REVISTA DE PSICOLOGIA -GEPU-
ISSN 2145-6569
IBSN 2145-6569-0-7

   
 
  El Lugar Actual del Docente desde la Perspectiva del Psicólogo. Limitaciones y Posibilidades

El Lugar Actual del Docente desde la Perspectiva del Psicólogo. Limitaciones y Posibilidades

Sabrina del Carmen Morabes
 
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Profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario. Teléfono: (0341) 155966048. Domicilio: Av. Francia 1074. Dto 1º A. Rosario. Santa Fe - Argentina. Correo electrónico: sabrinamorabes@hotmail.com    

   

Recibido: 21 de Abril de 2010
Aprobado: 1 de Septiembre de 2010

Referencia Recomendada: Morabes, S. (2011). El lugar actual del docente desde la perspectiva del psicólogo. Limitaciones y posibilidades. Revista de Psicología GEPU, 2 (1), 95 - 103.     
 

Resumen: El artículo tiene como eje central la problemática que significa el lugar que ocupa el docente actualmente en el campo de la educación, pensando las limitaciones que tiene para realizar su trabajo y poner en acto su vocación, sin dejar de lado tampoco sus posibilidades para desempeñarse y solucionar dicha problemática. Si bien este será el hilo conductor del presente escrito; será inevitable no alejarme del mismo por momentos debido a la inmensa cantidad de líneas temáticas que atraviesan el ámbito de la educación, estando todas estas íntimamente relacionadas. En el artículo, a modo de cierre, también se cuestiona y reflexiona acerca de cuál podría ser la intervención de un Psicólogo ante esto y cuál es su rol específico en el ámbito de la educación.

Palabras Clave: Docente, Educación, Psicología Educacional, Posmodernidad.



Existe una problemática, que es de relevante importancia y que muchas veces es dejada de lado al hacer un análisis de la educación actual, la misma es el lugar que ocupa el docente dentro del ámbito de la educación, considero dicha cuestión como una problemática intentando con esto reflexionar acerca de cuáles son las posibilidades que tienen los docentes hoy de intervenir desde este lugar.

Hoy nos encontramos con que la escuela ya no responde a las demandas que los chicos traen, no acompaña los ritmos acelerados que lleva el vivir en la sociedad actual, el chico vive recibiendo constantemente estímulos, y la escuela no estimula del mismo modo a los chicos, no los llama, no los convoca.

A partir de esto que se nos presenta, me parece que podríamos repensar a  la escuela y a la función que esta cumple y en relación a esto también, el lugar del docente.

No significa eso que la escuela debe  seguir a la sociedad y moldearse para formar parte de ella, sino tomar conciencia de que esta ha cambiado y  que este cambio está pidiendo a gritos un cambio de la educación.

Como dice Ignacio Lewcowicz (2004):

Las instituciones presuponen para cada caso un tipo de sujeto que no es precisamente el que llega. Siempre ocurrió que lo esperado difiere de lo que se presenta, pero hubo un tiempo histórico en que la distancia entre la suposición y la presencia era transitable, tolerable, posible. No parece ser esta la situación actual.

Hoy, la distancia entre lo supuesto y lo que se presenta es abismal. Por su conformación misma, la institución no puede más que suponer el tipo subjetivo que la va a habitar; pero actualmente la lógica social no entrega esa materia humana en las condiciones supuestas por la institución.

Actualmente, las tecnologías comienzan a ser primordialmente transmisoras y generadoras de una nueva cultura, que nacida en el contexto de la posmodernidad y bajo la creciente configuración de un mundo globalizado, introduce profundos cambios en la subjetividad. Los niños se aburren fácilmente en entornos donde el estímulo de imágenes y sonidos es escaso.

El sujeto se constituye atravesado por los discursos que organizan la experiencia cultural de una época, de este modo, podemos pensar que los actuales sujetos que habitan las escuelas están constituidos fundamentalmente por el discurso massmediático y la práctica del consumo.

Como dice Alessandro Baricco (2008):

Actualmente aparecen los ‘depredadores sin cultura y sin historia’, que sustituyen la cultura de calidad por otra al servicio del consumo y del comercio, una cultura caracterizada por la simplificación, la rapidez, la espectacularidad; habitan en Internet y respiran ‘con las branquias de Google’; prefieren la velocidad a la profundidad.

Prefieren la superficie en vez de la profundidad, la velocidad en vez de la reflexión, las secuencias en vez del análisis, el placer en vez del esfuerzo. Como dice Charles Coutel (2006), “la pregunta  ¿Por qué aprender? Se vacía de su contenido y se desvaloriza. La comunicación reemplaza  a la instrucción.”

En este momento del desarrollo, me surge un interrogante, ¿¿que hacer con esto??? Para Corea, la vía más activa es la interpretación. Para ella tal estrategia requiere, en primer lugar, que consideremos las perturbaciones manifiestas en la práctica docente en términos de síntoma; en segundo lugar, que dejemos de pensar el problema en términos de personas o individuos, para ponerlo en términos de discurso. "Síntoma" será entonces el nombre del desacople entre dos discursos que atraviesan la actual experiencia posmoderna de la docencia: el discurso pedagógico y el discurso massmediático.

Mucho hay por hacer y la escuela ¿no puede permanecer al margen? Por un lado la reflexión y conocimiento acerca de estas incipientes estructuraciones subjetivas arrojará nueva luz a los problemas prevalentes del campo educativo y permitirá adecuar y construir nuevas estrategias preventivas y didácticas que permitan, aunque sea de manera limitada, superar la brecha que hoy se presenta entre la cultura escolar y los intereses, valores, particularidades y capacidades de los niños y jóvenes de la cibercultura. Por otra parte, la educación en medios es hoy un desafío ineludible y una tarea docente a incluir en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Todavía los ciudadanos no han adquirido las “competencias” necesarias para vivir en este mundo icónico y formal, hipertextual y multimediático, es por esto que se hace necesaria una modificación del sistema educativo y una inclusión de estos nuevos elementos.

Me parece relevante repetir el planteo que hace Inés Dussel, diciendo “O inventamos o erramos”, esto le decía Simón Rodríguez cuando aconsejaba a Bolívar crear escuelas y educar al ciudadano. Ella manifiesta que hoy hace falta algo de ese espíritu. Las escuelas son instituciones del siglo XIX emplazadas en un contexto muy diferente. La forma en que se produce el conocimiento, las relaciones entre las generaciones, las infancias y las adolescencias, el vínculo escuela-familia, son muy distintos a cómo las imaginó Sarmiento. Y ella manifiesta que por esto es que hay que repensar el currículum, el trabajo docente, la evaluación, las culturas de trabajo y la participación en las escuelas.

Las instituciones que forman parte de las sociedades y constituyen precisamente una forma de materialización de la misma, se transforman junto con las sociedades. Así, aparecen nuevas leyes que rigen, nuevos tiempos, nuevas posiciones del individuo en relación a la masa. También cambia la relación del individuo con el trabajo, cambia el manejo del dinero. Cambia el sujeto; este sujeto que como bien sabemos se constituye  socialmente, cambia a la par de las sociedades.

Como plantea Silvia Schlemenson (1997), “en las instituciones educativas, aparece el maestro, que con sus intervenciones puede potenciar la actividad representativa e incrementar las relaciones dialógicas consigo mismo y con los otros”. Ella manifiesta que el docente debe tratar de lograr una participación y posicionamiento diferente de cada uno de sus alumnos; debe dar lugar al hablar de los alumnos, debe ofrecer una escucha, para posibilitar el intercambio de experiencias, mostrar las diferencias; adquiriendo así cada uno de los alumnos la posibilidad de transformarse en sujeto. Utilizando términos propios de esta autora “el docente debe posibilitar el encuentro de múltiples sentidos”.

A partir de esto, creo que habría que repensar el rol que cumplen  los maestros en nuestra sociedad actualmente. Repensar el lugar del docente como posibilitador. Pensar en que es lo que puede hacer el docente desde el lugar en cual se encuentra. Habría que reflexionar sobre el lugar del maestro y la vocación de estos, es decir, interrogarlos acerca de ¿el porque de ser maestros? Sin duda muchos docentes parecen no muy contentos con su trabajo e inclusive manifiestan ganas de dejar de ocupar ese lugar que no se siente como propio.

Me parece que esto da lugar, en el campo de la educación, a la falta de figuras identificatorias y de la construcción de otro como semejante y como lugar de diferenciación. Ya no aparece, como lo decía Freud, el maestro ocupando el lugar del padre, convirtiéndose en sustituto de este. Él nos decía, refiriéndose a los docentes:

Transferíamos sobre ellos el respeto y las expectativas del omnisciente padre de nuestros años infantiles, y luego empezamos a tratarlos como a nuestro padre en casa. Les salimos al encuentro con la ambivalencia que habíamos adquirido en la familia, y con el auxilio de esta actitud combatimos con ellos como estábamos habituados a hacerlo con nuestro padre carnal (Freud, 1914).

Esta figura central en el ámbito educativo, está desdibujada. Y la crisis de esta figura podría llevar a la crisis de todo el sistema educativo, en tanto que formador de ciudadanos.

Silvia Schlemenson (1997) nos lleva a reflexionar acerca de la cuestión de entender al aprendizaje no como una mera acumulación de conocimientos, sabiendo que hay diferencias en el modo de acceso de los niños al mismo. También nos lleva a pensar acerca de la importancia y determinación de las relaciones primarias, en tanto estas determinan la calidad de relación que el niño establece con la realidad en que se inserta; sabiendo que en estas relaciones primarias se origina la capacidad de pensar y que de ellas el niño extrae los fundamentos que lo acompañarán a lo largo de su vida.

Estas relaciones primarias implican el primer contacto con el mundo, eso que Freud (1914) llama “primera vivencia de satisfacción”; representa el encuentro con el afecto, con el sentido, con el contacto, con la cultura. Es a partir de esta primera realidad que el niño construye una realidad propia.

El mundo del niño se amplía cada vez más, de la relación exclusiva con su madre se pasa a una relación familiar y de esta a diversas relaciones adquiridas con la escolaridad. Así, con el ingreso a la escuela, el niño es obligado a separarse de su entorno familiar. Se impone un nuevo lugar en el que el niño pone a prueba sus comportamientos de origen para lograr el intercambio con sus semejantes. El pensamiento va modificando su dinámica junto con el paso del niño por la escuela.

El ingreso a la escuela significa una situación desconocida, con diferentes tiempos, diferentes espacios, diferentes “otros”, en tanto se trata de personas con las cuales se comparten dichos tiempos y espacios. “Otros”, en tanto diferentes para la constitución del sujeto; para que el niño se muestre y se descubra como un alguien.

En este nuevo lugar encontrado, la escuela, aparece el maestro, que con sus intervenciones puede potenciar la actividad representativa e incrementar las relaciones dialógicas consigo mismo y con los otros. Teniendo quizás (y quizás no) una postura crítica y transformadora de la realidad estudiada, tomándose a sí mismo como objeto de la investigación.

Reflexionando acerca de su relación con los alumnos, porque, como dicen Inés Dussel y Marcelo Caruso (1999):

Transmitir es también dejar espacio para que el otro haga otra cosa con nuestro saber y nuestro deseo de educarlo, para que sea otro y no uno mismo (...) el poder sigue siendo, constitutivo de la relación docente-alumno; el tema es ocupar ese lugar de transmitir la cultura lo más conscientemente que uno pueda, tratar de salir del modelo de la clonación y producir una diferencia en nuestras vidas y en la de los otros.

Teniendo en cuenta que el lugar del docente ya no es el mismo que en épocas anteriores, como dice Mariano Narodowski (1999):

Hoy, cada uno de los docentes tiene que salir a ganar su propia legitimidad todos los días y constantemente, puesto que la cultura extraescolar pasó a ocupar lugares de gran significación en nuestra vida cotidiana y hasta se supone obvio o constructivo un cuestionamiento por parte de la cultura popular  a la cultura escolar. Es decir, los docentes ahora tienen que ganarse la legitimación que antes poseían por ocupar el lugar que ocupaban.

Un malestar docente que cada vez es mayor e inunda en la educación actual; pienso que sería de utilidad la realización de actividades de reorientación profesional, para afrontar esta crisis actual del sistema educativo. Una crisis en todos los aspectos, una crisis de los contenidos curriculares, una crisis de la figura del docente, una crisis de la Escuela como institución, de la Escuela considerada como segundo hogar.

A partir de esto y sin dejar de lado las diversas realidades con que nos encontramos en el campo de la educación y con las diversas privaciones que se sufren en el mismo; tendríamos que pensar a los que vienen a la  escuela mas allá de las clases sociales, de las divisiones y fragmentaciones en las que estamos acostumbrados a vivir.

Desde nuestro lugar podríamos quizás construir algo mas allá de los accesos a los que estamos restringidos, los no-lugares que tenemos que ocupar. Dándole la posibilidad a los chicos de ser ellos, de proyectarse mas allá del lugar en el que se encuentran encerrados. Buscar herramientas para permitirles la libre expresión de sus afectos, sentires y pareceres.

Es por esto precisamente que es muy difícil dejar de lado la influencia de la cultura, siendo esta determinante para la constitución del sujeto. Como nos dicen Marcelo Caruso e Inés Dussel (1995), “la cultura es el arco que nos ‘sostiene’ (nos forma, nos limita, nos posibilita hacer lo que hacemos), pero también los sujetos sostienen, con sus márgenes de libertad, la diversidad de formas de la cultura”.

Y en relación a esto, me parece que nuestra sociedad está cada vez mas dividida, actualmente sólo podemos encontrarnos con “otros” diferentes, y bien sabemos que cuando el otro aparece como diferente la reacción del sujeto puede ser la violencia, ya que de esa manera destruye en el otro la diferencia que no acepta en sí mismo.

Es muy difícil crear un nosotros en la sociedad actual, en donde lo que impera es el individualismo. Donde hay leyes que no se cumplen. Todo esto me llevó a reflexionar acerca de la importancia de pensar diversas estrategias para lograr darles a los alumnos, ese espacio que nunca les fue dado, prestarles ese oído que nunca tuvieron. Implicándonos, incluso sentirnos protagonistas de estos conflictos, como parte de la sociedad que somos.

Pudiendo como futuros psicólogos, dar lugar a la creación, al surgimiento del sujeto, creando espacios, para dejar ser. Pienso a la escuela como una red social, en donde podemos intervenir; pensándonos inmersos en esta red que a su vez influye en nuestro accionar y  determina nuestros comportamientos. Sabiendo que la red no se reduce a lo comunicacional, a lo interaccional o a lo interindividual. Sino que su funcionamiento es mucho más que esto. Las redes son realidades concretas que tienen múltiples planos, nosotros como posibles interventores debemos desmenuzar todos esos planos para determinar cual es la especificidad de esa situación.

Pero las redes contienen múltiples elementos para algunos desconocidos, y su funcionamiento oculta muchos componentes que la atraviesan. Modificándose a cada instante estos componentes y la relación entre los mismos, no siendo la red idéntica en todo momento.Es por esto que creo que no todo es norma, es decir, no se trata de pasos o pautas que se cumplen al pie de la letra.

Pienso a las instituciones educativas como universalidades donde las singularidades pueden emerger (o no) y aportar una diferencia propia que hace a esa singularidad. Por lo tanto, creo que no podríamos pretender encontrarnos con recetas para la educación de los niños, ya que estas ¡no existen! Me parece relevante para terminar este escrito traer aquí el término incertidumbre, el cual desarrolla profundamente Elena Achilli (2000). Ella considera a esta incertidumbre que reina actualmente, entendiéndola como:

Una sensación de duda, indecisión y perplejidad, como generada por algunos determinados intereses neoliberales para finalizar con ciertas certezas que nos permita pensar y pensarnos en la escuela pública del hoy y del mañana. No repercutiendo de un modo homogéneo en los distintos sujetos sociales (Achilli, 2000).

Personalmente me parece necesaria la reflexión en relación a qué es lo que pueden hacer los sujetos a partir de dichas incertidumbres (impuestas); es decir, considerar a dichas incertidumbres como una base o un punto de partida para hacer uso de esa capacidad de pensar y pensarnos, que Elena Achilli (2000) considera como erradicada por ciertos intereses neoliberales. Es decir, considerar a esos interrogantes que la autora considera como perturbando el presente, como un material a transformar, me parece que a partir de intentar responder a dichos interrogantes se puede crear una nueva educación pública y una nueva sociedad.

Transformando el futuro incierto en un presente cierto, con un fondo de incertidumbre siempre necesario. No creo acertado considerar a la incertidumbre misma con la que se encuentra el sujeto, como dueña de un carácter negativo. No es ella el problema. Lo negativo es la postura que toma el sujeto ante esta incertidumbre impuesta, el no poder o no querer hacer nada a partir de ella; el aprender a no pensar que el sujeto aprehende.

Me parece que si los participantes del campo de la educación  pensáramos acerca de si esta incertidumbre tiene un carácter positivo o negativo, podríamos luego reflexionar acerca de que podemos hacer o construir a partir de ella.

Sin olvidarnos que en esta construcción, no podemos dejar de lado a los otros actores y a las otras disciplinas que conforman este campo, sino todo lo contrario. Entendiendo a la Psicología Educacional como una “disciplina de confluencia”, en la que intervienen aquellas disciplinas que colaboran con una mejor comprensión de la función educativa.

De este modo, podríamos pensar a la Psicología Educacional como una disciplina que se recrea y construye en el seno mismo del campo y al Psicólogo educacional como un integrante activo de la institución, que participa de las diversas actividades que en ella se llevan a cabo. Pero me parece indiscutible, que si bien el papel que el psicólogo cumple se define por como este aborda el campo en el que se inserte a trabajar, también el campo aporta lo suyo; es decir, marca posibilidades, señala caminos para transitarlo, nos interpela desde determinados actores y desde problemáticas específicas.

Referencias


Achilli, E. (2000). Educación pública y neoliberalismo. Reflexiones sobre la incertidumbre. Revista Digital Ceide, 5.

Baricco, A. (2008). Respirar con las branquias del google. En: Ensayo sobre la Mutación. Barcelona: Anagrama.  

Caruso, M., & Dussel, I. (1995). De Sarmiento a los Simpsons. Buenos Aires: Kapelusz.

-------------------------------- (1999). La invención del aula. Buenos Aires: Santillana.

Coutel, C. (2006). ¿Por qué aprender? Buenos Aires: Signo.

Freud, S. (1914). La psicología del colegial. Editorial Amorrortu.

Lewcowicz, I. (2004). Pedagogía del aburrido. Buenos Aires: Paidós.  

Narodowski, M. (1999). Después de clase. Buenos Aires: Novedades Educativas.

Schelemenson, S. (1997). El aprendizaje: un encuentro de sentidos. Buenos Aires: Miño y Dávila.




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