REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  Acompañamiento psicológico a adulto mayor en proceso de duelo por amputación supracondílea: un estudio de caso
Acompañamiento psicológico a adulto mayor en proceso de duelo por amputación supracondílea: un estudio de caso
             
                 
 
 
 

Margie Stefanía Quintero Mantilla & Claudia Susana Silva Fernández

 

   

 

Universidad Pontificia Bolivariana & Universidad de Investigación y Desarrollo / Colombia

 


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Margie Stefanía Quintero Mantilla. Psic. Esp. en Psicología Clínica, Docente investigadora. Universidad Pontificia Bolivariana. Bucaramanga, Santander, Colombia. Campus universitario Km 7 vía Piedecuesta, Santander, Colombia. Correo electrónico: margie.quintero@upb.edu.co 

Claudia Susana Silva Fernández Psic. Mg. en Psicología, Docente Investigadora. Universidad de Investigación y Desarrollo. Bucaramanga, Santander, Colombia. Calle 9 No. 23-55 Bucaramanga, Santander, Colombia.
 
 
Recibido: 26 Noviembre de 2019
Aprobado: 30 de Diciembre de 2019 
 
Referencia Recomendada: Quintero, M., & Silva, C. (2019). Acompañamiento psicológico a adulto mayor en proceso de duelo por amputación supracondílea: un estudio de caso. Revista de Psicología GEPU, 10 (2), 252-271.
 
Resumen: En presente estudio de caso simple tuvo como objetivo brindar apoyo psicológico a un paciente adulto mayor con diagnóstico de Diabetes Mellitus Tipo II y Pie Diabético grado III, en el afrontamiento del duelo por amputación supracondílea. Se diseñó e implementó un plan de intervención desde el modelo cognitivo-conductual, estructurado en 12 sesiones. Al finalizar el plan de tratamiento, se evidenció en el paciente: (1) aumento en la adherencia al tratamiento, sus conductas de salud y su rol activo en el proceso de recuperación, (2) disminución de la irritabilidad y la sintomatología depresiva, (3) aumento en la percepción de control y empleo de recursos internos/externos, (4) disminución de la percepción de la intensidad del dolor y aumento de su capacidad de modulación del dolor y (5) aumento de la participación de su grupo familiar y compromiso en la promoción de calidad de vida del paciente.

Palabras clave: Apoyo psicológico, amputación supracondílea, duelo, afrontamiento, adulto mayor.

Abstract: TIn this simple case study, it was aimed at providing psychological support to an elderly patient with a diagnosis of Type II Diabetes Mellitus and Grade III Diabetic Foot, in coping with supracondylar amputation. An intervention plan was designed and implemented from the cognitive-behavioral model, structured in 12 sessions. At the end of the treatment plan, it was evident in the patient: (1) increase in adherence to treatment, their health behaviors and their active role in the recovery process, (2) decrease in irritability and depressive symptomatology, (3) increase in the perception of control and use of internal / external resources, (4) decrease in the perception of pain intensity and increase in their ability to modulate pain and (5) increase in the participation of their family group and commitment in promoting the patient's quality of life.

Keywords: Psychological support, supracondylar amputation, grief, coping, older adult.
 
Introducción 
 
La Diabetes Mellitus (DM) es una enfermedad crónica considerada como uno de los problemas de salud pública de mayor trascendencia a nivel mundial y una de las cuatro enfermedades no transmisibles de más alta prevalencia (Organización Mundial de la Salud, 2016). Esta enfermedad puede conllevar a complicaciones agudas que afectan la calidad de vida de las personas que la presentan, convirtiéndola en un foco de intervención prioritario (Rodríguez, Córdoba-Doña, Escolar-Pujolar, Aguilar-Diosdado y Goicolea, 2018); siendo el pie diabético la complicación de la diabetes mellitus que causa más ingresos hospitalarios (Contreras, 2010) y presenta un alto riesgo de desencadenar en amputaciones (Boulton et al., 2008). 
 
La pérdida de una extremidad inferior debido a una amputación puede generar repercusiones en aspectos físicos, funcionales y emocionales (Muniesa et al., 2009); siendo frecuente el desarrollo de trastornos de ansiedad (19-25%) y depresión (20-35%) (Rojo, 2011). Así mismo, atravesar por un proceso de amputación genera importantes pérdidas de la capacidad funcional y limitaciones en el autocuidado, que impactan la autonomía e independencia del individuo (Moretti, 2010; Esquerdo, Maruenda y Robles, 2013, citados en Tavera, 2014), y pueden generar cambios en su autoconcepto, sus relaciones interpersonales y el surgimiento de irritabilidad, sentimientos de culpa (Martorell y Daniel, 2003), miedo frente al pronóstico e ira hacia los profesionales de salud (Contreras, 2010).
 
Es indiscutible que las amputaciones son pérdidas corporales dolorosas, inesperadas y difíciles de elaborar para el individuo (Gonzáles, Arce y Zarza, 2017). Este duelo inicialmente puede estar acompañado de tristeza, enfado, culpa, ansiedad, fatiga e impotencia (Chávez, 2011); la intensidad de las reacciones emocionales y el afrontamiento de dicha situación, dependerán de los recursos que dispone la persona y su habilidad para emplearlos a las demandas del entorno (McCrae & Costa, 1988, citado en Díaz, 2015), el grado de incapacidad resultante, el estado de salud física, las características personales y el soporte socio-familiar (Livneh, Antonak y Gerhardt, 1999, citado en, Martorell y Daniel, 2003). 
 
Es así como la atención psicológica se constituye como un apoyo profesional fundamental para los pacientes amputados y sus familiares, que les ayudará a afrontar la pérdida ante la amputación y prevenir los desajustes psicosociales que conlleva (Mooney, 1994 citado en Martorell y Daniel, 2003), siendo relevante el acompañamiento psicológico antes, durante y después de la intervención quirúrgica (Tavera, 2014). Esta atención puede ser de índole individual, familiar y/o grupal, teniendo como principal meta la adaptación y rehabilitación del paciente, pues según González, Noguerales, Cruzado Rodríguez, Rozalén y Fernández-Conde (2001), esto puede permitir la prevención y tratamiento de trastornos psicológicos, generar impacto positivo en la calidad de vida y contribuir a la adherencia a los tratamientos médicos.
 
En concordancia a lo anterior, el presente trabajo está orientado al estudio de caso único realizado en el acompañamiento psicológico brindado a un paciente adulto mayor con diagnóstico de Diabetes Mellitus Tipo II y condición de Pie Diabético grado III, en el afrontamiento del duelo por amputación supracondílea. A lo largo de este documento se presentará de forma detallada el proceso de formulación, evaluación e intervención del caso, haciendo énfasis en el impacto positivo del acompañamiento realizado en el afrontamiento, calidad de vida y adaptación del paciente a la pérdida, delimitado en el accionar del área de la Psicología Clínica y de la Salud.
 
Método
 
El presente trabajo está enmarcado en un diseño de estudio de caso simple con única unidad de análisis y se fundamenta en sus fases de evaluación, intervención y seguimiento desde el modelo cognitivo-conductual. Para el logro de los objetivos terapéuticos se seleccionaron técnicas cognitivo-conductuales como herramientas prácticas eficaces para la atención de las enfermedades crónico-degenerativas en el ámbito hospitalario (Sánchez, 2007). 
 
Procedimiento
 
Descripción del caso y motivo de remisión
 
Hombre de 80 años de edad con antecedentes de Diabetes Mellitus tipo II, diagnóstico de necrosis tipo II, pie diabético tipo III e isquemia crítica en extremidad inferior izquierda, hospitalizado por plan de salvamento de extremidad inferior fallido y plan de tratamiento médico reformulado para amputación kinesplástica. El equipo médico solicita interconsulta por Psicología hospitalaria debido a que el paciente presenta dificultad en la aceptación de los procedimientos médicos (amputación supracondílea), irritabilidad y cuadro depresivo asociado a condición médica. Además, se refiere una posible alteración en los procesos cognitivos.
 
Evaluación psicológica
 
Se distribuyó en dos momentos principales: (1) valoración del estado cognitivo del paciente; (2) valoración de la sintomatología depresiva y calidad de vida asociada a la salud del paciente. Se empleó como primera medida el formato de consentimiento informado pleno, validado por Hernández y Sanchéz (2016) desde el Colegio Colombiano de Psicólogos, todo ello de acuerdo con las disposiciones de la Ley N° 1090 de 2006. Así mismo, la observación directa y la entrevista clínica se utilizaron como herramientas principales para la exploración del caso con el paciente y con su cuidadora principal. En la entrevista inicial realizada al paciente, se consiguió explorar su estado psicológico y emocional, antecedentes y percepción de la condición médica actual; en la entrevista clínica con la cuidadora principal (hija) se recabó información adicional del paciente entorno a sus antecedentes psiquiátricos, historia de vida, dinámica familiar, afrontamiento del grupo familiar de la condición médica del paciente, entre otros aspectos relacionados a la estabilidad emocional y adherencia al tratamiento del paciente.
 
También se aplicó una batería de pruebas compuesta por el Mini-Mental State Exam (MMSE) (Folstein y Cols, 1975), el Test del dibujo del reloj (TR) (Freedman et al.,1994; Tuokko, 1990; Cacho, García-García, Arcaya, Vicente y Lantada, 1999), la Escala de depresión geriátrica (SDG-15) (Sheikh & Yesavage, 1986; Bacca, González & Uribe, 2005) y el Índice de Calidad de vida (QLI-sp) (Mezzich, 2000). Además, se emplearon escalas analógicas o de medidas subjetivas, una para la valoración de la percepción de dolor (EVA) y otra para la exploración del estado anímico, dicha estrategia permitió recolectar datos empíricos del estado del paciente y valorar constantemente la efectividad del proceso de acompañamiento (Reynoso y Seligson, 2005). 
 
En relación con la prueba del MMSE, el paciente puntuó un total de 16, lo que se clasifica dentro del rango de posible deterioro, evidenciándose puntajes bajos en atención y cálculo, orientación temporal y espacial, comprensión, lectura y dibujo; dicha calificación se ajustó al nivel de escolaridad del paciente respecto a los puntos de corte establecidos en Roselli et al. (2000). Así mismo, respecto al TR, complementario en la valoración del estado cognitivo, se encontraron puntuaciones de 3 en el Test de reloj a la orden (TRO) y de 7 en el Test del reloj a la copia (TRC), lo que se considera una puntuación positiva para el deterioro asociado al Trastorno Neurocognitivo Mayor tipo Alzheimer. Sin embargo, dadas las condiciones de dolor crónico, infección y malestar significativo en la temporalidad de la aplicación, se consideran estos resultados como poco determinantes para emitir un criterio diagnóstico. 
 
En cuanto al cribado de sintomatología depresiva y estado emocional, el paciente puntuó un total de 9/15, resultado considerado como depresión leve; sin embargo, esta escala se empleó para ahondar a mayor especificidad en los síntomas depresivos somáticos presentes, pero no se consideró determinante a criterio diagnóstico, dado que dicha sintomatología se evidenció como reactiva a la condición médica del paciente y al proceso de duelo anticipatorio por la inminente pérdida de su extremidad. Finalmente, el paciente proyectó un nivel intermedio en su percepción del nivel de salud y calidad de vida (62 puntos), evidenciándose puntajes bajos en las dimensiones de bienestar físico, psicológico/emocional, plenitud personal, percepción global de la calidad de vida, autocuidado y funcionamiento independiente.
 
Formulación clínica del caso
 
En relación con lo anterior, el paciente se encontraba atravesando por un proceso de duelo no complicado V62.82 (Z63.4) ante la amputación supracondílea de su extremidad inferior izquierda, clasificado en el DSMV (American Psychiatric Association, 2014) como “Otros problemas de atención clínica”, con presencia de sintomatología ansiosa reactiva a procedimiento médico. Así mismo, se evidencian "Otras circunstancias de la historia personal" que hacen parte prioritaria de la atención clínica y es un denominado “Problema relacionado con el estilo de vida” V69.9 (Z72.9), asociado a la no adherencia al tratamiento médico y consideraciones dietarías del paciente ante su condición crónica de Diabetes Mellitus Tipo II.
 
La dificultad en la adherencia al tratamiento y las escasas pautas de autocuidado del paciente, se pueden explicar mediante el Modelo de Creencias en Salud (Moreno y Gil, 2003); este modelo consta de cuatro dimensiones: la susceptibilidad percibida, la severidad percibida, los beneficios y las barreras percibidas (Rosenstock, 1974, citado en Moreno y Gil, 2003). En este sentido, se identificó que el paciente previo a su episodio de hospitalización no se había sentido vulnerable a complicaciones o enfermedades de gravedad (baja susceptibilidad percibida), concibiendo que la Diabetes Mellitus, a pesar de ser una enfermedad “incurable” pero “común” en su grupo familiar, no requería obligatoriamente cuidados específicos o estos eran ineficaces para mejorar su condición (escasos beneficios percibidos), minimizando la gravedad o los riesgos al poseer dicha afección (baja severidad percibida). Lo anterior llevó a que el paciente omitiera las indicaciones preventivas de seguridad podológica e higiene personal, usando calzado ajustado posterior a prácticas inadecuadas de limpieza “meter los pies en agua caliente para descansar”, generando una lesión en su pie izquierdo, la cual no fue atendida oportunamente y desencadena en una inevitable amputación.
 
Del mismo modo, al analizar la reacción emocional elevada del paciente durante su hospitalización, se identificó que a pesar de sentirse adolorido, débil y temeroso frente a su pronóstico, con mayor reconocimiento de su gravedad y de la cirugía como un posible medio para “aliviar su malestar”; al mismo tiempo concebía esta última como riesgosa y dolorosa a nivel físico y emocional (altas barreras percibidas), lo cual le impidió aceptarla como única solución a su estado de salud, mostrándose evitativo, apático, confundido e irritable con su familia y el equipo médico.
 
Así mismo, se complementa dicha perspectiva con las ideas irracionales identificadas en el paciente, relacionadas a un proceso de duelo inconcluso por la pérdida de su ocupación, evidenciado en verbalizaciones como “soy un inútil”, “ya no aporto nada a mi familia”, “no puedo hacer nada”; cogniciones reforzadas por el grupo familiar debido a una denotada concepción de fragilidad, vulnerabilidad e incapacidad en la vejez, sumado a la alta sobreprotección dada al paciente. En este sentido, relacionando la acumulación de duelos no resueltos en el paciente (pérdida laboral, social, económica) con la aparición de un nuevo duelo por amputación, se identifica un refuerzo en sus sentimientos de limitación de capacidad funcional, inutilidad e invalidez previamente infundados; así, el antecedente del duelo sobre el repertorio de vida del paciente caracterizado por un elevado nivel de actividad e independencia, constituye como una situación altamente estresante que sobrepasa la capacidad de afrontamiento y desemboca en alteraciones emocionales, insomnio e inapetencia, reacción que resulta sobredimensionada y complica significativamente la condición de salud física.
 
Plan de intervención
 
El proceso de acompañamiento psicológico se desarrolló desde el momento prequirúrgico hasta la recuperación postquirúrgica, en una temporalidad de 6 semanas y se estructuró en 12 sesiones (4 sesiones de tipo individual, 5 con el paciente y cuidadora principal y 3 de intervención familiar), con una duración de 40 a 60 minutos cada una. 
 
A nivel general, dichas sesiones se estructuraron de la siguiente manera:
 
Sesión 1 y 2 (paciente y cuidador): Exploración del caso, valoración de la sintomatología depresiva presentada por el paciente e intervención individual y familiar favoreciendo la comunicación de dificultades en la aceptación del procedimiento quirúrgico.
 
Sesión 3 (Individual): Evaluación del estado cognitivo del paciente, manejo de los cambios emocionales y conductuales frente a la realización del procedimiento quirúrgico a fin de promover el afrontamiento funcional. 
 
Sesión 4 (Individual): Valoración de la sintomatología depresiva y calidad de vida asociada a la salud del paciente. Se promovieron pensamientos, sentimientos y acciones que contribuyen a la estabilización emocional y afrontamiento positivo del procedimiento quirúrgico.
 
Sesión 5 (Individual): Teniendo a consideración los riesgos de alteración emocional y conductual del paciente, se entrenó en estrategias de manejo del estrés y la ansiedad.
 
Sesión 6 (paciente y familia): Seguimiento al proceso postoperatorio del paciente, llevando a cabo valoración de su estado psicológico, cognitivo y emocional. Preparación a la familia en el manejo de los posibles cambios conductuales y emocionales del paciente.
 
Sesión 7 (Familiar): Acompañamiento psicológico a la cuidadora principal en el fomento del control emocional para el afrontamiento de la amputación y psicoeducación al grupo familiar en la aplicación de medidas anti delirium.
 
Sesión 8 y 9 (paciente y cuidador): Promoción de un afrontamiento emocional funcional de la amputación, previniendo el desarrollo de un posible duelo patológico. Se reforzaron estrategias en el manejo de la ansiedad y modulación del dolor, psicoeducando al paciente y su cuidadora en la anticipación y manejo de las posibles sensaciones de miembro fantasma. 
 
Sesión 10 (Individual): Seguimiento y manejo de nuevos cambios emocionales y conductuales en el proceso de duelo, realizando una valoración del estado de ánimo y la intensidad del dolor mediante entrevista clínica. Se reforzaron las estrategias de afrontamiento aprendidas, fomentando una reevaluación positiva de la cirugía.
Sesión 11 (paciente y familia): Movilización de recursos externos mediante la psicoeducación al paciente y la familia respecto a la prevención del pie diabético, hábitos de vida saludables e higiene. Se fomentó la adherencia al tratamiento y la práctica de estrategias empleadas en prevención de recaídas.
 
Sesión 12 (Familiar): Seguimiento vía telefónica un mes después del egreso médico, en el que se conoce el fallecimiento del paciente. Se brindó acompañamiento emocional a cuidadora principal e hijo mayor, orientando frente a pautas para una vivencia sana del duelo; se recabó información de la adaptación del paciente al hogar y el impacto del proceso de acompañamiento por parte del grupo familiar. Se realizó el respectivo cierre del caso.
 
En la Tabla 1, se describen los objetivos terapéuticos y las técnicas de intervención Cognitivo-Conductuales que se aplicaron durante el proceso de acompañamiento psicológico. (Ver Tabla 1 en el PDF)
  
Resultados
 
Se logró evidenciar cambios en el paciente tanto en su conducta de salud, estado anímico, afrontamiento de la pérdida, adaptación a la estancia hospitalaria y fortalecimiento de la relación con su red de apoyo principal y el equipo médico. Teniendo a consideración los dominios funcionales del paciente, en la Tabla 2 se muestra la comparación de los mismos según la reacción conductual del paciente en el momento inicial o pre-quirúrgico y el momento post operatorio. (Ver Tabla 2 en el PDF)
 
En este sentido, es importante enfatizar que los cambios descritos fueron reafirmados por verbalizaciones y manifestaciones tanto del paciente como del grupo familiar y el equipo médico, indicando una mejora sustancial en las conductas problema, un favorecimiento de la adaptación a la estancia hospitalaria y el desarrollo de recursos adecuados en la preparación y elaboración del duelo.
 
Ahora bien, en el proceso de evaluación psicológica se aplicó una valoración subjetiva adaptada a la sintomatología del paciente, de aplicación oral y cuantificación en escala Likert de 0 a 10, siendo 0 “nada” y 10 “mucho”; sus resultados denotan bajos niveles de alteración emocional del paciente posterior a la amputación, lo cual se plasma en la Figura 1, donde se presenta la evolución del estado anímico del paciente durante el proceso de acompañamiento pre y post quirúrgico. (Ver figura 1 en el PDF)

De la misma manera, en la Figura 2 se presentan los resultados de la evaluación de la percepción del dolor que se realizó en el paciente antes, durante y finalizando la implementación del plan de intervención, esta mediante la aplicación de la EVA respecto a la intensidad del dolor en una escala de 0 a 10 donde cero era “intensidad nula” y 10 la “máxima intensidad”. (Ver figura 2 en el PDF)
 
En general, el paciente evidenció una mejora significativa en su valoración subjetiva del dolor experimentado, denotándose que en la sesión 5 se presentó un aumento importante de dicha percepción (7 puntos), debido a que en ese momento la necrosis del tejido muscular de la extremidad inferior empeoró y con él su nivel de complicación de la infección. Sin embargo, en las sesiones posteriores el paciente aumenta su repertorio de estrategias para la modulación del dolor y refiere percibir menor intensidad del mismo, aludiendo a su autocontrol.
 
Discusión y conclusiones
 
El proceso de intervención psicológica realizado rescata la importancia del establecimiento del rapport o alianza terapéutica, puesto que aportó en la implicación activa del paciente y su familia en el proceso de rehabilitación; en concordancia, Rogers y Kinguet (1971) y Tizón (1988) citados en Martorell y Daniel (2003) indican la importancia del apoyo y la contención, al facilitar la expresión de sentimientos y la apertura al dolor emocional del paciente, empleando la escucha activa, la empatía y respuestas comprensivas que normalizaran y validaran las emociones del paciente.
 
Así mismo, se evidenció la relevancia que posee el rol del psicólogo en el ámbito hospitalario, ya que mediante la aplicación de conocimientos y técnicas aporta a la prevención de alteraciones emocionales, conductuales y cognitivas asociadas a la atención médica y su estado de salud física, con la finalidad que el paciente logre un nivel óptimo de ajuste personal y funcionamiento psicosocial en su proceso de rehabilitación y recuperación, impactando positivamente en su calidad de vida (Martorell y Daniel, 2003). Lo anterior se refuerza cuando posterior al acompañamiento psicológico, el paciente empleó recursos internos de afrontamiento y aumentó su percepción de control sobre la situación estresante, lo que impactó en la importante disminución de la alteración de su estado anímico (sintomatología depresiva y ansiosa asociada al duelo) ocurrida durante su proceso de aceptación de la amputación.
 
Así, se demuestra el impacto positivo del acompañamiento psicológico antes, durante y después de la intervención quirúrgica (Tavera 2014), lo que concuerda con la conclusión del estudio de eficacia de un tratamiento psicológico en personas que atraviesan por una amputación traumática realizado por Gonzales et al. (2001), en la que se afirma que “se podría mejorar aún más la adaptación de los pacientes, si la intervención psicológica se diera junto con la rehabilitadora en las fases inmediatamente posteriores a la amputación” (p.62); agregando que para un adecuado tratamiento y atención integral a este tipo de pacientes es prioritaria la participación de un equipo interdisciplinar, reconociendo que dicha condición es fundamental en la promoción de su salud y rehabilitación biopsicosocial.
 
De igual forma, en el paciente se evidenció una mejora en la adherencia al tratamiento médico, explicado según afirmación de Moreno y Gil (2003) en la que rescata el fortalecimiento en la creencia del impacto positivo de las conductas saludables (hábito como alimentación balanceada y toma de medicamentos) y el autocuidado e higiene personal, puesto que permite aumentar la susceptibilidad percibida, la severidad y los beneficios percibidos de los tratamientos. Teniendo a consideración el logro del control anímico del paciente mediante el proceso de acompañamiento psicológico, también se puede indicar que su adherencia al tratamiento se fortaleció según lo concluido en Tavera (2014), al indicar que al mejorar el estado de ánimo del paciente hay mayor adherencia al tratamiento, conllevando a una recuperación exitosa y una mejora notable en la calidad de vida.
 
Por otra parte, se considera fundamental en la comprensión de los logros alcanzados, que a pesar que el dolor experimentado por el paciente resulta crónico y de elevada intensidad debido a su condición de salud, el paciente percibe menor presencia de dolor a partir de la octava sesión momento posterior a la amputación, cuestión que a pesar de estar probablemente relacionada a los efectos positivos de la cirugía y medicamentos suministrados, también puede explicarse debido a la disminución de la sintomatología depresiva y ansiosa, teniendo en cuenta que el dolor al considerarse como una experiencia sensorial y emocional desagradable (International Asociation For The Study Of Pain, 1986), contempla el papel de los factores psicológicos como mediadores de la percepción, mantenimiento y exacerbación del dolor (Belloch, 1989, citado en Truyols, Pérez, Medinas, Palmer y Sesé, 2008)
 
En este orden, se resaltan algunas técnicas cognitivo-conductuales empleadas que resultaron de gran impacto en el acompañamiento de la problemática del paciente, tales como la reestructuración cognitiva, el entrenamiento en estrategias de afrontamiento, el entrenamiento en relajación y respiración diafragmática, la visualización y desensibilización sistemática, la psicoeducación y el reforzamiento positivo. Al respecto, Esquerdo, Maruenda y Robles (2013), brindaron un tratamiento psicológico grupal a pacientes amputados posterior a la cirugía empleando algunas de las técnicas mencionadas, concluyendo que fueron efectivas para mejorar la adaptabilidad de los pacientes, disminuir ansiedad y depresión, y fomentar mayor apoyo social. Así mismo, Lorente (2016) menciona la relajación como un tratamiento psicológico efectivo para pacientes amputados, afirmando que dicha técnica interrumpe el círculo vicioso de tensión-dolor-tensión, produciendo en el sujeto cierto sentido de control sobre su funcionamiento fisiológico y contribuyendo a incrementar la percepción de dominio personal (Hotstadt & Quiles, 2001, citados en Lorente, 2016, p.25). 
 
De igual forma, en un estudio con pacientes amputados realizado por González et al. (2001), demostraron la eficacia de técnicas la psicoeducación, el entrenamiento en estrategias de afrontamiento y el entrenamiento en estrategias para el control de la ansiedad, en la mejora del nivel de actividad, la independencia para el cuidado personal, el estado de humor y la calidad de vida de los pacientes. Siendo igualmente fundamental mencionar la efectividad de la terapia del espejo, la cual según Casale et al. (2009) a través de las ilusiones del movimiento de la extremidad amputada podrían mejorar la retroalimentación sensorial a nivel cerebral y aliviar el dolor del miembro fantasma.
 
En relación a la participación e implicación del grupo familiar en el acompañamiento psicológico, esto resultó favorecedor en el proceso de recuperación, rehabilitación y elaboración de la pérdida del paciente (Gonzáles, Arce y Zarza, 2017), pues tal como lo afirma Bañol et al. (2003) el apoyo familiar es fundamental en el proceso de aceptación, adaptación y reincorporación a la vida cotidiana, ya que la familia es fuente principal de soporte, control, seguimiento de los cuidados y cumplimiento de las recomendaciones médicas (Rodríguez et al., 2018). En este sentido, Alós (2008) enuncia que un error frecuente es dejar de lado a la familia en este proceso, sin contemplar que el duelo también está presente en los familiares inmediatos y que la actitud que tengan estos con el enfermo influirá decisivamente en la actitud que el paciente amputado adopte consigo mismo (Rodríguez y Fernández, 2002).
 
Finalmente, cabe enfatizar sobre el proceso de evaluación post operatorio con la batería de pruebas que se presentaron limitaciones para su aplicación tales como factores ambientales asociadas a la condición de salud física del paciente (intoxicación por opioides), estancias de corta duración en el centro médico y fallecimiento. No obstante, esto sustenta los retos a los que se enfrenta un psicólogo clínico en el ámbito intrahospitalario, comprendiendo la enmarcada necesidad del binomio práctica/investigación para  trabajar en la creación y desarrollo de protocolos de evaluación psicológica de pacientes específicamente en los ambientes de salud (Baptista y Dias, 2003, citado en Nunes, Garcia y Alba, 2006), ya que esto resulta fundamental para el establecimiento de guías de tratamiento más eficientes (Nunes, Garcia y Alba, 2006). 
 
Para concluir, es necesario comprender que el acompañamiento en el proceso de duelo por amputación debe contemplar el ciclo vital en el que se encuentra el paciente, como lo fue en este caso la vejez, donde dicho suceso puede llegar a constituir una crisis vital significativa vinculada a un sin número de estereotipos y pérdidas percibidas normativamente en esta etapa como lo son la pérdida de la salud, el rol social y laboral, el poder adquisitivo, entre otras. Estas cuestiones, a pesar de estar relacionadas a factores diferenciales y esquemas personales de los individuos, en un proceso de acompañamiento deben flexibilizarse, proyectando como fin último la mantención de la capacidad funcional y la promoción de una percepción positiva de bienestar del adulto mayor con afecciones crónicas o disminuciones físicas, en donde para él y su familia debe reconocerse que a pesar de dichas limitaciones aún continua siendo posible un funcionamiento sano a nivel cognitivo, afectivo, social, con satisfacción personal y motivación ante la vida.
 
Agradecimientos 
 
Al área de Psicología hospitalaria de la Clínica Foscal Internacional – FOSUNAB, por permitir el desarrollo de este estudio de caso en el marco de trabajo de grado en la modalidad Monografía para optar al título de Especialista en Psicología clínica. Un agradecimiento especial al paciente y su grupo familiar que aun atravesando por momentos de dificultad siempre mostraron disposición y confianza en el proceso de acompañamiento psicológico. 
 
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