de las cosas. Fenómeno ampliamente desarrollado por Bourdieu (1998); (Bourdieu & Jordá, 2000); acuñando el término de violencia simbólica. 

Toda comunicación implica la exhortación a la aceptación, o ratificación de una realidad, es según el estatus del parnert, una exigencia o petición tácita de algo.  No es posible sustraerse del contacto, la vida social, implica un constante flujo de información, entendiendo por información, todo aquello que comporta un sentido, capaz de transmitirse y su vez, capaz de ser asimilado. 

Es virtualmente imposible que un contacto cualquiera sea; tanto en la definición de la situación como en contenido; no trasmita una concepción o visión del mundo (Watzlawick, 1992).

La persona, de manera constante, sea de modo consciente o inconsciente; está inquiriendo a los otros, ella quién es. ¿Quién soy yo? Estos; los parnert, responden por la colisión del contacto, ratificando y actualizando imágenes de existencias previas, esto es; el concepto de sí mismo o auto-concepto. Incesantemente, las personas están realizando transacciones a modo de comprobar, ratificar o estar de acuerdo con una ‘verdad’ compartida entre el yo y los Parnet. ¿Por qué es tan significativa, la retroalimentación del otro acerca de quién es uno?; porque hace parte de la configuración de la propia realidad y de ese miedo no confesado de que eso que el otro ve, -la imagen que se hace de uno-, sea en últimas, una realidad que delimite sólidamente el contorno de las propias posibilidades de autorealización, en marcos demasiado estrechos.

En suma, el llamado auto-concepto se construye con base a las actitudes, forma de trato, expectativas, rótulos, y calificaciones de otros, en una época temprana de la vida en donde no se cuentan con las herramientas para hacerle frente o cuestionar lo que los demás piensan y te dicen. Por esa razón, la visión, el modo como otros te ven, y te lo hacen saber, llega a arraigarse en los estratos más profundos de la consciencia, y llega a hacer tan poderosa dicha visión, que puede llegar a dominar toda una vida. De suerte que nunca te ves bajo el lente de tus propios ojos, sino a través de los ojos de alguien más. Si no pones en perspectiva tu historia, te llevará a rastras.

Los criterios rígidos absolutos bajo los cuales se define el valor de la persona, constituyen parte del mundo de significados conscientes e inconscientes, que pueblan las constelaciones de representación y emociones yoicas. Aceptación y rechazo son modos de valorización que repercuten en el moldeamiento del autoconcepto que una persona construye sobre sí. En un primer momento, estos modos son incorporados al aparataje psíquico, como patrones referentes de la medida de la autovalía, no cuestionados, ni matizados en sus alcances, fusionándose con el sí mismo en proceso de desarrollo, deviniendo, no incorporados como cosa del afuera, sino introyectados a modo de extensiones del propio self. Cómo así lo planteara Rogers C. (2003), dichas valorizaciones en cuanto que discrepan con la tendencia vitalista de autoexpresión biológica y genéticamente instalada, ponen frenos al impulso de crecimiento inteligente, teledirigido y totipotencial del yo, quien en su fase protogerminal contiene el potencial para dar lugar a infinitas variaciones y combinaciones aportadas por su reservorio filogenético, y al deselvolvmiento de sus infinitas expresiones. 

El yo prorrumpe en dirección al máximo alcance de su potencial, por condición innata, sim embargo depende del medio, el nivel en que así lo logre. La experiencias significativamente modeladoras con otros, facilitan o impiden la asimilación de formas de representacón y contenidos afectivos, resultantes del contacto figuras primarias, que en sintonia con la tendencia inata de progreso, fortalezcan las capacidades de diferenciación y sintesis del yo en crecimiento.

En consonancia con Rogers C. (1972, 2003); el grado de libertad alcanzado para hacer participe a la experiencia, de la consmovisión que toma por centro al yo, en armonia con la tendencia natural de expansión, aumento y crecimiento complejo de sus potencialidades, es una medida de autenticidad con respecto al reconocimiento y aceptación de motrices organismicas motivacionales, existenciales, y espirituales propios, no dominados por una vision ajena instalada que acartone la expresión de la creatividad y espontaneidad (Gondra Rezola, 1978).

Si los marcos de referencia a partir de los cuales, la persona significa al mundo y, a sí mismo en relacion al mundo y a los otros, no se conformaron por procesos de acoplo autogenos, flexibles a los cambios y exigencias del entorno, sino en base a un rol (papel de actuación) objetivante y extrínseco al yo, impuesto por otros; las dimensiones configuradas del campo perceptual, colorearán distorsionadamente la expresión de impulsos vitalistas en juego a la par con la asimilación de la experiencia, presentandose esta como fija, acabadamente definida y sin nada nuevo que ofrecer, el yo adquiere, de suyo, tambien estas caracteristicas, al ser un objeto de percepción más del campo fenomenológico de la conciencia, de suerte que crece desvirtuado y desarmado para revelarse o hacer frente al influjo de la mirada, juicio, y valorizaciones de otros, al haber perdido su fuerza vitalista de autoafirmarse y transformarse conforme acumula experiencias. 

Factor inhibidor del desarrollo del potencial del yo

Las Fijaciones Representacionales del Sí mismo, al ser de carácter ficticio, pero con efectos reales, requieren alimentarse, esto es, ser ratificadas. Al ser su soporte; un vacío, vaciadas de una esencia, se retroalimentan vía por contacto. Asimilando selectivamente fragmentos de información percibida del medio, mientras desecha otros. 

Las Fijaciones Representacionales y Emocionales, en adelante F. (R y E), asimilan lo similar y este es otro factor de retroalimentación: factor atrayente y a su vez, excluyente de información que contradiga la fijeza (R y E). El carácter de exclusividad de la F. (R y E) toma energía atencional que podría captar diversos estímulos y la repliega sobre sí. 

En cada momento se selecciona información proveniente de la interpretación de los estímulos, ideas, y emociones. La F. (R y E) se sirve de los recursos de la atención y memoria para no decaer. 

Tomando forma por aproximación, la función atrayente crea la experiencia, o sus condiciones propicias, y así, se precipita. Además, la atención requiere de un banco de significados previos, que hagan entendible los nuevos estímulos. Qué papel, habría de jugar entonces, la memoria en la atención, y a su vez, qué papel juega la atención en la memoria. Lo que sí es patente, es; el requerimiento del uso de la memoria en cuanto a coordinación y conjugación de conceptos, que en red, configuran la emergencia de un sí mismo coherente, quizás a la función que cumple en un contexto; dicho sea; la convicción en el ‘ser así’ ‘soy así’; - ‘esta persona es así’, es en definitiva, también una creencia, porque su naturaleza no es sustancial, de hecho varía, varia a cada momento. Falsa es, por cierto, la creencia en la inmutabilidad entes.

Existe una tendencia a la repetición de la representación ligada al componente emocional de una vivencia traumática, que podría decirse; funciona de manera parecida a una propagación de onda. Perturbaciones sucesivas inducen perturbaciones de su mismo tipo, cuyo empuje presiona al cierre o bloqueo de información nueva o adquisición de elementos de crecimiento al organismo, su efecto por consiguiente es el repliegue del sistema formado, luchando por su supervivencia, no es tanto que la representación bloquee nueva información (cuyos supuestos pueden ser incluso contradictorios) sino que al recrearse -la representación de la vivencia traumática-, atrapando la conciencia, ocupa lugares en el espacio posible de nuevos aprendizajes. El tratamiento consiste entonces, en modificar la fuerza de pregnancia, en el sitio de anclaje de objetos (imágenes, recuerdos) habidos en la atención alerta; restándole fuerza a la impresión fuerte de la vivencia, disminuyendo la energía de activación a un nivel de impresión débil. 

En la gráfica. Los espacios son fluctuaciones de conciencia, es decir: espacios de significantes en blanco adheridas a un nivel lejano de impregnación. A mayor cercanía mayor retentiva. 

Las representaciones dolorosas, experiencias significativas en general, una creencia arraigada y su recuerdo en particular, se desplazan a través de estratos de la conciencia desde un nivel profundo hasta el estado de alerta, por medio de resonancias de estímulos compatibles en todo o en parte con sus estructuras. La creencia cuando se haya activa, ocupa el centro de la conciencia. El campo experiencial, que posee como componente el estado de alerta consciente, es permeable en sus dimensiones de amplitud e intensidad.

Una creencia o vivencia mediatizada se une a la conciencia en el mismo punto en donde tiene lugar la llegada de estímulos y la recepción de información, produciendo copias de sí y con ello, reactualizándose como si fuera la representación de un hecho acaecido en el presente, sobreviviendo al desgaste del tiempo, en otros términos, el recuerdo de las experiencias traumáticas, no hace distinción entre el tiempo pasado y el presente. La persona vive repetidamente ahora, lo que antaño vivió.   

La Fuerza Atractiva de la experiencia mediatizada, retrotrae al yo a puntos de existencia anteriores. No cobra relevancia la dimensión tiempo, porque lo pasado parece suceder ahora, aunque en términos de relevancia práctica, puede afirmarse que sucede ahora, por su efecto reactualizante, puesto que, no parece haber diferencia entre, la vivencia traumática y el momento de su recuerdo, en lo que a la conexión emoción-representación respecta.

Un ambiente seguro permite al sujeto sentir continuidad y estabilidad en su entorno, lo que se traducirá en seguridad, y estabilidad para el yo. Las condiciones idóneas del ambiente proporcionan a la persona la capacidad de abrirse a nueva experiencia de manera flexible y fluida. 

De no ser así. Lo imprevisible, las experiencias amenazantes en donde se abre la posibilidad de aniquilación del yo, -la anulación de la propia persona-, dará como resultado un yo que no sabrá integrar o totalizar la experiencia, está será fragmentada, lo cual causa a la vez, que el yo sufra una perturbación mayor, ya que el contenido de la experiencia del cual se alimenta para crecer está igualmente alterado.
 
Una vez que el sujeto sufre una desorganización producto de su ambiente, este debe hacerse cargo de ella, sacrificando así su apertura espontanea a las nuevas experiencias. De suerte que aun en su vida adulta este sujeto ha quedado anclado a la realidad de su pasado. En efecto, la historia se inscribe en el cuerpo. El trauma es historia es una trama inacabada, urgida por hallar un desenlace, y en tanto no lo alcance, trasformará el presente sujetándolo a una visión afín al único relato que se conoce, y este no es otro que aquel que fue vivido.    

Se adhieren a las Conformaciones del Complejo Yoico, esto es, ‘la forma de ser propia’ los Factores Predisponentes, o de Atracción coloreados por el conflicto; consistentes en pautas de comportamiento y en un conjunto de intercambio de mensajes no verbales de los cuales la persona, no es necesariamente consciente al entrar en contacto con otras o al encontrarse en ciertas situaciones. 

El resultado de dichas pautas de comportamiento es que, en el campo experiencial, llegan a adherirse como constantes; el encuentro aparentemente furtivo con sujetos no deseados, o el verse en determinadas situaciones en donde el desenlace suele seguir siendo igualmente insatisfactorio a los anteriores. 

Pareciera como sí, los Factores Atrayentes en principio hubiesen sido formados a partir de imágenes de personas, situaciones y cosas. Imágenes, -con algún tipo de carga emocional-, de las cuales, se extrajo determinado modelo esquemático, a modo de imprenta o el negativo de una foto, que con un efecto imán, atraen cosas, situaciones y personas, que, de forma incisiva, penetran el espacio de contacto interpersonal. Los intentos de evitación, huida o escape, resultan paradójicamente infructuosos, tanto más, cuanto mayor sea, la carga afectiva que acompaña a las imágenes.

La Presión a la Retrospectiva ocupa el lugar de la visión adelante. La mirada hacia atrás es incompatible simultáneamente con la mirada hacia adelante. El cerebro efectúa una acción por vez. La mirada hacia a atrás se une a la conciencia desprendiendo a la mirada hacia delante de ella (la conciencia). 

De hecho, el recuerdo, y la rememoración tienen similitudes con el patrón del sueño, una vez se ‘cae’ en la disociación de fuerzas internas que tomando protagonismo propician una visión en la que el yo se percibe sin control, -tal cual, como un espectador observante de acontecimientos a los cuales se ve sometido-, distintos hechos y actos son asumidos como propios pero a su vez ajenos, decimos de quién se haya en tal estado, que está “abstraído” en sus pensamientos.

El yo, aparece entonces, alienado en su creación, puesto que, pese a ser su obra, ésta es percibida como algo ajeno, producto de fuerzas exteriores (cuando en realidad son interiores) que superan el poder realizador del yo, esta relación de no capacidad, o de ser un ente sin control de cara a los acontecimientos, implica la disociación de fuerzas. Un yo consciente, pequeño frente a las grandes circunstancias a las cuales se haya sometida. Y un yo inconsciente, albergador de todas las potencialidades escondidas y aún por explorar. Las capacidades se hayan en una tierra lejana, desconocida para el yo mismo.

La asimilación de objetos extraños, críticas y descalificaciones, toman catéis yoica, consumen energía del yo, y se revisten con componentes del mismo, de modo que este no percibe la amenaza a su integridad como es tal, antes bien, incorpora tales objetos extraños (ej. criticas), y estos se mimetizan con su configuración adoptada, no ampliando la capacidad de crecimiento y fuerza del organismo, sino mimando por dentro su tendencia innata a la reactualización y complejización de funciones.

Diversos fenómenos que denotan cierto apego a formas propias de causarse daño

* Tendencia de Reafirmación o Ajuste Continúo de Enlace

La ratificación por pauta de comportamiento, pensamiento y emoción, dan lugar a un efecto de repetición que crea de nuevo una misma realidad, en apariencia continua, dicho proceso requiere consumo de energía. Se toma a personas de objeto y se las reincorpora dentro de sí. Entes inmateriales, como la voluntad, determinación, fuerza motivacional y sus contrarios, se hayan también; personificados.   

* Predisposición a la coherencia

Se manifiesta cuando una persona percibiendo su modo de actuación, y juzgándolo incorrecto, se ve así misma impelida a repetirlo, -casi por automatismo-, de modo tal, que su conducta actual pueda ser congruente con sus conductas predecesoras. Se estableció, entonces una formación de compromiso con la forma de ser del pasado, en la cual, el yo presente, al cambiar, cree ser; no fiel a sí mismo. Está comprometido en una relación de lealtad. No necesariamente deseada.

* Otro efecto de coherencia 

Consiste en el proceso según el cual, una creencia origina un efecto. Como consecuencia de la misma creencia, se crea un escenario acorde a ella. La creencia de imposibilidad de que emerja (B), puede implicar no acometer acciones para que suceda (B). Por tanto, su no suceso (-B) ratifica "la verdad" de la creencia. Ej. Creer imposible desarrollar determinada habilidad, predispone al organismo a ser coherente con dicha idea. El organismo no se ejercita en función de lograr la habilidad, ni crea las condiciones que propiciarían el desarrollo de la misma. Se requiere energía para pensar que algo no es posible, energía que bien podría ser invertida en el empeño puesto en lograr aquello.

* Consagración de Planos de fatalidad o la tragedia de Tántalo

La imagen a futuro de un evento se construye en la mente situada en el aquí y ahora, como deseable y a su vez, imposible. El individuo desea que ocurra un acontecimiento, del cual tiene –inconsciente o conscientemente, la confianza absoluta de que no ocurrirá. En otras palabras, en el intento de definir un objeto -altamente añorado-, el sujeto forma una imagen idealizada del este, pero tomando como materia de molde; la exclusión de su posibilidad. ‘’Me gustaría ser, obtener, poder hacer, pero en el fondo sé que no será, ni se hará’’. El objeto imaginado es en el acto de su creación, ubicado en una dimensión, no únicamente apartada de la realidad, sino en también, incompatible con ella. No es desfasado afirmar que en gran medida la vida de una persona está gobernada de manera déspota, por aquello que muy en el fondo, cree, con plena confianza; son sus logros imposibles, es decir, lo que estima imposible lograr, ya sea ser u obtener.

* Efecto de equivocación

Es una novela (narrativa) cuyo desenlace es siempre un resultado fallido. La persona es una narradora avocada a la dolorosa tarea de ser obrador en tiempo pasado, y testigo omnisciente de las consecuencias de sus errores; manifiestos en el presente, reparando una y otra vez, los actos fallidos; reconstruyendo su escena, efectuando cortes, retocando partes, he introduciendo variaciones -todas ellas imaginarias y toda vez, mejores-. La persona desea también, infructuosamente, revivir el tiempo pasado y con ello, una segunda oportunidad. Imposible por supuesto, pero he ahí ciertamente el padecimiento que implica la elaboración del duelo. 

El carácter repetitivo de la compulsión a rememorar los trozos del jarrón roto. No está ligado tanto, al eventual desarrollo de los sucesos, como sí lo está, a una moraleja. Dicho sea, la idea amplia, inespecífica e independiente de cualquier situación, según la cual, se tiene en todo momento, la respuesta exacta, cuando ésta ya no es posible ejecutarla. 

* Efecto Moraleja

La moraleja en su carácter general, posee como cualidad, la transferencia de su sentencia a múltiples situaciones, aunque su origen, bien pudo haberse forjado en una situación exclusiva. La moraleja, toma la apariencia de una historia vieja que siempre se repite. Es ese fracasar en lo mismo, y a la próxima oportunidad, volver hacerlo, y darse cuenta de ello, cuando ya es tarde. Luego así, el ciclo se repite.  

Nuevas experiencias y situaciones; diversas en cuanto a su contexto, lugares, y personas, son evaluadas según un mismo criterio, a saber, en ellas hubo en principio; la oportunidad de algo, que, sin embargo, a posteriori, se perdió. En otras palabras, la persona, sin percatarse, replica al momento de llevar a cabo una acción, en multiplicidad de situaciones; un mismo error, del cual toma conciencia, cuando es transportada a un mundo lleno de consecuencias no deseables. 

Pareciera como sí; la oportunidad se presentará esquiva a la vista e invisible a los ojos, cuando está adelante en el camino de la vida, y su vez, marchando en dirección opuesta.

En definitiva, distintos actos crean consecuencias que producen distintos mundos, y todos esos mundos que no son conocidos, poseen siempre, como sello: la posibilidad de ser creados.

El libre albedrío, suponiéndolo cierto, implica aceptar que nadie, ni nada, tiene el poder absoluto de dictaminar lo que, como persona, cada quien; debe hacer, o no debe hacer. El examen de auto conciencia retrospectiva, de lo que -se hizo y no se debió hacer-, o el examen de lo que -no se hizo pero que sí se debió hacer-, obvia la exigencia de aceptar la realidad de que el mundo del ahora, en el que se busca infructuosamente deshacer los errores, es diferente al mundo en el que se cometieron los errores. Una vez se emite un acto, toda persona es transporta al mundo de las consecuencias que dicho acto generó.

Planteamiento de otras formas propias para contrarrestar el daño

El campo de las potencialidades inexploradas, abarca mundos surgidos y destruidos en los límites de horizontes fluctuantes de la conciencia. El mundo es la proyección mental de su imagen digital, impresa en el inconsciente. Aquella historia que uno repite es aquella única que uno conoce, lo que marca la importancia de aprender y ver posibles distintas nuevas historias. La nitidez de las circunstancias y acontecimientos, está dada por el nivel de adherencia a sus imágenes correspondientes. Pese a que la fuente de potencial es virtualmente inagotable, su expresión está en considerable medida, regulada por el medio por el sistema de refuerzos, y retroalimentación interpersonal. 

A continuación, se propondrán diversos mecanismos o métodos de potenciar al agente, entendiendo por potencia, Potencia: energía disponible para realizar una acción y con ella transformar el mundo. El cambio requiere la ejecución de una fuerza y suporte exterior a ella sobre la cual replegarse y obtener apoyo. La función de resistencia inhibe la posibilidad de transformación, contrarrestando y sumando en sentido inverso o negativo, el empuje de la acción y el pensamiento. 

Potenciar es entonces romper el equilibrio de un estado actual de cosas en un nuevo estado diferente a la inicial, producido por el ejercicio de la acción transformadora. Dicho, en otros términos, potenciar es propiciar la desigualdad de fuerzas, desbalanceando su ecuación, dando lugar al desencadenamiento de impulsos auto sostenidos por sus propios factores de propulsión. 

La Potencia cambia la inercia como quietud, y ésta pasa a ser movimiento definitorio de sus vectores cardinales en múltiples planos de existencia sincronizados. La potencia, posibilidad de acción en principio simple y no compuesta, llega a ramificarse, así; en posibilidades múltiples, y prolíficas.

* Método de doblar la curvatura 

La intención es doblar la forma curvada de la comunicación, propagando una perturbación que la modifique. Podría plantearse el rompimiento de la comunicación, pero no necesariamente, su acción leva a tal efecto, porque las partes implicadas han adquirido propiedades que no se disuelven con la separación, los sistemas de relación una vez creados reproducen sus efectos, con o sin distancia.

La idea hoy insostenible de la existencia de la realidad, se ha visto obligada a admitir la coexistencia de multirealidades, no acabadas, en surgimiento. Según van descubriéndose diferentes modos de conciencia, procesamiento y almacenamiento de información, hasta ahora desconocidos (Rogers C. , 1981ª, 1981b).

* Desarrollo de la Capacidad de Razonamiento Reconstructivo Transversal

Desarrollo de una forma de razonamiento similar al Razonamiento Análogo, pero definido con rigor, entiéndase por tal, la Capacidad de Razonamiento Reconstructivo Transversal: Capacidad de tomar piezas o trozos, fragmentos de distintas cosas, pertenecientes a distintos conjuntos y armar con ellas; una única figura, coherente, que aúne en una significación nueva e integrada, cada trazo, en un lugar armónico dentro del nuevo armazón. Las inteligencias son múltiples y variadas, cada persona posee la potencialidad de dar brillo como ninguna otra a cierto aspecto de su ser; reconocido como expresión del ingenio humano más elevado. 

El problema de hacer encajar en un solo par de zapatos; la medida de todos los pies, es que muchos no hallaran el confort de poder caminar, como de sí deviene por sus condiciones innatas. 

Dicho desarrollo de la inteligencia vista así, rompe el campo de los objetos, y con ello, el desgaste de mantener una única y exclusiva imagen, para ahora sí, generar múltiples escenarios, valles, y picos en asimetrías armónicas y coherentemente conjugadas.
 
Como todo sistema basado en reglas y con capacidad de aprendizaje, la persona adquiere nuevo conocimiento, por medio del razonamiento basado en casos, cuando el conjunto de estos aumenta, hace lo propio también; el gran banco de memoria, tanto de almacenamiento como de uso, en la acción de resolver nuevos problemas.   

* Desaprensión del yo

Este mecanismo implica el uso de la fijación de la Atención Selecta, devolviendo la atención flotante hacia una Desaprensión del yo y rompimiento de cadenas, deconstruyendo las realidades en las cuales el yo es ente creador y a su vez objeto. La ficción de hechos y acontecimientos, aumentada por acumulación de energía, se convierte una vuelta hacia sí; de la percepción del otro, lo cual permite, darse cuenta de la percepción que el yo alberga sobre el otro, y a la par, darse cuenta de la forma como el yo se percibe bajo los ojos del otro y de la situación, e incluso bajo su propia mirada. 

Desaprender al yo, de anclajes limitantes, como por ejemplo; bajas expectativas de otros, o poca asunción de autoeficacia, implica una acción de desmonte de las bases constituyentes que hasta el momento han soportado la edificación del yo construido. Si bien, las cogniciones, pueden parecer férreamente ancladas en una sub-consciencia, vistas de manera atenta, es posibles contemplarlas, carentes de solidez y certeza, una vez, se ejercita el cuestionarlas, insistiendo en el ‘por qué es cierto esto., o por qué es cierto lo otro.

Indagando, y adentrándonos en las entrañas del fondo del pozo axiomático que alimenta las raíces del autoconcepto, salen a la luz, las precarias bases sobre las cuales se apoya la reificación de la propia identidad. Deconstruir es desmentir dicha reificación. Tomar en detalle cada significante y significado asociado, examinar su contexto de emergencia, la función que cumple, a quién sirve, y para qué sirve. Seguidamente, desmontar la adherencia al yo, de tales significados, vaciando a este de sus significaciones asociadas, pero no hasta una desnudez tal, que no pueda nombrarse, una vez los significados autoreferidos, pierden su credibilidad, nuevamente se les puede usar, solo que ya, su uso seria de forma inocua. En tanto que devendrían como lo nombra Derrida (1997); “conceptos tachados”.

* Desvío Alternativo

Consiste en desviar el curso de la acción de una creencia imposibilitante ‘efectuando el cómo sería’ si se creyera en lo opuesto, es decir, actuar en contravía de la idea limitante, elicitando respuestas contradictorias a los supuestos de ella. –si con respecto a lograr algo, creo que no puedo, actuar como si se albergase la idea opuesta, la idea de que sí puedo, sin importar las consecuencias.  

Este método es un entrenamiento encubierto en formas distintas de actuación con múltiples ataques en varios frentes. Frente a un problema, se puede hacer; más de una cosa y no necesariamente; más de lo mismo. El propósito es gestionar los propios recursos de solución, en lugar de quedar anclado en la contemplación de un mundo gigante, cuya gravedad aplasta, y hace añicos la voluntad de levantarse e imponerse sobre ella.

* Despertar al Superman

Ser Superman por dentro, en una versión aceptada y apreciada por sí. Con solo esto, ya se es mejor en algún punto dentro. Retomar esa forma en el pensamiento. Incluso hacer uso del ´yo ideal´ por ajuste de gestos congruentes con algún personaje favorito de la televisión y películas. Inventarse a sí mismo, en un Juego de roles interpretativos, cuya forma sea; expandir las zonas de confort, haciendo que se acrecienten de modo tal que ya no inhiban la función expandible del yo, aprisionándolo en cajones estrechos, sin cerraduras ni puertas abiertas

* Detección

Detección del carácter ilusorio de las formaciones de significados que configuran la realidad, tal cual esta está. Este medido consiste en el viro a un punto de atención o enfoque en la mirada con disipación o desactivación de elementos distractores, ideas y temores que paralicen la acción e inviten a la quietud, cuando las demandas de las circunstancias exigen pronta actuación.

* Manejo activo de recursos del ambiente

Buscar escenarios de apoyo distintos, y realizar actividades alternas. Ese es un método basado en el aprendizaje por transferencia. Efectúa una elección activa del ambiente, recurriendo a contextos favorables. Se puede emplear la evaluación de los sucesos imaginados de situaciones o eventos futuros, con respecto a la posición asumida por el yo hacia ellos, como coparticipe, creador y cómplice de las situaciones que encara. También se puede auspiciar, esto es, propiciar la retentiva de éxitos, o de logros insospechados con elementos de sus escenarios, evaluando el rol que se asume en dichos sucesos imaginarios, esto es, hay que definir, si la persona se ve como no-agente en necesidad de ayuda, o como agente actuante capaz de adjudicarse el control y tomar las riendas.

* Autoeficación 

Es tener el mundo en la palma de la mano, percibir lo estrecho de las fronteras. El contorno de las posibilidades no es tan fijo se creería. Por medio de este método se modifica la imagen de la propia capacidad. Autoeficación es edificarse nuevamente. Las cosas siempre pueden ser distintas, qué tan fijo es el contorno de las posibilidades, aún en las circunstancias más extremas, que pongan a prueba al máximo la capacidad de resiliencia; es posible contar otras historias y resinificar el guion de la propia vida. 

El yo posee la capacidad innata de inventarse así mismo. Nadie está determinado a ser de determinada manera, establecida de una vez por todas y para siempre, porque existe un atributo fundamental: el aprendizaje.   

Efectivamente, esto de lo que trata es ampliar la frontera de la imaginación. El yo no le pertenece a una situación. Que utilidad tiene adorar a perpetuidad una determinada realidad, por dura, y sólida que se presente cuando es el yo lo que se pierde. Sin el yo, cualquier realidad es nada, al ser el yo, quien le da sentido y por tanto; vida. No es al revés. ¿En dónde descansa entonces, la realidad? Ponedla en cuestión; ¿las cosas tienen necesariamente que ser así, como se avienen? 

En determinado momento, en todo momento, el mundo es aquello en lo que está centrada la atención. Inconscientemente, las personas suelen restar importancia a los efectos de la acción del pensamiento situado en el aquí y el ahora.

* Ablandamiento de las reglas

Hay preceptos que generalmente son buenas guías de acción, por ejemplo no te rindas nunca, pero su verdad no es absoluta, porque para este caso en particular; se requiere adecuación oportuna, (o sea, margen de tiempo para alcanzar la meta), adecuación material (la persona ha de disponer de los recursos necesarios para efectuar la empresa), y adecuación de los objetivos (estos han de ser alcanzables o ser los objetivos correctos). También se puede emplear, la búsqueda, acumulación, entrada y procesamiento de nueva información, como método para romper reglas aprendidas ineficaces, inflexibles e inútiles, sobre por ejemplo, cómo se han de hacer las cosas, por donde hay que empezar primero, etc. La conveniencia de las concesiones, suponiéndose cierta, desvía la pregunta hacia qué concesiones son aceptables y que tanto en su medida.

* Auto-indagación el yo

La auto-indagación del yo es un análisis de la conciencia, que devuelve la atención flotante al yo. Es efectuar un desprendimiento y dejación de todo lo concerniente a lo que consideramos soy yo, la auto-indagación implica ver la insustancialidad de las clasificaciones, las categorías, al ver cómo estas se componen de una verdad sujeta al cambio por fluctuaciones de la misma entidad que le da sentido y por tanto la hace real, a saber; la conciencia. El nombre propio y la adherencia de las características atribuidas a él, son de origen dependiente

Transitar por distintos niveles de conciencia, permite llegar a un punto en el cual se “cae en cuenta de…”, con cada escalada a un nivel superior respecto de otro predecesor, -uno sucesivo a otro en la contigüidad del tiempo-, se crea una realidad distinta de la vivencia, y por tanto una distinta vivencia a su vez.  El logro de ello, es poner en paréntesis, la propia realidad de la vivencia. Sus bases aparentemente sólidas, se resquebrajan, y ésta se manifiesta en todo su esplendor, inminentemente; vacía de una esencia inmutable. 

* La Manipulación de objetos 

Técnica que consistente en la manipulación de objetos o procedimientos, no in situ centri, no tomando a la persona como centro o causa única. Esta técnica opera descentralizando los procesos de pensamiento, no considerando el pensamiento de cada persona como un hecho individual y aislado sino como una meta-red representacional que afecta a todo los demás. 

El propósito es que la persona se convierta en una experta en el manejo de dirección de bandas. Objetivando los factores externos, o sea, en el ambiente, que están en relación con ella y cuyas fuerzas, la afectan. La persona adquiere experticia en el manejo, control y dirección de los mismos factores que antes la sujetaban, reconociendo y evaluando preceptos y reglas, y reglas condicionales. Reconociendo el “Yo estoy pensando”. “Yo estoy reconociendo esta realidad”, “Yo soy el centro de control de mi mundo y su primera línea de mando.

Yo en comunicación

Concebir la comunicación como proceso central de la emergencia yoica, implica poner bajo el foco de análisis; el mundo afectivo e intencional del sujeto parlante, en el marco de estudio de una perspectiva ya no intrapsíquica, más sí interaccional. Es decir, que la comprensión de los afectos, significaciones y conductas, al surgir en interacción, no pueden ser explicadas por características particulares de los sujetos intervinientes, sino por las configuraciones formadas cuya expresión expansiva anula por completo la consideración de una inminencia de facto imputada a la personalidad. No hay entidad cristalizada que defina la persona, como cosa anclada y estable en el interior, cercada por los contornos del cuerpo. Al estar en contacto un sujeto A, con un sujeto B, se condensan caracteres transitivos, sostenidos por patrones de retroalimentación mutua, dicha transitividad armoniosa o conflictiva es por sí misma, la unidad de análisis del estudio de los fenómenos llamados ‘intrapsíquicos’. Estos al condensarse y disolverse; fluyen inevitablemente hacia cambios de estado. Proceso que podría ser equiparable, al fluir de transición y concrescencia, como los expusiese Whitehead, (1956). 

En un momento actual, el yo puede expresar una emocion, pensamiento, y contucta asociada, los cuales toman forma, siendo cada uno de sus dominios, afectado por los demás dominios, doptando valencias específcicas, en puntos particulares de conexión y encuentro, siendo cada valencia reducida una expresión, por cada encuentro; (yo con sí mismo,y o con otros). Como sea que los puntos de encuentros y conexión, no son estables, con cada variación de un punto de referencia, el estado de dichos dominios podría variar. 

La cognoscibidad de los hechos no se define por la concreción de estos, más sí por los ciclos rítmicos, de permutaciones entre los papeles de emisor y receptor. Desde este punto de vista, el campo del encuentro interpersonal, revela su propio conjunto de reglas, más allá de los elementos que en él intervienen, dando orden a procesos de sincronicidad y retroalimentación de mensajes bajo una esfera de coincidencias y combinación de sentidos y realidades, no necesariamente ligados por un nexo causal en una sola dirección, sino creados y sostenidos como sistemas abiertos, reactualizándose en una zona de permanente intercambio comunicativo, no solo de palabras sino de gestos, actitudes, afectos y tendencias a la acción, de parte y parte, en una relación diádica, de suerte que al afectar una parte a la otra, la primera también deviene tocada, por efecto de reciprocidad e información de vuelta. 

Cómo lo menciona Ceruti (1995), hay tantos niveles de comunicación como niveles de consciencia y en cada transacción con entidades avenidas reales, abstracción de objetos y con los otros, fluctuamos de un nivel a otro. Se establece así un proceso activo de verificación, cuando hay aspectos en lo comunicado que se manifiestan disruptivos con lo que cada quien da tácitamente acordado. Si se suma a este fenómeno, el hecho de que no existe una unimodalidad del yo, sino la expresión de múltiples aspectos de una superestructura débil o fuertemente integrada, la emergencia de espacios de encuentro, de afinidad y lucha, se superponen, en un proceso de diálogo abierto para salir a la superficie.

La convicción de lo que somos en lo más íntimo, o séase el autoconcepto, -al igual que la personalidad-; es una configuración permeada por la trasformación y evolución de procesos de cambio, cómo lo da a entender Watzlawick, (1992); no es una entidad adentro, no es interna, ni encapsulada, se haya en comunicación constante. Y en tanto así, podría afirmarse está regada en el contacto con los otros, con el mundo, organizada como una gestalten.

El tipo de relaciones que establecemos, de modo predominante con otros significativos, da cuenta de aquellas ideas que tenemos sobre nosotros mismos, es decir, de la manera como nos auto-valoramos y del auto-concepto. Esto se hace patente en el fenómeno de la colusión, entendida un encuentro de carácter algo redundante, esto es, un patrón en el establecimiento de relaciones interpersonales que se repite, -deseado o no-, con un otro ''significativo'' que con su forma de ser, pensar y sentir, ratifica, es decir, confirma; aquella forma de pensar y sentir -que consciente o inconscientemente-, albergamos sobre nosotros mismos, respecto a lo que creemos ser o esperar de la vida, y de las relaciones con los demás.

La comunicación opera a distintos niveles, y es también transpersonal. Usualmente, el emitir el acto verbal o escrito, se asume como la expresión paradigmática del evento comunicativo, sin embargo, comunicación también es resonancia de significados entrelazados, intencionados de modo coherente, capaces de trasmitir, tanto una intención, a la vez que, la definición de aquello impuesto como algo real, incluyendo la constelación de significados de los cuales emerge la personalidad propia y la de los demás. 

Dado que no es posible; no-comunicarse -ya que toda cosa entendible ha de haberse comunicado antes-; la comunicación es resultante de un flujo de procesos ininterrumpidos y por tanto, en constante ejercicio. Cómo lo señala Watzlawick (1991). Dicho sea, ‘Ser’; es expresar algo, de ahí que la conciencia posea como empuje innato e irreversible; la construcción de conceptos compartidos sobre el «sí mismo», los «otros» y su razón en el mundo, haciendo uso de categorías instaladas de conocimientos, cristalizados en aras de hacer reconocible y predecible la adquisición de nueva información. Para ello, la consciencia se vale del repliegue de sus características en el medio, para revalidar la forma como ha construido su visión del mundo y así, este devenga no solo conocible, sino también manejable. Puede verse como lo planteado, alberga puntos coincidencia con Gergen (2007).

Al ser la comunicación ineludible, en algún momento, se enviarán mensajes disruptivos con el ritmo de la corriente de relacionamiento, cambiando con ello, sus modulaciones de onda., fracturándose la realidad cada vez, para creas nuevas. En estricto sentido, no hay separación de cuerpos, ninguna persona es una membrana impermeable, o una isla con respecto a las demás.

El convencimiento más arraigado, no necesariamente consciente, de aquello que creemos ser, es decir, la constelación de ideas referidas al «sí mismo», y las categorías a partir de las cuales nos definimos, o la forma de autonombrarnos manifestada en los auto-adjetivos, producen un empuje de vibración trasmitida al medio y a los otros, capaz de adelantarse, acallar las palabras dichas, e incluso desmentirlas, comunicando a otros el ‘ser’ que hemos construido. Hay formas de decir, sin haber dicho.

Una considerable parte de la vida mental, está volcada en ratificar definiciones, tanto en contenido como en marco. Lo que construyo en mí, está en relación con lo que despierto en otros. Tú expresas, -no necesariamente de manera intencional- lo que en el fondo crees de ti mismo, y los demás son capaces de captarlo, sea que se den cuanta o no. Hay señales que son del orden de milisegundos, en ese orden de tiempo, no se es consciente que se están emitiendo, tampoco que se están recibiendo, se reconocen a este respecto los aportes de Ekman & Davidson, (1994).

Lo oculto sale a la vista de modo trasparente. Procesamos mucha más información que aquella de la cual se es consciente. En efecto, no toda percepción y su información procesada son necesariamente consciente. Aunado a ello, la personalidad no únicamente implica la forma como nos comportamos hacia otros, sino también, el modo como propiciamos que otros reaccionen, y nos retroalimenten. Es decir, influye en el modo como otros se comportan hacia nosotros. En lo que Safran & Segal (1994) llamarian ‘ciclo interpersonal’. Entendiendose como una especie de coherencia en la recreación de distintos intercambios con las demás personas, en el sentido de que el ‘tinte’ que impregna el prototipo de relaciones interpersonales, no suele se arbitrario. 

Así pues, aquello que llamamos consciencia, no abarca por completo; la operación conjunta y en entramado, de funciones cognitivas, maniobrando coordinadamente. Como se advierte, hay una percepción inconsciente de eventos, al igual que una memoria no-explicita de actos e imágenes registradas, como también una atención capaz de captar estímulos, que a la consciencia pasan desapercibidos. La memoria y la atención, poseen la capacidad de acceder a información y manipularla sin ninguna mediación consciente, además de hacerlo bajo un gobierno en parte autónomo y centralizado, es decir coherentemente.

Esto puede evidenciarse, en la denominada comunicación no verbal, esta es aquella que permite la trasmisión de mensajes de una persona a otra, a través de signos no lingüísticos. Se efectúa por movimientos del cuerpo, sean intencionados o no, que acompañan a la acción del habla, pueden ser gestos, o expresiones faciales, cambios en la postura, forma que adopte la mirada, movimientos de manos o dirección del cuerpo, cómo lo expusiera Davis (1978, 1982).

Estos signos no verbales, usualmente denotan emociones, posición sobre un tema, intención del hablante, interés o desinterés, y otro tipo de información que está entrañablemente ligada al concepto que un hablante tiene sobre sí mismo, de esta manera, se hace posible que; los pensamientos y la visión que alguien alberga sobre sí-mismo, sea comunicada a otros interlocutores. 

De este modo, resulta difícil lograr que los demás se generen una impresión o imagen sobre nosotros, que en principio no creemos. Se trasmite tanta seguridad a otros, como confianza tenga una persona en sí misma. Para un observador experto, es posible discernir la discrepancia entre lo que dice una persona y lo que realmente piensa, observando incongruencias entre el mensaje hablado y las señales del cuerpo simultáneamente emitidas. Controlar lo que se dice, puede ser relativamente fácil, pero sincronizar las palabras, con el movimiento de la mirada, el control de la expresión facial, y la postura del cuerpo, al mismo tiempo, de manera sincronizada, fluida, y coherente resulta en gran manera mucho más difícil.

Aquí se expresa el dilema de que no toda distinción realizada por el observador, es claramente distinguible, o accesible a la conciencia, pese a ser un elemento indicador y revelador de hechos, a la observación misma., llámesele a este tipo de distinción; estructura latente, como así lo expresara Luhmann (1995).

En cada contacto interpersonal, se condensan mayormente ciertos atributos de la personalidad poniendose de manifiesto, no porque previamente esten anclados al psiquismo de cada sujeto, guardados de manera prefabricada esperando salir, sino por efecto del influjo reciproco que da lugar aun campo de percepción compartido entre quienes interactuan, de suerte que lo que sucede en uno de los participantes se comunica al otro, suscitando en este una respuesta de carácter correspondiente, no a nivel necesariamente consciente,de hecho, mayormente, la experiencia compartida de afectos y representaciones permanece a fondo, suceptibles o no, de ser captadas por el juicio reflexivo, aunque sí, en todo caso, despertar pautas automaticas de acciones y emociones, que pueden permanecer igualmente en una dimensión latente. 

Yo en contexto, una derivación metapsicológica

Si albergamos como un hecho posible y además constatado; de que la persona con quien interactuamos hoy, quizás no sea la misma persona con quién interactuemos el día de mañana -(y que de hecho, uno mismo tampoco lo sea)- la comunicación podría abrir innumerables puertas a posibilidades de desarrollo autogeno, entendiéndola como campo facilitador de expresiones hasta el momento desconocidas (Cecchin, 1996). Esto por supuesto implica; mantener en ejercicio una capacidad no declinable de asombro, confianza, optimismo (Rogers C. , 1981c). Lo cual, no por loable, se reconoce, no deja de ser en sumo grado difícil. La comunicación es un canal abierto, no define hechos de realidad, carece de una propiedad intrínseca que sea independiente del contexto en el que se lleva a cabo, hay circunstancias y eventos que la influyen, por tanto no tiene poder real para fijar de modo inalterable, la persona o el ser de alguien.

En términos de una teoría de campo, ningún pensamiento o conducta, se emite aisladamente. Conducta y pensamiento, -en tanto que partícipes de una estructura que los ordena-; se hayan persistentemente unos en relación con otros-. Visto así, -y esto léase con el mayor rigor-; No es posible establecer; No-relaciones. Cada cosa es, surge, se recrea y opera en un contexto, por consiguiente, ningún hecho al ser escrutado, puede ser separado o desligado de otros en su ulterior análisis. En efecto, vislumbramos sus porqués (el porqué de un hecho), en el examen del contexto de relaciones del cuál emerge. Todo es en contexto, o lo que es lo mismo; en relación (Watzlawick, 1995b).

Dicho sea en otras palabras, ninguna cosa es explicable en sí y por sí misma, salvo en la medida en que se indaga por el tipo relaciones que estable y a las cuáles; de manera simultánea, se haya a su vez, sometida (Villalobos, Díaz, Ruiz, & Paz, 2012). 

En definitiva, todo comportamiento cumple una función. Entender la lógica de la función a la cuál sirve, dispone de alternativas vías de análisis. Comprendiendo también, que la función no se agota en sí, como un porqué último, toda vez que se haya sujeta a otras leyes de orden superior que dieron lugar a su aparición.

Yo en relación y cambio

El cambio no comienza por otros, se da a la luz de nuevas comprensiones surgidas en el ámbito de nuevos contextos. 

Desde este punto de vista, la atención dirigida a la actuación de otros, su apreciación y juicio, opera como distractor, y cuanto tal, más que propiciar cambios, en últimas no modifica nada. En este sentido, la resolución de los conflictos, ha de plantearse en el plano de lo autorreferido de forma consciente, examinando ¿Qué percepción tengo del otro?, ¿qué significa ésta persona para mí o éste acto para mí, cómo me veo a los ojos de esta situación, con qué identidad devengo en ella, o de qué forma me está definiendo ésta circunstancia? Y de modo compaginado, es preciso clarificar con diligencia, cuál es el móvil de las propias acciones, qué impulsa a llevarlas a cabo. Visto así, el cada contacto interpersonal, establece un contexto propicio al proceso de aprendizaje de aquellos mecanismos y su a vez; móviles, que guían la construcción interactiva de la auto-persona en relación con otros. Se ha de realizar un cambio de foco en la perspectiva, y giro de significado. La pregunta a la que ha de invitar cualquier hecho, al estilo de la reflexión, expuesto por (Lyotard, 1989), es; ¿Qué significa este hecho para mí?, y qué se aviene como yo en relación a él.

En su lugar, es preciso indagar cómo entra en funcionamiento la auto-construcción del 'sí mismo' en relación, no con actos específicos de otros -vistos en términos de particulares-, sino con cualesquier acto en general aunado a un marco global de categorías del entendimiento propio

Más claramente, téngase a bien menester, examinar; qué auto-concepto, está entrelazado significativamente a aquellos actos que afecten el propio estado emocional, cuya percepción y representación personal, están ligadas usualmente, a por lo menos, con un paradigma, sea este explicito, o desconocido al pensamiento, acerca de cómo son las cosas, el orden que estas deben tener, además de definir las cualidades o atributos que a modo inalienable soportan la estructura de la auto-persona, sus posibilidades, capacidades, su lugar, y potencial, usualmente acartonado en estrechos marcos limitantes o facilitadores, según sea la expectativa, experiencias previas o tipo del modo configurado de relaciones tempranas. Planteamiento colindante en ciertos aspectos con la apuesta postracionaista de (Vittorio F. & Giovanni, 2006).

Suele ser de dominio común, una superestructura ideatoria arraigada en la psiquis, que parte como constante, acerca de lo que puede ser o no; posible, que incluye la definición y establecimiento de parámetros (usualmente rígidos) acerca de lo que es viable y de lo que no, Esta supra-creencia, hace parte del soporte arquitectónico que modela las formas, reglas y contenidos del pensamiento. 

De modo que, el pensamiento es un proceso acartonado por estrategias heurísticas de ahorro cognitivo, que si bien alivianan el esfuerzo de hacer frente a la exigencia -inexorable- de toma de decisiones en un contexto de incertidumbre, limitan la expresión de la potencialidad creativa, o de la emergencia de nuevas ideas, lo cual está ligado a la automatización de conductas repetitivas y autoreforzantes, pese a sus reiterados fracasos en lograr aquel objetivo a por el cual fueron creadas. 

Una considerable parte del conocimiento aprendido radica en aceptar y sujetar al ‘sí mismo’ en la construcción no vista como construcción de un mundo de cosas estables e impuestas de numerosas sentencias de lo que se puede y no se puede hacer, lograr, o conocer. Así pues, no vivimos en un mundo de posibilidad absoluta sino en el mundo de aquellas cosas que creemos son posibles. Esto se manifiesta en que los acontecimientos vividos que recrean los eventos que pintan como un lienzo la consciencia, son precisamente -salvo en contadas y raras ocasiones-, aquello que de una u otra forma, confirman; la creencia muy anclada en estratos profundos de la propia consciencia; lo que creemos es posible. Dicho esto, no sería un exabrupto ni siquiera una tenue exageración, afirmar que en gran parte, el concepto que albergamos de nosotros mismos, esto es -la idea de quién o qué somos- está íntimamente ligado a los imposibles o si se quiere, los inalcanzables. 

Enfoque de la potencia, marco de derivaciones

La comprensión de los fenómenos psicológicos entre ellos, la psicopatía, tal como ya lo expusiera Habermas (1985) se haya situada en el campo performativo de la elaboración interpretativa y constructiva, campo que se haya cercado por nociones y conceptos que demarcan los hechos. No al descubrirlos en un afuera objetivo y trascendental a la vista del observador, sino al construirlos, delimitando su forma y posibles significados anclados. No en el sentido de ser propiedades del objeto, sino como manufactura no reconocida por el mismo sujeto creador del objeto que dice reconocerlo en un afuera a parte y distinto de él (von Glasersfeld, 1995; Segal, 1994). 

En esto consisten las ciencias humanas, en la capacidad ingeniosa de elaborar un objeto de estudio, y ratificar su realidad, requiriendo desconocer o aceptar solo en parte, la participación creadora del sujeto en la fabricación de dicho objeto. Si esto es cierto en cuanto a la epistemología de las ciencias sociales, también aplicable al estudio del yo. Al igual que lo destaca Fruggeri, (1996) la observación y la descripción no definen hechos constitutivos del mundo, ni dan pie al establecimiento de marcos universales, se entienden como procesos interactivos de construcciones de significados, salientes en relación. Lo cual hace un llamado al reconocimiento de un alcance parcial de objetividad, que obliga ponerla entre paréntesis, lo que en otras palabras, Maturana Romesín (1997) denomina ‘objetividad constitutiva’ toda vez que su alcance es restringido por las propiedades cognitivas del observador. 

Hacia una metafísica comprensiva de la Totipotencialidad del yo

El <sí mismo> en tanto sistema emergente, posee como característica de su morfogénesis, el crecimiento y expansión de funciones de simples a complejas, de acuerdo con reglas capaces de evolucionar igualmente. Por otra parte, pareciera que el <sí mismo> evoluciona a formas complejas sin mediar directriz alguna más que por su sola biología y permisividad del ambiente. Este comportamiento emergente y autoorganizado, no posee un patrón auto organizativo definible, a no ser aquel basado en la construcción de modelos de interacción dinámica descentralizada, entre el yo incipiente y los otros. Sorprende, que no habiendo dirección o coordinación por parte de ningún ente, o regente que preservara el orden, de diferenciación e integración de funciones cognoscitivas, estas sin control de mando, complejizaran sus propiedades de manera innata. 

Conviene aquí señalar, el papel indispensable que cumple la retroalimentación proporcionada por la comunicación, en el desarrollo del yo, -cómo ya se ha destacado antes- no siendo tal desarrollo, de carácter unidirigido, sino colectivamente soportado en el contacto con otros, se admite por consiguiente, el hecho de que ocurren, -en cada momento- cambios a nivel global de su configuración propiciados la percepción de cada otro significante, participe de su entorno. 

Ahora bien, <el sí mismo> que sin una directriz, se convierte en un sistema con un mayor nivel de inteligencia, y complejidad, y que se auto organiza por sí, ha de ser movido por alguna fuerza invisible, y no aislada, que lleve tal proceso a cabo. Una fuerza por así decirlo, transfenoménica, en un sentido parecido al empleado por Sander en (Kohler, Koffka, & Sander, 1969), oculta tras la pantalla fenoménica del mundo, que pese a ser coexistente a este, no es dada a la consciencia fragmentada, y por tanto divorciada con el ‘todo’. 

Esta fuerza transfenoménica que de modo vitalista, es capaz de otorgar las propiedades de interconexión e interdependencia del yo enlazado a otros; no puntual, y por tanto, no localizada, operaría variables ocultas. Dicho de otra manera, si no es posible observarla, es porque solo alberga existencia al nivel de la información sin ningún componente de materia. Conformada por una red de información que no posee un componente tangible, se escapa a cualquier parámetro de medición. 

Desde este punto de vista, cada yo en su genealogía y proceso de desarrollo, -aun visto de manera individualizada como unidad simple-, en ningún tiempo; se haya aislado de otros, y ello es así, por cuanto evidentemente, ningún yo en su formación, es autosuficiente. Lo cual obliga aceptar, que aún incomunicado por la distancia con otros yoes, ha de seguir estando en algún punto interconectado con estos, en algún nivel sutil inobservable, de modo que la separatividad yo-otros viene a ser un mito y es tan solo aparente, aun nivel trascendente de existencia.

El carácter de entrelazamiento entre el yo propio y los yoes de otros, a un nivel subrepticio, no se entienda como que junta en red; distintas entidades particularizadas, no regido por leyes espacio temporales físicas, por cuanto no admite distancias, ni distintos tiempos, configurando en el <sí mismo> las distintas manifestaciones yoicas, como condensaciones de estados vibratorios no definidos, condensados únicamente al emerger en el mundo de las formas y sensaciones. Sin embargo, dado que el campo de existencia entrelazado no pierde vigencia, cada yo en un cuerpo físico, constata su correlativo doble no definido, que, en tanto no regido por variable de tiempo, es partícipe de toda potencialidad actualizante, en cada momento renovada de las propiedades emergentes del <sí mismo> compartido por todo yo como conciencia extendida o ampliada que es a su vez totalidad vivenciable, no determinada, e infinitamente dotada de un sinfín de combinaciones posibles, todas ellas potenciales. Desde este punto de vista, el yo posee de suyo, aspectos hipotéticos o conjeturables de definición conformacional susceptibles de transformase y adoptar nuevas formas.

Cada contacto interpersonal es mutuamente perturbable para sus copartícipes, propiciando el hacer figura, de ciertas tendencias de actuación, caracteres atribuibles a una personalidad, emociones y pensamientos, y poner en el fondo otros mismos aspectos. No obstante, permanece subyacente un espacio compartido, transfenoménico e inobservable de no sustantividad de realidades únicas, o si se quiere; un mundo indefinible de potenciales infinitos de desarrollo. 

Visto así, cada yo es, y a la vez no es. Pues por una parte, escapa del horizonte observable; el estado no estacionario de multirealidades indiferenciadas potencialmente inagotables en la riqueza de su expresiones, y por otro, se aviene a la percepción, la condensación de personalidades consistentes, y atributos fijos predecibles de los otros en contacto con el propio yo. Sin embargo, no se entiendan ambos estados como campos de dominios absolutamente separados o demarcados. Fenómenos como la sincronicidad de respuestas, coincidencias significativas, revelaciones intuitivas de hechos sin mediación de una percepción directa, hallazgos de soluciones y respuestas a problemas a través del sueño, dan cuenta de la unicidad y totalidad de una especie de psique compartida entre yo y los otros, que no guarda relación de ser con el ego limitado a actuar bajo las reglas de un mundo externo separado de él. 

Cada yo que el <sí mismo> exterioriza al mundo fenoménico es una personificación que adopta formas preferentes de tendencias, que por el hecho de adolecer de un núcleo íntimo, inalterable y estático que fije permanentemente una única configuración, sufre transformaciones. Cada contacto interpersonal es la oportunidad para actualizar ciertas tendencias de comportamiento y complejos afecto-pensamientos que se hacen figura, oscureciendo lo que serían otros aspectos de la personalidad no manifestados, pero aun así latentes. Aquellas tendencias de actuación, representación y afectos que sean concordantes, o complementarios, entre uno y otro participante, se superpondrán aumentando su amplitud y zona armónica de encuentro. 

Por otra parte, la comunicación no escapa a procesos de interferencia en donde la definición de la relación discrepa entre una y otra persona. En contacto la persona deviene determinada con una personalidad adjunta, y un yo con caracteres más o menos definidos, según realce, amplificación que en la interacción, se haga de los mismos. Sin embargo, dado que este yo emerge en el contacto, así también se disuelve –al dar paso a distinto cúmulo de experiencias con otros también significativos-, permaneciendo su doble totipotencial en una dimensión que se superpone con aquel campo de interacción con el otro. De lo expuesto, se deduce que las identidades yoicas que del <sí mismo> proliferan en una persona, se superponen, siendo una observable más que las otras, a los ojos de quien esté observando.  

Por otra parte, por cuanto, se evidencia que el <sí mismo> posee un  empuje a la actualización, progresión y complejización sin ningún esfuerzo consciente o deliberado,; moraría una dimensión existencial más allá del alcance de la consciencia ordinaria, Dimensión que alberga el conjunto de todo potencial posible de imágenes, pensamientos, símbolos, emociones, tendencias a la acción, comunes, en tanto reservorio a todo yo, Estas constelaciones pueblan los contenidos el <sí mismo>, de un modo descondensado, y sin adoptar valencias o formas propiamente dichas. Como patrimonio compartido, hacen parte de una memoria transmitida por herencia, a cada yo en desarrollo, que podría coincidir con lo que Jung, (1979) difinió como ‘inconsciente colectivo’. 

Esta dimensión donde habitaria el <sí mismo>, contendría los medios para la plena y máxima realización de este. En tanto que el estado de multirealidad inconcluso en definición, inespecífico, y sin formas, no regido por leyes físicas, entrelazaria el yo de cada persona con el yo de las demás permitiendo la trasmisión de contenidos psíquicos a un tiempo cero o instantaneo, al igual que informacion sobre hechos, o acontecimientos distantes de los cuales a nivel consciente, no se alberga representación de los mismos.

El yo interactua con el conjunto total de yoes, de manera continua e interrumpida aún nivel no consciente, afectando a otros y siendo afectado igualmente de modo instantaneo, sin consideración de distancias. En el mundo fenoménico, pese a que la persona aparece físicamente localizada en un punto concreto del espaco tiempo, y definida por una personalidad; según la localización del observador y su personalidad asociada, estos puntos de fijación variarán y adquirirán valores relativos. Ya Locke (1974) planteaba la existencia de cualidades coexistentes en las cosas, cuyos moldes de estas, elaborados por ideas simples, resultaban necesariamente incompletos, dado el carácter alterable e inconstante de las cualidades de los cuerpos. Requeriendo, ser objetivadas por significaciones múltiples y profusas, tan numerosas como aspectos potenciales suceptibles de ser observados o percibidos, por ejemplo, en una mism persona. 

No habiendo un punto de referencia anclado estaticamente en el universo que referencie valores absolutos; el yo propio y de otros, irrumpirán en escena en todo tiempo y espacio, primeramente imposibles de ser objetivizados, esto es; en últimas indeterminados. No habria un márco de referencialidad incondicional e inalterable de definición precisa que limite y puntualice perennemente al yo, sino exclusivamente relaciones de indeterminación albergadoras de momentos posibles y transitorios, que condensan y disuelven la realidad y cada evento en ella que podemos percibir   

Al ser el yo un factor (a), fijado por factores (b) dependientes de otros factores (c), quienes a su vez, son por igual, dependientes de otros factores, entre estos, el factor (a), el efecto se convierte en promotor de su propia causa, no mediando criterio temporal del antes ni del despúes. Esta relación circular, o proceso de ida y vuelta, explica el hecho, de que cada consolidación de un estado aparentemente estacionario como por ejemplo, el rasgo de personalidad en un yo, prorumpa propagando consecuencias a sus alrededores cercanos y distantes, afectando el total conjunto de yoes, conmoviendo así, el universo del <sí mismo> y todas sus constelaciones de significados potenciales, cuyas propiedades emergentes devienen ahora en una relación compleja. Un yo ratificado por otros, con un sumo grado de condensación cuyos atributos pesen enormemente como reales, claramente definibles y demarcados, dará lugar a efectos abruptos, imprevisibles, indecisos y ambiguos en otras facetas expresables del yo tanto propio como de otros, y esto por correspondencia. El <sí mismo> contiene dentro el universo entero, como representación microcósmica de este. 

Similitudes y contrastes con otros modelos

Modelo cognitivo

El modelo psicoterapéutico aquí propuesto, comparte con la REBT, el interés por un abordaje experimental de la terapia dirigido al cambio tanto conductual como emocional, entendiendo que el esclarecimiento de las significaciones construidas por la persona, -creencias (B) en términos de Ellis (1999ª, 1990); (Ellis & Abrahms, 1980) son un punto de anclaje clave para dar lugar a tales cambios, enfatizando el aquí y el ahora, como parte del contexto próximo y de acceso inmediato para dar lugar a manejos directivos, según lo demande el proceso. De igual manera, es compartida la pregunta por la eficacia en la obtención de resultados y el uso de la modificación del plan de intervención, según se revele necesario. 

El modelo, también coincide con ciertos postulados de la terapia cognitiva propuesta por Beck y colaboradores (1983, 1995) por ejemplo, se admite la existencia de un procesamiento cognitivo de la información, que posee un contenido idiosincrático para cada persona, esta es una activa intérprete de sus vivencias, que elabora representaciones concerniente a sí misma, los otros y el mundo., Representaciones que no son el producto de un registro pasivo de datos, sino un proceso de alta abstracción, selectivo, valorativo, establecedor de categorías y de esquematización de datos. Proceso además, que es susceptible de disfuncionalidad y dar así, productos distorsionados. Líneas subsiguientes con un mayor acercamiento a la terapia de esquema de Young & Klosko (2001); (Young, Klosko, & Weishaar, 2013)
 
No obstante, la principal diferencia entre la propuesta cognitiva y el modelo aquí presentado, es que este último no asume la existencia de una realidad objetiva, más allá de aquella que el sujeto crea y construye, a la cual haya que ajustarse para ser saludable. 

Una premisa básica del presente enfoque de la potencia, es el papel esencial que juega el papel creador del lenguaje, puesto que la interacción interpersonal es la puesta en escena de juegos de afectaciones reciprocas operando en redes, co-construidas en base a las significaciones que las personas le otorgan a sus experiencias. Las personas comparten relatos o narrativas que son las que a manera de hilos, tejen y configuran el drama de todas sus experiencias, así pues, éstas cobran significación solo si son comprendidas como tramas o guiones que nacen, toman fuerza, y se disuelven en sistemas lingüísticos. No hay mediadores cognitivos, sean perceptivos, atencionales o de otra índole, entre el sujeto y sus experiencias. Existen únicamente procesos de atribución de significados que encadenándose unos a otros, formando cadenas de innumerables series, entretejen el contenido de la realidad, como formación flotante, presta a adoptar innumerables formas, lo que en (Watzlawick, 1992) se denomina ‘realidad de segundo orden’. A diferencia del modelo cognitivo, aquí no se propugna una adaptación a la realidad cómo única y exacta, sino más bien el descubrimiento de dimensiones ampliadas de significados no vislumbrados que construyan nuevos existenciales (Watzlawick, 1980; Wainstein, 1999).

Modelo de relaciones objetales

En línea con las contribuciones de Kernberg (1993) a la teoría de las relaciones objetales. El modelo metapsicológico aquí propuesto, comparte el postulado de que el tipo de relaciones y vínculos, establecidos entre el infante y personas significativas para él, llegan a internalizarse en el psiquismo, de un yo en desarrollo. En un principio este haya ‘fusionado con las figuras de soporte, indiferenciado en lo que podría decirse es; un todo yo conjunto con el otro, que en la medida de su desarrollo, despertará un sentido de autorepresentación, desligado del otro-soporte, concistente en un conjunto de autoimágenes e imágenes de otros, con cierta valencia o carga afectiva aunada. Autoimágenes que implican el aprendizaje de acciones traducidas en papeles complementarios en la relación diadica. El infante se identifica con roles interpretativos, una vez estos se han introyectado haciendo parte el contenido yoico. Una vez, aumentan los registros de huellas mnémicas de series de introyecciones e identificaciones, el yo crece con ellas, subsumiendolas en concepto integrado de sí mismo o autoconcepto. 

Ahora bien, conviene aquí señalar, que el proceso de llevar a cabo la sistesis de introyecciones y de identificaciones, en una organización de autoimagen coherente, no define por sí, ni consolida una estructura, y es este, precisamente el mayor punto de desencuentro con el modelo psicodinámio del desarrollo de la personalidad y su aplicación en el abordaje cinico de la patología. Entendiendose por estructura, una construcción estable y fija, forjada y sustentada por la disposición y relación entre elementos resistentes y duraderos. 

Las identificaciones si bien son roles que se internalizan, dando lugar a la sintesis de un concepto globalizante del yo, es de resaltar, que no porque el yo, presente tendencias de actuación, patrones de afectos y cogniciones, se constituya en una unidad aislada de realidad al margen del mundo de significaciones que le dieron lugar, como siendo cosa independiente y arraigada bajo un sustento objetivo, que una vez derivada, se ancla estáticamente al mundo. 

A efecto dialéctico, a la luz del presente enfoque, el yo es visto inmerso en constelacioness de significados co-construidos por influjos intepersonales con otros, emergiendo en campos de continuums interactivos de intercambios recíprocos, cómo lo apunta Yontef, (2005). En los cuales, los atributos del yo toman formas contingentes e interdependientes, según su relación con los atributos de otros. Aquello, llamado realidad intrapsiquica, surge del proceso de comunicación con otros, no desligandose de dicho proceso, no hay lugar a una conceptualización de lo propiamente intrapsiquico. Así pues, el dominio de la experiencia ánimica, pertenece al domino de todos los posibles valores de intercambio comunicativo suceptibles de acontecer en el campo de la relación. Desde este punto de vista, el yo no puede; no devenir siempre en proceso, y cada intento de atraparlo en un significante que lo denote por completo, requerirá del uso de otros,y estos de otros más, hasta que el crecimiento de la cadena de significantes que lo definen se extienda hasta el infinito.   

Modelo conductual 

El principio que subyace a toda técnica, mecanismo, o forma de solucionar los problemas es; que el motor del cambio sea el mismo cambio. La mirada que el presente texto plantea, es un enfoque práctico orientado a la solución de problemas. 

Por lo general, se admite en concordancia con modelos conductuales (Ulrich , Stachnik, & Mabry, 1972; Kazdin, 1996), que reconocer la modalidad de funcionamiento de nuestras conductas, a saber, cuándo se emiten, antecedentes a la emisión, el para qué se emiten, puede ser útil para ejercer un mayor control sobre ellas, sea para modificarlas o elicitarlas bajo el control de la voluntad, dirigida a lograr un objetivo. Así pues, si reconocemos en el acto, el comportamiento que estamos emitiendo en una situación dada y específica, podemos más fácilmente, modularlo, bajar o aumentar su frecuencia. Lo dicho hasta aquí, pareciera dar a entender una completa correspondencia entre el enfoque de la potencia con la mirada de una psicología conductista. Siendo la búsqueda pragmática de soluciones otro punto bastante en común.

Ahora bien, con todo y eso, aquí el comportamiento es concebido en términos emocional y representacionalmente situados, no porque sea consecuencia, o subproducto del pensamiento ni de la emoción, sino porque se concibe como expresión puesta en relación con estos, y con la persona misma que lo lleva a cabo. Relación de orden inteligente obediente a las mismas reglas de la organización perceptiva, dotada de plenos significados que tejen las diadas transitivas, de intercambio, y retroalimentación; yo-mundo, yo-otros. Ya Kofka, planteaba la sujeción del pensamiento a las leyes de la pregnancia, y Wertheimer exponía cómo, por ejemplo, el pensamiento productivo, operaba procesos de restructuración de la figura, (Katz, 1961).

De manera qué, toda conducta se emite situada en un campo de interacciones, conectado o interrelacionada con otras conductas propias o ajenas, y en este último caso, mediada también se haya por la visión, impacto, correspondencia, con emociones, pensamientos y a su vez, conductas de otros, en el marco de influjos interpersonales no linealmente trazados en un único sentido, sino en círculos, evolucionado ciclos espirales, de reciprocidad mutua de respuestas. 

De dicho proceso de comunicación emerge como resultante un sistema complejo de autooganización capaz de aprender reglas detectando patrones de sucesivos intercambios -desde la más temprana edad-, y toda la historia de ellos, almacenándolos en empaques no únicamente semánticos restringidos a la interpretación de signos lingüísticos, sino también afectivos, emocionales, y tendencia asociada a la acción, que aquí se ha denominado <sí mismo>, Integrado por dichos empaques o nodos de información, fluctúa enviando y recibiendo mensajes, entre entes conscientes capaces de apercibir su propio estado de existencia. Esta característica transitiva del <sí mismo>, le otorga una propiedad descentralizada, en tanto así, no puede ser concebida como una estructura localizada inscrita en un mundo propiamente intrapsíquico, independiente de la relación construida con otros. Este constructo de <sí mismo> Permite comprender fenómenos como resonancia, simetría, reciprocidad y espacio intersubjetivo, en relación al yo en comunicación otros.  

Ahora bien, el <sí mismo> como cualquier sistema está basado en reglas, -que lejos de fijarlo como estructura dura e inamovible, encadenada a su pasado-, dan luces para comprender los procesos de génesis, crecimiento y desarrollo complejo de potencialidades, de cambio terapéutico, remisión de síntomas. De entre algunas de ellas, pueden mencionarse; primero; el principio de que el <sí mismo> no es un sistema estático, su característica distinguible es una corriente de movimiento, el cual es necesario para, irónicamente preservar su forma, -una ironía por cierto- porque la entropía por cualidad de su fuerza; degenera los cuerpos produciendo por defecto su variación. Segundo: el <sí mismo> en tanto sistema, posee la capacidad de aprender reglas, de no ser así, situado en un mundo en constate cambio, perecería si siempre actuara de la misma forma. Pues condiciones ambientales nuevas traen aparejado nuevas exigencias, y estas; demandan nuevos repertorios de respuestas. Tercero: de entre todo el conjunto posible de reglas por aprender, no habrá una, cuya sentencia sea: No aprender más reglas. No existe la posibilidad de que un sistema determine: no aprender reglas, toda vez que no es posible, aprender a no aprender. A la luz de esto, entonces, cómo es posible concebir al yo como estructura caracterológica sin cambio. 

La psicoterapia desde el punto de vista de un pragmatista

Habiendo expuesto, puntos de coincidencia y de divergencia con distintos modelos, se desprende que el presente texto aboga por una concepción o enfoque eclético de terapia. Cuyo supuesto invita a hacer uso de los propios recursos y de los recueros del ambiente, y de ser necesario, cambiar de ambiente. Aquí se plantea que cuando un cliente tiene un problema y busca ayuda para solucionarlo, su primera necesidad es solucionar el problema, ello implica reconocer con una honestidad ética, cuando y en qué momento un profesional hace parte, no de la solución sino del problema. Si el proceso de desligue  

Los clientes antes que comprensión; buscan una solución, es esa su primera necesidad. Es por esa razón que buscan una consulta a un especialista.  A veces, las explicaciones no son suficientes, no siempre dan respuestas y aun dando respuestas, estas, no necesariamente, son las respuestas que se quiere, o aquellas que llevan al resultado que se espera. Quizás, el lector estará de acuerdo en que este sería un punto mucho más interesante: encontrar un punto de éxito, hallar un punto de logros, atinar en un punto que mira las consecuencias, ve hacia a delante, un punto de hechos, de resultados, y en línea con el pensamiento pragmatista, hacer una vuelta al estilo de William (1984); de los orígenes a las consecuencias, reconociendo que aquello cierto, verdadero y evidente no es propiedad adjunta y putativa de un concepto o cosa en sí, sino una armoniosa correspondencia temporal entre un presupuesto y la efectividad derivada de la aplicación del mismo (James, 236). Porque ciertamente, que utilidad representa, repasar lo ya sucedió, cuando se deja de lado, el repaso, la ampliación y equipamiento de nuevas actuaciones frente a lo que ya sucedió, precisamente para no volverlo a repetir.

El enfoque de la Potencia, planteado aquí; relega a un segundo, y quizás; último lugar; el principio de búsqueda infinita de sentido, no mira al pasado, no viaja en el tiempo para buscar traumas, o el “origen” de los problemas, en cambio, se propone abrir puertas a posibilidades inexploradas identificando las necesidades vitales de cada persona. 

Hay consecuencias de causas que aumentan los efectos de esta última, y luego es difícil definir qué fue primero. Como han expuesto Watzlawick & Ceberio (2006), el entrelazamiento complejo y en una dimensión atemporal de hechos conectados entre sí, hace difícil suponer una relación causa efecto única y dirigida en un solo sentido, lineal y continuo.

Aquí se pone en abierta cuestión; la utilidad de la búsqueda de un supuesto ‘origen’, una ‘esencia’, o ‘causa absoluta’ e inmanente, que reificando la realidad de un constructo anclado a la persona, sobrecosifica nociones, prejuicios, expectativas y actitudes del psicoterapeuta, con un aura de férrea certeza, referidas a graves daños del pasado, y estructuras deficientes imposibles de ser modificadas, lo cual, aunado al establecimiento de pronósticos, prediciendo sucesos calamitosos, o desenlace infructuoso, de hecho lo propicia. Siendo cada acto del paciente <una prueba> confirmatoria más. Lo cual no únicamente hace factible el no dar con soluciones afectivas, sino que lleva consigo cierto potencial iatrogénico, abordado por (Watzlawick & Nardone, 2000). Hecho agravante en sí mismo, y perjudicial para un cliente, que deposita su confianza en alguien que amparado en un semblante de autoridad, se erige, como “el experto”. El punto expuesto en las anteriores líneas, obliga contrariar ciertas tesis estructuralista de la denomina relaciones objétales.

El presente enfoque; toma como objeto de cambio: La actuación. Poniendo en comillas "la importancia de los factores intrínsecos", toda vez que priman los efectos sobre las causas. La persona, -el cliente- espera una o varias opciones de solución a un problema, indagar por las causas del problema, no necesariamente conduce a la solución del mismo, como tampoco abre de modo certero puertas de salida. 

Los por qué, la indagación de causas, la búsqueda de razones, la búsqueda de motivos sin fin, no solo puede llegar a ser ineficaz, sino de hecho, contraproducente. Aquí, los por qué; están sobrevalorados, la búsqueda de un por qué, de muchos por qué, incontables tal vez, es una búsqueda sobrestimada, dando lugar a comprensiones profundas, y a la vez inoperantes (Ellis, 1999). A este respecto son de especial interés las contribuciones de teóricos de la comunicación como Watzlawick (1995c).

En términos de Watzlawick (1982) pueden definirse distintos niveles de cambio. Nivel 1: son intentos de solución, simples o complejamente elaborados, que terminan siendo aliados del problema que intentan solucionar. El nivel 2 son intentos de solución cuya vida útil concluye simultáneamente con la vida del problema, disolviéndose, tanto la necesidad de una solución, como la exigencia del problema. 

En el nivel de cambio 1 se constata, que una variación en el proceso, no necesariamente afecta la invariancia en el resultado. Es el típico caso de hacer lo mismo con distintas formas, o en distintas formas hacer lo mismo.

Cuando de resolver problemas se trata; en el nivel de cambio 1 mientras más cambian las cosas, más permanecen siendo las mismas. Así, la Solución Intentada, se convierte en un segundo problema aunado al primero. Con el agravante, de que, no solo, no soluciona este, sino que, vigorizándolo, incluso lo perpetúa, creando con ello, un nuevo problema en sí mismo. Mientras que en el nivel de cambio 2 cambian las reglas conformadoras de la estructura de la problemática, y con ello, su configuración, haciendo que, lo que parecía ser un problema, deje de percibirse como tal, no por la acción de negarlo, -hacer de cuenta que no existe un problema- sino, cambiando el marco de percepción a través del cual se miraba. Elaborando así, oportunidades y posibilidades donde antes, solo había caos (Watzlawick & Ceberio, 2006). 

Visto así, el problema no lo constituyen las cosas en sí, sino el lente a través del cual se miran. De esta manera, pueden darse soluciones acertadas a problemas equivocados, y soluciones muy equivocadas a los problemas correctos.

Buscar la “estructura causante” puede conllevar como efecto iatrogénico, encajonar al cliente, en un mundo todo-problema. En otras palabras, atribuir causas absolutas a estructuras inalterables, solidas, y no sujetas al cambio, produce un efecto atrapamiento en el mundo del problema. Esto es, un todo yo problema.  

Luego entonces, el problema se articula de modo inalienable al sujeto, este es definido y ubicado en el espacio del problema, y no como se esperaría, en el espacio de las soluciones. Por esta razón, no es extraño que los problemas aumenten o se agraven, bajo el semblante de una solución que no es solución realmente.
 
Quizás convenga pensar las soluciones a los problemas, en términos de método y no en términos de problemas. También, quizás no convenga; convertir los términos definitorios del problema, en problemas de definición de términos. Dado que los problemas reales; no suelen problemas semánticos, sino, problemas de carácter práctico, quizás convenga entonces, pensar los problemas en términos de soluciones prácticas.  

En ocasiones, el céntrense tanto en encontrar la raíz del problema puede hacer perder de vista la búsqueda de encontrar factores de solución. Una persona puede ser experta en describir problemáticas, en enumerar causas, en puntualizar la ‘raíces’, atribuir ‘orígenes’ y en cambio, no ofrecer ningún punto de anclaje que lleve a un camino de solución o a proponer alternativas, medidas, métodos, procedimientos, herramientas, o sea, todo aquello que podría ser útil para salir del problema.  

El profesional clínico ha de establecer prioridades y tener en cuenta los efectos de su terapéutica, leerlos, no obviarlos, establecer criterios de evaluación de los mismos, en términos de tiempo, en términos de recursos disponibles, en términos de esfuerzo empleado etc. Reconociendo que lo que funciona para unos, no necesariamente funciona para otros, y en este sentido, los principios no son absolutos.

-Hallar qué se necesita para salir del problema-. Ese es un problema real, un problema de la realidad. ¿Es la causa real de un problema igualmente existente en simultaneo; con el problema?, ¿la causa está allí?, ¿la causa está escondida; esperando ser descubierta, y rescatada del fondo de lo inconsciente? Una atribución de causa incorrecta, no únicamente no soluciona un problema, generalmente trae aunado un gasto infructuoso de recursos, tiempo, y dinero. Entonces, no se soluciona un problema, sino que su lugar, se das pie a la emergencia de otro. 

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