Foucault desconfía, sin embargo de una reconstrucción histórica emplazada sobre constantes sociológicas o antropológicas. En lugar de una historia que gira alrededor de conceptos fijos como “lucha de clases”, “alineación” o “modo de producción” que permite agrupar los conocimientos en unidades temporales sobre la base de supuestas regularidades, Foucault prefiere hacer énfasis en las discontinuidades, las rupturas y la emergencia de lo nuevo. Esto significa que lo que le interesa a Foucault no es buscar un punto fijo (el sujeto) a partir del cual se hagan derivar todos los sucesos históricos, sino preservar la singularidad del acontecimiento. Ello no con el fin de proveer la historiografía de un nuevo fundamento más sólido y más seguro, si no para llamar la atención sobre la complejidad, la fragilidad y la contingencia de las transformaciones sociales (Foucault, 1979).
Popper, en su obra El desarrollo del conocimiento científico establece el ensayo y el error y la dialéctica como métodos científicos. Enuncia que la dialéctica es subjetiva. Popper desde su teoría de los tres mundos deslindará la objetividad de la subjetividad y éstas, de las ciencias. La verdad popperiana es aquella que resiste el análisis subjetivista y dialéctico de los contextos de falsación.
Teoría de la Complejidad
En la décadas de los 60´s y 70´s del siglo XX un grupo de filósofos intentan una comprensión integral del conocimiento, tomando en cuenta los fenómenos naturales, al observador humano y el contexto cultural y social donde el observador se haya inmerso. Pensadores franceses como Gastón, Bachelard, François Jacob, Edgar Morín, Michel Serres y algunos otros postulan la necesidad de crear una epistemología con un punto de vista antropológico y social. A esta concepción integral de la naturaleza y el conocimiento se le llama compleja. La línea de pensamiento de estos filósofos se encuentra profundamente influenciada por los grandes avances científicos de los siglos XIX y XX. En particular, la termodinámica y la teoría de la información que permiten comprender, por medio de variables macroscópicas, el mundo microscópico y la mecánica cuántica que involucra al observador en la teoría. En sus ensayos integradores intentan explicar el camino de la organización del conocimiento con el mismo esquema de los procesos naturales. El caos es la desintegración organizadora. Es la unidad antagonista de la explosión, de la dispersión, la división del cosmos y de sus nucleaciones, sus organizaciones y sus ordenamientos. Los procesos de orden y de organización no se consiguieron un camino como un ratón a través de los agujeros del queso gruyère cósmico, se constituyeron en y a partir del caos, este es el funcionamiento del bucle tetralógico: desorden => interacciones => orden => organización => desorden (De la Peña, 2001).
En la actualidad la teoría de la complejidad busca dar razón del universo como un todo, más allá de la simple suma de sus partes, y de cómo sus componentes se unen para producir nuevas formas. Este esfuerzo por descubrir el orden en un cosmos caótico es lo que se conoce como la nueva ciencia de la complejidad o del caos. Este nuevo paradigma científico está dedicado a buscar conexiones entre muchos y variados esfuerzos de investigadores que trabajan en las fronteras de una cantidad asombrosa de disciplinas (Hayles, 1998).
En las ciencias, la complejidad es el término utilizado para connotar una nueva forma de pensar sobre el comportamiento colectivo de muchas unidades básicas que interactúan entre sí, sean átomos, moléculas, neuronas, bits de una computadora o grupos humanos, para mencionar algunos. En matemáticas, el principio básico de la teoría del caos radica en la identificación de un elemento llamado fractal, que mantiene su identidad a cualquier escala, y puede reproducirse hasta el infinito formando nuevas combinaciones en las que el componente inicial es siempre el mismo y el conjunto resultante siempre distinto (Cárdenas & Rivera, 2004).
Al mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre. De allí la necesidad, para el conocimiento, de poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar... Pero tales operaciones, necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera si eliminan los otros caracteres de lo complejo; y, efectivamente, como lo ha indicado Morín, nos han vuelto ciegos.
Pero la complejidad ha vuelto a las ciencias por la misma vía por la que se había ido. El desarrollo de la ciencia física, que se ocupaba de revelar el Orden impecable del mundo, su determinismo absoluto y perfecto, su obediencia a una Ley única y su constitución de una materia simple primigenia, el átomo, se ha abierto finalmente a la complejidad de lo real. Se ha descubierto en el universo físico un principio hemorrágico de degradación y de desorden (segundo principio de la Termodinámica); luego, en el supuesto lugar de la simplicidad física y lógica, se ha descubierto la extrema complejidad microfísica; la partícula no es un ladrillo primario, sino una frontera sobre la complejidad tal vez inconcebible; el cosmos no es una máquina perfecta, sino un proceso en vías de desintegración y, al mismo tiempo, de organización.
Ese paradigma comportaría un principio dialógico y translógico, que integraría la lógica clásica teniendo en cuenta sus límites de facto (problemas de contradicciones) y de jure (límites del formalismo). Llevaría en sí el principio de la Unitas múltiplex, que escapa a la unidad abstracta por lo alto (holismo) y por lo bajo (reduccionismo). Aún somos ciegos al problema de la complejidad. Las disputas epistemológicas entre Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, etc., lo pasan por alto, sin embargo, Bachelard, el filósofo de las ciencias, había descubierto que lo simple no existe: sólo existe lo simplificado. Pero esa ceguera es parte de nuestra barbarie. Tenemos que comprender que estamos aún en la era bárbara de las ideas. Estamos en la prehistoria del espíritu humano. Sólo el pensamiento complejo nos permitiría civilizar nuestro conocimiento (Giraldo, 2005)
Luhmann considera que las características de la sociedad contemporánea es su complejidad, la complejidad se entiende como un exceso de posibilidades frente a las que hay que tomar una decisión. La complejidad debe ser reducida según Luhmann por la formación de sistema como proceso de racionalización (Abarca, 2005).
El pensamiento complejo complementa la epistemología sistémica posibilitando un método de construcción de saberes que tiene en cuenta un entretejido de las partes, la construcción de relaciones, el caos, el cambio y la incertidumbre. El pensamiento complejo constituye un método de construcción del saber humano desde un punto de vista comprensivo, retomando la explicación, la cuantificación y la objetivación, consiste en una nueva racionalidad en el abordaje del mundo y del ser humano, donde se entretejen las partes y elementos para comprender los procesos en su interrelación, recursividad, organización, diferencia, oposición y complementación, dentro de factores de orden y de incertidumbre (Tobón, 2005).
Los principios descritos por D´Angelo (2005) que sustentan la Teoría de la Complejidad son:
1. El principio dialógico. Vínculo entre elementos antagónicos inseparables.
2. Principio de recursión organizativa: supera la noción de regulación con la de producción y autoorganización, en la cual los efectos son ellos mismos productores de la causa. Este es un proceso de autoorganización en el cual, captando y produciendo información, el sistema complejo logra mantener una dinámica adecuada entre continuidad y ruptura.
3. El principio hologramático: no solo la parte está en el todo, sino que el todo está en cada parte.
4. Principio de adaptación y evolución conjunta: en el proceso de autoorganización, los sistemas complejos se transforman conjuntamente con su entorno.
5. El principio de la no proporcionalidad y no linealidad de la relación causa-efecto: sucesos de carácter menor pueden desencadenar procesos de cambio sustantivos.
6. Principio de la sensibilidad a las condiciones iníciales: en relación con lo anterior la más leve modificación en las condiciones iníciales de surgimiento y organización de un sistema complejo adaptable puede conducir a resultados muy diferentes.
Según Morín tenemos cuatro condiciones:
1. La condición cósmica, sujeta sin cesar a las fuerzas de la desorganización, es también la epopeya de la religazón que sola impidió que se dispersara o desvaneciera tan pronto nació.
2. La condición física. La vida es solariana: todos sus constituyentes han sido forjados en un sol y reunidos en un planeta esputado por un sol; ésta es la transformación de un destello fotónico.
3. La condición terrestre. Como seres vivos de este planeta, dependemos vitalmente de la biosfera terrestre; debemos reconocer nuestra muy física y muy biológica identidad terrenal.
4. La condición humana. El concepto de hombre tiene un doble: un principio biofísico y uno psico-social-cultural, ambos principios se remiten el uno al otro.
Lo humano de lo humano consiste en:
1. Unidualidad: El hombre es un ser plenamente biológico, pero si no dispusiera plenamente de la cultura sería primate del más bajo rango. La cultura acumula en sí lo que conserva, trasmite y aprende.
2. El bucle cerebro-espíritu-cultura: La mente es un surgimiento del cerebro que suscita la cultura, la cual no existiría sin cerebro., un bucle donde cada uno de los términos necesita de los otros.
3. El bucle razón-afecto-impulso: Las relaciones entre las tres instancias son complementarias y al mismo tiempo antagónicas, no hay una jerarquía en dicha relación sino que, hay una relación inestable, permutante y rotativa en cuanto a predominio.
4. El bucle individuo-sociedad-especie: La complejidad humana es la unidad de estos elementos: todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo conjunto del as autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y el sentido de pertenencia con la especie humana.
La Relación Unidad- Diversidad Humana
El campo individual: Todo hombre comporta una unidad/diversidad genética de la especie humana de caracteres comunes a la especie y al mismo tiempo, singulares como individuo.
El campo social: En la sociedad existe unidad-diversidad de lenguas. Compartimos esta creación y al mismo tiempo nos diferenciamos por la diversidad de ellas.
Diversidad cultural y diversidad de los individuos: La cultura mantiene la identidad humana y social en lo que tiene de específico y al mismo tiempo, son abiertas al integrar en ellas, elementos provenientes de otras partes.
Sapiens & Demens: El ser humano no vive solo de la racionalidad y la técnica. El conocimiento racional-empírico-técnico concomita con el conocimiento simbólico, mítico, mágico o poético
Homus complexus: El tejido propiamente humano conjuga lo racional y lo racional como complejidad, el genio creativo surge de la unión de lo psico-afectivo y lo racional.
Por ser inherentes al ser humano, las propiedades de la complejidad son clave para dar una explicación cabal de comportamientos cotidianos. Es difícil entender de un modo lineal el humor y la creatividad, porque en ellos son definitorias la impredictibilidad y la ambigüedad. Lo mismo puede decirse de la incoherencia, como posibilidad de lo imposible, con respecto a la risa y a lo cómico; de la discontinuidad con respecto a la intuición o los insights; de la borrosidad en el caso de la duda como fuente de conocimiento (piénsese en el papel positivo de la duda generadora de la reflexión cartesiana resumida en el argumento del cogito ergo sum); y de la contradictoria relación que supone cualquier interacción social en la que el yo y el otro se ponen y se contraponen, o en la aún más paradójica relación del sujeto humano consigo mismo (self) de la que dimana la identidad. Si de las propiedades específicas de la complejidad pasamos a una propiedad general como es la ambigüedad, también ha sufrido los mismos avatares en cuanto a su valoración negativa o positiva. Fuente original del saber, desde que impera la simplicidad es un obstáculo al mismo y hoy está recuperando su sentido positivo con nuevas formas de conocimiento (Munée, 2004).
En esta línea, la Psicología quizás debería volverse hacia la búsqueda de los patrones y las formas que emergen en los procesos complejos que le son característicos, desarrollados en una multiplicidad de niveles intercomunicados, siguiendo aproximaciones geométricas que, desde hace algún tiempo, parecen estar mostrándose como estrategias particularmente importantes para la descripción del mundo y de nuestras propias percepciones del mismo. En la búsqueda de las teorías últimas, en los más profundos niveles, algunos físicos teóricos están oteando nuevas geometrías y topologías como herramientas de exploración. Relaciones como “dentro/fuera”, “contenido en”, “próximo a”, “plegado en”, “conectado a”, excluido de”, etc. Pueden ser hoy expresadas en términos puramente geométricos y topológicos, sin referencia alguna a la medición o el número. Y relaciones tales no sólo parecen ser las más apropiadas para la construcción de teorías en el nivel cuántico de la naturaleza (por ejemplo, las teorías de nudos o de lazos, o la teoría axiomática de campo de Witten), sino que, lo que es más interesante aún para nosotros, parecen ofrecer también una muy fuerte “resonancia” con los modos en que el cerebro humano reúne y procesa la información sobre el mundo. Parece que nociones como forma, patrón, estructura o geometría desempeñarían un papel estelar en los más profundos niveles de la materia y de la psique. Así, las relaciones geométricas y topológicas serían maneras fundamentales de entender no sólo la materia sino también la consciencia, constituyéndose en bases más sólidas sobre las que elaborar una metodología específica para la Psicología, más allá de su pretendida dependencia actual de lo cuantitativo (Mateo, 2003).
Complejidad en las Organizaciones
La complejidad se caracteriza por sostener que la realidad organizacional presenta procesos no ordenables o programables desde el exterior. Se supone la presencia de fuerzas que reconocen múltiples fuentes y que se ejercen en múltiples direcciones. Por lo tanto, se admite la coexistencia en el mismo sistema, de relaciones complementarias, simultáneas y antagónicas. La organización existe en un medio interno de relativo desorden, diversidad e incertidumbre. Estos pares implican formas diferentes de hacer y pensar, que no se eliminan entre sí, sino que se estructuran en un modo simbiótico de organización y las identificamos como dialógicas porque para cada estado o proceso interno existe un par de lógicas polares que implican comportamientos opuestos, modos diferentes de pensar una misma realidad (Schvarstein, 1989).
El análisis de relaciones dialógicas es un marco conceptual para entender y explicar el tipo de conexiones entre los elementos que componen la realidad organizacional. Significa que no es posible razonar en términos de un atributo que predomina y pensar en forma simultánea en su opuesto. Implica que un modo de hacer y pensar en la organización cuya lógica sea opuesta a la vigente está siempre presente, aunque dicho modo se encuentre circunstancialmente relegado o latente (Schvarstein, 1989).
La concepción tradicional de las organizaciones parte del orden y la estabilidad de una estructura. No obstante, la perspectiva de la complejidad ha desplazado la atención de la organización como estructura a la actividad de las personas que “organizan”. De tal manera que, desde esta perspectiva, la organización ya no sería una estructura, sino, por el contrario, un producto emergente de la actividad de organizar un sistema complejo dependiente de los elementos que lo componen y de sus particulares interrelaciones, de tal manera que lo que funciona en una organización no tiene porque funcionar en una organización distinta, pues desde una perspectiva compleja y borrosa no existirían soluciones siempre válidas, esto es, válidas en toda situación, en línea con lo afirmado en las teorías contingentes de la organización. Desde esta perspectiva, la gestión organizacional sería, más que un reglamento o una estructura, una habilidad que demanda una formación psicológica y social: liderazgo, motivación laboral, gestión de conflictos, manejo de grupos humanos, toma de decisiones, solución de problemas e innovación creativa. Sin olvidar, por supuesto, que las organizaciones laborales no flotan en un “vacío social”, pues las organizaciones son sistemas sociales complejos (sistemas simbólicos de roles y valores autogenerados y autorreferenciales) y políticos, es decir, sistemas sujetos a “relaciones de poder” (Pastor & García, 2007).
Trabajos desde la teoría de la complejidad se pueden encontrar en Navarro y Quijano (2003), en su trabajo “Dinámica no lineal en la motivación en el trabajo: propuesta de un modelo y resultados preliminares” Este artículo propone un modelo complejo de motivación en el trabajo que integra tres variables clásicas en la literatura: motivos, autoeficacia e instrumentalidad. El modelo incorpora los cambios que se producen en la motivación a lo largo del tiempo como consecuencia de la retroalimentación producida por la variable ejecución (evaluada con un indicador de compromiso). En una muestra de 271 personas se establecen las relaciones que configuran el modelo y, utilizando la simulación informática, se demuestra que la dinámica del modelo es estable sólo cuando los motivos de la persona cambian de manera caótica. Este fenómeno tiene una serie de consecuencias, tanto para la investigación como para la gestión, que son ampliamente discutidas.
En riesgos laborales encontramos el trabajo: “Los accidentes laborales desde la perspectiva del comportamiento complejo de sistemas” García-Izquierdo (2004) encuentra que el accidente de trabajo sigue siendo el eje sobre el que gira una buena parte de la prevención de riesgos laborales. Sin embargo, son escasos los modelos teóricos que sustenten y expliquen como se originan y producen los mismos. Por definición el accidente es un suceso imprevisto, repentino y que causa daños a las personas y en numerosas ocasiones a los equipos de trabajo. Hay acuerdo en que el accidente es la resultante de factores individuales, del grupo y de los medios técnicos. Es tradicional la asignación de las causas a factores humanos o a factores técnicos, si bien desde la teoría de sistemas no seria pertinente esta distinción. El accidente surge como un producto del sistema, un efecto colateral ya que partimos de la premisa de que el sistema de trabajo no pretende que ocurran accidentes sino que haya una producción adecuada. Desde la perspectiva de los sistemas complejos, es la organización la que genera los accidentes y su tipología. Las interacciones entre individuos, maquinas y equipos, según un patrón o modelo de relación que se ha generado y que es posible que los individuos no hayan detectado. Por lo tanto, la intervención en la disminución de los accidentes debe ir orientada a cambios en la organización que generen cambios de relaciones.
En la investigación empírica sobre siniestralidad laboral Tomás, Rodrigo y Oliver (2005) los datos son usualmente recogidos bajo la forma de recuentos de sucesos que ocurren durante un período de tiempo definido. A menudo estas variables de recuento son tratadas como si fueran de naturaleza continua y analizadas mediante el Modelo de Regresión Lineal. Ante el incumplimiento de los supuestos de este modelo, una solución usual es la aplicación de transformaciones sobre la variable criterio. Una solución alternativa a estas transformaciones, teóricamente más adecuada ya que asume una distribución de Poisson de la variable recuento, consiste en la aplicación de un modelo de regresión no lineal: el Modelo de Regresión de Poisson. En este trabajo se comparan los resultados obtenidos mediante las tres aproximaciones anteriores a partir de una muestra de 483 trabajadores, incidiendo en las implicaciones prácticas de estos resultados.
Estos y otros estudios se han realizado desde la teoría de la complejidad en las organizaciones, mostrando una amplia gama de posibilidades de investigación desde esta postura.
Conclusión
Para la psicología de las organizaciones existe mucho campo por investigar desde la teoría de la complejidad, de un modo más integrador y para dar respuesta de una manera más completa evitando los reduccionismos y así poder encontrar soluciones a problemas reales de la organización y no solamente aplicar tecnologías a variables estáticas que no corresponden a las organizaciones de la actualidad inmersas en un mundo moderno cambiable y caótico.
Las organizaciones son Sistemas Adaptativos complejos son autónomos, autoorganizados y autosostenidos que se encuentran inmersos en una compleja realidad, que debe ser abordada desde una perspectiva holística, que comprenda relaciones no lineales de causa y efecto sino que requiere de una observación desde estas perspectivas en las cuales un pequeño cambio en la organización puede dar lugar a grandes cambios; los métodos de otras corrientes que buscaban la predicción y el control se deben redefinir puesto que las dinámicas del mundo actual.
Las organizaciones actuales requieren de abordajes que promuevan el desarrollo de habilidades psicológicas y de gestión en torno a la creatividad, liderazgo, manejo del conflicto, motivación y comunicación. Aquí es donde se hace latente el rol del psicólogo en la Organización, un profesional que comprenda la realidad y el comportamiento humano en la organización de hoy, que asuma estos retos desde una perspectiva compleja como los es la organización y los seres humanos que interactúan en ella.
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