CREENCIAS Y MOTIVACIONES DE LA JUVENTUD SOBRE LAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN MEDELLÍN-COLOMBIA*
YOUTH BELIEFS AND MOTIVATIONS ABOUT THE FORMS OF POLITICAL PARTICIPATION IN MEDELLÍN-COLOMBIA
Mariana García Mejía, Daniel Alexander Londoño Munera & Manuel López García
Universidad Católica Luis Amigó / Colombia
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* Versión del trabajo de grado presentado en el curso Fenómenos psicosociales de la juventud del programa de psicología, Universidad Católica Luis Amigó, sede Medellín, Colombia. En la versión original también participaron Paola Andrea Hernández Meneses y Katherine Mesa Laverde.
Mariana García Mejía. Psicóloga Universidad Católica Luis Amigó. Correo electrónico: mariana.garciame@amigo.edu.co
Daniel Alexander Londoño Múnera. Psicólogo, Universidad Católica Luis Amigó. Correo electrónico: daniel.londonomu@amigo.edu.co
Manuel López García. Ps. Mg. Estudios Socio espaciales INER U de A. Docente Universidad Católica Luís Amigo, UPB, Medellín, Colombia. Correo electrónico: manuel.lopezar@amigo.edu.co
Recibido: 27 de Septiembre de 2021
Aprobado: 30 de Diciembre de 2021
Referencia Recomendada: García-Mejía, M., Londoño-Munera, D. A. y López-García, M. (2021). Creencias y motivaciones de la juventud sobre las formas de participación política en Medellín-Colombia. Revista de Psicología GEPU, 12 (2), 66 - 91.
Resumen: Este artículo presenta los resultados de un estudio realizado en el marco del curso de investigación sobre fenómenos psicosociales de la juventud, entre enero y noviembre de 2020 del pregrado en Psicología de la Universidad Católica Luís Amigó, Medellín, Colombia. Su objetivo fue identificar las creencias y motivaciones de la juventud de Medellín sobre sus formas de participación política. Con un enfoque cualitativo de tipo exploratorio descriptivo y a partir de un método etnográfico, se dio un acercamiento al fenómeno de la participación política juvenil, empleando como estrategias el rastreo documental, el grupo focal y la entrevista semiestructurada. Los resultados evidencian una juventud con mayor interés en las vías informales de participación; la creencia juvenil de su papel como actores de cambio social como un factor motivacional para su participación política, siendo las motivaciones de mayor aparición la seguridad, el universalismo, la autodirección, la benevolencia, el logro y la afiliación social. Como conclusión, la juventud distingue la política como una dimensión humana, un espacio de opinión y debate, y como una actividad en la cual representan un sector activo, crítico y contradictor del status quo en los diferentes escenarios de participación.
Palabras clave: Creencias, Motivaciones, Joven, Participación política, Psicología Social.
Abstract: This article presents the results of a study conducted as part of the research course on psychosocial phenomena of youth, between January and November 2020 of the undergraduate program in Psychology at the Universidad Católica Luís Amigó, Medellín, Colombia. Its objective was to identify the beliefs and motivations of the youth of Medellin about their forms of political participation. With an exploratory descriptive qualitative approach and based on an ethnographic method, an approach was made to the phenomenon of youth political participation, using documentary tracing, focus group and semi-structured interview as strategies. The results show a youth with greater interest in informal ways of participation; the youth’s beliefs of their role as actors of social change as a motivational factor for their political participation, with the most common motivations being security, universalism, self-direction, benevolence, achievement and social affiliation. As a conclusion, youth identify politics as a human dimension, a space for opinion and debate, and as an activity in which they represent an active, critical and contradictory sector of the status quo in the different scenarios of participation.
Key Words: Beliefs, Motivations, Youth, Political Participation, Social Psychology.
Introducción
"Juventud que no sólo se encuentra llena de futuro, sino que siente dentro de sí la alegría y el coraje de los nuevos portadores de la cultura... Este sentimiento juvenil ha de convertirse en una forma de pensar compartida por todos, en una brújula de la vida" (Benjamin, W. citado en Feixa, C. 2006, p. 5)
El presente artículo plantea como problema de investigación el estado actual de la juventud frente a su contexto histórico, social, cultural y político en Colombia, específicamente en la ciudad de Medellín. Por tal razón, para abordar el fenómeno de la participación política, como objetivo de investigación se propuso identificar las creencias y motivaciones que inciden en las formas de participación política de los y las jóvenes entre 18 y 28 años en la ciudad de Medellín en el año 2020. Para realizar esto, se llevó a cabo una investigación exploratoria a partir de un enfoque cualitativo histórico-hermenéutico.
La participación política de la juventud ha sido un tema de estudio recurrente en las Ciencias Sociales y Humanas a través de las diferentes épocas y contextos geopolíticos; las diferentes comunidades científicas y académicas de disciplinas como la Psicología (de la Liberación, Política, Social-Comunitaria, Clínica Psicosocial), las Ciencias Políticas, la Antropología, la Sociología Política, entre otras, han indagado sobre las distintas variables asociadas a este fenómeno como las formas de participación, los elementos sociodemográficos y psicosociales (motivaciones, creencias, representaciones sociales), la construcción de identidades y los movimientos sociales (Botero, Torres y Alvarado, 2008, p.581), además de indagar sobre los ambientes familiares y socio-económicos, las formas de Estado, los modelos de gobierno, y actualmente, el uso de las redes sociales.
La teorización realizada alrededor de este fenómeno sobresale, ya que a nivel socio-histórico la juventud ha tenido un papel destacado en el desarrollo de la civilización humana. De acuerdo con Brito (1998) “la juventud (…) como hecho social, adquiere relevancia como parte de los procesos de reproducción de la sociedad” (p.4) por esta razón, distintos autores han realizado aproximaciones a la Historia, sentidos, prácticas y relaciones que los jóvenes (con sus características, cualidades y/o problemáticas propias) tienen con la participación política, evidenciando un punto de convergencia en la descripción de la juventud como una población contestataria ante las desigualdades e injusticias sociales y contradictoria del sistema político, de sus dirigentes e instituciones; es este grupo el sector social que en mayor medida compone la oposición política a los sectores tradicionales y dominantes (Galindo y Acosta, 2010; Botero, Ospina, Alvarado y Castillo, 2010).
En Colombia, el movimiento independentista contra la corona española tuvo jóvenes reconocidos como líderes militares e insurgentes (comenzando en 1810); en el siglo XX, los procesos de lucha contra el Frente Nacional (hacia 1974), el Paro Cívico Nacional de 1977 impulsado por movimientos universitarios, la creación de las guerrillas como las FARC y el ELN (hacia 1964), entre otras; los procesos de negociación política con la insurgencia armada, como la desmovilización del M-19 (hacia 1990); el movimiento de la Séptima Papeleta y la instauración de la Asamblea Nacional Constituyente (entre 1990 y 1991). Cabe destacar la relación de la educación como una variable presente en estos acontecimientos, impulsados muchas veces por estudiantes universitarios o jóvenes intelectuales; sin embargo, los sectores culturales y artísticos también han sido claves.
En la actualidad, el panorama no es muy diferente; específicamente entre los años 2018 y 2020, el mundo se ha visto movido por grandes manifestaciones y protestas sociales, algunas fueron vividas en algunos lugares como Cataluña, Hong Kong, Francia, Sudán, entre otros. Latinoamérica no se ha quedado atrás, atravesando tiempos de crisis económicas, sociales, políticas y culturales, dando lugar a manifestaciones y protestas que no son más que el resultado de un fenómeno de participación en contra de la corrupción y la desigualdad social. En Colombia, las movilizaciones y protestas de diversos gremios y sectores sociales como los docentes, obreros, transportadores, mineros, indígenas, y de manera particular, los estudiantes universitarios, son reflejo del desacuerdo con las acciones gubernamentales. Las protestas civiles y sociales en Colombia, como en el resto del mundo, se vieron obstaculizadas por la pandemia de la enfermedad Covid-19.
La producción bibliográfica y documental construida a lo largo de las últimas dos décadas en el contexto latinoamericano y de manera especial en el colombiano, expone diversas variables que se relacionan e influyen en la participación política juvenil. Según Arias y Alvarado (2015), se evidencian dos líneas de pensamiento: una de base “estadocéntrica” y “adultocéntrica”, y la otra, conceptualizada sobre una base “sociocéntrica”. Autores como Botero et al. (2008), sustentan la validez de la concepción de las vías de base sociocéntrica al expresar sobre la participación política juvenil que “es importante resaltar que ésta se encuentra en relación directa con los sistemas de gobierno y modelos políticos y socio-económicos que la constituyen (...); pero, así mismo, tiene que ver con los ámbitos de la vida cotidiana de los sujetos” (p.569). En este sentido, Acosta y Garcés (2010) proponen seis ámbitos de participación juvenil: 1). El ámbito político instituido, 2). Ámbito político desde la disidencia y la resistencia, 3). Ámbito de reconocimiento a la Diversidad, 4). Ámbito Social-Comunitario, 5). Ámbito Deportivo o lúdico-recreativo y 6). Ámbito estético.
Para elaborar el marco teórico en el cual se sustenta el proceso investigativo se disponen algunas categorías de análisis, a saber: creencias, motivaciones, juventud, política, participación política y fenómeno psicosocial. De esta manera se pretende que la conceptualización teórica elaborada sobre cada categoría contribuya a la comprensión de las creencias y motivaciones que inciden en las formas de participación política de la juventud en Medellín. Así, las creencias se definen como marcos normativos o de referencia que “determinan nuestra forma de ser en el mundo, el modo en que evaluamos las situaciones, a los otros y a nosotros mismos y la forma en que interactuamos con los demás” (Calvete y Cardeñoso, 2001, p.95); autores como Seoane y Garzón (1996) plantean la existencia de un “sistema de creencias sociales posmodernas” divididas en tres dimensiones: la política o de organización social, la cultural o de conocimiento básico y la social o de las relaciones personales (p.83), en este sentido, es posible realizar la identificación de cuáles de estas influyen en el actuar político de la juventud.
Por su parte, las motivaciones hacen referencia a aquellos factores internos y externos que permean al individuo, así pues, “la motivación despierta, inicia, mantiene, fortalece o debilita la intensidad del comportamiento y pone fin al mismo, una vez lograda la meta que el sujeto consigue” (González-Serra, 2008, p.52). Aunque pudiera pensarse que las creencias y las motivaciones son conceptos empleados de forma indistinta, se hace uso de lo conceptualizado hasta aquí para formular la premisa de que una persona se motiva para lograr aquello que cree que lo merece y, por tanto, ambos elementos aportarán a su capacidad de acción para conseguirlo.
Sobre la construcción teórica de las motivaciones se hace especial uso de los postulados de los psicólogos David McClelland (1989) y Shalom H. Schwartz, quienes aportan a la definición de factores motivacionales humanos que pueden contrastarse con los factores hallados en la investigación. Para el primero, la motivación se da esencialmente en pro de cubrir tres tipos de necesidades: la necesidad de logro (vencer o superar retos y tareas en las que el hombre deba dar lo mejor de sí), la necesidad de afiliación social (búsqueda de reconocimiento social, de afecto y de interacción) y la necesidad de poder (control y la influencia sobre los demás) (McClelland, 1989). Por otro lado, para el segundo, existen 10 valores que se consolidan como “tipos motivacionales”: autodirección, estimulación, hedonismo, logro y poder (valores individualistas); benevolencia, tradición y conformidad (valores colectivistas); universalismo y seguridad (valores mixtos) (Schwartz citado en Sánchez y García, 2001, p.178).
Acerca del concepto de juventud, se entiende que este término trasciende su clasificación como grupo etario y se describe como un compendio de eventos, características, identidades, subjetividades, entre otras, que pueden determinar lo que es ser joven. De acuerdo a Arias y Alvarado (2015) existen tres perspectivas o enfoques que permiten comprender el concepto: el bio-psico-evolutivo, el sociohistórico y el cultural-político (p.583). Estos enfoques son interdependientes y se asocian para brindar una concepción holística e integral del término.
La categoría de política en su uso coloquial expresa un imaginario social que la asocia exclusivamente al actuar electoral e institucional, desde la literatura revisada se propone como marco teórico una perspectiva del concepto más ligada a una dimensión humana de carácter innato, así, toda persona es política por naturaleza. Como manifiesta Jiménez (2012), en la actualidad se cuenta con tres perspectivas para definir la política: como un escenario de confrontación ideológico-programática (espacio abierto de confrontación y diálogo), como una actividad (ejercicio y control del poder sobre otros, el actuar de los gobernantes y autoridades) y como una específica dimensión humana (que busca la trascendencia como especie y deja de lado la individualidad, pensar en colectivo). En conclusión, la política propende por un actuar ético que aporte a la construcción de ciudadanía y a la convivencia en la pluralidad y en la diversidad, pensando en la búsqueda del bien común como un acto inminentemente político; por ende, si se quiere participar en política se debe reconocer que esto es, precisamente, tomar parte en un asunto que concierne a todos los seres humanos, por lo cual relacionarse y construir junto a otros es un aspecto imperante.
Así, la participación política juvenil “indica el comportamiento social en virtud de las condiciones de vida de las comunidades, de los factores sociopolíticos y del desempeño de las administraciones públicas en su función legal de materializar los derechos humanos” (Peralta, 2016, p.1263), lo que apunta a aquella dimensión humana que permite convivir y compartir con otros, que a través del intercambio o confrontación de ideas o propuestas, posibilita el crecimiento social y el disfrute equitativo de todos los beneficios adquiridos. La problemática de la participación juvenil se examina bajo la óptica de un enfoque psicosocial, ya que como fenómeno su característica radica en aquel patrón de manifestaciones que agrupa aquellas ideologías, creencias, conductas, entre otras, que afectan, influyen o se vivencian por igual en todas las personas de un determinado grupo o contexto social, como producto de la unión y codependencia de lo psíquico (individual) y de lo social-colectivo.
Materiales y métodos
Al elegir como enfoque de investigación la perspectiva cualitativa o histórica-hermenéutica, se propendió por realizar un acercamiento, interpretación y comprensión de la participación política juvenil como un fenómeno de la realidad que es construido en la interacción social; por lo tanto, la principal manera de facilitar un abordaje de la misma fue a través de aquellos actores que la crean. Por esta razón, se propuso como modalidad de investigación la etnografía, modelo de investigación social utilizado comúnmente para conocer un fenómeno desde la perspectiva de sus actores.
Para establecer las estrategias o instrumentos de levantamiento de información se hizo uso de un sistema categorial que permitió reconocer la pertinencia y aplicabilidad de cada técnica para dar respuesta a los objetivos específicos propuestos. Las técnicas de recolección de información más apropiadas para dar respuesta a los objetivos y cubrir las categorías de análisis definidas fueron el rastreo documental, el grupo focal y la entrevista semiestructurada, con la intención de triangular la información recabada desde el estado del arte o marco teórico y la experiencia de los propios sujetos investigados.
Las dos últimas estrategias de levantamiento de información se desarrollaron acorde a los lineamientos establecidos por el estado de emergencia sanitaria en Colombia generado por la Covid-19, para mantener el distanciamiento social y evitar el contacto presencial. Ambas técnicas se diseñaron y se implementaron de manera virtual a través de plataforma Zoom y utilizando aplicaciones que dinamizaran el proceso tales como Jamboard o mentimeter. Para la aplicación de estas, se hizo uso del consentimiento informado como herramienta para validar y certificar la autorización de la investigación con cada participante, velando por la protección de su integridad y privacidad.
Los ocho participantes fueron contactados para efectos de una investigación académica y su participación fue voluntaria, sin ningún tipo de retribución o beneficio económico. Estos fueron escogidos de forma intencional gracias al criterio de su experiencia y conocimiento referente a la participación política juvenil. A partir del desarrollo teórico y la conceptualización de las líneas de pensamiento, se establecieron seis ámbitos de participación política de los jóvenes (Acosta y Garcés, 2010): 1). El ámbito político instituido, 2). Ámbito político desde la disidencia y la resistencia, 3). Ámbito Reconocimiento a la Diversidad, 4). Ámbito Social-Comunitario, 5). Ámbito Deportivo o lúdico-recreativo y 6). Ámbito estético-cultural. A estos ámbitos, se añaden 2 categorías más: 7). La participación por medio de redes sociales y . El aparente desinterés por la política; de este modo, se buscó que cada uno de los ámbitos preestablecidos tuviera un participante en la investigación. Las condiciones de género, estrato socioeconómico, nivel educativo e ideología política no fueron variables determinantes y los participantes reflejaron estas de forma heterogénea.
Resultados
Síntesis sociohistórica de las formas de participación política juvenil en América Latina y Colombia
Juventud, una conceptualización necesaria
La producción académica sobre la participación política juvenil en América Latina y Colombia cobra un especial sentido en el siglo XX a partir del interés de algunos autores por describir la naturaleza de la juventud, su influencia en la organización de diversos movimientos y su repercusión en la vida política de las sociedades. Previo a dicho siglo, para las Ciencias Sociales lo juvenil no representaba un tema principal de discusión; algunas de estas disciplinas reaccionaron en momentos muy específicos en que los jóvenes fueron visibles por medio de manifestaciones o posturas críticas hacia las instituciones, pero posterior a esto el interés se dispersaba y la generación de conocimiento sobre la juventud cesaba nuevamente (Pérez, Valdez y Suárez, 2008, p.11). Por esto, a nivel histórico la conceptualización sobre la juventud ha evolucionado a partir de diversas perspectivas y, por ende, la participación política de los jóvenes ha variado según la concepción que se tiene de estos.
Retomando a Pérez et al. (2008), la concepción moderna temprana de la juventud se debe a la publicación en 1762 de “El Emilio”, obra de Jean Jacques Rousseau en la que separa al niño y al adolescente del adulto. Sin embargo, a principios del s. XX se comienza a catalogar al joven únicamente desde una condición biológica y evolutiva propia de un grupo influido por un criterio demográfico (la edad), entendida como una etapa del ciclo vital que tiene relación específica con el proceso reproductivo y de maduración de la especie humana, con características físicas (cambios hormonales) y cognitivas (transformaciones subjetivas) que propician modificaciones en la concepción de sí mismo y de la relación con otros (Arias y Alvarado, 2015; Brito, 1998; López, 2010).
Solo fue hacia antes de la mitad del siglo XX que diversas corrientes sociológicas y antropológicas decidieron poner su interés propiamente sobre la condición juvenil. Desde allí, comienza a acentuarse con mayor fuerza la visión de que la juventud es “un fenómeno de otra calidad, que se advierte en la vida social a través de un modo de actuar común y de una masa de aspiraciones similares” (Ratzer citado en Bonvillani, Palermo, Vázquez y Vommaro, 2010, p.29); se aborda a la juventud desde su papel como sujeto inmerso en unas relaciones sociales específicas, con nuevos roles y estatus para hacer frente a un tiempo y espacio determinado, por lo que se consolida como un proceso de reproducción de la sociedad más que de la especie humana en general (Arias y Alvarado, 2015; Brito, 1998); la juventud se va diversificando y modificando históricamente de acuerdo a las transformaciones de la sociedad y a las organizaciones e instituciones pertenecientes a esta, lo que genera una multiplicidad de grupos juveniles y de formas de expresión económica, social, cultural y, finalmente política (Pérez et al., 2008).
En la actualidad, especialmente a partir del giro epistemológico producido en las décadas de los 60 y 70, la juventud tiene una connotación que supera las dos anteriormente descritas, expresando un estilo de vida y una agrupación social que facilita una identidad colectiva circunscrita a una idea generalizada de cambio social y a una expresión de resistencia ante “los modos tradicionales de hacer las cosas”, lo que implica una ruptura y renovación en el orden social (Arias y Alvarado, 2015); la “juventud” designa un estado de ánimo y permite calificar algo novedoso o actual (Brito, 1998); por esto, las personas jóvenes o en etapas de juventud son reconocidas como ciudadanos productores de cultura y actores claves para el desarrollo (Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL, citada en Peralta, 2016). Dentro de esta última concepción las producciones académicas realizadas sugieren la imposibilidad de hacer referencia a la juventud en singular, como si existiera una sola y única forma de ser joven; en cambio, es necesario hablar de las juventudes dada su multiplicidad de expresiones (Bonvillani et al., 2010, p.24).
En este sentido, la juventud ha sufrido una transformación desde la concepción rígida, estática, normativa y determinista hasta una definición variable, dinámica y alternativa que provee de múltiples vías de análisis y de acción a los jóvenes. Así mismo, la participación política ha atravesado un proceso de evolución que le ha permitido responder a la pluralidad de expresiones juveniles.
Juventud y participación política
En la historia del estudio sobre la participación política se destacan dos vías principales para su comprensión: en primer lugar, una política formal traducida en modelos estadocéntricos, adultocéntricos y/o tradicionales referidos a una participación netamente electoral y de acciones concretas como las afiliaciones a partidos y movimientos políticos, al Gobierno y sus instituciones, la cual dota a la participación de un orden fijo y preestablecido; la creencia de la época previa a los años 50 y 60 giraba en torno a la invisibilización de la juventud y de sus posturas ante lo impuesto social, cultural y políticamente, ya que los sujetos jóvenes requerían la guía de los adultos para realmente contribuir a la sociedad (Arias y Alvarado, 2015). En esta vía el joven no se consideraba en los discursos académicos como un actor social relevante, más bien, solo era opacamente visible al referirse a las clases sociales y a la condición de estudiante (Bonvillani et al., 2010, p.28).
En segundo lugar y en contraposición a la vía formal, posterior a los años 60 comienza a consolidarse una política informal de naturaleza sociocéntrica que establece una visión desde las acciones conjuntas en pro de los intereses colectivos y comunes, que se oponen a lo instituido y valoran la pluralidad y la búsqueda de la equidad (Arias y Alvarado, 2015); en esta vía se piensa que los jóvenes buscan una participación que se dé en términos concretos, de proximidad y que favorezca las relaciones “cara a cara”, en donde el fruto de esta sea visible y tangible, con un sentido y significado que no puede contenerse a través de los canales y organizaciones tradicionales (Balardini citado en Botero et al., 2008, p.593). Para la base sociocéntrica los jóvenes no son sujetos pasivos que asisten netamente a lo establecido por las instituciones, sino que como indica Tapia (citado en Alvarado, Borelli y Vommaro, 2012), los jóvenes son sujetos activos que proponen y “organizan espacios de producción cognitiva, espacios de reflexividad en los que se piensa críticamente la cultura, la política, el Estado, la vida social, la organización de espacios de participación y formas de defensa de sus condiciones naturales, estructurales y sociales” (p.8); así, la juventud aparece en expresiones o movimientos culturales como el rock, el hippismo, la militancia política-partidaria y posteriormente la insurgencia en grupos armados o guerrillas (Bonvillani et al., 2010, p.28; Pozzi citado en Bonvillani et al., 2010, p.29).
Las transformaciones producidas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX determinaron el papel de relevancia adquirido por la juventud en el plano político, social y cultural, generando un cuestionamiento a los valores vigentes y constituyendo así un sujeto social con autonomía, con sus propias formas de socializar y relacionarse afectivamente, desafiante de lo instituido (Bonvillani et al., 2010, p.21). Para esta época la juventud latinoamericana se encontraba ante un estado represivo que provocaba manifestaciones de resistencia expresadas a nivel cultural, educativo, territorial, laboral, etc. (Bonvillani et al., 2010, p.22) y producía numerosos movimientos culturales e intelectuales expresados a través de revistas y grupos artísticos de índole musical, plástico, cinematográfico, entre otros (Terán, 1991). Otro de los acontecimientos relevantes de la época consistió en el aumento de la lucha feminista por la igualdad y la reivindicación de género: las mujeres jóvenes abandonaron los criterios de tutelaje paterno (lo que ya había acontecido en los hombres en décadas anteriores), incrementaron su inscripción en los estudios universitarios y se diversificaron las opciones de carreras para estas, su aporte al mercado fue cada vez mayor y su presencia en los medios de comunicación masiva comenzó a ser más recurrente (Palermo citada en Bonvillani et al., 2010, p.30).
En el contexto colombiano, según Cubides (2010) (p.115) el estudio de la participación política juvenil se piensa desde la descripción y reconocimiento de la influencia de los movimientos estudiantiles que incluso desde los años 20 se iban formando en el país; de acuerdo a este autor, los estudiantes se posicionan como piezas clave en el escenario de la política colombiana. Junto a la explosión demográfica y la consolidación de estos movimientos estudiantiles (entre los años 60 y 70 en sucesos como el Frente Nacional o el Paro Cívico Nacional) y al estallido de las confrontaciones bélicas, el crecimiento de las guerrillas, los conflictos entre cárteles, el conflicto social, etc. (a partir de los años 80), se dio en paralelo la exploración y desarrollo de la personalidad cultural de los jóvenes y de la juventud, las formas de los cuerpos, la sexualidad y las resistencias por medio de las modas musicales entre otras (Sánchez y González citados en Galindo y Acosta, 2010, p.169). Gracias a las variadas manifestaciones de las juventudes y desde la Constitución Política de 1991 se propone la apropiación de nuevos espacios de participación para hacer parte activa de las decisiones; en esta, aparece la noción de “desarrollo de la juventud” llevando a la creación de “políticas de juventud, secretarías de juventud, Consejos de juventud y múltiples dispositivos para propiciar su participación (talleres, seminarios, conferencias, mesas de trabajo, etc.)” (Cubides, 2010, p.123).
Tanto para América Latina como para Colombia, la década de 1960 fue revolucionaria para la vida juvenil de diferentes clases sociales, las costumbres se modificaron, nuevas legitimaciones aparecieron y desde entonces se reconoce el desplazamiento de las formas tradicionales de participación hacia otras prácticas (Feijoó y Nari, 1996; Vázquez citado en Palermo, 2012, p.326). Siguiendo esta transformación, se estructura en la identidad una creencia compartida acerca de su rol “que cobra existencia sobre la base de un rechazo hacia el orden establecido. Es decir, en la búsqueda del redireccionamiento del curso de la política como expectativa o misión generacional” (Braungart y Braungart citados en Bonvillani et al., 2010, p.26). A partir de la transición expuesta en la producción literaria, se destacan como formas de participación todas aquellas que evidencien la aprehensión juvenil hacia la política formal, ya que al observar “la realidad, lo cotidiano, las injusticias sociales, la marginación que pueden sufrir los mismos jóvenes o la que otros grupos sufren, etc., van generando cuestionamientos y sensibilidades en muchos jóvenes que los llevan a buscar respuestas en lo político” (Pérez de Arce citada en Equipo Centro de Estudios en Juventud, 2010, p.269). Así se expone una nueva concepción que “se expresa en la oposición a la burocratización y regulación y el apoyo en formas poco o nada institucionalizadas. La organización es preferentemente horizontal y tiene un fuerte impulso a las redes vinculantes y flexibles” (Krauskopf citada en Equipo Centro de Estudios en Juventud, 2010, p.275).
Dado que los jóvenes consideran que el sistema político no los representa ni incorpora sus intereses particulares y no hallan respuestas en la vía formal, estos introducen nuevas prácticas políticas que no son necesariamente dirigidas por lo tradicional. Esto no debe entenderse como un indicador de desinterés o desentendimiento de la vida política, por el contrario, esta es una muestra de un interés (Equipo Centro de Estudios en Juventud, 2010) y una búsqueda de alternativas para exponer su postura y participar en los asuntos públicos.
En la variedad de opciones contrahegemónicas y alternativas se visualizan los movimientos sociales, colectivos y comunitarios, las producciones culturales y artísticas, las manifestaciones de protesta organizada y de disidencia, procesos de liderazgo, la innovación, entre otros. En este sentido, se evidencia que para América Latina la participación política juvenil en su máxima expresión se ha visto permeada por elementos como el arte, la comunicación, la cultura, el deporte y más recientemente, el uso de las TIC como formas de expresión. Como expresan Acosta y Garcés (2010) “los jóvenes están reinventando la política y lo hacen en prácticas y escenarios de enunciación que son más cercanos a sus modos de sentir, de pensar, de gozar, de soñar y de interactuar con Otros”, pues la política “habita entonces los espacios de sociabilidad, las expresiones juveniles que se actualizan en el arte, el baile, la música, el graffiti, el esténcil, la lúdica, los escritos en el cuerpo, etc.” (p.17).
Las mismas autoras proponen una categorización de espacios y ámbitos de participación política en Colombia; estas formas reconocen la coexistencia de la vía formal e informal, pero trascienden lo estático y rígido de lo institucional para validar las expresiones plurales y alternativas. Los ámbitos propuestos son: Lo político instituido, es una expresión de la vía formal y tradicional a través de la vinculación a organizaciones o movimientos partidarios avalados desde las instituciones. La disidencia y resistencia, como una oposición y distanciamiento del universo cognitivo dominante y hegemónico por medio de expresiones artísticas o estéticas, sin desestimar otras formas de protesta. El reconocimiento a la Diversidad, promovido desde los discursos de la defensa de los derechos humanos, en la protección de causas justas y propendiendo por el reconocimiento de grupos minoritarios. El social-comunitario, a través de la vinculación a organizaciones más o menos institucionalizadas que abogan por intereses específicos, interviniendo en procesos de toma de decisiones y en el marco del desarrollo social y comunitario. El deportivo (lúdico-recreativo), desde discursos del cuidado del cuerpo y la salud, favoreciendo la congregación de los jóvenes y facilitando el encuentro. El estético, con prácticas artísticas y culturales que permiten la construcción de identidades y la generación de impactos comunicativos. Como características de estos ámbitos en la vía de participación informal se encuentran: la horizontalidad de la organización (democracia directa), el lugar de construcción de lo político es el campo de lo cultural, una lógica de acción directa, la primacía del trabajo de base o desde el contexto, el trabajo de red, el respeto por las diferencias, la autogestión y la asociatividad afectiva (Equipo Centro de Estudios en Juventud, 2010).
Actualmente, estos escenarios se han visto influidos casi en su totalidad por el espacio virtual y de interacción por medio de redes sociales, este se convierte en un espacio de producción de información para hacer notar la presencia juvenil, sus opiniones y exigir sus derechos, este es un ámbito que da voz e identidad independiente a las diferencias sociales (Bermúdez y Martínez, 2010, p.108; Durán, 2015, p.49). En la producción bibliográfica se ha encontrado que el Internet es una herramienta que promueve la participación política por su fácil acceso (Valenzuela, 2012, p.78). Por otra parte, de acuerdo con la concepción de política, la idea de la apatía o desinterés hacia la política es considerada como una categoría más para aportar a la sociedad, ya que como indica el Equipo Centro de Estudios en Juventud (2010) no existe un desinterés por la política como tal sino por los mecanismos tradicionales de hacerla y en la negación encuentran una nueva forma de participar, sin embargo, siempre estarán vinculados de una u otra forma a ella.
Creencias de la juventud acerca de la participación política en Medellín
Creencias acerca de la juventud como cambio, transformación, crítica y resistencia social
Los jóvenes identifican que la noción de juventud trasciende una delimitación etaria, cronológica y biológica, ubicándola como una expresión o estilo de vida que permite generar alternativas flexibles y críticas para aportar perspectivas de cambio sobre el estado actual de la sociedad. A pesar de que algunos participantes se reconocen a partir de una clasificación y definición legal de la juventud (de 14 a 28 años en la legislación colombiana), comprenden que esta se establece finalmente a partir de ciertas características propias que se evidencian en las personas pertenecientes a esta población, ya sean estas atribuidas por un público externo o de manera autodefinida, de acuerdo con su contexto.
La juventud es un estado vital biológico, pero no solo se define por eso sino también porque es un asunto existencial. En la forma en que se ve el mundo se hacen lecturas y se comprende a otros y otras. Es un punto de vida existencial (Participante 4).
Los participantes definen la juventud y la posición del ser joven a través de palabras claves como: sentimiento que trasciende la edad, estilo de vida, flexibilidad, transformación, esperanza de cambio, futuro, innovación, creatividad, empoderamiento, crítico(a), resistencia, consciencia de sí mismo, capacidad de decisión, libertad e inclusión. Algunos aportes reúnen las construcciones y la creencia enunciada anteriormente: “ser joven es un sentir a lo largo de la historia, es una forma cronológica. Los jóvenes somos muy críticos ante posturas de nuestros antepasados, no se repiten las mismas prácticas del pasado, siempre hay algo nuevo…”, es “(…) querer transformar lo que nos han dejado nuestros padres o adultos” (Participante 3). Además, se agrega que “la juventud es transformación porque la tarea del joven es cambiar o sanar las decisiones que tomaron nuestras generaciones anteriores” (Participante 5), lo que denota que a partir de su definición se asumen ciertos roles.
De acuerdo con la visión transformadora del joven, su papel en la sociedad ha permitido superar brechas y generar cambios sociales, impulsando luchas y manifestaciones que velan por los derechos de los ciudadanos. No obstante, los participantes reconocen que el papel político juvenil se asume desde todas las esferas de su vida cotidiana y en sociedad, en su relación intra e interpersonal, incluso su postura antipática frente a la política (de carácter institucional y tradicional) es una expresión de su rol en sus contextos. Todo hecho se concibe como político y se aporta a la sociedad desde cualquier ámbito: “todo es muy subjetivo, a la sociedad hay que aportarle algo y se aporta haciendo lo que a usted le guste” (Participante 7). Según ellos el papel de la juventud es:
El cambio y la transformación. En el cambio se influyen a otras personas, siendo referentes para los que vienen atrás (infancia), rompiendo esquemas y estereotipos se puede traer un mejor futuro para las generaciones siguientes. Esto se logra haciendo lo que apasiona a cada uno (Participante 6).
Los jóvenes reconocen su papel activo a nivel político para generar cambios y aportar a las transformaciones sociales: “los jóvenes se están involucrando mucho en la política, están tomando la política en sus manos, están viviendo y sintiendo la política de forma crítica. Tienen el fin de cambiar” (Participante 1).
Creencias de la juventud acerca de la concepción de la política y la participación
Las expresiones o formas de participación también reflejan las dos perspectivas encontradas previamente para definir la política: una dimensión social y abarcadora de la vida cotidiana que rompe con los tradicionalismos y, por otro lado, una norma u orden instituido con mayores semejanzas a lo político electoral.
Así, a partir de la primera perspectiva, la participación política “es una manera de actuar y pensar diferente, viene desde lo más básico como tomar una decisión tratando de construir, romper esquemas o paradigmas y seguir ideales propios” (Participante , “implica todo; todo lo que haga o deje de hacer es política” y, por lo tanto, si se habla más allá de las participaciones institucionalizadas “serían obras de teatro, el rap, las dinámicas culturales y los encuentros coloquiales en los que se discute en torno a las problemáticas que uno vive, ya sean del país o de la ciudad” (Participante 2). Así, participar políticamente se da “desde lo que se piensa, se mira y la forma en que se analiza cualquier situación social, eso es un acto político. Es todo. Incluso temas como la sexualidad” (Participante 3).
Respecto a la segunda perspectiva, para algunos participantes la participación política hace referencia a “una jerarquía en la que la mayoría no escoge cómo debe ser…”, siendo “partícipe de campañas, votaciones o partidos políticos, de estar a favor o en contra de una propuesta de alguno de estos payasos” (Participante 5); esto evidencia más que una forma de definir la participación política, una manera para cuestionar la participación instituida o formal y mostrarse renuentes a esta. Para otros, aunque implica una dimensión de la cotidianidad tiene una predominancia “cuando hacemos elecciones a cualquier representante político” (Participante .
De otro lado, los participantes evidencian en los colectivos y agrupaciones juveniles el centro de la gestión política: “entendiendo que la política va más allá de papeles y votos, los colectivos pueden hacer mucha más política” (Participante 2), son la forma más importante de participación política juvenil. A partir de lo anterior, proceden a identificar diversos colectivos y grupos extendidos por todas las comunas y corregimientos de la ciudad de Medellín, en los que los jóvenes se congregan para participar.
Estos grupos tienen como fin realizar acciones conjuntas en pro del bienestar de la comunidad o sector en que se desenvuelven a través de expresiones artísticas y/o comunitarias. Así, destacan algunos colectivos juveniles y lugares en los que estos comparten, como: “Picacho con futuro”, “Corporación Casa mía”, “Metámosle mano al barrio”, “Centro Cultural de Moravia”, “Museo casa de la Memoria de Medellín”, “KGP-Klan Guetto Popular”, “Casa Kolacho”, “Son Batá”, “Arte 13”, “Ciudad frecuencia”, “Enredarte”, “Alkolirykoz”, entre otros. Para los participantes, estos grupos dinamizan y activan el encuentro juvenil, en ellos convergen distintas acciones que reúnen más de una expresión de participación (arte, música, deporte, obras sociales, grupos de estudio, etc.), llegando incluso a participar electoralmente en determinados momentos como sucede con un movimiento denominado “Estamos listas”, el cual convocó a la población juvenil crítica de la ciudad, en particular a las mujeres jóvenes.
Los participantes reconocen movimientos, grupos, colectivos, corporaciones o asociaciones juveniles en casi toda la ciudad de Medellín (incluyendo sus corregimientos), exceptuando las comunas 12 (La América), 14 (Poblado), 15 (Guayabal) y 16 (Belén) (las cuales son mayormente de condición socioeconómica media-alta) en las que no identifican claramente estos representantes; sin embargo, son enfáticos en que en estos lugares deben existir grupos que favorezcan la participación política juvenil.
Creencias acerca de la participación política juvenil vs participación política “adulta”
Partiendo de las respuestas aportadas por los participantes acerca de las creencias sobre la juventud y lo que significa ser joven, se encuentra una diferenciación clara frente a lo que es “ser adulto”. A pesar de que estos son adultos según los parámetros legales al tener más de 18 años (Ley 27 de 1977), se identifican y se sienten como jóvenes, otorgando a otros la condición de ser adultos; esta atribución también parte de una forma específica de pensar o ver la vida, de un sentirse o no adulto. Por lo tanto, se genera la pregunta alrededor de cómo participan los jóvenes en relación con cómo lo hacen los adultos y cuál de estos 2 grupos tiene una participación más activa o significativa.
Al definir la juventud y la adultez como estados o condiciones que trascienden la delimitación biológica-etaria y legal, se determina que estos influyen en la forma de percibir y desenvolverse en la realidad y, por ende, generan cambios en la concepción de la participación política o la manera de llevar a cabo esta. Para los participantes la adultez refleja una visión tradicional, conservadora, rígida y radical que en ocasiones puede afectar de manera directa la participación juvenil: “hay adultos que en su juventud pudieron haber participado mucho, pero con el tiempo se pueden empezar a tornar conservadores y tradicionales; también puede ser por falta de tiempo” (Participante 3). Se identifica la injerencia de las dinámicas sociales y culturales que establecen la necesidad de un pensamiento adulto que encubre la posición juvenil de cambio y transformación que expresa oposición a lo generacionalmente instituido desde las ópticas estadocéntricas y adultocéntricas: “con los años aparece un nivel de resignación, aparecen otras preocupaciones como una casa, una familia o el alimento y así pasa la política a un segundo plano”, ya que “es agotador estar en el lado de la resistencia” (Participante 2).
Siguiendo la misma línea se establecen diferencias sobre la implicación (mayor o menor actividad política), destacándose que los participantes evidencian en la juventud más capacidad de hacer política producto de los obstáculos que la sociedad y las características de su pensamiento generan en los adultos: “los jóvenes son más críticos y se involucran más físicamente, y los adultos son menos críticos y más dados al beneficio personal” (Participante 1). No obstante, resaltan momentos en que la incidencia en la política es similar, se comparte o depende especialmente del caso a caso, de la forma de verse, pensarse y sentirse (ya sea como joven o adulto); por ejemplo cuando “los adultos hacen política al permitir que sus hijos piensen; les dan un libro para comprender la historia de su país”, ya que “hay adultos que dicen que ‘la política es muy enredada y qué cansancio pensar en eso’, así como también hay adultos que le meten toda y cuestionan y motivan a los jóvenes” (Participante 3).
Las participaciones juveniles y adultas “en algún momento convergen, ya que se aprende de un adulto; por la historia personal adoptamos un discurso y unas prácticas desde el ejemplo” (Participante 3), sin embargo, comienzan a diferenciarse desde los cuestionamientos realizados por los jóvenes a las maneras hegemónicas de conducir la sociedad, enfatizando en que estos son más directos y en ocasiones más vehementes en sus críticas y opiniones.
Factores motivacionales de la juventud de Medellín para participar políticamente
La condición y expresión juvenil como motivación para participar políticamente
Para la mayor parte de los participantes el ser joven se concibe como un evento motivador para incidir o participar en la política de sus contextos por medio de las distintas expresiones o formas que encuentran para hacerlo, teniendo en cuenta que:
La política en mi contexto siempre se ha querido mostrar a ella misma como un ejercicio de personas mayores o personas que tienen la ‘experiencia’, (…) ser joven me motiva porque pertenezco a una generación cansada de ese funcionamiento social, que ha empezado a repensarse las experiencias desde la juventud (Participante 7).
Contribuyendo así a ver en la juventud una justificación para generar cambios por medio de la política e incluso para “derrotar el adultocentrismo” (Participante 4), renovando las dinámicas y acciones de la sociedad:
Por el hecho de ser joven se abren nuevas puertas y se reafirman muchas cosas que posibilitan la deconstrucción, (…) se tiene la oportunidad de estar en la universidad y estar en otros espacios, se tiene mayor apertura y libertad que antes no se tenía, lo que provee del tiempo y el espacio para participar políticamente (Participante 2).
El sentirse joven otorga a la persona condiciones y recursos para participar en la sociedad y de acuerdo a algunos participantes es posible que esta motivación no sea la misma cuando se es o se tiene un pensamiento adulto, puesto que como joven se tiene “la oportunidad de hablar, criticar y dar argumentos, creen (los adultos) que no sabemos, pero sí sabemos” (Participante 6). De este modo, como se indica en el apartado 3.2.1.1 se encuentra la creencia de que los jóvenes tienen un papel de cambio y transformación social que, anudado a lo hallado en las entrevistas, es motivado por las características y particularidades que implica el ser joven.
Motivaciones juveniles para la participación política
Para los jóvenes las motivaciones de su actuar político parten de la necesidad de un “cambio en la forma en la que se hacen las cosas políticamente, ya que hay que tener otros puntos de vista de lo que tradicionalmente se ha venido dando en el país, esa forma hegemónica que se ha dado siempre” (Participante 4), lo que se puede lograr dando importancia a las agendas juveniles, entendiendo estas como aquellas propuestas que los jóvenes realizan de acuerdo a las preocupaciones y necesidades urgentes que estos perciben en la sociedad, aunque el adultocentrismo y la forma tradicional de hacer política no les otorguen la importancia que la juventud considera que realmente merecen; por lo tanto, las motivaciones principales convergen alrededor del cambio, o por lo menos el “anhelo” de este.
Por otra parte, los jóvenes se encuentran motivados gracias a una idea de la necesidad de incluir, restituir y compartir con aquellos que históricamente han sido relegados por el tradicionalismo o formalismo político, por esto “la escucha a las personas que la sociedad política e históricamente ha silenciado es trascendental para conseguir la unión y la solidaridad social, lo cual me motiva a participar” (Participante 7) desde el papel juvenil. Además, esto responde a una motivación de “ayudar a las personas y a la comunidad” (Participante 1); aunque los participantes destacan que para este fin existen necesidades como “ver una reforma de gobierno” (Participante desde la participación electoral e instituida, o que hay problemáticas de injusticia que los movilizan, no se pueden quedar con las manos cruzadas dejando la solución en el reduccionismo de los partidos políticos o de políticos (hombres o mujeres), porque “es también desde mis acciones cotidianas que puedo intentar cambiar una pequeña parte de esa realidad o al menos pasarla por la cabeza; es querer hacer algo con eso que genera impotencia” (Participante 3).
Motivaciones para la escogencia de una forma específica de participación
Los participantes manifiestan que la juventud no tiene una única o particular motivación para participar políticamente, ya que son varias y estas han tomado cada vez mayor relevancia al alcanzar distintos logros como el de reducir el poder y predominio de los poderes hegemónicos o al pensar y exigir cambios para el país. La multiplicidad de motivaciones varía de acuerdo al contexto, a las experiencias y al momento histórico, pero pueden concurrir y encontrarse en la ya mencionada necesidad de cambio porque “los jóvenes tienen el destino de transformarlo todo” (Participante 3), estando llamados a hacerlo ya sea “desde la fuerza y otros desde la paz y la neutralidad, encontrando en la participación política una forma de desahogarse” (Participante 5) y gracias a que el joven no tiene una necesidad-motivación de “poder tan grande como la podría tener un adulto” (Participante 6), buscando más bien el “ser escuchados”.
Sin embargo, de acuerdo con las diversas motivaciones recogidas en los aportes de los participantes, es posible relacionar algunas de estas con las formas específicas de participar en la vida política desde los contextos juveniles. Si se piensa desde la política instituida se encuentra que se “puede lograr algo desde adentro para ayudar a los de afuera, generando cambios estructurales” (Participante 4); desde vertientes comunitarias o artísticas que favorecen la libertad y la expresión, “permitiendo que esas otras personas me compartan de su vida sin ninguna imposición, porque en la comunidad se puede relacionar el arte, que es algo que me gusta mucho” (Participante 5), gracias además a la “capacidad comunicativa que tienen la pintura y el dibujo, al talento con el que cuento” y a que “la ilustración y las ideas plasmadas en esta tienen la eternidad que no tiene el autor” (Participante 7).
Se reconocen además factores provenientes de la academia, siendo esta un puente entre el pensamiento y la acción en los grupos sociales o comunitarios debido a que “el estudio, los libros y la relación con personas que ayudaron en ese pensar crítico y en seguir esa línea discursiva” (Participante 3) motivan a replicar los planteamientos adquiridos desde la formación académica. Puede sintetizarse que las motivaciones juveniles, independiente de su forma, buscan el “tener buenos beneficios para la sociedad y que se adecúen a una ética personal y social” (Participante .
Discusión
Sobre la categoría de análisis de las creencias juveniles alrededor de la participación política, se destacan los hallazgos sobre las dos vías de pensamiento para la participación encontradas también en la producción bibliográfica: la sociocéntrica o informal y la estadocéntrica, adultocéntrica o formal. En la mayoría de las percepciones recogidas en la voz de los participantes, la vía sociocéntrica resalta al entenderse como todo aquello que se hace y se piensa a nivel personal y en la relación con los otros, orientado a una decisión por el bien común y que como indica la teoría sobre el tema, es perteneciente a la vida cotidiana de las personas y en este caso, de la juventud; de otro lado, la vía estadocéntrica es dirigida hacia lo tradicionalmente instituido y al campo electoral. Sobre ambas perspectivas, se evidencia una clara tendencia juvenil a reconocerse y definir la política desde el sociocentrismo, lo cual puede tener un argumento en la influencia que la formación académica impartida desde las Ciencias Sociales y Humanas parece haber tenido en la mayor parte de los participantes, quienes reproducen este discurso en sus formas de vinculación cotidiana y en la visión de su contexto social.
Partiendo de lo anterior, los jóvenes consideran que la participación activa en política se logra gracias a las diversas formas que estos han adoptado de acuerdo a la visión de su mundo, según sus habilidades, sus motivaciones personales, sus percepciones y sus ideales frente al bien común, lo que concuerda con lo que Seoane y Garzón (1996) expresan en su teoría de creencias respecto a que “querer, pensar y sentir serían las tres grandes categorías psicológicas que fundamentan nuestro sistema de creencias, la forma y manera de creer según la cultura a la que pertenecemos” (p.85). Desde esta concepción de creencia los jóvenes se identifican de manera activa dentro de las siguientes formas de participación política: pertenencia a fundaciones y colectivos en pro de la inclusión y la defensa de derechos de las comunidades, grupos académicos y de estudio, prácticas de deportes como el fútbol femenino, la ilustración como expresión artística, el establecimiento de acuerdos con otros, el acceso a cargos de representación pública, el informarse de manera continua de los asuntos políticos actuales del país, la rebeldía hacia las prácticas políticas hegemónicas a través de las protestas y manifestaciones sociales, la disconformidad y apatía hacia la política, entre otros.
Las formas enunciadas previamente se corresponden con los resultados de la revisión documental y bibliográfica sobre las formas de participación política a nivel sociohistórico en América Latina y Colombia, las cuales se han establecido con mayor contundencia a partir del cambio epistemológico y de pensamiento alrededor de la transición de la política formal a la informal, renovando así el orden social al constituirse sobre una base de pluralidad y diversidad de expresiones. Por lo tanto, lo evidenciado en las creencias e imaginarios de la juventud refleja las dimensiones o formas de participación política condensadas en la literatura académica y científica, ubicando estas de igual manera en la ciudad de Medellín: Lo político instituido, la política desde la disidencia y la resistencia, el reconocimiento de la diversidad, lo social-comunitario, lo deportivo (lúdico-recreativo), lo estético-cultural, las redes sociales y el desinterés o apatía por la política o sus formas (Acosta y Garcés, 2010; Valenzuela, 2012; Equipo Centro de Estudios de Juventud, 2010). Sobre estas formas o ámbitos, los jóvenes destacan la colectividad y pertenencia a grupos sociales-comunitarios como la máxima muestra de la participación política juvenil, lo que puede derivarse de la necesidad de encontrar o reafirmar una identidad que se satisface cuando se comparte con otros similares.
Al identificar la necesidad de cambio o transformación social como una premisa para la participación juvenil, la motivación subsiguiente a ésta se traduce en asumir un rol y una actuación activa para favorecer esa variación en las dinámicas sociopolíticas tradicionales y formales del país. La juventud busca desempeñar este papel para enfrentar, ya sea de manera directa o indirecta, el estadocentrismo y el adultocentrismo que históricamente han coartado las expresiones y manifestaciones políticas y de pensamiento de los jóvenes; a través de las prácticas dirigidas hacia el debate, el argumento y la crítica (como bien pueden ser cualquiera de las formas de expresión a partir del sociocentrismo), se resalta el cuestionamiento realizado a las formas tradicionales de la política; además, se genera una motivación de empoderamiento juvenil que se opone al denominado “infantilismo” con el que se ha (in)visibilizado a la juventud dada su “falta de experiencia y conocimiento” para asumir posiciones en el ejercicio de la política instituida.
Estas motivaciones halladas en los jóvenes pueden ser relacionadas y analizadas desde la “teoría de los valores o tipos motivacionales” de Shalom H. Schwartz (citado en Sánchez y García, 200) y la “teoría de la motivación” de McClelland(1989), las cuales permiten determinar que los factores motivacionales más comunes en la juventud para participar políticamente son: seguridad, universalismo, autodirección, benevolencia, logro y afiliación social, mientras que los de menor aparición son: tradición, conformidad y poder (en el que los jóvenes sitúan la mayoría de las prácticas adultas y que, en algunos jóvenes, se desarrolla con la intención de acceder a cargos públicos e influir a otros por medio de su liderazgo y capacidad de acción). Estos tipos motivacionales se ven permeados en mayor o menor medida por las características y estructuras de personalidad, posibilitando así determinadas maneras de ver, analizar, comprender, sentir y actuar frente al mundo, a su vez que establece los caminos a tomar para la elección de una manera específica de participación política.
El punto de unión entre ambos conceptos se da al destacar que los participantes, debido a su conocimiento y experiencias de vida en el contexto colombiano y específicamente en la ciudad de Medellín, han establecido en su sistema de creencias la idea de que puede haber un futuro mejor para el país, con un orden social fundamentado en la paz y el amor, más humanizado. Este sistema genera una motivación juvenil a asumir un papel protagónico en el cambio y la transformación de la manera en que se ve y se hace política, otorgando importancia a la capacidad crítica y reflexiva para pensar y pensarse en sociedad.
Extrapolando este hallazgo a la perspectiva cognitiva de la Psicología es posible pensar en una relación con la teoría de la “triada cognitiva”, la cual indica la presencia de tres bases que rigen la cognición y acción del ser humano: visión idiosincrática de sí mismo, de sus experiencias en el mundo y de su futuro (Beck, Rush, Shaw y Emery, 2000); esto puede pensarse trascendiendo lo individual para configurar una triada cognitiva a nivel social, poniendo en consideración estos tres factores para comprender el actuar humano (juvenil en este caso) en la política.
Cabe señalar que la naturaleza de la investigación se vio influida por la crisis sanitaria, económica y social vivida a nivel mundial producto de la pandemia derivada del virus Sars-Cov-2. Ésta produjo cambios significativos en las dinámicas cotidianas de la humanidad obligando a cesar muchas de sus actividades, incluidas la mayor parte de las formas de participación política; sin embargo, durante este tiempo las expresiones o ámbitos de las redes sociales y los colectivos sociales-comunitarios acogieron gran parte de las propuestas impulsadas por jóvenes para hacer frente a las demandas de la pandemia y la cuarentena en Colombia, las cuales procuraban actos de solidaridad y empatía social.
Las formas de participación dirigidas al reconocimiento de la diversidad y las luchas desde la disidencia y la resistencia tomaron fuerza nuevamente con la exigencia a la política estatal y gubernamental de responder de manera transparente y equitativa a las dificultades derivadas de la crisis mundial, lo que se ha evidenciado claramente en las marchas, protestas, manifestaciones y paros cívicos convocados en su mayoría por agrupaciones estudiantiles y juveniles en gran parte del territorio nacional. Esta situación también alteró de manera directa el procedimiento de recolección de información de la investigación, especialmente en las técnicas del grupo focal y las entrevistas; teniendo en cuenta que la documentación sobre el tema en el contexto latinoamericano es amplia y permite su análisis, el proceso investigativo no se vio impedido de manera significativa, sin embargo, el trabajo etnográfico se vio modificado por no poderse dar un contacto más cercano ni una conversación más fluida, dificultando en ocasiones la comunicación con los participantes de la investigación.
Conclusiones
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, ¡nadie va a venir a salvárselo, nadie!” – Jaime Garzón Forero
A nivel sociohistórico, esencialmente a partir de los años 60 y 70, en Latinoamérica y Colombia el papel de la juventud ha sido protagónico al convertirse en un opositora y agente contestatario de lo tradicionalmente instituido en la política. De allí se derivan nuevas alternativas y formas de participación política que han permitido el empoderamiento juvenil, adquiriendo un rol social contrahegemónico que ha transformado la concepción de la juventud y ha resignificado su comprensión hacia un sector de la población con una naturaleza gregaria y con renovadas ideas que propenden por el bien común de la sociedad en general.
La participación política juvenil ha obtenido una notable función en la confrontación con lo formal y lo estadocéntrico debido a las injusticias sociales, políticas y económicas, lo que derivó en procesos de disidencia y resistencia juvenil que llegaron a influir de manera considerable, por ejemplo, en la constitución de movimientos guerrilleros, agrupaciones estudiantiles, la participación en disputas legales como la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 u otras acciones que han generado la implementación de políticas públicas enfocadas en la juventud.
Las creencias de los jóvenes sobre la política evidencian y diferencian las definiciones de esta como una dimensión humana, cotidiana y que influye a todos de manera directa o indirecta; como un espacio de opinión y debate en el que los jóvenes asumen capacidad crítica y/o argumentación acerca de los asuntos sociales en los que se encuentran inmersos y comparten con otros, juntándose y participando en torno a la comunidad para generar un bien colectivo; y como una actividad asociada estrictamente a lo político instituido y al ejercicio del poder y la democracia, mostrando en su mayoría una apatía o recelo sobre esta en su estado actual para contribuir al bien de la sociedad.
La juventud ha construido históricamente la creencia de ser la responsable de generar cambios y transformaciones sociales, adoptando esto como un deber propio de la condición de ser joven. El cumplimiento de esta tarea de innovación social se busca esencialmente a través de los colectivos o agrupaciones juveniles, los cuales recogen la pluralidad de personalidades y particularidades para expresarlas de forma unísona bajo el reconocimiento e identidad de “la juventud”; es por esto que existe una diferenciación clara con la identidad adulta, la cual refleja un estilo de vida diferente y conservador que no corresponde al ideal juvenil de alcanzar un bienestar común o equitativo para la sociedad.
En la mayoría de los casos el ser joven implica una motivación (en sí misma) por transformar las dinámicas tradicionalmente constituidas en el país y re-significar las formas de hacer política desde la vía formal. Otros factores motivacionales de los que la juventud dispone para impulsar sus acciones políticas parten de las capacidades y habilidades que reconocen como propias del ser joven y que son diferentes a las adultas; estas se ven incrementadas desde los discursos académicos que muchos jóvenes han aprehendido y a los que les dan uso frente a sus visiones del mundo.
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