REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  Resignificación cultural en migrantes otomíes de guadalajara
Resignificación cultural en migrantes otomíes de guadalajara
 
 
 

Angie Lorena González Luque

 

   

 

Corporación Universitaria Iberoamericana / Colombia

 


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Angie Lorena González Luque. Estudiante de noveno semestre de psicología de la Corporación Universitaria Iberoamericana, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Bogotá, Colombia. Correo electrónico: agonza54@iberoamericana.edu.co
 
 
  
Recibido: 11 de Junio de 2020
Aprobado: 30 de Junio de 2020 
 
 
Referencia Recomendada:  González, A. (2020). Resignificación cultural en migrantes Otomíes de Guadalajara. Revista de Psicología GEPU, 11 (1), 124-132.
 
Resumen: Este artículo está basado en la revisión teórica de diferentes artículos sobre la resignificacion cultural en migrantes Otomíes de Guadalajara. Dado a esto es importante conocer cómo se realiza el proceso de resignificacion cultural en los otomíes provenientes de la comunidad de Santiago Mexquititlán que tienen que dejar su comunidad y migrar a las grandes ciudades en busca de una mejor vida. Este artículo expone diferentes contextos como; ámbito doméstico, la cuidad, Plaza Tapatía y las instituciones, en los que la comunidad Santiago Mexquititlán suele relacionarse en los últimos tiempos. Donde se logró determinar que los otomíes no dejan de lado su identidad ni sus raíces a pesar de que tiene que generar una significación y una resignificacion por lo cual que es importante recalcar que la Ciudad de alguna u otra manera les permite brindar espacios con el fin que la comunidad indígena siga generando esos procesos de pertenencia y reforzando sus patrones culturales.

Palabras clave: Resignificación, Cultura, Otomíes, Ciudad.

Abstract:This article is based on the theoretical review of different articles on cultural resignification in Otomi migrants from Guadalajara. Given this, it is important to know how the process of cultural resignification is carried out in the Otomi from the community of Santiago Mexquititlán who have to leave their community and migrate to the big cities in search of a better life. This article exposes different contexts such as; domestic sphere, the city, Plaza Tapatia and the institutions, in which the Santiago Mexquititlán community tends to interact in recent times. Where it was possible to determine that the Otomi do not leave aside their identity or their roots despite the fact that it has to generate a meaning and a resignification for which it is important to emphasize that the City in one way or another allows them to provide spaces for the purpose that the indigenous community continue generating these processes of belonging and reinforcing their cultural patterns.

Key Words: Resignification, Culture, Otomíes, City
 
La resignificacion cultural en migrantes otomíes de Guadalajara
 
La resignificacion cultural es un tema que se ha ido abarcando de manera sorprendente en los últimos tiempos, son cada vez más los estudios sobre los cambios que enfrentan las sociedades, enfocados en la migración de grupo. Este caso de estudio es producto de una revisión teórica de varios artículos enfocados en los migrantes otomíes provenientes de Santiago Mexquititlán que radican en la ciudad de Guadalajara, México. 
 
Según Martínez (2204) dado que en México
 
La migración indígena a las grandes ciudades del país es una fuente inagotable de reflexión sobre la resignificacion cultural, a pesar de que no es fenómeno nuevo, en realidad se viene abarcando desde la época de la colonia, actualmente es un proceso que ha cobrado relevancia por su importancia numérica y por la trascendencia que ha tomado en el tema indígena en la última década. (p.100).
 
En primer lugar, la Resignificación es una palabra que no está definida por la Real Academia de la Lengua Española, sin embargo, se compone del prefijo “re” que hace referencia a “volver a” y de la palabra “significación” definida como acción y efecto de significar (expresar o representar un Concepto). (Ortiz, 2017, p.65). Por otro lado, Pániker (1982), expresa que para realizar un proceso de resignificacion “Hay que volver al origen o no dualidad, recuperando la ambivalencia del verdadero progreso, que es el retro progreso”. Una manera de recuperar aquellos valores culturales del pasado puede ser a través de la resignificación, que es el proceso en el cual se busca encontrar un nuevo significado y sentido a determinada situación o conducta. (Citado por Langlois, 2017, p. 50)
 
En segundo lugar, Cazau (2000), explica cuatro maneras a través de las cuáles se puede resignificar, resulta oportuno mencionarlas de la siguiente manera: 
 
Resignificando el presente a través del pasado, que implica darle un significado diferente a una vivencia actual a partir de algo ya sucedido, otra forma es mediante la resignificación del pasado en función del presente, produciendo una interpretación nueva a algo del pasado en base a una vivencia del presente, otra forma es resignificar el presente en función del futuro, donde una situación presente puede ser significada en base a una situación futura, por último hace referencia a resignificar el futuro en función del presente donde a causa de una situación vivida en el presente resignifican el futuro. (Citado por Langlois, 2017, p. 50)
 
Desde una resignificación cultural se puede definir como un proceso complejo, tenso y conflictivo que presentan los migrantes para negociar su cultura indígena, campesina y corporativizada, tanto en el contexto urbano como en su comunidad de origen con la cual mantienen fuertes vínculos materiales y simbólicos. Es importante aclara que resignificar no implica un cambio cultural o aculturación, sino la adquisición de un conjunto de competencias sociales que amplían el espectro de significaciones posibles de la cultura indígena en el medio urbano y en las regiones rurales en función de los contextos interactivos en los que los migrantes se mueven. (Martínez, 2004, p.100)
 
Origen de la comunidad
 
Los otomíes se nombran a sí mismos ñähñu, que significa “los que hablan otomí”. La palabra otomí es de origen náhuatl, pasó al español bajo las formas otomí (plural otomíes). Según algunos autores, otomitl provendría del náhuatl otocac, que significa “que camina”, y mitl, “flecha”, ya que antiguamente los otomíes eran grandes cazadores y caminaban cargados de flechas. (Barrientos, 20004)
 
La comunidad Santiago Mexquititlán es una comunidad otomí que se ubica en el municipio de Amealco al sur del estado de Querétaro y cerca de los límites de esa entidad con Guanajuato, Michoacán y el Estado de México. Cuenta con alrededor de 12 000 pobladores ubicados en el valle de Santiago que se encuentra dividido en seis barrios (Van de Fliert, 1988); Barrio 1° o Centro, Barrio 2°, Barrio 3° o El Pastoreo, Barrio 4° o San Diego, Barrio 5° o Agostadero, Barrio 6° San Felipe. En cada barrio hay una escuela primaria y jardines de niños, hay una secundaria y un bachillerato (Guerrero, 2009). La mayor parte de la población es hablante de otomí (96% según el censo de 1990) y ésta la única lengua que se escucha en el pueblo, tanto a nivel doméstico, como en las calles y pequeños comercios (Hekking, 1995).
 
Los migrantes son los principales responsables de proveer la mayor ayuda monetaria a su comunidad. Por lo general se quedan uno o más miembros de la familia, mientras que los demás se expanden por todo el país en busca de una mejor ayuda económica, esto no significa que dejen a un lado sus raíces, al contrario, el vínculo simbólico con su comunidad se hace más fuerte. A diferencia de otras comunidades que sus miembros solo se enfocan en enviar dinero alejándose por completo del grupo (Besserer 1997).
 
Los otomíes de Santiago procuran visitar su tierra lo más frecuentemente posible, en ese tiempo se aprovecha el realizar un mayor número de rituales sociales asociados con la reproducción (nacimiento, matrimonio y muerte). Por otro lado, el sistema de cargos de la comunidad se reparte entre quienes se quedan y los que viven fuera, dado a esto las relaciones simbólicas se vuelven bastantes complejas ya que no todos pueden cumplir con sus cargos por dificultades en el contexto. Los integrantes de la comunidad que viven afuera deben mostrar a la comunidad que se sigue siendo otomí, pero también se debe dejar ver que ya se es urbano. (Martínez, 2004).

El ámbito doméstico
 
En el interior de las viviendas habitan familias extensas de uno o dos jefes, que migraron a la ciudad hace más de quince años, comparten la vivienda con sus hijos e hijas casados y sus nietos.  Dentro del contexto familiar se habla en lengua otomí y se mantiene un patrón de organización social cooperativa para el sostenimiento familiar en el que participan todos los miembros de la familia, niños y adultos. Sin embargo, el sostenimiento en la comunidad se basa esencialmente por medio de agricultura, principalmente maíz, frijol, haba y cebada, a lo contrario de lo que se refleja en la ciudad, el sostenimiento se da por medio de la elaboración y comercialización de artesanías y frituras en la vía pública (Martínez, 2004). 
 
Ocasionalmente incursionan en la industria de la construcción o en algún otro empleo no calificado, pero siempre dentro de las redes que ellos mismos han tejido con antiguos empleadores. En la venta ambulante, se reparten de manera coordinada secciones de la ciudad, y fijan entre todos los precios. Además de estas redes laborales, los rituales religiosos y clubes deportivos les permiten reunirse con frecuencia fuera del ámbito del parentesco con el fin de reforzar su identidad comunitaria, pero al mismo tiempo generar  conciencia étnica y una actitud corporativa, donde se realice una diferenciación de patrones que establece en la sociedad urbana no indígena, ya que en su ámbito doméstico quienes están fuera de la comunidad por un tiempo, van reflejando algunos patrones culturales de la cuidad y que se ven reflejados en este contexto. (Peña, 2003)
 
La comunidad otomí en la ciudad
 
Aproximadamente en el siglo XX la población comenzó a migrar a las ciudades, con el fin de tener un mejor modo de vida, que les permitiera el sustento a sus familias, según Arizpe (1979), fueron el crecimiento demográfico explosivo, el deterioro de las condiciones de vida y la atracción que ejercían las ganancias y la movilidad social ascendente que se podían lograr en la urbe. (Citado por Canuto, 2015) Este acontecimiento produjo a una apertura de nuevos conocimientos y realidades de nuevas culturas, debido que los migrantes están en constante interactuación con la sociedad.
 
Tres factores determinantes para que la población de Santiago Mexquititlán saliera en busca de otras alternativas para su sustento: en primer lugar, en 1944 dejaron de percibir la dotación de agua que les correspondía; segundo, debido al crecimiento de la población, la tierra se dividió en parcelas cada vez más pequeñas con las generaciones subsecuentes y lo que se producía no alcanzaba para el mantenimiento de las familias; tercero, en 1947 una epidemia de fiebre aftosa provocó el sacrificio de los animales que poseían los habitantes (Arizpe 1979), con lo cual se vieron privados de recursos alimenticios y de un importante medio para llevar a cabo el trabajo agrícola (Canuto, 2015, p. 55)
 
En la zona metropolitana de Guadalajara los otomíes migrantes se distribuyen en cuatro grupos, situados en los municipios de Guadalajara y Tlaquepaque: El Retiro, Las Juntas, Brisas de Chapala y El Cerro del Cuatro. Todos los paisanos de Santiago mantienen una estrecha red de relaciones sociales que les permite continuar. En la ciudad, se encuentra el sistema de cargos de su comunidad, organización que garantiza la asistencia de todos los integrantes de la comunidad, independientemente de su lugar de residencia, teniendo como objetivo asegurar los flujos no sólo de dinero en efectivo o bienes de consumo (ropa y electrodomésticos), sino poder brindar información acerca de las familias.  (Canuto, 2015)
 
En un contexto social el ser emigrante es un poco más difícil ya que son prácticamente invisibles e ignorados en la ciudad en la que se mueven y comercializan, sin embargo, en la cuidad es donde adoptan ciertas estrategias cuyo análisis es importante para dar cuenta de la resignificacion por medio de sus experiencias en la comunidad y la sociedad. La cuidad los obliga a desarrollar habilidades sociales para poder tener un comunicación eficaz enfocado en el lenguaje español, pero algunas veces sirve hablar otomí ante los potenciales compradores como una estrategia para fijar precios (Martínez, 2004).
 
Los hombres viajan solos por algunas zonas de la ciudad, pero las mujeres y los niños siempre andan en grupo, lo que permite que los varones se mimeticen un poco más que las mujeres. No en balde al referirse a esta población en la ciudad de México y en Guadalajara se les identifica como “las Marías”, siempre cargadas de niños, pues son las que responden al estereotipo social del migrante indígena. Guadalajara es una ciudad que niega, más que otras, la presencia indígena en sus calles, lo que genera un perfil de inserción urbana muy peculiar entre los migrantes que tienden a interactuar lo menos posible con los habitantes urbanos que los desprecian y discriminan, reforzando las redes de parientes y paisanos entre los que las otomíes se sienten más seguros. (Martínez, 2004, p.107). 
 
Según Oehmichen (2011) debido a la llegada permanente de los otomíes en la capital del país fue un ‘desencuentro’ con una sociedad que históricamente ha rechazado a los indígenas; la migración únicamente cambió el marco geográfico, pero no el “sistema de distinciones y clasificaciones sociales [que ha regido las relaciones entre ambos grupos sociales, pues] al igual que en sus lugares de origen, en la ciudad de México los indígenas se encuentran en una condición de minoría étnica” (Citado por Canuto 2015,p.55)
 
Debido a la anterior situación (que aún pesa sobre los indígenas), los otomíes debieron recurrir a diversas estrategias para poder incorporarse con los citadinos; una de ellas fue tratar de asimilarse para “pasar inadvertido(s) y confundirse con los otros, abandonando, muchas veces, algunos de los rasgos más evidentes de su identidad” (Vargas y Flores 2002, p. 243) , con en el afán de ser semejantes a la población urbana, aprendieron su lengua, adquirieron sus costumbres y pretendieron ‘olvidar’ o, cuando menos, no mencionar su procedencia, pues “la negación identitaria es un recurso de integración en el contexto de estigma y racismo contra lo indígena” (Velasco 2007, p.205).
 
El espacio multiétnico de la Plaza Tapatía
 
La Plaza Tapatía de Guadalajara fue inaugurada el 5 de febrero de 1982, tiene una extensión de 70 mil metros cuadrados, conformada a su vez por varias plazas; los Fundadores, Degollado, Morelos, López Portillo y Weber. Esta obra fue una creación de Juan Gil Elizondo. Se construyó para que los tapatíos tuvieran un lugar donde caminar y poder enriquecerse más de su cultura.
 
En la parte central de su plaza hay una enorme fuente de monumento “la Inmolación de Quetzalcoatl”, escultura formada por 5 piezas de bronce labradas a mano que representa el sacrificio de Quetzalcóatl elevándose de la tierra hacia el infinito para encender el sol y darnos nueva luz. Las cuatro esculturas que rodean la flama son los cuatro cielos de los cuatro puntos cardinales.
 
En este espacio se refleja más la relación que tiene con sus compañeros de trabajo, con los que comparten espacio público, los cuales son mestizos e individuos de otros grupos étnicos, específicamente huicholes, nahuas de Guerrero y mixtecos.  Aquí se ve reflejado como la comunidad va tomando roles frente a los diferentes grupos, creando estrategias de convivencia ya que frente a los mestizos no es raro que los otomíes se presenten como indígenas (pues esto les ha permitido garantizar ciertos espacios de venta, especialmente en el Centro Histórico y en San Pedro Tlaquepaque) e incluso como huicholes. (Martínez, 2004)
 
En este dominio se habla en español lo que implica en muchas ocasiones discriminación desde la más sutil que existe entre los propios grupos étnicos hasta la más ambigua que se presenta con sus vecinos no indígenas, quienes los miran con una mezcla de desprecio y extrañeza por sus diferencias con ellos.
 
La ciudad multicultural se pone de manifiesto en los corredores peatonales del centro de Guadalajara, dado es esto común ver jugar a niños de diferentes grupos étnicos y compartir las particularidades de sus lenguas y culturas. Es importante recalcar que la resignificación permite a los niños reconocer y aceptar la realidad que habita cada uno y los otros. En este sentido, estos sujetos asimilan su pertenencia a un espacio diverso, por medio del encuentro de saberes que se hace presente en la apropiación de los mismos. (Ortiz, 2017, p.119)  
 
Las instituciones
 
A diferencia de otros grupos étnicos que habitan espacios urbanos, los otomíes en Guadalajara están poco organizados y rara vez presentan un frente común ante instancias gubernamentales, locales y federales. Incluso frente a algunas instituciones como la escuela, niegan ser indígenas y se presentan únicamente como “fuereños”. En la iglesia, los sacerdotes los identifican como “los de Querétaro” o “los pobrecitos inditos” y se les trata con un gran escepticismo acerca de sus capacidades de comprensión e integración social, lo que produce una especial forma de reacción de los otomíes frente a la iglesia, tanto en la ciudad, como en su propia comunidad de origen. (Martínez y Peña, 2004, p.236)
 
Cada uno de estos ámbitos implica tanto estrategias comunicativas específicas, como formas discursivas diferenciadas y también mecanismos de socialización particulares. El análisis de estos ámbitos como contextos de interacción permite determinar los diferentes procesos que se requieren para aprender a interactuar en cada uno de ellos e identificar los patrones interactivos implícitos, dentro y fuera del núcleo familiar otomí, en la generación de condiciones que les permiten socializar tales competencias. (Martínez, 2014)
 
Asimismo, estas negociaciones se deben lugar a mecanismos de significación lingüística y una resignificacion cultura, utilizados por la comunidad y que se ven reflejado en los diferentes espacios que surgen en su experiencia como migrantes. Si se les mira en la ciudad, se podría pensar que tal como lo han propuesto autores como Arizpe (1976) están en un proceso de proletarización y urbanización, pero si se considera su comportamiento en su casa, entre paisanos y cuando regresan a su comunidad se puede fácilmente apreciar que mantienen su identidad otomí, la lengua indígena y una cosmovisión diferente a la que priva en la ciudad. Por lo tanto, el hecho de que tengan que dejar por un tiempo su comunidad y enfrentarse a una sociedad que puede llegar hacer cruel por el hecho de ser migrante o pertenecer a un grupo diferente, queda comprobado que no influye en su cultura ni en sus raíces y los más importante su identidad. Según De la Torre (2001), la identidad es una forma de poder expresarse, mediante comunicaciones no verbales, que los seres humanos utilizan para transmitir mensajes, el habla, la forma de caminar, la indumentaria, generando así identidades individuales en cada persona, y también generando identidades culturales colectivas. Cuando se mencionan ambas identidades, se hace referencia a procesos que permiten asumir que ese sujeto, individual o colectivo, en determinado tiempo y espacio, tiene conciencia de ser él mismo, y que esa conciencia de sí se expresa en su capacidad para diferenciarse de otros, e identificarse también. 
 
En las conclusiones en este estudio la resignificación implica el contraste de dos modelos culturales coexistentes. Mucho se ha hablado de la aculturación de los indígenas en México y los estudios sobre migración desde una perspectiva cultural, es importante analizar los mecanismos de asimilación de los migrantes a la cultura receptora y el número de generaciones que esto conlleva, es por esto los otomíes en Guadalajara siguen siendo indígenas, y más que cambiar su cultura, aprenden a negociar los significados dependiendo de los interlocutores con quienes se relacionan. (Martínez, 2004)
 
Conclusiones
 
En conclusión, Murillo (2016) infiere que:
 
El proceso de resignificación cultural se articula a partir de la construcción del imaginario social, gracias a que los cuatro elementos encontrados en su construcción hacen que se cumplan las condiciones que evidencian dicho proceso: la transformación se efectúa sobre una condición existente, la transformación se da en condiciones estratégicas, y la transformación supone un intercambio activo con el contexto. Esto quiere decir que se hace posible evidenciar procesos de resignificacion a partir de los imaginarios que los constituyen. (pp. 96-97). 
 
Referente a la resignificacion que realiza los emigrantes otomíes de Guadalajara al enfrentarse a la Ciudad es importante concluir que en ese proceso de significar y resignificar están incorporados conceptos como la identidad, raíces y su cultura como comunidad indígena. En el proceso de incurrir a la ciudad en busca de una mejor vida tanto individual como familiar, se enfrentan a diferentes problemáticas desde la discriminación y por otro lado el hecho de aprender una nueva lengua, nuevas costumbres acompañadas de patrones que emergen en la Ciudad. 
 
Es importante recalcar que los otomíes no dejan de lado su identidad ni sus raíces a pesar de que tiene que generar nuevos significados la Ciudad de alguna u otra manera les permite brindar espacios con el fin que la comunidad indígena siga generando esos procesos de pertenencia, reforzando sus patrones culturales y no dejar de lado sus raíces que son lo más valioso para la comunidad.
 
Referencias
 
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