REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  ANÁLISIS DE LA VIOLENCIA BASADA EN GÉNERO DESDE UNA MIRADA NEUROCIENTÍFICA A PARTIR DE UNA REVISIÓN DOCUMENTAL
ANÁLISIS DE LA VIOLENCIA BASADA EN GÉNERO DESDE UNA MIRADA NEUROCIENTÍFICA A PARTIR DE UNA REVISIÓN DOCUMENTAL

ANALYSIS OF GENDER-BASED VIOLENCE FROM A NEUROSCIENTIFIC VIEW BASED ON A DOCUMENTARY REVIEW
            
                
 
Valery Alejandra Gaviria Rodríguez
 
Corporación Universitaria Iberoamericana / Colombia 

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Referencia Recomendada: Gaviria-Rodríguez, V. A. (2021). Análisis de la violencia basada en género desde una perspectiva neurocientífica a partir de una revisión documental. Revista de Psicología GEPU, 12 (2), 207-246.
 

Resumen: Según la OMS, la violencia basada en género es definida como “la amenaza deliberada a uno mismo, a otra persona, grupo o comunidad, causando daño o con alta probabilidad de causar daño, muerte, daño psicológico, discapacidad del desarrollo o privación de sus derechos” (2002). Por tal motivo se tiene como objetivo central de la investigación analizar las aproximaciones teóricas y metodológicas desde la neurociencia sobre la violencia basada en género a partir de una revisión documental. A fin de llevar a cabo este proceso se realizó una revisión documental e investigación cualitativa que permitiera describir aspectos relacionados con la violencia basada en género y las consecuencias neurocientíficas que esta problemática. Se realizó la lectura y codificación de 50 textos que fueron tomados como población a fin de analizar las aproximaciones literarias existentes respecto a la temática. Según los análisis, la violencia basada en género y su relación con las áreas neurocientíficas emergen de dimensiones relacionadas con el aspecto psicológico, social, neurocientífico, cultural, entre otras qué arrojan una existencia de afectación cerebral en las mujeres que reciben violencia en diferentes aspectos y distintas dinámicas deteriorando así su calidad de vida. Como parte de las conclusiones se logró identificar que la violencia basada en género da lugar a la violencia afectiva en el cual las relaciones de poder entre hombres y mujeres y su adecuación a estereotipos normativos de género, permiten la existencia de violencia generando así construcciones sociales que mantienen y dificultan la erradicación de la violencia hacia la mujer.
 

Palabras clave: Violencia, género, neurociencia, neuropsicología, roles de género.
 

Abstract: According to WHO, gender-based violence is defined as “the deliberate threat to oneself, another person, group or community, causing harm or with a high probability of causing damage, death, psychological harm, developmental disability or deprivation of their rights ”(2002). For this reason, the main objective of the research is to analyze the theoretical and methodological approaches from neuroscience on gender-based violence from a documentary review. In order to carry out this process, a documentary review and qualitative research was carried out to describe aspects related to gender-based violence and the neuroscientific consequences of this problem. The reading and coding of 50 texts that were taken as a population were carried out in order to analyze the existing literary approaches regarding the subject. According to the analyzes, gender-based violence and its relationship with neuroscientific areas emerge from dimensions related to the psychological, social, neuroscientific, cultural aspect, among others, which show an existence of brain involvement in women who get put through violence in different aspects and different dynamics thus deteriorating their quality of life. As part of the conclusions, it was possible to identify that gender-based violence gives rise to affective violence in which the power relations between men and women and their adaptation to normative gender stereotypes, allow the existence of violence, thus generating social constructions that maintain and make it difficult to eradicate violence against women.
 

Key Words: Violence, gender, neuroscience, neuropsychology, gender roles.
 

Recibido: / Aprobado: 

 
Valery Alejandra Gaviria Rodríguez. Estudiante de noveno semestre de Psicología en la Corporación Universitaria Iberoamericana ubicada en la ciudad de Bogotá, Colombia. El presente artículo es resultado del proyecto de grado de investogación construido desde el año 2020 con el cual se opta para el título de pregrado de Psicología. 
Correo electrónico: v.gaviria@ibero.edu.co
 
 
Introducción

En el desarrollo de este proyecto de investigación se trabajó una temática centrada en el análisis de la violencia basada en género, desde una mirada neurocientífica, a partir de una revisión documental. Según lo mencionado, este proyecto aborda las temáticas relacionadas con la violencia, los procesos correspondientes entre algunas secuelas neurocientíficas de la violencia que pueden presentar mujeres que viven esta realidad. 
 
En esta investigación se estipulan objetivos como la revisión de la literatura, a fin de, llevar a cabo el ejercicio de la revisión documental, algunos de ellos relacionados con aspectos neurocientíficos, neuropsicológicos y de la neurociencia social; de igual manera se realiza en análisis de estas categorías y su incidencia en la violencia basada en género. Posterior a la descripción de categorías-objetivos del estudio y debido a la realización investigativa del proyecto y línea a trabajar, se describe la metodología la cual es fundamental para la técnica de análisis a emplear en el procedimiento de ejecución de la revisión documental y sus respectivos resultados. Parte de la metodología se desarrolla con base a la población, la cual en este caso son los archivos y documentos previamente seleccionados a fin de llevar a cabo el ejercicio crítico de la investigación poniendo de base la neurociencia como parte explicativa de algunos fenómenos relacionados con la violencia basada en género. Del mismo modo, se concreta que el tipo de investigación a manejar es cualitativo y el diseño es documental con una lógica hermenéutica. Se pacta el alcance de investigación que es exploratorio-descriptivo y el número de textos a trabajar siendo 50 documentos. Finalmente, se resaltan los resultados y conclusiones del estudio.
 
 
Metodología

Con base a lo mencionado es pertinente recordar que la metodología tomada en la investigación presente es la investigación cualitativa debido a la forma en la que se abordó el objeto en su realidad. Así como lo menciona Rueda en el año 2007, la investigación cualitativa se centra en las diferentes perspectivas e interpretaciones frente a un tema en particular, en este caso la violencia basada en género en su relación con las neurociencias. Por otro lado, el diseño de esta investigación se desarrolló en una revisión documental, ejercicio basado fundamentalmente como lo menciona Hurtado (2008), en la lectura detallada y filtrada de textos definidos que permiten llegar a una categorización y clasificación de elementos creando relaciones funcionales a fin de establecer vínculos entre conceptos y situaciones de la realidad abordadas en la investigación. Teniendo en cuenta esto, es importante dar claridad de que la población con la que se realizó el proceso correspondiente, en este caso fueron los textos seleccionados para lectura y por ende, codificación de la información.
 
Las palabras claves son los términos de los cuales se hace uso a fin de contribuir a la búsqueda de documentos con eficacia, debido a la importancia de la población a elegir (textos y documentos), se utilizaron palabras claves, estratégicas para la búsqueda las cuales fueron: neurociencia, violencia basada en género, condiciones sociales, condiciones culturales, neuropsicología, estructuras afectadas, procesos básicos alterados, neurociencia social, cerebro, violencia, tipos de violencia, secuelas físicas, secuelas psicológicas, desempeño cognitivo, habilidades cognitivas entre otras palabras con las cuales se realizó la búsqueda de la documentación permitiendo el acceso a importantes bases de datos que se mencionan más adelante.
 
En cuanto a los criterios de inclusión de esta investigación, se estableció y se seleccionó la documentación que tuviera un rango de tiempo entre 1991 y 2019, años que permitieran contar con la población sugerida y tener un aval conceptual y normativo debido a la publicación del Belem Do Pará, documento publicado en el año 1994 que es el instrumento internacional para “Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer”. Otro de los criterios de inclusión, fue que el idioma de los textos fuera principalmente en español manteniendo el inglés como idioma de fuente secundaria para la selección; por otro lado, en el ámbito geográfico se centró en lugares principalmente América, también Europa y Oceanía. El hecho de que esta investigación cuente con un diseño orientado a una revisión documental permitió reunir el material entre diferentes tipos como: Artículo de revista, material de apoyo, revista electrónica, trabajo docente online, trabajos de grado online y libro electrónico, de los cuales se tomaron principalmente artículos de revista, trabajos docentes y trabajos de grado.
 
Además de esto, en cuanto a los criterios de exclusión en esta investigación no se hizo uso de literatura de temas relacionados con violencia basada en género ejercidas sobre mujeres trans, ni hombres cis o transgénero. Se establece la rigurosidad conceptual respaldada por las definiciones y establecimientos de la ONU respecto a la violencia basada en género hacia la mujer. Además de ello, para llevar a cabo la búsqueda de literatura se emplearon 2 de los Operadores Booleanos los cuales fueron AND para realizar la búsqueda de dos palabras conjuntas y OR para dar opción de búsqueda frente a las temáticas solicitadas. A modo de conclusión, se realizó la matriz bibliográfica donde se consignaron cada uno de los documentos seleccionados con sus datos correspondientes como: nombre del texto, autor (a), año de publicación, referencia, país, tipo de texto, fuente, resumen y argumento de selección. 
 
Para poder realizar la selección de los documentos y hacer uso de los Operadores Boléanos mencionados con anterioridad se realizó una lista de bases de datos donde se pudieran llevar a cabo estas búsquedas y operaciones a fin de seleccionar la literatura. Se ejecutó la indagación en cada una de las bases de datos mencionadas a continuación con el propósito de llegar a las bases de datos y documentos, que, según criterios de exclusión, serían la población partícipe de esta investigación: 

Tabla 1
Bases de Datos Consultadas para la Selección (Fuente propia) (Ver en PDF)

Posterior a la toma y selección de los documentos en las bases de datos según los criterios del proyecto se revisaron inicialmente 84 documentos de los que, al final se eligieron 50 debido a los criterios de exclusión e inclusión con el propósito de llevar a cabo la revisión documental y todo su procedimiento. El total de los documentos seleccionadas para la lectura y codificados para la misma fueron 50 textos, de los cuales 46 corresponden a textos en el idioma español y 4 corresponden a textos en el idioma inglés como se muestra en el siguiente gráfico:

Figura 1
Estadísticas de los Documentos según el Idioma (Fuente propia) (Ver en PDF)

De estos 50 documentos, 15 son de Colombia, 11 son de México, 7 son de España, 4 son de Venezuela, 3 de Argentina, 2 son de Chile, 2 son de Cuba, 2 de Australia, 2 son de Estados Unidos, 1 de Puerto Rico y 1 de Italia. A continuación, se muestra una gráfica con los porcentajes correspondientes a cada uno de los países:
 
Figura 2
Estadísticas de los Documentos según el País de su Publicación (Fuente propia) (Ver en PDF)

Con el fin de complementar la información anteriormente presentada frente a la caracterización de los documentos según su idioma y el país de su publicación se añade la base de datos de donde proviene cada uno de los textos en forma censo de la siguiente forma. En cuanto a base de datos se habla lo siguiente: 27 de los documentos corresponden a EBSCO, 6 de ellos corresponden a GO-GALE, 2 de ellos corresponden a SCIELO y los demás representados en la gráfica corresponden a 1 texto por base de datos como lo representa la siguiente figura:
 
Figura 3
Estadísticas de los Documentos según Bases de Datos (Fuente propia) (Ver en PDF)

Después de haber seleccionado la población (50 documentos) con la cual se trabajaría según los criterios correspondientes y la búsqueda en las bases de datos que se vieron con anterioridad. Se vio la importancia de generar códigos basados en las categorías de la investigación que dieran acceso al desarrollo de la codificación de la información de cada uno de los textos, con base a un concepto fundamentado en la literatura respecto a las categorías, esto a fin de poder crear relaciones y redes semánticas que permitan dar explicación y respuesta a la pregunta de investigación. Los códigos formulados y definiciones de cada uno de ellos fueron los siguientes:
 
Tabla 2
Códigos Establecidos según Categorías de Estudio (Fuente propia) (Ver en PDF)

Teniendo en cuenta el proceso de: selección de bases de datos y textos, establecimiento de códigos, lectura y codificación de la información que se desarrolló, la investigación emerge algunos resultados en cuestión de densidad y frecuencia que son los siguientes:
 
Figura 4 
Códigos Desarrollados y su Frecuencia (Fuente propia) (Ver en PDF)

En el diagrama se logra observar cada uno de los códigos con los que se codificó la población seleccionada, se contó con un total de 21 códigos que permitiesen establecer las relaciones entre la información de la literatura y las categorías de interés de la investigación.

Resultados

En este apartado, se evidencian los resultados del proceso descrito anteriormente en relación a la violencia basada en género y su repercusión en el cerebro humano y su funcionamiento, es por esto que posterior a la codificación de la información según cada uno de los 21 códigos establecidos se realizó la integración de familias de códigos que permitieran a la investigación crear relaciones semánticas para así poder dar explicación a cada uno de los componentes y su respectiva vinculación, para crear cada una de estas familias se tuvo en cuenta a qué aspecto de estudio pertenecían, si se encontraba relacionado con el factor social, o psicológico, neurocientífico o neuropsicológico, con el fin de crear relaciones semánticas funcionales para la explicación de resultados de la investigación. 
 
Figura 5 
Aspectos Sociales de la Violencia Basada en Género (Fuente propia) (Ver en PDF)

Como primera red semántica se muestran los aspectos sociales que se encuentran vinculados a la violencia basada en género, en esta dinámica se encuentran 3 códigos relacionados, uno de los códigos principales en esta red son las condiciones sociales y culturales de la violencia basada en género debido a que como lo menciona el articulo “Revisión de la neuropsicología del maltrato” estas condiciones son factores que hacen vulnerable, en este caso a la mujer ante situaciones de maltrato y violencia, pueden ser factores económicos como pobreza o escasez, psicológicos  o inclusive factores ambientales que fomentan y aumentan la existencia de violencia como en este caso lo sería la construcción de masculinidad-feminidad (Amores y Mateos, 2017).
 
La construcción de masculinidad-feminidad corresponde a otro de los códigos de estudio de esta familia, como lo menciona Rodríguez, J. en el año 2013, gran parte de la violencia existente se da por la construcción de roles de género que causan diferencias entre la mujer y el hombre y como lo menciona este autor muestran los estudios que la violencia física es el tipo de violencia más ejercido por parte del hombre hacia la mujer. Añadido a esto la neurociencia social juega un papel muy importante en el comportamiento social del ser humano ya que, como lo postula Amores y Mateos en el 2017, este se relaciona con la forma en la que las personas se relacionan emocionalmente y sobreviven en la sociedad, es decir que la neurociencia social es el concepto del cual se despliega la construcción de masculinidad-feminidad y por ende se encuentra asociada con las condiciones sociales y culturales de la violencia, ahondando un poco más sobre la neurociencia social y su relevancia en la temática social es importante mencionar como lo describe Amaros y Mateos en el año 2017, el aprendizaje vicario es la vía principal por la que un niño aprende a regular o modificar su comportamiento y sus emociones según las contingencias que siguen a sus comportamientos. Se habla desde la niñez debido al aprendizaje que el niño recibe en esta edad y la forma en la que lo replica en su adultez. 
 
Es importante añadir a este punto que la neurociencia social contempla las explicaciones a nivel cerebral relacionada con el aprendizaje social como la explicación cerebral sobre la irritabilidad lo que relaciona a estructuras límbicas que son secuelas de la hiper excitabilidad de la amigdalina, así como la desregulación alostérica a largo plazo del eje fisiológico del estrés, además, la corteza prefrontal hipo funcional no es óptima para el control descendente de esta reactividad emocional, todo esto responde al funcionamiento que tiene el cerebro en situaciones estresantes ante las demandas y solicitudes del ambiente, lo que años más tarde se refleja en actos de violencia, en este caso hacia la mujer (Mesa y Moya, 2011 citados en Amaros y Mateos en el 2017).
 
Figura 6
Dimensión Psicológica de la Violencia Basada en Género (Fuente propia) (Ver en PDF)

Posterior a hablar de los aspectos sociales que se encuentran relacionados con la violencia basada en género es importante dar explicación a las relaciones y aspectos psicológicos que se encuentran involucrados en este punto. Como primer elemento se aborda la relación del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) con la violencia basada en género o en este caso violencia de pareja, esta relación se establece con ciertos criterios de exclusión como edad de la mujer, o si consume alguna sustancia psicoactiva (SPA), añadido a esto se realizan exámenes de neuroimagen a fin de determinar la presencia de TEPT en casos de violencia, como lo menciona Quiroz, N en el año 2020 en el artículo titulado “Efecto de la violencia de pareja sobre el funcionamiento neuropsicológico, la salud mental y la funcionalidad en mujeres que han sido víctimas”. La presencia de TEPT en la violencia de pareja es existente debido a altos niveles de estrés del medio ambiente que además poseen un importante componente epigenético como lo menciona Dzib-Goodin, A. Jiménez, E. Estévez, R. & Sanders, L, el aumento desnivelado de cortisol el cual es un glucorticoide activa el sistema nervioso y recibe la agresión como un hecho amenazante y activa al sistema nervioso acomodando las necesidades fisiológicas ante el evento que se está viviendo (Quiroz, 2020). 
 
El desarrollo de este trastorno en la mayoría de los casos de violencia es causa de la existencia de secuelas físicas y psicológicas de la violencia basada en género, estas corresponden a dos de los códigos que se trabajaron en este punto. Las secuelas físicas como lo mencionan Hidalgo, N. Pérez, M.  y Bueso, N. son las consecuencias en la mayoría de los casos negativas que deja la violencia basada en género, este se puede dar por golpes directos en la cabeza o cualquier golpe a diferentes partes del cuerpo que ocasionen alguna lesión tanto en alguna parte del cuerpo como en la cabeza, las lesiones en la cabeza suelen tener complicaciones aún mayores debido a que puede darse posiblemente un traumatismo cráneo-encefálico que afecta directamente al Sistema Nervioso y sus funciones o inclusive en otros casos intentos de estrangulamiento y/o posible o hipoxia cerebral durante los golpes (2012). Por otro lado, las secuelas psicológicas de la presencia de violencia basada en género son se caracterizan principalmente por alteraciones en el funcionamiento de áreas cerebrales y por ende de la conducta, en esta dimensión se destaca la importancia de la relación cerebro-conducta por el impacto que logra tener específicamente el estado de alerta generado por el evento amenazante y la conducta de hipervigilancia que emerge de esta afectación (Amores y Mateos, 2017), lo que muestra cambios mentales también experimenta cambios comportamentales, todo esto ocurre debido a la existencia y ejecución de la conducta agresiva, uno más de los códigos postulados en este apartado en cual se centra, básicamente, en la explicación de la conducta agresiva que es causante de los demás factores en la violencia basada en género.
 
Según Calzada, en el 2007 en el artículo titulado “Aproximación a los correlatos biológicos de la agresividad y la violencia humana” la conducta agresiva tiene como objetivo llegar a la solución de una problemática en particular. De alguna forma desea darles frente a las amenazas presentadas por la sociedad sea de forma individual o en grupo. La conducta agresiva se define como mecanismo innato el cual vela por la supervivencia del sujeto, es por ello que ante la conducta agresiva emerge posterior a una activación innata de defensa propia, en este caso el victimario se activa fisiológicamente a emitir un comportamiento agresivo ante su víctima, esto genera el daño en diferentes niveles que se mencionaron anteriormente, esta conducta es emitida por la influencia de las emociones en la violencia basada en género, código directamente relacionado con los factores emocionales que son causantes en gran parte la conducta agresiva, emociones y sentimientos como humillación, vergüenza y preocupación; además de la percepción de pérdida de control, confusión, sentimientos de culpa y miedo vinculados al paso del tiempo.
 
Figura 7
Factores Neurocientíficos Asociados a la Violencia Basada en Género (Fuente propia) (Ver en PDF)
 
Además de abordar los aspectos sociales y psicológicos que se encuentran vinculados y debidamente relacionados entre sí, es de utilidad para la investigación dar explicación a los factores neurocientíficos que se encuentran asociados a la violencia basada en género. Como primer punto de estos factores se resalta la neurociencia y el papel que desempeña en este ejercicio comenzando por la postura frente al tema, en el artículo titulado “Cognición social en la violencia de pareja: una perspectiva neuro criminológica” publicado por Salas y Cáceres en el año 2017, donde se resalta el desarrollo que tiene el ser humano en cada una de las etapas de su vida a nivel neurológico incluyendo en este desarrollo de la empatía, la simpatía, el razonamiento moral, la regulación y procesamiento emocional, esto con el fin de establecer las representaciones cerebrales y la forma en que estas se manifiestan en la interacción social. La neurociencia en la violencia basada en género se pronuncia en una postura de desarrollo en factores genéticos y circunstanciales teniendo en consideración tanto los procesos biológicos como también las demandas del ambiente frente a esta temática ya que según Goset, en el 2019 la neurociencia explica los procesos que fundamentan el aprendizaje en general desde la investigación de cómo funciona el cerebro humano y esto cómo llega a influencia en el funcionamiento del sujeto hasta el contacto que tiene con el eje social. 
 
La neurociencia se encuentra vinculada altamente con los procesos biológicos que se encuentran relacionados a la violencia basada en género en elementos como neurogénesis, mielinización y sinapsis, en este punto resalta la existencia de posibles problemas en el neurodesarrollo como lo menciona Patarroyo, en el año 2014 en la publicación donde menciona que la forma como el cuerpo reacciona al estrés, se hace a través de una compleja y maravillosa red que integra el Sistema Nervioso Central (SNC), el Sistema suprarrenal y los sistemas circulatorio y respiratorio. Cuando el equilibrio interno del organismo se encuentra en peligro, el hipotálamo inicia la secreción del factor de liberación adrenocorticotrópica (hormona CRF), que coordina la respuesta del organismo ante el estrés por medio de reacciones fisiológicas y de conducta compleja e interrelacionada. La hormona CRF activa la hipófisis que libera la hormona adrenocorticotrópica (ACTH), que inicia la secreción de hormonas glucocorticoides procedentes de las glándulas suprarrenales (cortisol). Las hormonas en este caso juegan un papel importante en la respuesta del organismo frente al estrés y su desarrollo. Éstas afectan funciones del cuerpo como la regulación de la estimulación, la temperatura, el sueño, el estado de ánimo y el apetito, y todos estos procesos dan explicación a los procesos biológicos del ser humano que se encuentra en situaciones estresantes de violencia. Todo esto, logra dar explicación a la pertinencia de la conducta agresiva en este escenario, ya que la neurociencia brinda las bases neurocientíficas a todos los procesos biológicos incluyendo la conducta agresiva. 
 
La neurociencia explica la conducta agresiva según Arias, en el año 2008 en su publicación titulada “La neuropsicología de la violencia y sus clasificaciones” menciona que la conducta agresiva puede darse de dos formas, la primera como agresión impulsiva que se refiere a una serie de actos no planeados, que emergen de forma espontánea e involuntaria, una posición dominante ante una situación que se considera amenazante, en este sentido se  presenta un estado de agitación e hiper alerta el cual es producto de la ira y generalmente manifiestan un sentimiento de lástima después del acto.  Además, en otra dimensión se encuentra la agresión premeditada, predatoria o proactiva que se reconoce por realizar actos planeados, definidos y controlados que no contienen algún componente emocional en el evento (Barratt, Stanford, Kent et al, 1997 citados en Arias, 2008).
 
Figura 8
Neuropsicología y Violencia Basada en Género (Fuente propia) (Ver en PDF)
 
Otro de los elementos que componen la neurociencia y todo su acto en función de la violencia basada en género son las características neuropsicológicas de la violencia hacia la mujer, en este caso. Para ello es importante empezar a hablar de algunas características particulares de toda esta dimensión que toman un papel muy importante en esta dinámica como las estructuras que se encuentran implicadas en la violencia basada en género, como se menciona en el artículo titulado “Neuropsicología forense en un caso de violencia de género” donde Marín, I. Hidalgo, N. Tovar, V. y Pérez, M. en el año 2016 postularon que han encontrado que recientes trabajos han demostrado que las secuelas psicológicas en víctimas de violencia de género, especialmente el Trastorno de Estrés Postraumático, la Ansiedad o la Depresión, un bajo rendimiento en diferentes baterías neuropsicológicas, niveles de cortisol elevados y sus consecuencias en estas mujeres, y las alteraciones en diferentes estructuras del cerebro como son la ínsula, además se pueden producir alteraciones en el funcionamiento cerebral y su consecuente repercusión en áreas como la atención, las funciones ejecutivas y el procesamiento del dolor (Strigo et al., 2010 citado por Hidalgo, N. Tovar, V. y Pérez, M, 2016). Las áreas cerebrales afectadas en la presencia de violencia basada en género y su funcionamiento son: (1) el sistema límbico en mujeres maltratadas es mucho mayor que en las mujeres del grupo control (Fonzo et al., 2010 citado por Cosgaya, 2019), (2) el segundo nos demuestra que se encontró una mayor activación en la parte derecha de la ínsula anterior/media en mujeres maltratadas cuando debían anticipar estímulos aversivos y  que éstas mujeres tenían una menor conectividad entre dicha ínsula y la amígdala y (3) en tercer lugar, nos encontramos con el estudio de Strigo y colaboradores que nos dice que aquellas mujeres víctimas de violencia de género que además presentan síntomas de TEPT, presentan una actividad  cerebral desregulada (Cosgaya, 2019). Las dos áreas que más se ven afectadas en las víctimas de violencia basada en género son la amígdala y el hipocampo. Por el lado de la amígdala cerebral localizada en el polo temporal del cerebro se considera la región del cerebro clave en el procesamiento, interpretación e integración del funcionamiento emocional. Recibe impulsos directamente desde el tálamo sensorial los cuales alertan al SNC y dan respuesta de activación fisiológica y, por otro lado, el hipocampo siendo este el área del procesamiento de la memoria, el hipocampo es sometido a altos niveles de estrés por la violencia que ocasionan disfunciones en la memoria y posteriormente TEPT según Calzada, 2007.
 
Otro de los elementos vinculados a la neuropsicología en cuestión de violencia son las habilidades cognitivas, otros de los códigos de este apartado que se centra básicamente comportamiento saludables que puedan favorecer y mitigar las consecuencias de la violencia basada en género, aparte de esto es importante mencionar la importancia del procesamiento de la información en las situaciones de violencia, según el documento titulado “Neurociencia de las emociones esta teoría” esta teoría no consiste en un sistema temporal de guardado de información (el espacio de trabajo) y un sistema de control que realiza funciones ejecutivas. Una función ejecutiva clave es la atención la cual se encuentra afectada por la violencia de varios tipos, esta controla el flujo de información hacia el espacio de trabajo desde los sistemas sensoriales y de memoria a largo plazo y debido a su alteración las víctimas de violencia de género vivencian disminución del rendimiento de su memoria a largo plazo (LeDoux, 2016 citado en García, 2019), esta justificación se encuentra vinculada a la memoria debido a las alteraciones que la violencia ocasiona en ella. Y otros dos elementos vinculados a la neuropsicología de la violencia y hacen parte de los códigos de esta investigación son el desempeño y el deterioro cognitivos que corresponde a una misma función siendo el desempeño cognitivo en nivel en el que las capacidades cognitivas se desempeñan y el deterioro la forma en la que las áreas disminuyen sus funciones cerebrales, según Diaz en el 2013 en su publicación titulada “Neuropsicología de la violencia y la psicopatía” donde se muestra que los resultados neuropsicológicos de individuos violentos impulsivos muestran que pueden ser claramente diferenciados de la población no violenta, mostrando un deterioro cognitivo en atención, memoria y funciones ejecutivas, lo que podría explicar su dificultad para monitorear y controlar su conducta de una manera adecuada.
 
Todos los procesos mencionados anteriormente están relacionados con los procesos cognitivos básicos y complejos del ser humano en las situaciones de violencia, como se menciona en el artículo titulado “Funciones ejecutivas en la violencia de pareja: una perspectiva Neuro criminológica” estos procesos son denominados funciones ejecutivas las cuales se definen en el estudio como las capacidades mentales esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente. Se muestra que hay dificultades en 2 tipos de atención, sostenida y selectiva, aparte de ello también se presentan dificultades en planificación, toma de decisiones, y resolución de conflictos. Las mujeres que son víctimas de violencia basada en género muestran un bajo tiempo de reacción ante hechos amenazante o palabras soeces debido al estado de hiper alerta que se presente por la agresión, esta dinámica perjudica a la víctima ya que se hace más rápido e intensa su respuesta emocional. La memoria se ve altamente afectado debido a altos niveles de cortisol que le exigen a la víctima pasar por momentos estresantes que le generan un daño hipocampal. Estos procesos son parte de la neuropsicología, ésta se define como una rama de la neurociencia que se focaliza en los procesos cerebrales y sus funciones, y de esta rama se desprende la evaluación neuropsicológica la cual que mide los componentes psicológicos de la víctima llevando consigo un proceso de base (Aguirre, P. Cova, F. Domarchi, F. Garrido C. Mundaca, I. Rincón, P. Troncoso, P y Vidal, P, 2010).
 
Figura 9
Violencia Basada en Género (Fuente propia) (Ver en PDF)

Como última red semántica es importante hablar de la violencia basada en el género y la tipología que se desprende de ella. La violencia basada en género como lo menciona Hidalgo, N. Pérez, M. Bueso, N. en el año 2012 en el documento titulado “Secuelas cognitivas en mujeres víctimas de Violencia de Género” es un tipo de violencia física y/o psicológica ejercida contra cualquier persona sobre la base de su sexo o género, que impacta de manera negativa en su identidad y bienestar social, físico o psicológico. La Organización Mundial de la Salud (2013) la define como todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada (Organización Mundial de la Salud, 2013), se trata de  un problema psicosocial de salud pública, que se presenta en la relación de pareja y que está definida como todo acto de violencia basado  en la pertenencia al sexo femenino, que puede tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico o económico. Se ha constituido como un fenómeno invisible durante décadas, la violencia basada en género ha sido una de las manifestaciones más claras de la desigualdad, subordinación y de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Ya desde 1980, en la Segunda Conferencia Mundial sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, se establecía que “la violencia contra las mujeres supone el crimen más silenciado del mundo”, e incluso en 1993, afirmaba que “la violencia contra la mujer es una forma de discriminación que impide gravemente el goce de derechos y libertades en pie de igualdad con el hombre”, de la violencia se desprende los tipos de violencia.
 
En los tipos de violencia se pueden observar: a violencia psicológica, la violencia económica, la violencia sexual y la violencia social.  De todas ellas, la violencia psicológica es la que más difícil es de identificar y la que produce efectos más perjudiciales para la vida de la víctima, además Cospaya, en el 2019 da una las siguientes definiciones: violencia física como cualquier conducta que implique la utilización intencional de algún instrumento o procedimiento para afectar al organismo de otra persona, de modo que se tenga riesgo de lesión física, enfermedad, daño o dolor (Torres, 2014).  Por su parte, la violencia psicológica se puede definir como cualquier conducta física o verbal, activa o pasiva, que trata de producir en las víctimas intimidación, desvalorización, sentimientos de culpa o sufrimiento. La violencia económica sería el control de la mujer por medio de los recursos económicos, haciendo que necesite depender de su maltratador. La violencia sexual se refiere a todas aquellas relaciones sexuales que se imponen a la mujer contra su voluntad, y, por último, la violencia social consiste en aislar a la víctima de su entorno social a través de controlar sus relaciones tanto familiares como de amistad.
 
Con esta red semántica se da por terminada la explicación de cada una de las condiciones realizadas y vínculos generados en el programa a fin de poder dar respuesta a cada uno de los interrogantes propuestos al inicio de la investigación.
 
Discusión 

Inicialmente, la neurociencia y su relación con la psicología ha sido marcada por intereses y problemas de salud, se ha generado una investigación a diferentes áreas que pueden afectar el funcionamiento del ser humano. Mediante investigaciones y estudios se ha concluido que la neurociencia posee relación e interacción con componentes psicológicos como el comportamiento, los procesos cognitivos, las áreas correspondientes a cada uno de los procesos a funcionar, entre otros los cuales permiten una mirada más amplia del funcionamiento del ser humano y la ciencia que hay en esta dinámica (Acevedo, Cárdenas, León, y Fernández, 2016).
 
Además, la relación cerebro-conducta es la influencia que logra tener los procesos cognitivos y su funcionamiento con la conducta que es emitida por el sujeto. En el caso de la violencia basada en género se logra identificar en la literatura, por parte de la víctima quien recibe las agresiones un estado cognitivo de hipervigilancia, alerta de amenazas por parte del contexto, problemas en el comportamiento, conducta agresiva, dificultades para el aprendizaje y desarrollo intelectual, mayor comorbilidad psiquiátrica, patologías del estado anímico y problemas en el ajuste social (Amores y Mateos, 2017).
 
Posterior a ello, los procesos biológicos que se encuentran involucrados en la violencia basada en género se tornan con relación a los mecanismos generados en el sistema nervioso central (SNC). La participación del SNC en la conducta violenta genera actividad somática y visceral, ya que participan los sistemas sensorial, motor y autónomo, además de los sistemas endocrino e inmune, que forman parte de la reacción de alarma ante una situación de estrés. Sin embargo, mecanismos de aprendizaje y memoria, que también dependen del SNC, pueden aumentar, disminuir o eliminar la conducta violenta (Escobar y Gómez, 2006).
 
Por otro lado, la neuropsicología es una ciencia que estudia la base biológica de la experiencia y el comportamiento. Se trata de estudiar la relación entre la función cerebral y el comportamiento, o el papel de sistemas cerebrales específicos en formas complejas de actividad mental (Torres, 2014). Uno de los principales objetivos de la neuropsicología es evaluar las fortalezas y debilidades asociadas con las características cognitivas. En otras palabras, todos los autores consultados señalaron que, en comparación con las mujeres del grupo de control, las mujeres maltratadas puntuaban más bajo o tenían mayores dificultades para realizar tareas neuropsicológicas. En concreto, en un estudio realizado por Deering y sus colaboradores en 2001, se observó que el 58% de las mujeres víctimas de violencia de género puntuaron dentro del rango de cambios en el paquete de baterías Haltead-Reitan, de las cuales el 53% estaban en el rápido Prueba de detección del sistema nervioso (Deering, 2001, citado en (Cosgaya, 2019).
 
De la misma forma, la conducta agresiva fundamentalmente, y a partir del planteamiento general del modelo, se concibe como el resultado de determinados déficits en los diferentes pasos del procesamiento de la información social, fundamentalmente una propensión a atribuir intenciones hostiles al comportamiento de los demás o una tendencia a evaluar más positivamente las soluciones agresivas, que sería propio del paso quinto de elección de la respuesta. Por otra parte, cada uno de estos patrones de deterioro daría lugar a patrones agresivos diferenciados, de tal manera que el sesgo de atribución hostil sería característico de la agresión reactiva, mientras que una evaluación favorable de la agresión sería el factor principal para comprender la agresión proactiva o instrumental (Crick y Dodge, 1996; Dodge y Coie, 1987).
 
Estudios recientes sugieren que múltiples regiones del cerebro están implicadas en deficiencias cerebrales, como la amígdala, la ínsula y la circunvolución temporal superior tanto en hombres como en mujeres. La investigación de imágenes cerebrales ha documentado alteraciones cerebrales estructurales y funcionales asociadas con la violencia basada en género, así como condiciones relacionadas como la psicopatía, la criminalidad y la agresión. Las deficiencias prefrontales están particularmente bien replicadas, aunque la neuroanatomía funcional de la violencia es probablemente compleja, que implica Deficiencias en las redes neuronales que sirven a la regulación de las emociones, la toma de decisiones morales y el control de los impulsos (Martha, et al, 2020).
 
Una de las estructuras más alteradas en la presencia de violencia basada en género es el sistema límbico, así como otras estructuras subcorticales (hipocampo, tálamo) y la corteza cerebral. Además, el mesencéfalo en este tipo de conducta se sabe que la lesión o la estimulación cerebral (eléctrica y/o química) en gatos y roedores han relacionado el área tegmental ventral en la regulación de la conducta ofensiva, mientras que las neuronas dorsales de la sustancia gris periacueductal controlan la conducta defensiva y las ventrales, la predatoria. La amígdala basolateral, formada por los núcleos lateral, basolateral y basal, estimula el ataque defensivo, pero no afecta la predación, mientras que la amígdala cortico medial, formada por los núcleos central y medial, facilita el ataque defensivo e inhibe la predación. Por otro lado, se sabe que la actividad de la amígdala es crucial para el aprendizaje de estímulos asociados con reforzadores o castigos primarios, así como, para la adquisición y la expresión de tareas de miedo condicionado, esto es, cuando la amígdala es lesionada, los sujetos no aprenden una tarea que depende de las propiedades aversivas de un estímulo, por ejemplo, en el caso de que la tarea depende de que el sujeto sienta miedo o temor en algún momento o circunstancia del paradigma. 
 
Por otro lado, el hipotálamo desempeña un papel fundamental en el control de la conducta agresiva y tiene tanto sistemas facilitadores de la misma como inhibidores. Se ha señalado que la estimulación cerebral del hipotálamo medial provoca la conducta ofensiva, la del dorsal desencadena patrones conductuales de defensa y la del hipotálamo lateral facilita la conducta predatoria. La amígdala es otra de las estructuras cerebrales que desempeña un papel central en la regulación de la conducta agresiva en animales. Además, se destaca la relevancia de sus conexiones con diversas estructuras telencefálicas y con el mesencéfalo, ya que las lesiones que desconectan el hipotálamo con el mesencéfalo eliminan la conducta agresiva provocada por estimulación del hipotálamo; pero cuando la lesión se produce en la propia estructura, puede cambiar la intensidad o probabilidad de que ocurra la conducta, pero ésta no desaparece (Fregozo, et al, 2008).
 
Como se vio anteriormente, otras áreas importantes del cerebro son el lóbulo frontal y el córtex prefrontal. El primero posee el control de los procesos cognitivos (Tirapu & Luna, 2011; Flores, Ostroksy & Lozano, 2008; Alcázar, et al., 2010), puesto que por medio de evidencia científica se ha podido comprobar que esta región cerebral se encuentra implicada en la ejecución de operaciones cognitivas específicas tales como memorización, metacognición, aprendizaje y razonamiento (Baddeley, DellaSala & Papagno, 1997; Alcázar et al., 2010). El segundo, posee las funciones cognitivas más complejas y evolucionadas del ser humano, y se le atribuye un rol esencial en la creatividad, el desarrollo de las operaciones formales del pensamiento, la conducta social, la toma de decisiones y el juicio ético y moral, actividades indiscutiblemente importantes en el desarrollo cognitivo de los seres humanos. Brower y Price (2001), los cuales encontraron que la alteración o disfunción del lóbulo frontal, origina un déficit de las funciones ejecutivas, generando un descontrol agresivo como consecuencia. Asimismo, la conducta agresora de tipo impulsiva se encuentra correlacionado con la corteza prefrontal y el aumento de la agresión con el área orbitofrontal (Salas, Cáceres, 2017).
 
A causa de esto, Lorente (1998) habla del denominado Síndrome de Agresión a la Mujer (SAM), en el que las lesiones derivadas de la situación de maltrato pueden ser físicas y/o psicológicas. Estas últimas van a estar siempre presentes, al tratarse de un tipo de violencia que cursa de forma crónica, tanto en los momentos próximos a la agresión física, como posteriormente, siendo el puente de unión entre cada una de las agresiones (Lorente-Acosta y Lorente-Acosta, 1998).Las mujeres que han sufrido violencia de género, por tanto, padecen una multitud de problemas físicos, psicológicos, neurológicos y cognitivos (Campbell y Lewandowski, 1997; Valera y Berenbaum, 2003 citado en Hidalgo, N. Pérez, M. Bueso, N. 2012).
 
Por lo tanto, dicha afectación se puede producir a través de tres vías: daño directo como consecuencia de golpes en la cabeza, con respecto a la primera causa, los datos empíricos muestran que el 92% de las mujeres reportan haber sido golpeadas en la cabeza y cara durante la violencia perpetrada por su pareja (Jackson, Philip, Nuttall y Diller, 2002). Como cualquier otro traumatismo craneoencefálico, estos golpes pueden afectar al sistema nervioso central (SNC) de distintas formas. Así, algunas investigaciones se centran en el daño cerebral vinculado a los traumatismos directos que reciben dichas mujeres en la cabeza (tanto en el punto del impacto del golpe como en la parte opuesta del cerebro) como por los intentos de estrangulamiento y/o secuelas de la posible anoxia o hipoxia cerebral durante dichos golpes, entre otros (Kwako, Glass, Campbell, Melvin, Barr, y Gill, 2011; Valera y Berenbaum, 2003 citado en Hidalgo, N. Pérez, M. Bueso, N. (2012).
 
Además, todas estas consecuencias, como ya se ha dicho, están muy relacionadas con la violencia física y las lesiones cerebrales que ésta llega a producir. Jackson y colaboradores, comprobaron que el 92% de las mujeres víctimas de violencia de género estudiadas confirmaban haber sido víctimas de daños en la cabeza que han podido llevar a presentar lesión cerebral (Jackson et al., 2002).  Visto esto, en un estudio llevado a cabo por Valera y Berenbaum en 2003, se demostró que las mujeres víctimas de maltrato que habían sufrido lesiones cerebrales presentaban una disminución de sus habilidades cognitivas y, además, tenían una mayor prevalencia de trastornos como el estrés, la Depresión, la Ansiedad y el TEPT (Valera & Berenbaum, 2003 citados en Cosgaya, 2019).
 
También, las primeras reacciones de la mujer víctima de violencia ejercida en el seno de una relación íntima se caracterizan por el sentimiento de humillación, vergüenza y preocupación; además de la percepción de pérdida de control, confusión, sentimientos de culpa y miedo vinculados al paso del tiempo (Sarasua, Zubizarreta, Echeburúa y Corral, 2007). Las mujeres que han sufrido violencia de género, por tanto, padecen una multitud de problemas físicos, psicológicos, neurológicos y cognitivos (Campbell y Lewandowski, 1997; Valera y Berenbaum, 2003). De este modo, reciben daño indirecto a través de las alteraciones cerebrales que producen las secuelas psicológicas, especialmente, el estrés postraumático; y daño indirecto a través del efecto que el cortisol, segregado en situaciones de estrés crónico, produce en el cerebro. Con respecto a la segunda causa, recientes trabajos han demostrado que las secuelas psicológicas, especialmente el estrés postraumático, pueden producir alteraciones en el funcionamiento cerebral (Hidalgo, Pérez, Bueso, 2012).
 
Por último, se ha encontrado en mujeres víctimas de violencia de género altos niveles de cortisol en saliva, vinculados muchas veces a la historia de victimización y la probable salud mental deteriorada tras el maltrato mantenido, y al consecuente padecimiento de estrés crónico. Las mujeres que han sufrido violencia de género, por tanto, padecen una multitud de problemas cognitivos como consecuencia de los golpes directos, así como del maltrato psicológico y el estrés crónico que este produce (Cosgaya, 2019).
 
Respecto a la frecuencia y severidad de la presencia de estrés postraumático en mujeres consultantes víctimas de violencia doméstica, un alto porcentaje de las mujeres entrevistadas (66,7%) presenta sintomatología postraumática en alguna de sus formas, siendo el TEPT crónico el que obtiene el mayor porcentaje (21,4%). El 26,2% de la muestra cumplía con criterios para subsíndrome de estrés postraumático. Así, se corrobora la idea de que vivir violencia doméstica está asociado al desarrollo de sintomatología postraumática en la mayoría de las víctimas (Aguirre, et al. 2010).
 
Por otro lado, la inequidad en los roles de género estrictamente definidos que favorecen la normalización de la violencia hacia la mujer genera en estas mujeres con intento de suicidio un estado de vulnerabilidad emocional que parece relacionarse con su comportamiento suicida. Por otro lado, es importante promover la cultura de la no violencia y el buen trato en los hogares, el desarrollo de una dinámica cooperativa y de equidad entre los géneros, tanto en el ámbito público como en el privado (Montin y Sánchez, 2015). Los discursos se encuentran impregnados de estereotipos de género atribuidos a cada uno de los sexos, los cuales han sido transmitidos pasivamente, se perpetúan a través de diferentes elementos psicológicos, sociales y culturales. El concepto de género indica que las diferentes funciones y comportamientos pueden generar desigualdades, es decir, diferencias entre hombres y mujeres que favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos, propiciando el surgimiento de conflictos y dinámicas sociales asimétricas. En efecto, la asignación y la aceptación de roles se inicia desde el seno familiar y su cristalización se sigue evidenciando en la universidad, donde inclusive se pueden reforzar y perpetuar, sobre todo al ser asumidos de manera pasiva (Zambrano, Perugache, y Figueroa, 2017).   
 
Por otro lado, es importante mencionar que la VBG en el contexto es invisibilizada, debido a que las víctimas de este tipo de violencia no reconocen que algunos de los comportamientos de las personas son manifestaciones de VBG, o tienen miedo de denunciar estos actos. Así, el miedo se constituye en una herramienta de control patriarcal (Lagarde, 1998), que aporta al mantenimiento de la VBG y que se instaura e internaliza en las prácticas cotidianas de estudiantes y docentes, donde esta violencia es posible y aceptada tanto por el victimario como por la víctima. El miedo se presenta gracias a una sociedad de control que se caracteriza por el poder de vigilancia (Hardt & Negri, 2000), extendido a los miembros del conjunto social que regulan las interacciones entre seres humanos desde su interior y permite determinar pautas de violencia como aceptadas, naturalizadas o invisibilizadas (Zambrano, Perugache, y Figueroa, 2017).   
 
Además de ello, los factores que afectan la mayor vulnerabilidad de las mujeres a la violencia incluyen: pocas redes de apoyo social o familiar, comportamiento discriminatorio, desigualdad estructural basada en patrones de género, clase, edad, etnia, etnia e idioma, y factores socioeconómicos, porque muchas mujeres dependen económicamente de sus parejas o están desempleadas. Además, el proceso radical ha demostrado que existe un rezago en la adaptación a la transformación cultural y la capacidad de respuesta institucional para prevenir y proteger a las mujeres de la violencia, por lo que los retrocesos en la protección de las mujeres repercuten negativamente en todas las mujeres. Este cambio cultural es complicado porque ocurre en la interacción entre la representación y el significado de los roles sociales de las mujeres (Diaz, Cambell, García, C, Paz, y Villa, 1999).
 
Así mismo se evidencia que la violencia de género se trata de un problema psicosocial de salud pública, que se presenta en la relación de pareja y que está definida como todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino, que puede tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico o económico. Es un ámbito muy presente en la sociedad actual que se ha abordado desde diferentes perspectivas “como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”, y “comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad”. Por su parte, en el marco jurídico colombiano, Ley 599 de 2000 (en adelante Código Penal), se define que la violencia intrafamiliar se concibe como el maltrato físico, psíquico o sexual, ejercido hacia cualquier miembro de su núcleo familiar la violencia de pareja como uno de los principales problemas sociales y de salud pública (Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre, 2004, p.10 citado Cosgaya, 2019).
 
La Organización Mundial de la Salud (OMS) (2002) define la violencia de pareja como un subtipo de violencia intrafamiliar, que comprende el conjunto de comportamientos y acciones emprendidas por los hombres maltratadores hacia sus parejas. Otros autores la definen como un patrón de comportamientos agresivos y coercitivos que presentan los adultos hacia su compañera o compañero íntimo (Jouriles, McDonald, Norwood & Ezell, 2001; citado por Olaya, Tarragona, De la Osa y Ezpeleta, 2008). En el Informe mundial sobre la violencia y la salud (2002), se define como: El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. (Organización Mundial de la Salud, 2002, p.3 citada en Quiroz, 2020).
 
Con base a lo anterior se establecen los tipos de la violencia basada en género los cuales son: Violencia psicológica: En este tipo de violencia están incluidos todos los actos amenazantes, el aislamiento social, comportamientos posesivos, celos, intimidación y el acoso, entre otras. Muchos autores denominan este tipo de violencia “herida invisible”, ya que lo componen lesiones psíquicas y secuelas emocionales. Violencia física: Dentro de este tipo de violencia se contemplan los empujones, golpes, patadas, ataques con armas, ataques con ácido y arañazos entre otros. Se considera violencia física todo acto que cause daño y dolor en la víctima. Violencia sexual: Hace referencia al maltrato donde se le obliga a la persona a mantener alguna práctica sexual ya sea con el victimario o con terceras personas en contra de su voluntad, utilizando diferentes medios para someter, ya sea la fuerza física o amenazas de diversa índole. Este tipo de violencia en la pareja no es tan fácil de detectar, pues muchas veces la víctima considera que, al ser pareja, no cuenta con la posibilidad de ejercer el derecho a no tener relaciones sexuales. Algunos sectores sociales, han identificado otra categoría de violencia llamada abuso económico/social y se entiende como cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el control abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón de su condición social, económica o política. Esta forma de violencia puede consolidarse en las relaciones de pareja, familiares, en las laborales o en las económicas. (Ley 1257 del 2008). Algunos ejemplos de este tipo son: aportar menos dinero del necesario al hogar, disponer del dinero de la pareja sin consultarlo, privar de vestimenta, transporte o comida, no permitir que la pareja labore, entre otras. Para los fines de este proyecto de investigación se tuvo en cuenta solamente la violencia física y psicológica como categorías principales (Quiroz, 2020, p. 5).
 
Estos resultados concuerdan con los encontrados en España por (Pico-Alfonso et al., 2006), quienes reportaron que las mujeres expuestas a VP, tanto física/psicológica y psicológica, tienen igualmente una mayor incidencia y gravedad de síntomas depresivos, de ansiedad, de estrés postraumático y pensamientos suicidas que mujeres controles. Adicionalmente, también se relaciona con los resultados de (Ruiz-Pérez & Plazaola-Castaño, 2005) quienes realizaron un estudio con mujeres víctimas VP de tipo físico, sexual y psicológico para analizar la asociación estos tipos de violencia y la salud mental de las mujeres. En el estudio, reportaron que independientemente del tipo de abuso sufrido había una asociación entre malestar psicológico, uso de antidepresivos y tranquilizantes, adicionalmente, sugirieron que los efectos de la VP a nivel psicológico pueden no solamente ser agudos, sino que podrían padecerse de forma crónica afectando diferentes esferas de la vida de las mujeres.  Gracias a estos resultados, podríamos afirmar que la VP exclusivamente psicológica, no podría seguir considerándose un tipo “menos grave” de violencia, sino que, por el contrario, podría generar secuelas incluso permanentes. Las alteraciones a nivel de salud mental afectan a los dos grupos de mujeres que experimentaron violencia en la misma magnitud, independientemente del tipo de violencia (Quiroz, 2020, p.6).
 
Conclusiones

Según un informe emitido por el Ministerio de Igualdad en septiembre de 2020, una de cada dos mujeres (es decir, la mitad de las mujeres residentes en España) ha sufrido algún tipo de discriminación de género en su vida. Esto incluye situaciones de acoso, incluso en la calle. La violencia contra las mujeres y las niñas no es uniforme: se manifiesta de formas muy diferentes. Aunque el abuso entre marido y mujer es más conocido, existen otros tipos de violencia que obstaculizan el pleno desarrollo de los derechos de millones de niñas y mujeres en el mundo. Naciones Unidas considera que la violencia de género se manifiesta en tres vertientes: física, sexual y psicológica, y ha identificado cinco tipos: violencia en el marco de la pareja, violencia sexual, etc. La violencia de género en el marco de una pareja se define como un cónyuge o pareja (actual o anterior) que causa daño físico, sexual o psicológico. Según las estadísticas mundiales, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja. Con respecto a la violencia de pareja, el acto violento más cometido es el asesinato de mujeres: asesinato por ser mujeres. Desde 2017, los últimos datos conocidos a nivel mundial indican que 3 de cada 5 mujeres asesinadas están en manos de sus parejas, ex parejas o familiares (Informe Defensorial, 2014).
 
Es por eso que, mediante el desarrollo del proyecto se logró dar cumplimiento y respuesta tanto a los objetivos como al planteamiento del problema establecidos con anterioridad, esto a fin de lograr un impacto en la comunidad que se encuentre interesada en el trabajo con esta problemática, este proyecto se llevó a cabo mediante la selección, lectura y codificación de 50 textos donde se establecieron aproximaciones teóricas en relación a la neurociencia centradas en la violencia basada en género y sus dinámicas, mediante el proceso de realización de redes semánticas y la estructura de cada una de ellas se permitió establecer y llegar a la conclusión de que, en la violencia basada en género se presentan dinámicas neurocientíficas y aparte de ello neuropsicológicas, neurosociales, entre otras ramas de la misma. Este punto haciendo referencia a qué, tanto en la víctima como en el victimario y la dinámica de la violencia basada en género hay alteraciones y repercusiones neurocientíficas orientadas al componente neurológico y genético que se tiene como ser humano, es decir que en este punto se determinan las afectaciones cerebrales y estructurales relacionadas con la neurociencia que son modificadas cuando se recibe conducta agresiva y también cuando se emite la misma.
 
Aparte de ello dando cumplimiento a los objetivos inicialmente propuestos, en el apartado de resultados y en las discusiones se logra dar evidencia respecto a que existen características neuropsicológicas específicas presentes en las mujeres que reciben violencia basada en género, este se encuentra orientado a las afectaciones funcionales que tiene el cerebro cuando se es receptora (en este caso, mujer) de violencia por parte de su pareja. El apartado neuropsicológico menciona la importancia de cada una de las estructuras cerebrales y la función que tiene cada una de ellas a lo que el proyecto responde dando en evidencia una alta afectación en estructuras como amígdala, hipocampo, corteza prefrontal, entre otras estructuras del cerebro, por tal motivo se dio cuenta de las alteraciones qué presentan las mujeres víctimas de violencia basada en género.
 
También, se obtuvo información frente la violencia basada en género y la neurociencia social, este aspecto brindó información frente a la forma en la que el ser humanos en este caso, la mujeres que reciben violencia basada en género, buscan la forma para sobrevivir ante las situaciones agresivas emitidas por su pareja o por el medio que las rodea, la búsqueda constante y permanente de supervivencia hace que las mujeres establezcan formas de reacción y afrontamiento en las cuales su malestar ante la situación disminuya sin embargo al buscar esta disminución del estrés se incrementan los niveles de cortisol en un nivel muy alto y desnivelado, lo que ocasiona daños en el hipocampo y una activación excesiva de la amigadla, este proceso genera daños en la memoria de la víctima a corto y a largo plazo.
 
Debido a la importancia que tiene la conducta agresiva, durante el desarrollo de la investigación, se abordó la relevancia de poder describir a qué se debe la conducta agresiva debido a que, este concepto tiene un papel fundamental en esta problemática y por ende se define como “un acto que va en contra de la víctima”, esta conducta es definida tanto por componentes genéticos como también por factores sociales y contextuales que rodean a la víctima. Además, se logró establecer dar cuenta de que, efectivamente existe un deterioro en las habilidades y funciones cognitivas que desarrolla la víctima al ser participante de este acto violento, lo que ocasiona una disfuncionalidad y disminución en su calidad de vida y, además, un incumplimiento y violación de sus derechos humanos.
 
Aparte de ello, la dimensión psicológica fundamenta que la víctima de violencia es altamente afectada debido a las secuelas que se mencionan anteriormente en las estructuras cerebrales, esto crea una disfuncionalidad en las mismas. Es importante mencionar que la reunión de esta sintomatología y estos signos por lo general dan indicio a la presencia del trastorno estrés postraumático (TEPT), este trastorno es caracterizado por pérdida de memoria por altos niveles de estrés debido a situaciones altamente aversivas lo que ocasiona en sí una disminución de la habilidad del hipocampo y deteriora el funcionamiento, tanto emocional como cognitivo de la mujer. Este trastorno da cuenta de los niveles de estrés a los que están expuestos las mujeres en situaciones de violencia debido a la conducta agresiva que reciben en el acto violento.
 
Por otro lado, factores neurocientíficos se encuentran asociados a la violencia basada en género mediante las explicaciones de los movimientos químicos y de los neurotransmisores y la función que cada uno de ellos ejerce cuando hay presencia y actos violentos hacia la víctima en la violencia basada en género. Además, se logra evidenciar la importancia de las condiciones sociales y culturales en esta problemática ya que cada vez se incrementan las estadísticas en cuanto a la presencia de violencia ya sea física, verbal, psicológica e inclusive económica hacia la mujer, todo esto justificado y fundamentado desde la construcción de roles de género en la sociedad en la que se convive. Tanto al hombre como a la mujer les es dado un rol por el sexo o género que poseen o con el que se identifican, este rol es influenciado por la cultura en la que se convive y la construcción social, según este rol cada uno de los géneros se posiciona en un lugar de inferioridad (en este caso, la mujer) por la delegación de tareas que son desmeritadas en la sociedad, tareas las cuales deben ser compartidas con sus parejas sentimentales a fin de mitigar la existencia de estereotipos y por ende, de violencia ya que este hecho aumenta significativamente la presencia de violencia basada en género y por ende de las complicaciones en la salud mental y en la calidad de vida de las mujeres víctimas de violencia.





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