Luis Roberto Hernández Gómez
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Universidad Católica de Colombia.
Correo electrónico: buoriotlers@hotmail.com
Recibido: 15 de Septiembre de 2010
Aprobado: 4 de Marzo de 2011
Referencia Recomendada: Hernández-Gómez, L. R. (2011). Una mirada crítica a la psicología moderna. Análisis sobre sus conceptos fundamentales. Revista de Psicología GEPU, 2 (1), 104 - 116.
Resumen: Por considerar que la psicología como ciencia del comportamiento es incompleta, este trabajo explora las correspondencias existentes entre los antiguos griegos y los psicólogos modernos, de modo que se puedan contrastar sus ideas a través del tiempo, especialmente aquellas referidas a los objetivos de la psicología. También se describe la forma en que tanto la ciencia como la filosofía resuelven los problemas. Igualmente se hace una descripción general de algunos aspectos importantes relacionados con la epistemología cualitativa, en un intento por comprender desde esta disciplina el comportamiento humano.
Palabras Clave: Comportamiento Humano, Antiguos Griegos, Epistemología Cualitativa, Objetivos de la Psicología.
Abstract: Considering that psychology as a science of behavior is uncompleted, this work explores the correspondences existing between the ancient Greeks and modern psychologists in order to contrast their ideas through time, especially those referred to psychology aim. It also describes the form of solving problems whether science or philosophy. There is likewise a general description of some issues related to qualitative epistemology as an attempt to understand human behavior.
Key Words: Human Behavior, Ancient Greeks, Qualitative Epistemology, Psychology Aim.
Cuando miramos las grandes cuestiones surgidas en torno a la finalidad de la psicología, uno puede concluir que a pesar de las pretensiones legítimas de los psicólogos por definirla, es todavía hoy, un asunto deleznable. Baste con observar que sus intentos se orientan más a predecir la conducta desde lo conceptual antes que desde lo puramente psicológico.
Al parecer frente a este hecho, es poco lo que se ha logrado en términos de comprensión de la actividad psicológica prevaleciente si bien es mucho lo que se sabe en términos de historia del pensamiento humano.
Los grandes avances de la biología, la fisiología y la neurociencia, como auxiliares inmediatos de la psicología, aportan poco sobre los hechos que trascienden el comportamiento determinado por los principios de causa y efecto (estímulo-respuesta). Es evidente que en este aspecto la psicología sigue ofreciendo un panorama de territorio vacío en un vasto campo de la ciencia.
Podría decirse con algún acierto que la psicología hace parte de un gran rompecabezas de la ciencia cuya importancia radica en ser aquello de lo cual se habla con total desconocimiento salvo por las orientaciones de las ciencias auxiliares que arrojan un poco de luz sobre sus elementos confusos. De todos modos las piezas en su totalidad no cazan adecuadamente y el gran rompecabezas se mantendrá incompleto.
El propósito de este trabajo es recalcar sobre el hecho de que a pesar de los grandes logros en la comprensión del comportamiento humano, esos logros no le corresponden tanto a la psicología, como a otras ciencias. Además de regresar constantemente a viejas concepciones de los filósofos antiguos que ya entendían la complejidad del asunto. Lo que hace la psicología moderna es remozar las viejas concepciones de esos filósofos y reinterpretarlas al acomodo de las necesidades actuales.
Así las cosas, la definición de la finalidad de la psicología como ciencia de la mente y el comportamiento humano sigue sin aclararse. Los interrogantes básicos siguen sin responderse por un temor recalcitrante a caer en conceptos metafísicos difíciles de resolver a la luz del positivismo tradicional.
Mente y Cerebro
¿Se puede entender la mente humana como algo concreto o es simplemente un constructo que explica la actividad cognoscitiva? ¿Es susceptible de ser probada su existencia en el laboratorio o lo que podemos probar es la actividad implícita del cerebro? ¿El cerebro es el resultado de miles de años de evolución y en consecuencia su desarrollo se debe exclusivamente a este factor que define el paso del animal a hombre y en consecuencia es el responsable de que millones de neuronas hayan sido capaces de crear la conciencia? ¿O por el contrario, debemos suponer que a pesar de lo imbricado de su sistema de redes neuroquímicas simplemente cumple con la función de ser el receptor de la conciencia? Y de ser así, ¿no se estaría frente a un planteamiento metafísico – religioso?
¿No es acaso esto de definir y encontrar la conciencia el trabajo de los neurocientíficos? Y ¿no es verdad que al recorrer un camino de interrogantes asentados en la utopía de la ciencia es poco lo que se alcanzaría para la psicología si se descubriera el misterio de la conciencia? ¿O como dice Llinás (2003) en “El Cerebro y el Mito del Yo”, “el cerebro y la mente son eventos inseparables, por lo cual el estado mental, constituye tan solo uno de los grandes estados funcionales generados por el cerebro?”. Si entendemos esto, entonces debemos concluir con él que “la mente es codimensional con el cerebro y lo ocupa todo, hasta en sus más recónditos repliegues” (Llinás, 2003).
Metodología
Entre los aspectos importantes por resolver están los referidos al tipo de metodología empleada para solucionar los problemas instrumentales de la psicología. Aparte de los métodos prestados por la física y la biología, pero principalmente por la física, ¿cuenta la psicología con otros métodos capaces de validar la experiencia consciente a sabiendas de que el comportamiento humano si bien está determinado en algunos aspectos, en otros procede de eventos no determinados e incluso indeterminados? ¿Será necesario - como dice Rubén Ardila (1990), en su artículo sobre la síntesis experimental del comportamiento - un paradigma unificador desde el cual se observen todas las posibilidades de ese ser humano sin restricciones metodológicas? De hecho, la síntesis es hoy una alternativa que resuelve innumerables problemas que antes eran difíciles de abordar por el dogmatismo de las escuelas prevalecientes.
El asunto de todas maneras sigue viéndose en perspectiva. Cada día surgen novedosos conceptos que antes de avizorar nuevas tendencias lo que hacen es demostrar lo que ya antes se había considerado de manera muy clara, si bien poco entendida por los gestores de la ciencia moderna que prefirieron la mediación de las técnicas antes que la finalidad de la psicología en lo trascendental, es decir en la consideración de los valores y sentimientos del ser humano.
Rachlin y el Conductismo Teleológico
La psicología moderna, sostiene Howard Rachlin, ha sido relativamente estéril porque ésta ha hecho poco hincapié en la importancia del propósito (ha fallado en sus métodos y son más los logros académicos, teóricos, que los alcances de su ciencia en la práctica). Piensa que es hora de explorar las implicaciones del concepto de Aristóteles sobre las causas finales; una posición que como ya se dijo, él denomina conductismo teleológico (1992, 1994). ¿Hacia dónde debe conducir sus estudios y análisis la psicología para comprender al sujeto humano? En principio hacia la elaboración simbólica de su lenguaje, pues es este el que con más precisión predeciría los antecedentes de su conducta. Basta revisar el pensamiento de todos los grandes filósofos de la antigüedad o el de los sociólogos modernos para tener apenas una idea de lo que la exploración del lenguaje depara en el propósito de la comprensión del ser humano.
La evidencia del planteamiento no se centra únicamente en los procedimientos comportamentales sino prevé la actividad cognoscitiva, lo cual amerita mayor complejidad, pues al explicar la sola relación mecánica del individuo con otros individuos y con su ambiente, solo se explica un factor entre la multiplicidad de factores y de rasgos que componen su naturaleza.
Del Conductismo Teleológico a Piaget
El conductismo teleológico en su preocupación por entender la finalidad de la psicología desentiende su aproximación a la lógica formal al excluir las emociones y los valores que conforman la estructura del ser humano, dejando al azar esos rasgos que son sus principales características como ser espiritual que es.
No desconocía este asunto Piaget cuando informa sobre las características evolutivas de los individuos, destacando principalmente dentro de esas características los esquemas mentales, la acomodación, la asimilación, como antecedentes inmediatos a la adaptación con, y a partir de lo cual, se desarrolla la inteligencia. Cabe anotar que Piaget elabora una nueva teoría, ésta a su vez contiene en los orígenes de sus fundamentos la causalidad como principio explicativo en todo el desarrollo de la persona (la pre-determinación genética).
Sostiene Piaget el siguiente argumento:
No creo ni en el carácter innato de las estructuras cognoscitivas ni en una simple sumisión a los objetos, sino que pongo el acento en las actividades del sujeto y no veo en qué las disminuyo al pensar que estas se producen cuando hay problemas que resolver, y llamo perturbaciones o lagunas a las dificultades que debe vencer el sujeto.
A mi modo de ver esas dificultades las vence el sujeto desde una posición que está más allá de la comprensión científica y que al decir de Hans G Fruth, uno de los difusores de Piaget, “nos encontramos ubicados de forma equidistantes tanto del racionalismo como del empirismo tradicional”. Si partimos de este punto, reitera Hans Fruth:
Hemos de concebir entonces el sujeto (S) y el objeto (O) integrados en una unidad indisoluble. Del mismo modo en que un organismo biológicamente considerado debe establecer un intercambio energético con el entorno, el sujeto cognoscente establece una relación con los objetos de manera de proceder a una doble actividad constitutiva. Por una parte el sujeto al fortalecer sus estructuras cognitivas, se autoconstruye en el proceso, pero a su vez construye una imagen del objeto que le permite interactuar con el objeto propiamente dicho... […] El progreso de los conocimientos no se debe ni a una programación hereditaria innata, ni a una acumulación de experiencias empíricas, sino que es el resultado de una autorregulación a la que podemos llamar equilibración.
El quid del asunto está en la referencia, “se autoconstruye”. Es decir, se construye a sí mismo a partir de un proceso de concienciación y eso no es noticia nueva. En todo caso Piaget consigue explicar mejor la finalidad de la psicología como un construir el universo del objeto mientras autoconstruye sus estructuras cognitivas, lo cual procede como una propiedad de maduración biológica, pero que al tenor de este trabajo también podía tratarse de una consolidación en la recepción de la experiencia consciente por parte del cerebro y no al contrario.
Los Antiguos Griegos ya lo Sabían
Dice Lehay (1980) al respecto:
En general, el progreso del sentido conceptual es más difícil de demostrar. La psicología más moderna, psicología cognitiva (como acabamos de ver) del procesamiento de la información, es extraordinariamente similar a la explicación de la mente de Aristóteles. Ambas consideran la adquisición del conocimiento como la interiorización y el procesamiento de la información sobre el entorno que luego se almacena en forma de memoria.
Desde luego no se menciona la imposibilidad de trascender a los conceptos para intelegir de manera coherente la conducta. Y no se menciona precisamente por su dificultad, si bien Aristóteles intentó aclarar la cuestión mediante el concepto de iluminación.
En de anima (libro III) sostiene Aristóteles que las sensaciones múltiples y particulares procedentes de los sentidos sufren una primera depuración y unificación al ser recibidas en el sentido común, de aquí pasan a la fantasía, pero conservando todavía su particularidad. Sobre las imágenes de la fantasía actúa el entendimiento agente, despojándolas totalmente de su materialidad y particularidad por medio de la iluminación, que el estagirita llamaba, “pco riapós”, haciendo aparecer en ellas la idea universal, representativa de su esencia, la cual actúa sobre el entendimiento pasivo que es quien entiende. Esto significa que existe un proceso dentro del cual se van depurando los conceptos particulares de los universales a través del entendimiento agente. Al transcribir estos conceptos después de comparar los términos, no se puede evitar el encuentro de similitudes con los postulados de la psicología cognitiva moderna, cuyo objetivo principal se enfoca en el análisis del lenguaje como proceso de asimilación histórico cultural, en el cual convergen tanto las razones del orden particular como las deducciones que implica el orden universal.
En este punto Aristóteles se apoya en la voluntad como potencia apetitiva del orden superior para dirigir el pensamiento y modificar la conducta, “ya que lo que está claro, o es lógicamente más evidente, surge de lo que en sí mismo es confuso pero más observable para nosotros” (Brennan, J 1998).
Resulta curioso que Wundt, llamado el primer voluntarista hubiera casi calcado esta forma de explicación, si bien los términos que utilizó fueron los llamados elementos cognitivos y emocionales de una mente estática. Él como Aristóteles, consideraba una mente activa, creativa, dinámica y volitiva. De hecho consideraba que el proceso de apercepción era vital para el funcionamiento normal, y especuló que la esquizofrenia podía ser el resultado de una interrupción del proceso de atención que invierte el sentido de atención hacia una actitud de gran pasividad excluyente de la voluntad lo cual deriva en la alteración mental que ya no puede dirigir la conducta.
Lo que dice el Enfoque Cognitivo Moderno
Si revisamos el enfoque cognitivo moderno, encontramos la siguiente definición:
Las personas evalúan, e interpretan la información y los acontecimientos, y sus respuestas están dirigidas, tanto por las realidades subjetivas como por la realidad física de los propios hechos. Los humanos piensan, planean, recuerdan y desarrollan expectativas, y estas actividades mentales son una parte vital del fundamento de la conducta. El examen del procesamiento cognitivo no ignora la importancia de los hechos observables; en este sentido se argumenta que la comprensión del impacto de estos hechos debe considerar los procesos mentales que interceden entre los acontecimientos y las conductas (Worschell & Shebilske, 1998).
Todo lo que antecede permite ver con claridad en dos direcciones que se cruzan en el tiempo, pero cuyo propósito primordial se centra en explicitar el procesamiento del pensamiento desde la concepción mentalista en la filosofía de Aristóteles, y los postulados de la psicología cognitiva moderna en la concepción de Tolman o de Piaget. Las dos apreciaciones destacan la importancia de cómo el ser humano establece sus relaciones sociales, y aprende no solo de su experiencia sino de la interpretación que hace de la experiencia de los demás. De cómo hace uso del lenguaje y cómo partiendo del proceso de construcción de relaciones psico-lingüísticas establece leyes invariantes, a ser posibles abarcadoras no solo en lo que concierne al significado sino principalmente en lo que toca a los significantes.
Ahora bien, cuando se mira la psicología desde esta óptica, se entiende que hay un abismo entre los métodos utilizados y la naturaleza de la experiencia humana vista desde dos puntos críticos: lo que sabemos hoy de la psicología y lo que sabían los griegos en tiempos tan distanciados por la historia. Y que son sin lugar a dudas muy cercanos en sus concepciones fundamentales, lo cual no deja de ser absolutamente sorprendente.
Pensamiento y Lenguaje en la Actividad Cognoscitiva
Examinar la psicología que se configura desde este análisis, implica en primer lugar hacer un examen exhaustivo de la forma como se produce el lenguaje, el proceso dinámico que se da con el acto de conocer, la formación de imágenes y la generación de ideas que expresan una realidad que es distinta en la percepción pero igual en los acuerdos para todos los seres humanos.
Sobre este particular, dice Rosalía Montealegre (1990), en el “Análisis del Lenguaje como proceso de Asimilación Histórico - Cultural” a propósito de la obra de Gabriel García Márquez:
El pensamiento que surge junto con el lenguaje constituye la actividad cognoscitiva del sujeto, la cual se hace inmediata por medio de la palabra. La función del lenguaje entonces es doble: sirve como medio de comunicación y como forma de relación entre pensamiento y objeto.
Pero la psicología no es simplemente el estudio del lenguaje en cuanto fenómeno resultante del pensamiento. La psicología es el estudio de la mente y sus facultades como asumía Kant. Es además el estudio del cerebro desde la fisiología y la neuropsicología, para lo cual se cuenta hoy en día con herramientas diagnósticas de muy alto nivel de desarrollo tecnológico: encefalogramas, resonancias magnéticas, tomografías computarizadas, tomografías de emisión de protones, etc. De cualquier manera el inmenso arsenal proporcionado por la tecnología no basta ni alcanza para descifrar los enormes enigmas de la mente humana. En consecuencia sigue siendo dramático el desconocimiento cada vez mayor de las posibilidades que anuncian un ser de sueños e ilusiones que construye sus valores desde su tradición histórica. Un ser pragmático que desconoce el origen de sus miedos y renueva su ascendente de apropiación de la experiencia como logro extraordinario de su especie. Un ser cuya naturaleza además de su ontogenia se debate entre los límites de la insania en la misma medida en que acumula conflictos que niegan su derecho a una felicidad legítima al cambiársela por una felicidad artificial.
Concebir al ser humano desde esta perspectiva es declarar un reto a la psicología para que aborde como finalidad no solo la realidad teórica de ese sujeto sino su realidad conceptual, sus emociones y sus necesidades afectivas. Por supuesto que el día sigue siendo una meta cuyo horizonte se desdibuja en la medida en que avanza el desarrollo de la ciencia
La Otra Realidad del Ser Humano: Su Constitución Anatómica
Al contrario de la realidad psicológica del ser humano, es mucho lo que se ha avanzado en el conocimiento de su anatomía y fisiología sin mejorar mucho en la explicación de lo que significa el comportamiento humano. Hablamos de lo que el comportamiento connota sin detenernos a examinar lo que denota. Y así ha sido siempre a pesar del orgullo que exhibe hoy la ciencia de la psicología. Orgullo que empieza con la utilización del método científico y los modelos de hombre que resultan de sus diferentes enfoques.
Sabemos todo sobre las estructuras anatómicas que constituyen ese ser humano. Incluso, el alarde tecnológico ha llegado a extremos tan escalofriantes como el de prefabricar repuestos y piezas humanas a partir de algún material de aleación de elementos que imiten bien su naturaleza original y tenerlos listos y a la medida de acuerdo con la necesidad. Sin embargo, otra cosa bien compleja es descubrir la naturaleza psicológica del hombre y predecir sus hechos de conciencia. Es decir, sus emociones, sus valores y sus sentimientos.
Todo lo anterior subraya la importancia de la psicología científica. Una psicología que no tenga miedo a husmear en las profundidades del inconsciente sin aferrarse a ideas preconcebidas que niegan esa posibilidad. Una psicología que aun prediciendo el comportamiento no se detenga en esa sola valoración sino en el análisis de lo trascendente que consolida la naturaleza humana.
Psicomedicinas
La tecnología bioquímica surte con otro arsenal de ayudas a la psicología experimental o científica como quiera llamarse. En este caso con medicamentos de última generación que luchan contra el dolor, en un legítimo deseo de proporcionar calidad a la vida. Una buena vida es una vida ajena al dolor físico o psicológico. Algo que en la realidad práctica dista mucho de ser cierto. No obstante los medicamentos para aliviar casi todo surgen como “panacea”. Acaso el ser humano lo que necesite sea otra panacea desprovista de las soluciones rápidas y tendientes más a adormecer antes que a eliminar el origen de sus contradicciones y conflictos. La tecnología es indudablemente una herramienta pero también es cierto que proporciona una respuesta incompleta.
Hacia una Epistemología Cualitativa
La psicología cognitiva objeto de este análisis, invita a repensar la importancia de la subjetividad cuyo fundamento, al menos, desde este documento, tiene una base sólida en la filosofía de Aristóteles, en cuyas generalidades observamos los elementos que estructuran su pensamiento. Para Aristóteles lo cognitivo representa la unión y la suma de partes actuantes que él llama en principio con nombres que expresan las cualidades y las funciones. Por ejemplo, el entendimiento paciente o pasivo y el entendimiento activo o agente. Al primero le corresponde entender, y al segundo preparar las formas inteligibles a partir de las imágenes de la fantasía. Esto quiere decir, por un lado que en la explicación del comportamiento humano, Aristóteles considera de especial relevancia dos potencias que determinan la acción: una la locomotiva que consiste en la capacidad de moverse en el espacio de acuerdo con los impulsos del apetito, y otra, la voluntad, como la potencia apetitiva del orden superior propiamente dicha, cuyo origen no es instintivo, sino que por el contrario, está dirigida por el entendimiento. Y por otro lado, deja en claro que, los conceptos del estagirita coinciden plenamente con los que hoy se tienen para promover en psicología cognitiva moderna, lo que se ha dado en llamar desordenes del pensamiento, atribuciones, exageraciones que exigen una reestructuración del campo perceptual o reestructuración cognoscitiva. ¿Entonces en qué quedamos? ¿Es el pensamiento irracional el resultado de las emociones que emergen de los estados primarios de la evolución del cerebro humano, y en consecuencia su racionalidad está desprovista de funciones instintivas que ponen en riesgo su humanidad? ¿Prevalecen en estado natural sus instintos y sus emociones sobre su racionalidad? ¿Existe alguna manera de averiguarlo con métodos que la psicología toma prestados de otras ciencias y oculta más o menos de una forma evidente su ignorancia frente a la constitución subjetiva de su objeto de estudio? Preguntas van y vienen en este respecto sin acumular evidencia objetiva que permita vislumbrar en el horizonte del conocimiento la vía de comprensión que se requiere. En consecuencia una epistemología cualitativa podría constituirse en una alternativa que sirva para intentar comprender antes que resolver la finalidad de la psicología en su propósito de descubrir la naturaleza siempre compleja del individuo humano como pieza insustituible en la trama de la sociedad. Dice a propósito, Fernando González Rey en su artículo sobre “Epistemología Cualitativa y Subjetividad”, que:
La subjetividad supone la integración de dimensiones históricamente separadas dentro del pensamiento psicológico, lo cual hace que se abran problemas de investigación imposibles de ser planteados en los límites de la psicología positivista, en cuyos marcos se ha desarrollado en psicología lo que Ferrarroti (1990) ha denominado de “torpe actitud factista”, procurando diferenciar lo que ha llamado paleopositivismo, del positivismo de Comte, quien nunca fetichizó los hechos fuera del aparato teórico conceptual.
Las Herramientas de la Psicología Contemporánea
La psicología contemporánea posee mejores herramientas para estudiar al ser humano, no para comprenderlo, de tal suerte que las raíces del sufrimiento se siguen ignorando, lo cual sugiere a futuro una psicología cuyo interés no privilegie las pruebas estandarizadas, los usos indiscriminados de técnicas probadas en el laboratorio, por encima de las necesidades de afecto, la pérdida del sentido de la vida; en pocas palabras una psicología que resuelve los síntomas pero no cura (de hecho, la psicología únicamente alivia). Las estadísticas nombran bien la tragedia que provoca el vacío existencial. Los porcentajes saltan de unas cifras a otras sin el más mínimo pudor.
Los gráficos informan acerca de motivos sugeridos, no sugerentes. Hoy se suicidan más los jóvenes, aparentemente por motivos inocuos. Y los adultos que lo intentan sin lograrlo llevan vidas ruinosas emocionalmente, existencias tristes, improductivas afectivamente.
En el ámbito epistemológico se considera esencial la representación del ser humano desarrollada por el constructivismo, donde aquel se presenta como constructor permanente de la realidad, superando el concepto de respuesta como unidad esencial de la metodología de la investigación psicológica (González, 1998).
Un ser humano visto como sujeto de respuestas frente a sus conflictos cotidianos. No un sujeto metafísico cuyas respuestas trascienden su nivel de comprensión. Si bien su naturaleza por ello, no dejará de ser en grado sumo metafísica. En consecuencia, la finalidad desde esta perspectiva, no puede ser en forma alguna, la explicación científica del funcionamiento de su organismo, sino además, del funcionamiento de su mente.
¿Qué dicen los Historiadores de la Ciencia?
Kuhn, Lakatos y Laudan, coinciden en decir que no existe una sola manera de conceptualizar la experiencia porque detrás de toda experiencia siempre hay una base teórica. Esto significa que a pesar de las deficiencias históricas y de las fallas epistemológicas, la ciencia puede abrazarse a la existencia de programas antagónicos y no por ello retrasarse en su propósito de conocer, que es el caso de la psicología actual (Hergenhahn, 2001).
Fue Poincaré quien introdujo lo que más tarde se denominó la Tesis de la convencionalidad. Para él las leyes de la mecánica (como para nosotros las leyes que rigen el lenguaje, que rige la psicología) son solo convenciones, aunque, él insiste, no son convenciones arbitrarias. Lo cual también rige para la psicología.
El mérito de Poincaré, entonces consistió en mostrar que además de los términos que pudieran relacionarse directamente a las observaciones, la ciencia utiliza términos teóricos, y que estos términos teóricos se expresan en lenguaje matemático, que es, según el concepto de Rubén Ardila cuando cita el análisis experimental de la conducta como paradigma unificador de la psicología, lo que debe hacerse con el modelo de Skinner, que si bien reside en su desapego a la teoría, encuentra en la síntesis experimental, la opción de utilizar la matemática como instrumento para la introducción de términos teóricos y así explicar lo que es la psicología científica alejada de los reduccionismos conductuales y fisiológicos.
“La visión convencional” de la que hablaba Poincaré y que Putman en cambio ha llamado la “visión recibida”, y que es la expresión que utilizan corrientemente numerosos filósofos contemporáneos de la ciencia, consiste esencialmente en que una teoría científica, a fin de merecer este nombre, debiera finalmente poder expresarse en algún tipo de sistema axiomático.
El grado de formalización de un sistema puede variar ampliamente, pero la estructura del sistema debiera ser más o menos la misma conteniendo los siguientes elementos: a) un vocabulario básico con tres diferentes clases de términos teóricos; b) axiomas que pudieran establecer las interrelaciones entre los términos no-lógicos; c) reglas de inferencia que permitan la deducción a partir de los axiomas. En la medida en que los defensores de este criterio se aferran a la teoría de la verificabilidad del significado, la información empírica (los observables) constituye la materia prima del sistema.
El vocabulario observacional es el meollo. El resto debiera expresarse en términos de este vocabulario. La parte lógica (correspondiente a los hechos psicológicos) y a los demás sistemas se vio reducida a expresar las reglas del juego, las reglas internas del lenguaje que se utiliza para expresar la teoría. Así como también las reglas de la correspondencia.
Otro de los aspectos importantes que hay que tener en cuenta en el desarrollo de las teorías científicas es la tremenda revolución en la lógica realizada por la escuela de Frege-Whitehead-Russell. Ellos intentaron mostrar, y estaban convencidos de haberlo logrado, que de hecho las matemáticas pueden ser reducidas a la lógica matemática y por consiguiente los términos teóricos pueden en último término demostrar los hechos objetivamente.
Así, pues, queda aclarado que la comprensión del lenguaje científico referido a los actos humanos es la que tiene que ver con las leyes de la correspondencia, puesto que ellas indican los grados de relación entre pensar y hacer; la vieja relación griega de la mente reposante y el cuerpo conducente. Las reglas de la correspondencia se introdujeron para realizar tres funciones bastante diferentes, aunque algunas veces mezcladas entre sí. En primer lugar, una regla de correspondencia define los términos teóricos. En segundo lugar, las reglas de correspondencia determinan el contenido cognoscitivo de los términos teóricos, en el sentido de que un contenido solo es aceptable si está relacionado con la experiencia por medio del principio de verificabilidad. En tercer lugar estas reglas de correspondencia especifican de una vez por todas los tipos admisibles de experimentos por medio de los cuales la teoría se une a la realidad.
En conclusión, la psicología actual al unificar su paradigma, debe ampliar su campo de comprensión de la naturaleza humana dentro del marco de la ciencia, con sus propios métodos y modelos explicativos, una ciencia que como decían los psicólogos de la escuela funcionalista, “sirva para algo”.
Referencias
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Brennan, J. F. (1999). Historia y sistemas de la psicología. México: Prentice Hall.
Coon, D. (1998). Psicología, exploración y aplicaciones. México: Thompson, Learning.
Denise, N (2004) Epistemología. Programa de seminarios por internet. Disponible en http://psiconet.com/seminarios/epistemología/epistemología@psiconet.com.
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Llinás, R. (2003). El cerebro y el mito del yo.
Montealegre, R. (1990). Análisis del lenguaje como proceso de asimilación histórico -cultural. Bogotá: Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia.
Hergenhahn, B. R. (2001). Introducción a la historia de la psicología. España: Paraninfo.
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Vuyk, R. (1980) Panorámica y crítica de la epistemología genética de Piaget. Madrid: Alianza.