En la época actual, cuando las estrechas y delimitadas barreras disciplinarias parecen difuminarse, el trabajo inter y transdisciplinar se visualiza como una forma necesaria de realizar investigaciones y producción académica desde los diversos estamentos académicos (Becerra & Moya, 2009), al igual que los marcos de subjetividad e intersubjetividad cobran especial relevancia en los marcos investigativos (Sierra-Angulo, 2015). Es desde acá donde se pone en cuestionamiento debido a las variantes técnicas y metodológicas contradictorias de cada ciencia social, el papel, rol y las relaciones que establece el investigador con su entorno específico y la función social que tiene con su producción intelectual (Silvio, 2009). Superar las limitaciones de dialogo existentes entre las diversas disciplinas sigue siendo un reto constante, pues “cada área de conocimiento privilegia sus conceptos en detrimento de lo que otros sistemas explicativos enuncian” (Velásquez, Vargas, Vallejo & Quintero, 2010).
El proceso de globalización se ha expandido a lo largo y ancho del planeta, llevando al neoliberalismo a expandirse en gran parte de las áreas de la vida, es así, como si en el pasado predominaba las relaciones sociales y humanas sobre las relaciones de mercado, ahora las relaciones sociales están supeditadas a las relaciones comerciales, lo cual no excluye a las instituciones educativas y sus investigadores, aun mas, ha sido difícil lograr formular otras alternativas tanto teóricas como políticas a las que propone el mercado y el consumismo exacerbado de productos innecesarios (Lander, 2000). Desde allí podemos comprender como los investigadores se encuentran enmarcados en una lógica hegemónica impuesta por determinadas instituciones estatales encargadas del patrocinio y financiación de los proyectos investigativos, quienes les inducen implícitamente las líneas, temáticas, métodos y formas de/para hacer investigación, de lo contrario, no habrá financiación para ello.
Comúnmente el estudio de la historia proporciona herramientas de análisis y comprensión de las múltiples realidades que la postmodernidad nos ofrece, sin embargo el creer que la historia por si sola es una línea objetiva de información delineada nos hace caer en un equívoco comprensible en el que fácilmente muchos han caído, como el pensar que el progreso en la historia es una realidad única y acumulativa, cuando más bien esta acontece con saltos y cambios de orientaciones, tal como se mueve la ficha del caballo en el campo del ajedrez.
Se dice desde la perspectiva de la psicología cultural, que la objetividad dada es verdaderamente las máximas expresiones de subjetividades posibles, es decir, la objetividad es sencillamente un conjunto de subjetividades impuestas, hegemónicas y transmitidas generacionalmente, es simplemente un lado de la historia, la del vencedor comúnmente. De esta forma, debemos comprender que la historia que creemos escrita inalienablemente, es solamente la versión eurocéntrica (al menos en occidente) que a su vez se volvió autocentro de una historia falseada en todos los ámbitos.
Es así como se ha creado una invención ideológico-histórica que ha convertido a Europa en el centro de la historia mundial y naturalizado su jerarquía y hegemonía económica, política y social a través de la modernidad y postmodernidad, sin embargo:
Esta visión es doblemente falsa: en primer lugar, porque [...] no hay fácticamente todavía historia mundial (sino historias de ecumenes yuxtapuestas y aisladas: la romana, persa, de los reinos hindúes, del Siam, de la China, del mundo mesoamericano o inca en América, etc.). En segundo lugar, porque el lugar geopolítico le impide poder ser “centro” (el Mar Rojo o Antioquía, lugar de termino del comercio del Oriente, no son el “centro” sino el limite occidental del mercado euro-afro-asiático) (Dussel, s.f.)
Partimos entonces de una pluralidad de historias que tienen su eje articulador, no en Europa, si no en la articulación de los mercados asiáticos, africanos y árabes. Esta pluralidad de historias se podría categorizar en dos vertientes, una perteneciente a una historia acumulativa y progresiva que se sintetiza concretamente sus hallazgos e invenciones, y otra igualmente rica en creación y producción pero menos sintética, más difusa, en el sentido de un flujo ondulante que nunca pareciera duradero.
De acá, partiremos entonces a analizar el concepto de “modernidad” y “raza”, Dussel plantea que la modernidad se podría comprender desde dos formas posibles, una eurocéntrica que plantea el punto de partida de la modernidad basada en fenómenos y autores intraeuropeos, y otra basada en la conformación del mundo moderno con punto de partida en el año de 1492 a partir de la expansión portuguesa que llega hasta el extremo oriente y el descubrimiento de América, desde lo cual se conformó el actual sistema-mundo.
Por otro lado el termino raza es en sí, “una construcción mental que expresa la experiencia básica de la dominación colonial y que desde entonces permea las dimensiones más importantes del poder mundial, incluyendo su racionalidad específica, el eurocentrismo” (Quijano, s.f.)
Las constituciones raciales-físicas por sí solas no constituyen plenamente diferencias psíquicas notables entre las diferentes poblaciones, esto más bien atañe al contexto cultural en específico de las poblaciones, más que a sus constituciones fisiológicas, esta sería la noción adecuada para elaborar desde la diferencia, la diversidad de culturas como formas de análisis, más que el estudio de la facilidad misma, siendo esta última más una construcción humana para justificar la imposición cultural, tal como el caso de la conquista, en donde a través de la justificación de las jerarquías raciales, se asesinó, masacró y exterminó a cientos de culturas amerindias para usurpar sus territorios y riquezas.
De esta forma han existido diferentes calificativos para denigrar a otras culturas diferentes a la hegemónica, por ejemplo, “la antigüedad confundía todo lo que no participaba de la cultura griega (y luego grecorromana) bajo el mismo nombre de bárbaro; la civilización occidental utilizó después el termino de salvaje con el mismo sentido”, y ahora cuando el planeta en su totalidad avanza en el proceso de globalización mundial, el termino terrorismo y terrorista ha pasado a ser el nuevo calificativo impuesto sobre las personas que se quieren colocar por fuera del sistema capital y que trabajan por el bienestar de los pueblos afros, indígenas y latinoamericanos.
Referencias
Becerra, R., & Moya, A. (2009). La pluri, inter transdisciplinariedad en la UPEL. Una perspectiva docente. Revista de Investigación, 66, 187-225.
Dussel, E. (s.f.). Europa, modernidad y eurocentrismo. En: Edgardo Lander (Compilador), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Lander, E. (2000). Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos. En: Edgardo Lander (Compilador), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Quijano, A. (s.f.). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En: Edgardo Lander (Compilador), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Sierra-Angulo, S. (2015). Tiempos críticos, subjetividad y transformación social. Revista de Psicología GEPU, 6 (1), 144-165.
Silvio, L. (2009). Las relaciones de utilidad en la investigación social. Rev. Mex. Sociol, 71, 133-166.
Velásquez, A., Vargas, A., Vallejo, L., & Quintero, L. (2010). Algunas consideraciones sobre el estudio del cuerpo desde la psicología social. Revista Electronica de Psicología Social “Poiésis”, 20, 1-8.